Secciones

The Clinic
Buscar
Entender es todo
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
Fotos: Felipe Figueroa/The Clinic

Entrevistas

4 de Marzo de 2025

Ian Astbury, vocalista de The Cult, y su paso por el Festival de Viña: “No entendí el concepto de los premios ni la interacción con el público”

El vocalista de la banda inglesa habla con The Clinic sobre su controvertida presencia en el festival de Viña y explica que no fue a buscar la Gaviota de Plata porque le faltó contexto para entender la dinámica del certamen. Además, habla sobre la filosofía detrás de su creación musical, su odio por los teléfonos en los conciertos y la importancia de su propuesta en vivo, que volverá a presentar en Chile este domingo en el Teatro Caupolicán.

Por Raimundo Flores S.
Compartir

A pesar de sus más de 40 años de carrera, Ian Astbury, vocalista de The Cult, no está pensando en descansar. La banda inglesa se presentó el jueves pasado en el Festival de Viña del Mar, luego de una intensa temporada de casi 60 conciertos por el mundo. Lejos de detenerse después de Viña, el grupo viajó a Buenos Aires, donde hicieron dos shows en el emblemático Estadio Obras y ayer anunciaron un concierto sorpresa para hoy en el Teatro Vorterix. Luego, se presentarán en Lima este jueves y el domingo volverán a Chile, esta vez para tocar en el Teatro Caupolicán.

En una videollamada con The Clinic, Ian Astbury, de 62 años, sin su cintillo característico pero sí con lentes oscuros, admite que la energía no es la misma de antaño aunque no se amilana. “¿Cuántos atletas ves que todavía juegan a un alto nivel a los 60? No hay ninguno. Y lo que nosotros hacemos es increíblemente atlético. Entonces eso ha cambiado porque el cuerpo cambia. En todo caso, siento que adquieres más conciencia como intérprete. Hemos evolucionado como intérpretes”, señala Astbury desde Buenos Aires.

El cantante asegura que su relación con la capital argentina es especial porque su padre, cuando se ganaba la vida como marinero, visitó la ciudad. Años más tarde, fue suyo el turno de trabajar ahí, tocando en varias ocasiones con The Cult y también cuando fue el reemplazante de Jim Morrison en el proyecto que crearon dos de los miembros originales de The Doors para interpretar sus canciones. 

Fue precisamente con esa agrupación con la que debutó en Chile en 2004, presentándose antes 8.000 personas en el Velódromo del Estadio Nacional. Luego volvió con The Cult en 2017 y ahora repitió en el Festival de Viña, forjando de a poco una relación más profunda con sus fans nacionales. “Quiero saber mucho más sobre Chile, su música y su gente porque realmente no nos hemos expuesto a la cultura chilena tanto como deberíamos”, dice Astbury.

De todos modos, lo que han mostrado al público local, y sobre todo lo que presentaron sobre la Quinta Vergara, sirve para entender la propuesta que ha convertido a The Cult en una pieza de museo que al mismo tiempo se mantiene viva. Si el nombre de la banda puede asociarse a una secta o grupo religioso, sus shows en vivo muchas veces han sido presentados como rituales. Por lo mismo, el uso masivo de celulares en los conciertos es algo que ofusca sustantivamente a Astbury, de profundas inquietudes espirituales.

“Personalmente, preferiría que no hubiera teléfonos celulares en los conciertos. Creo que rompe la conexión. ¿Te imaginas si estás haciendo el amor con tu pareja mientras miran el teléfono? Le quita la intimidad a la situación, a la actuación. No me importa que la gente tome fotos, eso está bien, pero he observado personas en conciertos que simplemente ven todo el espectáculo a través de la pantalla, lo graban, se lo llevan a casa, lo suben a su canal de YouTube y suena como la mierda y se ve como la mierda. O simplemente lo guardan en su teléfono y nunca lo vuelven a ver”, señala Astbury

Luego agrega: “Un concierto en vivo es algo del momento, es primitivo, es un espacio ritual. Y sí, hay un contrato entre las personas al comprar una entrada. Logísticamente, el costo de realizar un concierto en vivo es muy alto. Viajar a Santiago, viajar a Buenos Aires, a São Paulo, es muy costoso. Hay mucha organización, mucha energía involucrada. Así que, cuando vienes a estos conciertos y no aprecias cuánto amor, cuidado y esfuerzo se pone en la creación de estas presentaciones, simplemente te estás perdiendo la verdadera experiencia”.

The Cult: mantenerse relevantes

Antes que The Cult fuera lo que es, pasó por algunas etapas formativas. El primer indicio de la banda se remonta a 1981, cuando Ian Astbury formó Southern Death Cult, con la que dio sus primeros conciertos y grabó las primeras canciones. El proyecto se disolvió pero a los pocos meses Astbury se unió con Billy Duffy, su colega hasta el día de hoy, y crearon Death Cult en 1983, aunque un año después adquirieron el nombre definitivo de The Cult.

Buscando celebrar su prehistoria, en 2023 Astbury y Duffy hicieron una gira por Gran Bretaña y Estados Unidos de nuevo bajo el nombre de Death Cult. Ahí revivieron la música que marcó sus inicios aunque el vocalista se apura en aclarar que no fue un acto de nostalgia.

“Hablar sobre el ADN de The Cult quizás signifique profundizar en los cimientos de quiénes somos. Siempre ha estado ahí, porque hemos tocado canciones de Death Cult ocasionalmente a lo largo de toda nuestra existencia, ya sea ‘Horse nation’, o ‘Ghost dance’, o a veces ‘Spiritwalker’, que en realidad es una canción de Death Cult. Y estas canciones siguen siendo increíblemente relevantes”, dice Astbury.

Precisamente, el uso de la palabra relevancia da paso a un nuevo tema de conversación con Astbury. Si bien la banda vivió el peak de su popularidad en la segunda mitad de los 80, con su característico sonido hard rock que irrumpió en una era marcada por el new wave, hasta la fecha ha buscado mantenerse siempre activa creativamente, huyendo de vivir solo de sus glorias pasadas. Por lo mismo, en su discografía cuentan con 11 álbumes de estudio, siendo el último “Under the midnight sun” del 2022. 

Fiel a su mirada espiritual, Astbury explica que para él, “ser relevante es estar consciente del momento en el que estás con la información que estás recibiendo en el momento”. Luego agrega: “Algunos críticos culturales consideran la relevancia en términos de ventas comerciales o viabilidad comercial. Eso es lo relevante dentro de un sistema comercial, que asigna un valor financiero, pero para un individuo, todo es subjetivo. Por ejemplo, si me paro frente a una pintura de Rothko, esa pintura es increíblemente relevante para mí, y tengo una relación única con ella. En ese momento, es todo mi mundo”, explica.

“La conversación cultural más amplia hoy en día es TikTok y la necesidad existencial de validación externa constante y quizás no estamos en esa conversación”, admite Astbury y añade: “En The Cult estábamos conectados con nuestro entorno y nuestros procesos emocionales cuando creamos estas obras, así que siempre hay, para mí, un sentido de relevancia. Siempre hay una intención detrás de lo que hacemos, no simplemente juntamos cosas para armar un concierto y entretener. Ese es el último paso a considerar”.

“Se mencionó algo sobre un premio, pero no se nos dio un contexto”

El paso de The Cult por el Festival de Viña del Mar no estuvo exento de polémicas y dejó algunos de los momentos más incómodos de esta edición del certamen. Antes de su presentación, ya se había vislumbrado algo de tensión en la conferencia de prensa que dio Astbury a los medios acreditados. Ahí, al ser preguntado por lo que podía esperar el público sobre su show, el inglés respondió irónicamente que lo verían preparar un sandwich. Luego interpeló al periodista preguntándole qué sabía sobre la banda y acusando que su pregunta era “muy simplista”. 

Después, apuntó a las plantas que había sobre la mesa que tenía a su lado e interrogó a los periodistas sobre si sabían cuál de sus discos tenía lirios en su portada y qué representaban, lo que fue seguido por un incómodo silencio.

Más tarde, su enérgica aparición en la Quinta Vergara disipó dudas sobre si esa tensión previa llegaría a su presentación, aunque sobre el final del show, la irrupción de los animadores en escena generó otro momento confuso. Astbury se despidió rápidamente de Karen Doggenweiler y Rafael Araneda antes de que pudieran esbozar la posibilidad de un premio y los músicos abandonaron raudamente el escenario. 

La transmisión se fue al backstage donde estaban entrevistando al actor Jorge López y luego de un par de minutos, volvió al escenario donde estaban los animadores y el guitarrista Billy Duffy, sin ningún rastro de Ian Astbury. A Duffy le entregaron la Gaviota de Plata y soltó un mordaz comentario: “¿Esto es plata? ¿Hay una mejor? Creo que merecemos una mejor. Pienso que Ian merece una mejor”. Sin embargo, Doggenweiler y Araneda solo rieron y dieron por cerrada la jornada.

—La gente se preguntaba por qué no fue al escenario a buscar el premio.

—No entendí el concepto de los premios ni la interacción con el público. No estaba al tanto de las sutilezas del festival. Así que creo que ese día, entre el agotamiento, la falta de información y la manera en que se dieron las cosas… A veces Billy y yo nos turnamos para responder solicitudes, y en esta ocasión, creo que él fue quien estuvo abierto a la solicitud del festival sobre el premio. Yo, en ese momento, estaba en mi camarín, empapado en sudor, limpiándome, y no me di cuenta de que él seguía ahí afuera por bastante tiempo recibiendo el premio.

El cantante asegura que su intención no era “faltar el respeto hacia el festival, los presentadores o la organización” y que recién ahora está “empezando a entender mucho más” la dinámica del certamen. “Es algo muy único de Chile, increíblemente particular y muy ecléctico. Me gustó mucho. Al principio, el ambiente era abrumador porque era un set de televisión, y yo no esperaba un set de televisión. Ahora ya no voy a los recintos antes de los conciertos. Ni siquiera voy a las pruebas de sonido. Simplemente entro al lugar, me preparo y toco. En este caso, no vi el entorno hasta que llegué al recinto porque me gusta la sorpresa y no tener expectativas”, manifiesta.

Según Astbury, en el primer acercamiento con la organización de Viña, solo se les comentó que se trataba de un festival televisado. “Yo dije: “Claro, suena increíble. Justo al lado del océano, hermoso’. Y cuando ya habíamos aceptado, después nos fueron dando más información poco a poco. Nos dijeron: ‘Este es el festival más grande de América Latina, tiene 66 años de historia, es bastante ecléctico porque no solo hay música, también hay entretenimiento, comediantes y animadores’”, cuenta Astbury y aclara: “Los animadores eran geniales, realmente me gustaron mucho. Los conocí después y fueron maravillosos, tuvimos una gran conexión”.

—¿Pero la organización les comentó sobre la posibilidad de un premio?

—Se mencionó algo sobre un premio, pero no se nos dio un contexto real sobre su significado, porque ese es el tipo de cosa a la que respondería personalmente. 

De todos modos, Astbury recalca que su banda no está habituada a los reconocimientos y que el único que ha sido significativo para ellos es el que recibieron en 1985 en los CMJ Awards, entregado por Yoko Ono. “Fue en el Teatro Apollo de Nueva York y nos lo dieron por ‘She sells sanctuary’. Fue votado por periodistas musicales universitarios y Yoko Ono dio un discurso sobre John Lennon. Ese es el único premio que aún conservo”, dice.

“Nunca nos metimos en esto por premios o reconocimientos. Destruí todos mis discos de platino, los quemé. Me interesa la relación con el público, la conexión con la gente en un espacio comunal. Así que los premios, para mí, son solo un artificio, a menos que realmente provengan de una fuente verdadera. No sé si entiendo realmente el significado de este premio ( la Gaviota), si es solo algo performático, un pequeño acto de entretenimiento o tiene un verdadero significado cultural. Tengo que aprender más al respecto”, concluye.

Comentarios

Notas relacionadas