Opinión
24 de Noviembre de 2024Perfil de Xavier Armendáriz: el fiscal que encarceló al sheriff
La trayectoria del fiscal Xavier Armendáriz, quien consiguió la prisión preventiva para Manuel Monsalve en la formalización por violación, está marcada por casos emblemáticos como el de Fernando Karadima. En los últimos meses se oyeron voces políticas que recriminaron la lentitud en la formalización. "Siempre lo dije: si Armendáriz no se sentía seguro de las pruebas contra Monsalve, no lo formalizaría. Así trabaja él”, dice un fiscal.
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Juan Carlos Cruz Chellew tiritaba sentado en una oficina contigua a la de Xavier Armendáriz. Estaba muy nervioso. A través de la puerta, alcanzaba a escuchar tenuemente la voz del fiscal y también del interrogado, un discípulo del tristemente célebre Fernando Karadima.
Corría 2010.
Armendáriz, en ese momento, encabezaba la investigación en contra del cura de la parroquia de El Bosque, acusado por Cruz, José Antonio Murillo y James Hamilton, de abusos sexuales. En el momento en que a Cruz le crujían las tripas, el fiscal efectuaba un careo. El discípulo de Karadima vociferaba maldiciones contra Cruz, sin saber que él estaba al lado.
En un momento, me cuenta Cruz, Armendáriz le preguntó al testigo:
—¿Usted podría decirle en la cara todo lo que me está contando a Juan Carlos Cruz?
—Sí, claro.
—Ok… Juan Carlos Cruz, pase por favor.
“El fiscal me había pedido que estuviera en la oficina de al lado. Cuando salí, al tipo se le cayó la cara. Titubeó, pero al final, terminó reconociendo que había mentido”, recuerda Cruz.
No fue la única vez que Armendáriz utilizó esta estrategia. Los seguidores de Karadima habían ensayado sus declaraciones tal como si fueran una orquesta. Juraban la inocencia del sacerdote y desprestigiaban a los denunciantes, echando a correr múltiples rumores y también denostándolos frente a Armendáriz cuando eran citados a declarar.
Los ataques tenían, sobre todo, un objetivo -Cruz- y un argumento –“es gay”-. Le enviaban cartas al fiscal contando supuestos acosos sexuales de Cruz a seguidores de Karadima.
“Una vez me dijo: Juan Carlos a mí no me importa si eres gay o no. Quiero conocer tu versión de lo que pasó”, recuerda Cruz, quien agrega que el fiscal lo interrogaba sobre cada uno de los rumores.
También cuenta que Armendáriz fue muy cuidadoso al interrogarlos. “Yo, la primera vez, iba aterrado, nunca en mi vida había estado frente a un fiscal. Él me calmó, hablamos casi tres horas e hizo todas las preguntas que me debía hacer, con mucha delicadeza y respeto. Piensa que era el 2010 y no existía noción de la revictimización. Me hizo sentir digno”, cuenta.
La presión de los seguidores de Karadima se hacía sentir pública y veladamente. “Una vez le pregunté si eso lo afectaba. Me dijo: me da lo mismo”, dice Cruz.
Armendáriz tuvo que dejar el caso porque este pasó a la justicia antigua debido a que los hechos habían sucedido antes de la reforma procesal penal.
Cruz me cuenta que sigue hablando con él y que lo llama para pedirle consejos cuando tiene que abordar denuncias de abusos sexuales. Todavía recuerda su afición, por esos días, por la Coca-Cola y por los cigarros. Hoy, me dice un cercano, fuma tabaco. “Le costó mucho dejar de fumar en la oficina”, confiesa.
Un fiscal que actúa como juez
Xavier Armendáriz Salamero nació un día de inocentes: el 28 de diciembre de 1961. Estudió en el Liceo 11 de Las Condes y luego derecho en la Universidad de Chile. Ha sido profesor de distintas universidades y fue decano de la Universidad San Sebastián (2011-2014).
Fue uno de los primeros abogados en subirse al barco de la nave principal de la reforma penal: el Ministerio Público. El 2006 fue designado -por Guillermo Piedrabuena, de quien era muy cercano- fiscal de la regional metropolitana Oriente. Antes había dirigido la Unidad de Delitos Económicos.
“Armendáriz es lo que se llama un hombre judicial. Se formó en dicho poder: fue relator de la Corte de Apelaciones. Muchos de sus compañeros de generación hoy forman parte de esa corte, pero él decidió partir al Ministerio Público”, me cuenta un fiscal.
Un destacado penalista me dice que “es como un juez siendo fiscal: es contenido, formal, muy apegado a las normas y a la reserva. No filtra”.
Estuvo como fiscal hasta 2011. Ahí partió a la USS. Luego incursionó en un bufete. Hasta que la sangre volvió a tirar: Jorge Abbott lo designó en 2018 a cargo de la Fiscalía Regional Metropolitana Norte.
Viaje a Temuco
Agosto de 2003. El teléfono suena en Canal 13. Una voz anónima denuncia que el senador DC Jorge Lavandero abusa de menores en una parcela que poseía en la IX región. Los periodistas del programa Contacto toman la posta. Luego de investigar emitieron, en enero del 2004, un reportaje que provocó un terremoto en el país y en la élite política.
La denuncia gatilló la apertura de una causa judicial. No era cualquiera: por primera vez el nuevo sistema procesal se enfrentaba a un caso altamente mediático.
Era su prueba de fuego.
La tomó la fiscal regional de la Araucanía, Esmirna Vidal. Un periodista de Contacto me cuenta que le ofrecieron el material recabado por el programa -videos obtenidos en la parcela de Lavandero- pero ella no manifestó interés.
Guillermo Piedrabuena acusó a Esmirna Vidal de negligencia manifiesta y pidió su remoción. El 20 de junio de 2005 la Corte Suprema la sacó del cargo.
Entonces la investigación la asumió Armendáriz. “Este caso lo marcó mucho. Partió inmediatamente a la zona con un equipo de fiscales, un computador y una impresora. Buscó a los denunciantes, los encontró y les tomó testimonio. Eso permitió desaforarlo”, cuenta un exfiscal.
En 2005 Lavandero fue declarado culpable luego de que se llegara a un acuerdo de juicio abreviado. El parlamentario aceptó la acusación y fue encarcelado.
“Creo que el juicio abreviado no puede interpretarse como una victoria de Armendáriz”, me dice hoy un exfiscal, que pone en entredicho la idea de que Armendáriz es infalible. “Por diversas razones, no ha logrado concluir investigaciones como la de Karadima -no perseveró en el encubrimiento, por ejemplo-, el caso Bombas o los abusos sexuales de la Iglesia católica”, agrega.
“No estoy de acuerdo. Para el Ministerio Público fue un éxito porque Lavandero se declaró culpable. El nuevo sistema penal se validó”, responde un abogado.
Lavandero siempre defendió su inocencia. De hecho escribió un libro cuyo título resume su postura: “Desde la cárcel. De cómo fui víctima de un complot y montaje político, jurídico y comunicacional para silenciarme”. Acusó a Armendáriz de pagarle a los testigos y a los periodistas de Canal 13 de que recibieron coimas de grandes empresas para involucrarlo en los abusos y así sepultar su carrera política.
Un periodista me cuenta que se sorprendió cuando en medio del proceso judicial llegó Armendáriz a Canal 13. “Como Lavandero hablaba de coimas a los periodistas el fiscal decidió revisar la contabilidad del canal para cerciorarse de que la acusación del senador era falsa”.
Abusos sexuales
Hoy es Monsalve, antes fue Lavandero y Karadima. Y, además, otros sacerdotes de la Iglesia Católica. Armendáriz sabe de causas por abusos sexuales.
El “Caso Iglesia” se refiere a una investigación que llevaba el fiscal Emiliano Arias en 2018. Eran abusos cometidos por un grupo de sacerdotes -le costó la salida a Alejandro Goic- y el encubrimiento de sus superiores.
Arias estaba a punto de formalizar al cardenal Ricardo Ezzati.
Ciper relataba en 2019: “La Fiscalía detectó al menos cinco casos en los que el prelado no dispuso la realización de la «investigación previa» al interior de la Iglesia, lo que resta posibilidades de iniciar una persecución penal. El equipo que preparaba esta acción estaba comandado por el fiscal regional de O’Higgins, Emiliano Arias. Pero el proceso entró al congelador cuando Arias fue suspendido en mayo pasado por una investigación administrativa en su contra, paralizando el inminente procesamiento del cardenal”.
Armendáriz, por orden de Jorge Abbott tomó el caso. En 2020, El Mostrador publicó una nota que decía lo siguiente: “Angelina Armendáriz declaró en la PDI que fue abusada sexualmente durante su infancia por su padre, Pedro José Armendáriz Elórtegui. El patriarca acusado era un hombre ligado a la Iglesia católica. Fue en el marco de la investigación judicial por los abusos sexuales de los maristas que el testimonio de Angelina tomó mayor fuerza. En el mapa del abuso sexual eclesiástico, que cada cierto tiempo es engrosado con nuevos nombres, Armendáriz Elórtegui ocupa un lugar entre los abusadores, el que sus hijos nunca habrían querido encontrar. Paradójicamente, uno de ellos, Xavier Armendáriz, fue mandatado por el Fiscal Nacional, Jorge Abbott, para investigar los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica, causas que hasta ahora han experimentado un lento avance, denuncian sus detractores”.
Muchos al interior del Ministerio Público aún no entienden por qué, atendiendo a estos antecedentes, tomó un caso como el de los sacerdotes abusadores. “Debería haber dicho que no”, me dice un exfiscal.
En 2019 Xavier Armendáriz ingresó un escrito ante el Juzgado de Garantía de Pichilemu comunicando la decisión de no perseverar respecto de los últimos dos imputados que quedaban en la indagatoria.
“El caso se cayó no por Armendáriz”, cuenta un abogado.
Adiós Caso Bombas
Armendáriz tuvo en sus manos el llamado Caso Bombas. El 14 de agosto de 2010 fueron detenidas 14 personas acusadas por la instalación de artefactos explosivos y asociación ilícita. Todos militantes de grupos anarquistas.
Un exfiscal que trabajó con él cuenta: “Sabas Chahuán le asignó el caso. Armendáriz lo trabajó con Francisco Jacir, el mismo que lo acompaña hoy en el caso Monsalve. Reunió muchos antecedentes, pero siempre consideró que eran insuficientes y que no eran evidencia concreta de la participación de estas personas en los bombazos”.
La presión política y mediática era alta y los meses transcurrían. Entonces Chahuán decidió sacarlo de la investigación y puso en su lugar al fiscal Alejandro Peña.
La historia se conoce. El fast track terminó mal porque en julio del 2012 los 14 detenidos fueron absueltos.
“Yo ratifico la tesis de que no había pruebas suficientes, aunque probablemente los sujetos eran los culpables”, dice un exfiscal.
En el Caso Monsalve también se oyeron voces políticas que recriminaron la lentitud del fiscal. “Siempre lo dije: si Armendáriz no se sentía seguro de las pruebas contra Monsalve, no lo formalizaría. Así trabaja él”, me dice un fiscal.
“Se demoró poco: una violación es muy difícil de probar”, opina un exfiscal.
Manual de vasco
“Su ascendencia vasca lo describe de manual: tozudo, trabajador, si se aferra a una idea la peleará hasta el final”, me dice un periodista que se relacionó con él en distintas investigaciones.
Un abogado dice que su carácter y personalidad pueden hacerlo pasar por desprolijo en el trato con las personas.
En la primera vuelta de las elecciones municipales, los periodistas lo fueron a buscar a su lugar de votación. Querían sacarle una cuña sobre la causa de Monsalve. Con cara de pocos amigos dijo que no haría declaraciones. Los reporteros insistieron. “No es no”, dijo tajantes dos veces.
Se ríe poco; en público prácticamente nada. Un exfiscal lo describe como “parco y a veces despectivo con la gente que lo rodea en su trabajo”.
“Es muy de camarilla. Muy cerrado. Trabaja con el mismo equipo”, agrega.
Los abogados consultados por este perfil consideran que la investigación en el Caso Monsalve “ha sido impecable”. Reparan, eso sí, dos situaciones: la detención de Monsalve ad portas de la formalización y que le entregara la carpeta de investigación a última hora a la defensa del exsubsecretario.
Final
La pasión de Armendáriz es bomberil. Apaga incendios. En la 14º compañía.
“Le encantaba investigar los delitos de incendio que ocurrían. Era su especialidad”, cuenta un excompañero del fiscal.
Un periodista me cuenta que se sorprendió cuando un 31 de diciembre, quince minutos antes de Año Nuevo, divisó una figura que le parecía conocida, en medio de la calle, ordenando el caos por un accidente.
Era un bombero. Era Armendáriz.