El conjunto de música familiar acaba de ser elegido por la SCD como Figura Fundamental de la Música Chile y, además, fueron galardonadas con el Premio Presidente de la República ad portas del aniversario 45 de su primer disco. Las cinco fundadoras que siguen en el proyecto dan cuenta de su presente, recuerdan el incidente con Lucía Hiriart que las sacó de la TV y analizan los cambios de las generaciones menores y a lo que están expuestas con las letras de las canciones de música urbana. “De niño se construye el adulto que va a ser en el futuro. Entonces, si tú le das basura, ese niño desgraciadamente absorbe esa basura, porque es un niño y es como una esponjita", dicen.
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En sus 44 años de historia, Mazapán nunca ha tenido un manager. La idea de que una persona controlara sus agendas o intentara potenciar los réditos económicos de su propuesta, no tenía sentido en un conjunto que, de cierta manera, ha nadado siempre a contracorriente. En sus inicios, estaban convencidas de que las canciones infantiles podían ser musicalmente complejas; cuando saltaron a la TV se negaron a hacer publicidad; priorizaron la vida familiar por sobre oportunidades de crecimiento; y nunca buscaron vivir del trabajo del grupo.
Por lo mismo, Cecilia Álamos, Victoria Carvallo, Lulú Corcuera, Veronica Prieto y Michelle Salazar -fundadoras e integrantes de la formación actual del grupo- admiten que fue sorpresivo que hace unos días les comunicaran que recibirían, junto a Fernando Ubiergo, el premio de Figura Fundamental de la Música Chilena. El reconocimiento, entregado anualmente por la SCD, es la mayor distinción que otorga la entidad y desde 1988 lo han recibido nombres de la talla de Margot Loyola, Los Jaivas, Cecilia, y Jorge González.
“Fue como que nos tiraran un balde porque uno nunca espera reconocimientos, sobre todo a esta altura. Porque cuando éramos jóvenes y estábamos en la televisión, ganamos muchos premios, pero después de estos 40 años, como que la gente cree que nos morimos, como que cree que se desapareció el Mazapán. Y entonces, de repente, revivimos, existimos aún. Por lo menos para mí, fue súper emocionante, de pellizcarnos para saber si será verdad. En todos estos años no hemos parado nunca, entonces es como rico el reconocimiento”, señala Lulú Corcuera.
Esa sensación se multiplicó unos días después, cuando el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, anunció que Mazapán figuraba dentro de las ganadoras de los Premios Presidente de la República 2024, particularmente siendo elegidas en la categoría de música popular.
A la hora de buscar argumentos para este buen momento, las integrantes de Mazapán destacan que han hecho “música de calidad” y canciones “pensadas muy en profundidad”, pero Verónica Prieto va más allá. “Yo creo que una de las razones es que nunca estuvimos de moda. Está fijado que hay cierto grupo o música que está de moda y suena en la radio, pero así todos los días, en todas las emisoras, y después, como que se quedan en silencio. Y yo creo que el Mazapán nunca se ha quedado en silencio. Siempre hemos estado presentes. Y hemos estado presentes porque la calidad que damos es buena. Siempre pensamos en los niños, qué es lo mejor para ellos, los textos, distintos instrumentos, distintos estilos. Entonces hay una preocupación para que sea algo bueno”, postula.
Las Mazapán saben que ese trabajo incesante no siempre repercutió en más figuración pública, aunque esa nunca fue una razón para detenerse. “Ha pasado épocas en que no nos ha llamado nadie, y nosotras hemos seguido enseñando, hemos seguido preparando cosas, hemos seguido inventando cosas. Esto es como las olas del mar, para nosotras por lo menos. Hemos pasado épocas buenas, épocas que nadie nos cotiza, y de repente esto, en esta altura de la vida, es fantástico”, valora Cecilia Álamos.
Hoy en día, el rango de edad de las integrantes del grupo está entre los 70 y 74 años y, aunque todas se dedicaron a la docencia, ya están jubiladas. Además, en los últimos años han incorporado en sus conciertos la presencia de músicos más jóvenes y actualmente tienen entre sus filas a Juan Pablo Astorga, en percusión y cuerdas, Paula Barrientos y Paulina Muhlewiehoff, en cello, y Sofía González, en voces.
Con ellos enfrentaron un activo final de año, donde llegaron incluso a hacer tres presentaciones en un fin de semana, como en los viejos tiempos. A pesar de eso, destacan que nunca han buscado que su actividad en Mazapán sea su sustento económico. “Para nada. Yo creo que nos alcanza para ir a comprar el pan no más. Nadie vive del Mazapán. Nunca. Nosotras no nos juntamos por la plata. Ese nunca ha sido nuestro objetivo y eso también te salva de los roces”, explica Verónica Prieto.
Para graficar ese espíritu, Cecilia Álamos recuerda una reunión en uno de sus antiguos sellos discográficos. Ahí, un ejecutivo de la compañía les prometió que trabajando juntos podrían concretar una gran cantidad de conciertos y giras.
“Nosotras nos miramos horrorizadas. Ninguna estaba dispuesta a dejar a los niños solos, varias hacíamos clases todavía. Entonces no era compatible el ser top star con la familia”, recuerda Álamos. Michelle Salazar la complementa: “Siempre hemos priorizado asuntos familiares que son más importantes a la hora de hacer algo. Si alguien tiene, no sé, la primera comunión de su nieta, obviamente que eso es más importante que ir a cantar”.
Como madres y abuelas, y también como íconos de la música familiar chilena, las Mazapán también tienen una opinión de cómo se ha ido modificando el comportamiento de las generaciones más jóvenes. “Pienso que los niños sí han cambiado mucho. Pero pienso que en verdad la esencia del niño sigue siendo la misma esencia, la misma pureza, las mismas ansias de recibir, de conocer, de descubrir. Cuando hay un trabajo bien hecho, lo aceptan, lo recepcionan y lo gozan”, dice Victoria Carvallo.
—¿Es más difícil hoy en día hacer que los niños enganchen con una presentación musical más análoga?
—M.S.: No, porque la música, como todas las artes, entra por otro lado al alma humana. Como que hay otra parte tuya que es la que se conecta con el arte y en este caso con la música. Entonces, yo creo que igual te llega, igual la disfrutas y, sobre todo, si escuchas un espectáculo musical en un lugar bonito, en un lugar agradable y con buen sonido, te va a llegar de todas maneras, no va a cambiar eso.
—L.C.: Igual en los conciertos los que más vibran son los papás. De repente, ves que los niños ya están correteando por los pasillos, porque se latean pero hay otros que están fascinados, todo depende de cómo hayan sido educados. Tenemos niños grandotes que van y siguen contentos, que les gusta la música. Y hay lolos grandes que empiezan a entender la riqueza de los arreglos, de los instrumentos y como que van a ver otra cosa.
—Ahora los niños también escuchan mucha música urbana, que a veces tiene letras muy explícitas. ¿Qué opinan de eso?
—V.C.: Lo encuentro bien espantoso. Yo creo que ahí hay una labor de los educadores, de los padres, que debiera de haber un tipo de filtro. Porque pienso que de niño se construye el adulto que va a ser en el futuro. Entonces, si tú le das basura, ese niño desgraciadamente absorbe esa basura porque es un niño y es como una esponjita.
—C.A.: Creo que ahora los niños están demasiado expuestos a ver cualquier cosa. Tú le hablas a un niño de chico de sexo y saben más que uno. Es como absurdo, meterlos en un mundo donde las temáticas son temáticas de adultos, no de niños. Me ha tocado ir a jardines infantiles y esa es la música que les ponen. Entonces, tiene que haber una conciencia y un esfuerzo. Es como cuando yo tenía niñas chicas, y peleaba con ellas porque querían que les regalaran la muñeca último modelo o las zapatillas último modelo y uno decía que no y punto. En cambio, ahora los niños como que no pueden sufrir decepciones, ni aburrirse. No les está permitido eso.
El no a Lucía Hiriart
Es innegable que parte del alcance que ha logrado Mazapán se relaciona con la vitrina que tuvieron durante los 80 en el programa “Masamigos”, transmitido primero por Teleonce y luego por TVN, cuando en el grupo todavía estaban Cecilia Echenique y Carmen Lavanchy. Ahí, tuvieron un espacio para difundir su música y llevar el imaginario de esas canciones a representaciones más visuales, pero también una oportunidad para defender sus valores.
Fue por esto que exigieron por contrato que ellas no podían presentar ningún tipo de publicidad, a pesar de que la popularidad de la época las convertía en blancos apetecibles para los auspiciadores. “No estábamos ni ahí con hacer televisión. En el fondo, fue que recibimos una invitación y aceptamos. Entonces, pusimos esa condición, que nosotras no íbamos a rifar muñequitas ni íbamos a hacer publicidad en el programa. No íbamos a estar mostrando la marca de galleta o de lo que fuera, porque no nos interesaba. Para nosotras el niño vale por ser niño y no por lo que consume o cuánto consume. Y claro que fue mirado muy raro, pero finalmente lo aceptaron”, recuerda Victoria Carvallo.
Esa misma forma de ver la TV fue probablemente la que imposibilitó que el grupo volviera a tener un espacio así, aunque en varias ocasiones hubo acercamientos. “Por muchos años, presentamos proyectos, pero nunca pasó nada. Hasta que nos cansamos. Nos decían que éramos muy lentas, que éramos muy fomes. Ahora los niños les quieren meter el teléfono a mil y todo rápido. Obvio que nosotras somos más lentitas”, señala Lulú Corcuera.
Las Mazapán destacan que no hacían TV para hacerse famosas, sino que para poder entregar su mensaje de forma más masiva. Por lo mismo, aunque estaban felices trabajando en Teleonce, en su momento decidieron migrar a TVN porque les daba la oportunidad de que el programa fuera emitido desde Arica a Punta Arenas.
“Yo creo que fue un mal salto. Quisimos llegar más lejos. Y se presentó esta oportunidad de TVN, pero nosotras en el once éramos las regalonas y el ambiente era muy grato. A pesar de que no había plata para nada, trabajamos con un equipo maravilloso y llegamos a TVN y éramos una más. Fue distinto”, dice Verónica Prieto.
Lulú Corcuera complementa: “En el canal 11 yo siento que éramos como estrellas y regalonas. Era un canal muy familiar. No había muchos recursos pero todo el mundo se ponía entero para que la cosa saliera bien. Si necesitábamos alguien que se vistiera de oso, el camarógrafo se vestía de oso. Nos portábamos pésimo, nos daban ataques de risa, los camarógrafos se reían con nosotras, el director se reía con nosotras. Y cuando nos fuimos al 7, a la primera risita el camarógrafo botó los audífonos y se fue. Había que portarse bien”.
Precisamente, su salida de la estación pública se ha convertido en una suerte de mito urbano en torno al conjunto y estuvo ligada al rechazo de una invitación que les había hecho Lucía Hiriart para tocar en un evento público que ella encabezaba.
A casi cuatro décadas de aquel episodio, las Mazapán tienen versiones de los hechos que difieren un poco entre sí, pero sirven para entender a grandes rasgos lo sucedido.
—M.S.: “Al día siguiente fuimos a grabar el programa y nos cerraron las puertas y nos dijeron que hasta ahí no más llegábamos”.
—V.C.: “A la semana siguiente llegamos todos a las 8 de la mañana al canal y estábamos ya con los disfraces puestos para lo que se iba a grabar ese día y nos mandan un recado que dice: ‘Mazapán que no se vista, porque se acabó el programa. Se acabó la plata’”.
—V.P.: “Teníamos que ir a tocar un sábado, y nosotras dijimos: ‘No, que lata’, y dijimos que no podíamos ir. Y después, a los 15 días, llegó un sobre a nuestra casa. Y era un sobre azul, tal cual”.
—L.C.: Se nos acabó el contrato y coincidió con que dijimos que no íbamos a cantar. Porque nosotras grabábamos el día viernes entero, entonces estábamos ahí desde antes de las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Y una tarde como que nos dijeron: ‘Mañana tienen que ir a cantar’. Nosotras respondimos: ‘No, mañana no podemos ir a cantar a ninguna parte, no vamos’. Y al final nos despidieron”.
—C.A.: “Ya no me acuerdo mayormente qué fue lo que pasó, la verdad. Ni me quiero acordar tampoco. Para qué acordarse de las cosas fomes y desagradables. Fue un gran tortazo porque hasta ese momento nos había ido superbien.
—¿Pero la negativa de ir a tocar donde Lucía Hiriart fue por razones políticas?
—M.S.: Cada una en lo personal puede tener sus razones, pero primero que nada no correspondía. Nosotras estábamos haciendo un programa para Televisión Nacional y eso no implicaba que tuviéramos que hacer ningún otro trabajo fuera de este. Y yo, en lo personal, no tenía ningún interés de apoyar a Lucía Pinochet en ninguna de las cosas que ella quería que nosotras apareciéramos. No estaba de acuerdo con ella ni con su gobierno. Esa es mi opinión personal.
—V.C.: Fue porque a nosotras nos contrataron para hacer un programa, teníamos que grabar los días viernes, no teníamos por qué ir un domingo. No había ninguna razón política. Absolutamente ninguna. Fue onda, ‘usted me está pidiendo horas extras y yo no estoy dispuesta porque el día domingo para mí es sagrado’. Esa fue la razón.
—V.P.: No nos interesaba. No nos queríamos meter en política. Nunca nos hemos querido meter a pesar de que hay distintas líneas dentro del grupo, pero nunca nos hemos querido vincular con ningún partido, con nadie.
—L.C.: No me acuerdo de haberlo planteado así, de decir: ‘Oye no vamos donde la Lucía’. No me acuerdo, para qué te voy a decir una cosa por otra.
—C.A.: Nunca nos hemos metido en política. Hay gente que no me cree, pero dentro del grupo, así como de religión, hay diferentes pensamientos. Y hemos sido siempre muy respetuosas con eso. Yo creo que también es una de las razones por las que hemos durado tanto tiempo. Nunca hemos pasado a llevar ese que fue nuestro principio. Nos han llamado a cosas políticas, a campañas o qué sé yo, cuando se han dado cuenta de que somos un poco famosas y que llevamos público, y hemos dicho que no.
Nuevo disco y la posibilidad del retiro
En 2025 se cumplen 45 años del primer disco de Mazapán y, aunque sus integrantes saben que las canciones más queridas por el público son las creadas en aquella época, ellas se resisten a dejar de componer. Ya en 2019 lanzaron un álbum con nuevas canciones y actualmente están desarrollando un nuevo trabajo, para el que ya han estado grabando en Estudios del Sur con Caco Lyon, reputado ingeniero que está casado con Verónica Prieto y que ha puesto su firma en discos de Los Prisioneros, Los Tres y muchos otros proyectos.
“Algunas son canciones más nuevas, otras que llevan esperando su turno hace muchos años. Y bueno, siempre en el estilo de Mazapán, cantándole a las emociones, cantándole a la naturaleza, cantando a temas simples”, adelanta Michelle Salazar.
Será su decimoséptimo álbum de estudio y, hasta el momento, ya tienen grabadas dos canciones. Una es “Mi mamá”, escrita por Verónica Prieto y dedicada a su madre.
La otra es “Aurora y Beatriz”, compuesta por Victoria Carvallo e inspirada en sus nietas mellizas, que consiste en dos canciones distintas que se cantan juntas y forman una armonía.
“Yo era bien flojita para componer. Encontraba que yo era guitarrista y punto. Un poquito estrecha en ese sentido. Y de repente, llegaron los nietos y me largué a trabajar y a componer. Así que para mí ha sido una experiencia muy linda de ver que puedo abarcar otros ámbitos sin necesidad de dejar de ser guitarrista, que uno puede ser varias cosas musicalmente hablando”, cuenta Carvallo.
Al contrario de lo que podría pensarse, las Mazapán cuentan que hasta el día de hoy siguen ensayando muy seguido, normalmente dos veces a la semana, y sobre todo si están preparando nuevo material como es el caso actual. Además, tienen una activa presencia en redes sociales gracias a Manuel Donoso, un profesor de música que es seguidor y coleccionista acérrimo del grupo. Con el tiempo creó un fan club y finalmente las propias integrantes de la banda le pidieron que se hiciera cargo de sus redes sociales.
Más allá del nuevo disco, dicen que ya no tienen proyectos pendientes, que los años les han permitido cumplir diversos sueños a través de proyectos más recientes, como cuando hicieron un concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional en 2017, o como cuando la productora Fábula trabajó en la animación de algunas de sus canciones más emblemáticas en el año 2020. Eso sí, se entusiasman con pensar en la posibilidad de poder festejar 50 años de carrera en 2030.
“Me encantaría celebrar ese aniversario y con eso ya retirarnos dignamente, con conciertos, ojalá a lo largo de Chile, en distintas regiones, distintos barrios y en buenas condiciones, con buen sonido, que salga bonito”, dice ilusionada Michelle Salazar.
—A estas alturas. ¿Cómo es la relación que tienen entre ustedes?
—C.A.: Con roces, con momentos muy fabulosos y alegres, momentos de tensión, porque hay alguna, yo en general, que piensa diferente. Y es inevitable. Yo siempre digo que es como un matrimonio bien avenido. Cuando uno tiene un matrimonio, se da cuenta de que hay momentos buenos, momentos en que quieres mandarte a cambiar, pero hay algo que te mantiene ahí, que puede ser lo que tú quieras, pero que para ti es importante, que va más allá de los desacuerdos al final.
—V.P. Siempre hablamos las cosas porque si no, eso ya habría sido ruptura. A lo mejor no hablamos en ese mismo momento, porque está muy caliente la atmósfera, pero sí se habla un día o dos días después.
—¿En qué momento sienten que está Mazapán ahora?
—L.C.: Nosotras siempre decimos que ya llegamos arriba y que ya venimos bajando, pero es una cosa ya como por edad. Estamos viejitas, pero todavía nos queda la energía y lo pasamos muy bien. Entonces, en la medida en que nosotras todavía estemos disfrutando lo que hacemos, vamos a seguir. Pero ya cuando nos empecemos a latear, ya estamos fritas. Todavía nos funcionan las patas, todavía saltamos aunque saltemos menos. Pero sí, yo creo que ya venimos en el descenso, de todas maneras. No vamos a llegar hasta los 100 años.
—¿Pero han conversado concretamente sobre retirarse?
—V.P.: Siempre nos estamos preguntando si no tenemos que irnos ya a la casa. Pero con estos premios decimos: ‘No, todavía nos falta’. La gente no te deja, la gente te dice: ‘Por favor sigan, es lo único bueno que hay para que los niños escuchen’. Entonces todavía tenemos que seguir.
—C.A.: La verdad es que, mientras podamos seguir cantando, que es lo que más nos gusta y nos apasiona, lo vamos a seguir haciendo. Yo pienso que Mazapán, a lo mejor, se va a ir muriendo como de muerte natural. Pero bueno, ya saldrán nuevos grupos.