Baby bótox en Chile: las razones de menores de 30 años para sumarse a la discutida tendencia de conseguir una piel estirada
El aumento de las intervenciones estéticas con bótox y Baby Botox en hombres y mujeres menores de 30 años en Chile es inminente. Entre una mezcla de más facilidades de acceso y redes sociales que viralizan contenido sobre el cuidado precoz de la piel, la generación ha empezado a inyectárselo como método de prevención para las arrugas y las líneas de expresión. Casi todos parten con Baby Botox, o dosis más pequeñas de la toxina botulínica. Luego, empieza un círculo vicioso difícil de romper: mientras más bótox te pones, más bótox necesitas.
Por Camila Ossandón SmithCompartir
Nabih Cid Bertoglia (27) usa bótox desde los 25 años. Dice que ha probado todas las marcas de toxina botulínica disponibles en el mercado chileno. “Meditoxin me dura más que Xeomin. He probado marca Botox, Meditoxin, Dysport, Reage, bótox coreano, todo”, cuenta para decir que desde que empezó con el tratamiento se ha preocupado de buscar lo mejor para su aspecto facial. “No es que me sienta feo si no ocupo bótox. Es que tengo tanta seguridad que me encanta que me digan que mi piel está radiante“. De todas formas, reconoce que ya no se imagina no usando bótox.
Cid es parte de una realidad cada vez más frecuente en los jóvenes menores de 30 años en Chile y el mundo, según advierten los especialistas: usar dosis pequeñas de bótox (Baby Botox) para buscar prevenir arrugas en el futuro y estirar la piel. Intervención que es validada por algunos expertos, pero también muy criticada por otros. Sobre todo cuando se realiza en lugares informales.
“El ‘Baby Botox’ es uno de los procedimientos más buscados en Chile por hombres y mujeres. Cada día son más menores de 30”, explica la doctora Melissa Arroyave, jefa del Área de Medicina Estética Regenerativa de la Clínica Terré. “Esto, porque es una de las intervenciones estéticas menos invasivas, con mejores resultados y más preventivas para evitar la aparición de arrugas o marcas en la zona de mayor movilidad de la cara“, asegura.
Hay especialistas que aseguran que solo el 10% de sus pacientes tienen menos de 30 años, ya que no cuentan con los recursos para financiar un tratamiento completo en esos lugares. Desde la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica (SCCP) explican que el peligro está en hacerlo en lugares no certificados.
Los tratamientos estéticos no tienen cobertura con las isapres o en el GES -salvo por la Cirugía de Párpados Caídos-. Una inyección de bótox en una clínica estética certificada puede costar en promedio $200 mil.
La primera vez que Nahib Cid se puso bótox a los 25, fue gratis, porque su expareja estaba haciendo el curso para certificarse en medicina estética. “Después me lo regaló mi mamá y seguí pagándolo con mi mesada. Debe haber salido $180 mil cada seis meses hacerme la frente, las patas de gallo y el entrecejo”, recuerda. Actualmente, su dermatóloga le cobra entre $200 y 240 mil. Depende de la cantidad que le ponga y de los retoques que le haga a las dos semanas. Algunas zonas quedan disparejas.
Pero en general, advierten los expertos consultados para este reportaje, los menores de 30 no puedan pagar lo mismo que Nahib Cid por tratamientos certificados.
Andrea Hasbún, médica cirujana de la Universidad de Chile y cirujana plástica de Clínica Alemana y el Hospital Militar, cuenta que en su trabajo “observa que muchos jóvenes optan por lugares más económicos para procedimientos estéticos, motivados por el costo y la facilidad de acceso. Sin embargo, recurrir a profesionales que no están en espacios clínicos certificados, puede conllevar riesgos considerables”.
La doctora Natacha Quezada, dermatóloga de la clínica Dermaline y de la Red Salud UC Christus, quien lleva 25 años poniendo bótox, opina lo mismo. “Tiene que ser un lugar donde la sustancia sea verdadera y no le echen agua a la toxina, porque la toxina es cara“, asegura.
Los riesgos de no hacerlo en un lugar certificado
Este mes una mujer murió después de realizarse una intervención estética en una clínica estética no autorizada en Providencia.
Después de que pasó, los especialistas de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva enviaron una carta a la ministra de Salud avisando que, junto a otras organizaciones del mundo de la salud, se retiran de la mesa de discusión de estética convocada por Minsal.
La Mesa de trabajo de Estética, que fue conformada por el ministerio bajo la dirección de Pierinna Gallardo, de la División de Políticas Públicas del Ministerio de Salud (DIPOL), inició en junio de este año. La instancia fue creada para discutir la problemática de que existen lugares no certificados ni habilitados para ofrecer tratamientos estéticos, entre los que se incluye la inyección de bótox.
Los médicos que conformaban la mesa y representaban a la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, decidieron retirarse “por prácticas cuestionables y por la falta de un enfoque claro en la seguridad del paciente. La inclusión de perfiles sin la formación adecuada, como tatuadores, kinesiólogos y cosmetólogos, resulta irracional en un contexto donde han ocurrido incidentes graves”, según dice la carta que presentaron al ministerio.
Desde la Subsecretaría de Salud Pública, explican que la mesa “se encuentra en proceso de reformulación respecto a su conducción y funcionamiento”, después de la salida de la sociedad y otros organismos. “La ministra de Salud convocará a una reunión especial a las Sociedades Científicas involucradas y al Colegio Médico, con el objetivo de conversar, analizar y subsanar los reparos que puedan existir en esta instancia de participación. También para definir la continuidad del trabajo conjunto”.
Aumentar la dosis y los tratamientos
Cid es dentista especialista en odontopediatría. En Chile, varias personas de su profesión se han certificado para hacer este tipo de procedimientos de medicina estética. Así lo permite el reglamento 244 del Ministerio de Salud desde 1975 “en el área odontoestomatológica y con su respectiva capacitación”. En el 2021, Nabih Cid estudiaba y tenía una pareja en su misma carrera que mientras se certificaba. Comenzó a aplicarle “Baby Botox” para practicar.
Partió sus tratamientos faciales con Baby Botox, pero a los tres meses, decidió aumentar la dosis. “Descubrí que era muy poco el efecto porque yo tenía una línea de expresión súper marcada en la frente. Entonces empecé a ponerme bótox de lleno”.
A los tres meses, Cid vio que la línea de expresión en la frente que había heredado de su padre se estiró. Con esos resultados, dice, no paró más. “Yo creo que en mi vida he invertido fácilmente $5 millones en el cuidado de mi piel y mi cara”, dice. No solo se pone bótox en la frente, la entreceja y las patas de gallo. Se lo aplica arriba del labio superior y abajo de la punta de la nariz.
También se inyecta ácido hialurónico en el mentón, en la mandíbula, en la nariz y para el relleno de labios. Se hace tratamientos de limpieza de cutis, vitaminas y polinucléotidos. Revitalizantes faciales, cremas de skincare y ahora, tiene hora para comenzar un nuevo tratamiento láser para achicar sus poros.
Para este reportaje, se consultó a 10 especialistas nacionales en medicina estética. La respuesta a la pregunta de si el bótox o el “Baby Botox” son necesarios para mantener una piel saludable antes de cumplir los 30 años, fue que se hace “para prevenir que las marcas de expresión no se conviertan en arrugas. Porque después, ningún tratamiento podrá borrarlas”. Uno de ellos, dijo que a su consulta llegan por lo menos 20 pacientes mensuales menores a esta edad.
La mayoría comienza con Baby Botox
Según las cifras 2024 de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética lSAPS, la toxina botulínica es el procedimiento no quirúrgico más común tanto para hombres como para mujeres. Al año, se hacen 8,8 millones de procedimientos en todo el mundo.
Pasa en todos los grupos de edad, a pesar de que en 2023, los inyectables de toxina botulínica fueron más populares entre las personas de 35 a 50 años -un 49%-. A pesar de esto, la doctora Mariana Briggs, cirujano dentista, llegar a pedir borrar una arruga a esa edad no es recomendable. Por eso se le recomienda a la gente empezar desde jóvenes.
“No se trata de que a mayor edad hayan más arrugas. Se trata de la calidad de la piel. Llega una niña de 26 años que me pide bótox, pero que tiene la piel perfecta. A ellas les digo que ‘no todavía’. Que esperen hasta los 28 años y que ahí me vengan a ver”, relata.
Briggs está terminando la especialidad de Trastornos Temporomandibulares y Dolor Orofacial en la Universidad de los Andes, y tiene formación continua en estética orofacial. Cuenta que desde que entró a la carrera, ha vivido inmersa en un mundo donde todo su círculo se empezaba a hacer intervenciones estéticas antes de los 30. Partiendo por el Baby Botox.
Lo mismo que a la doctora Mariana Briggs le pasó a Isabel (26). Es la quinta dentista en su grupo de doce amigas del colegio y desde que entró a estudiar odontología, empezó a conocer el mundo de la medicina estética. “Una de nosotras se certificó y de ahí nos motivó a las otras cuatro a hacerlo. De las otras ocho amigas, casi todas se han hecho al menos una inyección con alguna de nosotras”, cuenta hoy.
“Todas partieron con el Baby Botox en la frente para probar. Había mucho miedo al principio de que iban a quedar estiradas o con cara de velocidad. Pero en la medida que empezaron a ver los resultados, se fueron lanzando”, continúa.
“El Baby Botox es un nombre que se le dio”, dice la doctora Melissa Arroyave. “Se trata de la aplicación de una toxina botulínica en pequeñas dosis y en lugares muy precisos del rostro, para evitar que se marquen arrugas que aún no existen. De hecho, si alguien menor de 30 años llega con una arruga que ya está marcada, no puede usar Baby Botox”.
De boca en boca
Nabih Cid empezó a ponerse bótox porque su expareja lo hacía. Isabel porque ella y sus amigas lo podían hacer. Andrés (29), confiesa haber empezado a hacerlo porque su señora estudió odontología y también se certificó para hacer el tratamiento de bótox. Todos lo empezaron a hacer con alguien que conocían y que, en cierto sentido, podía hacerles precio o cobrarles menos que una clínica certificada.
“Mi círculo de amigas y mi señora se ponen bótox y pude ver los resultados de cerca”, cuenta Andrés. “Empecé a hacerlo en mi frente y patas de gallo y vi que efectivamente mi piel ya no se arrugaba. También comprobé que no iba a quedar deforme como decía el mito”.
En su grupo de amigos hombres aún hay un poco de escepticismo, según cuenta. Pero cuando le preguntan por qué lo hace, “ven que la explicación es tan razonable, que se entiende. Incluso lo han llegado a considerar. Creo que el estereotipo de juzgar a alguien por lo que haga con su cara ya no va a nuestra edad. A los 30 ya puedes hacer lo que quieras contigo mismo”, agrega.
Las redes sociales han hecho también un efecto que contribuye a que se esté viralizando el fenómeno del Baby Botox y el bótox. Y mientras más viral, probablemente más opciones de hacerlo con algún conocido o lejos de una clínica certificada. “Las redes sociales han hecho que este tratamiento sea más cotizado”, concluye la doctora Mariana Briggs, que asegura, que la tendencia sólo va en aumento entre los jóvenes.
La letra chica de empezar a usar bótox desde joven
Natacha Quezada explica que para entender la necesidad de hacerlo antes de los 30 años, a pesar de que pareciese ser una edad precoz para un tratamiento anti-arrugas, “hay que imaginarse cómo sería comparar a una persona de 17 años con una joroba, versus a una abuelita de 90 con una joroba”.
“Si la persona tiene joroba, necesita arreglarla. Es igual de importante el hacerlo para una persona que tiene arrugas que le provocan un lenguaje no verbal inadecuado”.
Se refiere a las razones que alguien tendría para inyectarse bótox y que van más allá del semblante o los poros. “Si alguien está feliz pero se ve con cara de pena, o se ve cansado cuando en realidad no lo está, es una señal de que necesita ser corregido. La mímica facial es importante. Uno no solo comunica con palabras”, dice Quezada.
Pero si se empieza desde muy temprano –antes de los 30, por ejemplo-, la doctora Briggs especifica que hay una letra chica que “la mayoría no cuenta porque no están en el área de salud orofacial y maxilofacial”.
Se trata de la resistencia que empieza a generar el cuerpo al bótox. “La resistencia sucede porque se generan anticuerpos contra la toxina en la medida en que ésta se va inyectando muchas veces o muy seguido. El cuerpo aprende a eliminar la toxina más rápido porque se acostumbra a hacerlo y a metabolizarla de manera a eficiente”, explica Briggs.
Lo grave, es que ahora han salido estudios de que el círculo vicioso puede terminar en un resultado absolutamente contraproducente. “Ahora se está estudiando la posibilidad de que el bótox pueda afectar a la reabsorción ósea en la cara -que huesos se contraigan-. El hueso siempre ha tenido ‘regeneración ósea’, pero para que ese recambio pase, se necesita actividad muscular. Cuando uno se pone bótox muy seguido y el músculo no se mueve nada. No hay regeneración y se van perdiendo los huesos faciales. Por ejemplo las órbitas se van hundiendo. O la nariz se va cayendo“, explica.
El envejecimiento está directamente ligado a la reabsorción ósea. Por eso, según la especialista, “si alguien empieza a ponerse bótox a los 25 años y lo hace cada tres meses, lo más probable es que a los 50 ya tenga una reabsorción ósea mayor”. Por eso siempre se recomienda hacerlo con una intervención de seis meses y solo si hay una marca de expresión que prevenir.
“Pasa que después de ponerse tantas veces, les deja de hacer efecto. Si yo partí poniéndole una dosis de 50 unidades a un paciente, hoy puede que le ponga 65 unidades y no le van a hacer efecto”, dice Briggs. Y cierra con una advertencia: “Hay que subir y subir y es terrible”.