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Playas bajo amenaza de contaminación: más de 30 balnearios están ubicados en zonas donde se descargan aguas servidas 

Durante los últimos meses han aumentado las alertas sobre contaminación fecal en distintas playas del país. The Clinic mapeó la ubicación de las 33 tuberías que descargan aguas servidas frente a balnearios y recorrió sectores costeros donde los vecinos denuncian perjuicios por la presencia de las aguas contaminadas. Desde las empresas sanitarias acusan que la contaminación no es responsabilidad de sus operaciones, y que un factor que incide es el crecimiento de las tomas de terrenos en la costa, las que no cuentan con alcantarillado y vierten sus desechos en riachuelos que desembocan en el mar. Esta semana se publicó un estudio de la Universidad de Concepción que afirma que en los últimos años se ha sobrepasado el límite de la presencia de coliformes fecales en el mar en 2.308 ocasiones.

Por Benjamín Bravo, Juan Oportot y Nicolás Sepúlveda 8 de Marzo de 2025
Fotografía: Francisco Paredes / The Clinic
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Probablemente las miles de personas que este verano se bañaron en la playa Internacional de Algarrobo no sabían que a pocos metros de la orilla del mar, a través de una tubería sumergida, se descargaban hasta 410 litros de aguas servidas por segundo. Y que esas aguas contaminadas provenían de las alcantarillas utilizadas por los más de 85.000 clientes que tiene registrados la empresa sanitaria Esval en esa zona. Esa misma situación se repite en, al menos, otras 31 playas a lo largo de Chile, ubicadas en las cercanías de los emisarios submarinos, que es el nombre técnico que se utiliza para denominar a las tuberías que descargan las aguas servidas en el mar.

El agua que transportan los emisarios submarinos no solo contiene heces y orina proveniente de las casas, sino también otros desechos que los ciudadanos evacuan a través de las alcantarillas. Esas aguas contaminadas no son desinfectadas en las plantas de tratamiento que instalan las empresas sanitarias frente al mar. Solo se aplican filtros para evitar que lleguen elementos sólidos al fondo marino.

Hay emisarios submarinos justo frente a playas de Concón, Viña del Mar, Cartagena, Arica, Iquique, La Serena, Quintero, Talcahuano, Puerto Montt y Chiloé, entre otras ciudades. The Clinic elaboró un mapa interactivo donde se puede revisar la ubicación de los emisarios submarinos a lo largo de todo Chile. El mapa está basado en los decretos de la Superintendencia de Servicios Sanitarios —responsable de la supervisión de estas obras—, los que revelan la ubicación de las tuberías. 

Los emisarios submarinos fueron la solución que se halló hace más de 30 años, cuando por primera vez se trataron las aguas servidas en zonas costeras. Antes, los desechos se vertían crudos y provocaban brotes de enfermedades como el tifus o el cólera. Y si bien los expertos con los que conversó The Clinic coinciden en que ese fue un paso relevante para descontaminar el mar, luego de tres décadas el sistema presenta grietas.

En teoría, las descargas de los emisarios submarinos no debieran contaminar gravemente el mar. Se supone que están diseñados para que los coliformes fecales presentes en las aguas servidas terminen diluyéndose mar adentro. Pero los científicos que han estudiado el tema cuestionan esa premisa. También dicen que el sistema de evaluación, basado fundamentalmente en autoreportes de las propias sanitarias, no es todo lo transparente que debiera. Y hay cifras que le ponen piso a las críticas que se hacen desde las universidades.

Hace pocos días se publicó un estudio donde participan investigadores de las universidades de Concepción, de La Frontera y Del Desarrollo que asegura que entre 2010 y 2023 la presencia de coliformes fecales en el mar superó en 2.308 ocasiones el límite impuesto por la autoridad sanitaria, y que, al menos, el 61,3% de esos casos estuvieron asociados a la presencia de emisarios submarinos.

El estudio, trabajado por el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (Centro ANID Chriam) de las universidades de Concepción, La Frontera y Del Desarrollo, concluye que dos regiones concentraron los episodios donde los niveles de coliformes fecales superaron la norma: Biobío (1.007 veces) y Valparaíso (470).

El mismo informe indica que entre 2014 y 2016 se estableció una relación directa entre las altas concentraciones de heces en las aguas de la región del Biobío y el “máximo número de casos de hepatitis A reportados por el Ministerio de Salud”. El estudio asegura que, al menos hasta 2019, esa región sufría una epidemia de hepatitis A. 

Las empresas sanitarias, a cargo de operar las plantas de tratamiento en zonas costeras, se defienden y apuntan a otro foco de contaminación fecal: las tomas de terrenos que no cuentan con alcantarillado y vierten sus desechos directamente en riachuelos que desembocan en el mar.

Los episodios de contaminación se repiten. Una revisión rápida de publicaciones de prensa permite establecer que solo en los últimos meses se reportaron emergencias sanitarias y clausura de playas en distintas regiones.

Maquinarias de un parque de entretención a medio desmontar junto a un riachuelo que proviene de las quebradas, en la Playa Chica de Cartagena. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

Por ejemplo, en febrero la autoridad sanitaria cerró la playa Chinchorro en Arica, porque la presencia de coliformes fecales había superado el límite. Justo frente a esa playa existe un emisario submarino de la empresa Aguas del Altiplano. Antes, en enero, la Municipalidad de Ancud comunicó que estaba trabajando en resolver el problema de malos olores y contaminación en la playa Fátima. Allí las sospechas recaen sobre las más de 800 casas que no tienen conexión al alcantarillado.

En diciembre, el Consejo de Desarrollo de la Costa de la Región de Los Ríos alertó sobre la alta contaminación que existiría en las playas cercanas a Valdivia, donde solo una estuvo habilitada para el baño durante el verano. 

Durante 2024 se realizaron sesiones especiales en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados para analizar la emergencia en Algarrobo. Allí organizaciones vecinales reclamaron que el emisario sanitario de Esval —empresa controlada por el fondo de pensiones de los profesores de Ontario, Canadá— contamina la bahía e influye en la excesiva proliferación de algas que luego se pudren en la arena. Un asesor de las juntas de vecinos dice, además, que las aguas servidas han hecho inviable el consumo de almejas en la zona.

En Valparaíso los pescadores, las organizaciones de vecinos y los científicos de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) están en un agudo conflicto con Esval, que opera un emisario submarino en los faldeos del cerro Playa Ancha.

Playas de Cartagena

Otro foco: Cartagena, el balneario más cercano a Santiago. Ahí son dos los emisarios submarinos que realizan descargas en el mar, uno en el límite con la comuna de San Antonio y otro en plena Playa Grande, justo frente a un humedal que está protegido porque allí se reproducen aves autóctonas.

Instalaciones de Esval en la Playa Grande de Cartagena, desde ahí sale un emisario submarino que transporta las aguas servidas al mar. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

“Cada vez está más contaminado. Del último censo de 2017, cuando éramos 16.000 habitantes, ahora vamos en 26.000. Las tomas de terrenos y las ventas de los fundos que están en los sectores elevados han provocado un problema gravísimo de agua y de alcantarillado, que no tienen”, le dijo a The Clinic María Ester Moreno, parte de la directiva del Comité Ambiental de Cartagena.

Conversamos con ella en la Playa Chica de ese balneario, mientras una corriente de agua escurre hacia el mar. Es agua que viene de las quebradas y que arrastra desechos orgánicos proveniente de casas que no cuentan con alcantarillado. La dirigenta ambiental asegura que no se han hecho estudios para medir la contaminación en las playas de ese sector.

Según Gladys Vidal, directora del Centro ANID Chriam y académica de la UDEC, la contaminación fecal de las aguas es un riesgo:

“El uso recreativo del borde costero representa una vía importante para la exposición humana a la contaminación fecal transmitida por el agua en las zonas costeras. Este tipo de contaminación deteriora la calidad del agua y plantea una grave amenaza para la salud al promover la propagación de enfermedades infecciosas”, aseguró Vidal.

Playas en medio de la autorregulación de las sanitarias

Desde hace años que los pescadores de la Caleta El Membrillo, en Valparaíso, reclaman que el emisario submarino de Esval ubicado en las quebradas del cerro Playa Ancha contamina el mar y los mariscos que ellos extraen. Lo mismo acusan las organizaciones vecinales del sector y los académicos. 

En 2023 un estudio del Hub Ambiental de la UPLA publicó un informe que respaldó esas denuncias, y apuntó al emisario como el responsable de la contaminación. Como respuesta, Esval contrató un estudio de la Universidad de Valparaíso que concluyó lo contrario.

En lo que todos coinciden es que en la costa sur de Valparaíso ha existido alta presencia de coliformes fecales. Allí se ubican playas como Las Torpederas y San Mateo. 

“El tema de la contaminación, las negligencias y las inoperancias no es algo que tienen que resolver los ciudadanos, sino la autoridad”, le dijo a The Clinic Sandra Hernáez, presidenta del Centro Cultural La Ventisqueriana ubicado en la zona que rodea a la planta sanitaria de Esval en Valparaíso. Ella además pone un acento: “Le dan a las empresas el derecho de la autoregulación, entonces ¿Para qué está la Superintendencia de Servicios Sanitarios?”.

Sandra Hernáez, presidenta del Centro Cultural La Ventisqueriana de Playa Ancha, en Valparaíso.

Y ahí ella tiene un punto. El sistema actual le encarga a las sanitarias que mensualmente envíen reportes de cumplimiento a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), que es la encargada de fiscalizar a esas empresas. Desde esa entidad le dijeron a The Clinic que si bien ellos tienen un presupuesto destinado para realizar monitoreos anuales, “dado que este presupuesto es acotado, el principal mecanismo de evaluación es el autocontrol” de las propias empresas.

Según la SISS, durante los últimos 10 años han aplicado 34 sanciones a empresas sanitarias por su responsabilidad en episodios de contaminación con aguas servidas en el mar. Afirmaron que, en general, el sistema opera de buena forma: el cumplimiento normativo fluctuaría entre un 98% y un 99%.

Agregaron otro dato. Entre 2020 y 2024 en 11 ocasiones se han iniciado procesos sancionatorios por problemas con los emisarios submarinos (revise aquí la respuesta completa enviada por la SISS).

Alertas de contaminación

Lea esto: si entre 2010 y 2023 hubo más de dos mil casos de exceso de coliformes fecales en el mar, según el estudio del Centro ANID Chriam, casi el 80% ocurrió en las regiones de Biobío (1.007 veces), Los Lagos (334 veces) y Valparaíso (470) (revise aquí ese informe). 

Las cifras coinciden con los hechos: en las tres regiones mencionadas se han producido emergencias sanitarias que han incluido la clausura de playas y la aplicación de sanciones por parte de la autoridad.

La descarga de aguas servidas al mar, ríos y lagos es algo que se extiende por todo Chile. El reporte anual de 2023 de la asociación gremial de las empresas sanitarias (Andess) indicó que ese año se trataron más de 1.000 millones de metros cúbicos de aguas servidas. El mar recibe anualmente el 22% de las aguas servidas de todo el país: cerca de 265 millones de metros cúbicos de desechos, según datos de la SISS. 

Instalaciones de Esval en la Playa Internacional de Algarrobo. Desde ahí sale un emisario submarino que desecha las aguas servidas en el mar. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

Mientras las empresas defienden el sistema, hay estudios que presentan otro panorama. En julio de 2023, el mencionado informe de la UPLA afirmó que los niveles de coliformes fecales encontrados en las cercanías del emisario submarino de Esval en Valparaíso, superaban con creces los límites establecidos en la legislación.

Uno de estos puntos corresponde al Área de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos de la Caleta de pescadores El Membrillo, lugar de suma importancia para la extracción y el consumo de alimentos del mar. Según constata el informe de la UPLA, las cifras de concentración de coliformes fecales superaron las 1.600 por cada 100 ml, siendo que el límite es de 1.000, según la norma vigente (decreto N°90, de 2001).

El emisario submarino ubicado en Valparaíso (Loma Larga) se encuentra en medio del Santuario de la Naturaleza Federico Santa María, que tiene ese estatus desde 2006, casi 10 años después de que allí se instalara la planta de tratamiento sanitario. Este lugar acoge una gran diversidad de flora y fauna nativa y endémica de la región, como chungungos, orquídeas, lirio costero, entre otras especies.

Planta de tratamiento de aguas servidas de Esval ubicada en Playa Ancha, Valparaíso. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

Entre 2022 y 2023, en paralelo al estudio de la UPLA, la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante (Directemar), dependiente de la Armada y que tiene la potestad fiscalizadora en el mar, realizó sus propias mediciones en ese mismo lugar. Los resultados indicaron que en tres ocasiones se superó la norma, aunque el informe de la Armada no pudo determinar si la responsabilidad fue del emisario de Esval, o de las aguas contaminadas que caen de las quebradas. 

Luego de la publicación del estudio de la UPLA, en el que apuntaban directamente al emisario de Loma Larga como “el principal responsable” de la contaminación en la costa,  Esval se querelló contra el director de la investigación, Claudio Sáez, por “causar falsa alarma en la población, por medio de la difusión de noticias o alertas falsas”. El Ministerio Público decidió no perseverar en la causa.

La ruta de las aguas servidas

Desde Esval, el gerente regional de Valparaíso, Alejandro Salas, le dijo a The Clinic que “el emisario Loma Larga permite descontaminar las aguas servidas de más de un millón de personas de Quilpué, Villa Alemana, parte de Viña y Valparaíso. Toda la infraestructura asociada al emisario opera y ha operado con normalidad, con un riguroso cumplimiento normativo y ambiental”.

Salas dice que las instalaciones son monitoreadas por distintos organismos públicos, y que estudios de las autoridades “han detectado ‘descargas no autorizadas de coliformes fecales’, es decir vertidos de terceros, ajenos a nuestra operación provenientes de viviendas irregulares. Preocupados por esta situación, Esval realizó un monitoreo en la zona, detectando cinco quebradas con vertimientos irregulares” (vea aquí la respuesta completa de la empresa).

Sandra Hernáez, la dirigenta de los vecinos de Playa Ancha que viven alrededor de la planta sanitaria de Esval, aseguró que sufren de malos olores, de presencia de moscas y zancudos, y que no son normales las manchas que se ven en el mar. “Observamos estas manchas de color café y una gran cantidad de espuma, y que salen obviamente desde el emisario”, le dijo a The Clinic.

El diputado Jorge Brito (FA), quien estampó una denuncia ante la Superintendencia de Medio Ambiente por el caso del emisario de Esval en Valparaíso, asegura que “estas empresas no podrían funcionar en su país cómo están funcionando en Chile. No les pedimos que cierren, porque eso generaría un colapso ambiental y sanitario: les pedimos que respeten la norma”. 

The Clinic visitó la planta sanitaria de Esval en Valparaíso. Las instalaciones fueron construidas por el Estado antes de la privatización de las sanitarias en los ‘90, e incluyen un túnel que recorre la ciudad —una de las entradas está en la Plaza Anibal Pinto, a más de tres kilómetros de distancia—. Las tuberías que llevan las aguas servidas pasan por un proceso de filtrado, donde se extraen los sólidos. Allí se saca la basura que no llega al mar. Lo que más aparece en ese momento del proceso: condones, pedazos de tela, y plásticos. En ocasiones se han hallado fetos. Cuando eso ocurre la empresa debe dar aviso a las autoridades.

Desechos sólidos extraídos de las aguas servidas en la planta de tratamientos Loma Larga de Esval, ubicada en Playa Ancha. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

Luego de extraer los sólidos, las aguas servidas pasan a otro proceso donde se saca la arena que traen las tuberías. Ahí el agua se va a una cámara, que es donde se toman las muestras mensuales que se envían a la SISS para evaluar si se cumple con la norma. Y luego se pasa directamente al emisario submarino, el que recorre 570 metros antes de descargar el agua servida en el mar, a una profundidad de 57 metros.

Los sólidos se retiran con camiones y son depositados en un relleno sanitario ubicado en las cercanías.

El agua no es desinfectada, porque el sistema está diseñado para que los coliformes fecales no puedan sobrevivir. Al menos eso dice la teoría. Lo que es cuestionado por algunos estudios científicos. 

Multas y sanciones

La Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) respondió las preguntas enviadas por The Clinic para este reportaje, y adjuntó el detalle de las sanciones ejecutadas durante los últimos 10 años contra empresas sanitarias que utilizan emisarios submarinos.

Según la base de datos que envió la autoridad reguladora, desde 2015 a la fecha se han aplicado 23 sanciones contra empresas sanitarias por fallas en el uso de los emisarios submarinos. En total las multas ascendieron a 616 UTA (Unidad Tributaria Anual), equivalente a $397 millones aproximados, según el valor de la UTA al momento de aplicar las sanciones.

La multa más grande por fallas en la utilización de este mecanismo se cursó en 2018 a Esval por un emisario submarino que opera en la Región de Valparaíso. La sanción llegó a 72 UTA (unos $41 millones) ¿Los motivos? “Deficiencia en el tratamiento de las aguas servidas (normativa relativa a parámetros y muestreos)”, indica la base de datos elaborada por la SISS, la que no especifica a cuál de los nueve emisarios submarinos que existen en la Región de Valparaíso corresponde. 

La sanitaria que registra más sanciones por problemas con sus emisarios es Suralis S.A., con seis multas entre 2019 y 2024. Suralis hasta 2020 era Essal, pero fue comprada por la canadiense Algonquin Power & Utilities por algo más de US$160 millones. Presta servicio en las regiones de Los Ríos y Los Lagos. 

Según los registros de la SISS, uno de los casos más graves habría sido provocado por un emisario submarino de la misma sanitaria en la Región de Los Lagos, durante 2019. El motivo fue “afectar gravemente la salud de la población; Deficiencias en la continuidad del tratamiento de las aguas servidas (by-pass); Incumplimiento de órdenes e instrucciones”, según indica la base de datos.

La última de las sanciones registradas es de 2024 y fue contra Aguas del Altiplano —propiedad de las japonesas Marubeni y Mizuho— que opera en las regiones de Arica y Tarapacá. Según indica el registro de la SISS, el problema estuvo en “deficiencias en la continuidad del tratamiento de las aguas servidas (by-pass)”. La multa llegó a 30 UTA  (revise aquí la base de datos completa).

Un cisne de cuello negro nada en el estero Cartagena, al fondo se ven viviendas irregulares instaladas en sus cercanías y que no cuentan con sistema de alcantarillado contaminando el cuerpo de agua. Foto: Francisco Paredes/The Clinic.

Hay varios organismos que pueden fiscalizar las emergencias sanitarias generadas por contaminación por aguas servidas en ríos, lagos y el mar. Quien debe vigilar el funcionamiento de las plantas sanitarias es la SISS; en el mar la autoridad competente es la Armada; y en cada región la seremi de Salud respectiva debe vigilar que no se produzcan amenazas a la salud humana. Cuando existen denuncias por hechos puntuales, entra en acción la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA). The Clinic revisó la base de datos de ese organismo y detectó otras 11 fiscalizaciones que detectaron irregularidades.

Una de las más graves ocurrió en Puerto Montt. En 2017 la SMA detectó que entre 2013 y 2016 el nivel de los coliformes fecales superó el límite de la norma “tanto en estaciones fuera como dentro del área de sacrificio”. 

Se llama “área de sacrificio” al lugar donde se descargan las aguas servidas. Se supone que debe estar fuera de la Zona de Protección Litoral, la que es determinada por la Armada, dependiendo del territorio. En ocasiones es de 50 metros, y en otras de 200 metros. No tenemos las cifras exactas en cada región, ya que Directemar no respondió las preguntas enviadas para este reportaje. 

Otros episodios de contaminación con aguas servidas se detectaron en el Río Maullín,  Puerto Varas y Ancud (Región de Los Lagos), Paillaco y Panguipulli (Los Ríos), Mejillones y Antofagasta, Coronel y Lota (Región del Biobío), Temuco, y Valparaíso (revise aquí una tabla con el detalle y los links a esos procesos y aquí puede revisar las respuestas de las empresas fiscalizadas que fueron contactadas para este reportaje). 

Y si las empresas sanitarias han sido fiscalizadas y multadas por episodios de contaminación con aguas servidas, desde la gremial del sector, Andess, argumentan que en el aumento de los niveles de suciedad en los ríos y el mar también incide la basura que dejan las personas que visitan las playas, y el crecimiento de las tomas de terrenos en los sectores costeros.

“Se suma la creciente presencia de asentamientos irregulares con descargas directas al mar o a cuerpos receptores que desembocan en el mar (esteros, ríos, conexiones clandestinas a sistemas de aguas lluvia), además de limpia fosas clandestinos”, aseguró la agrupación gremial en una respuesta por escrito a las preguntas de The Clinic (vea aquí la respuesta completa).

Playas contaminadas en el litoral

“Hay situaciones que el Estado no ha podido resolver en temas de vivienda. Hay una gran cantidad de campamentos en Valparaíso, y nosotros entendemos a la gente en situación de toma. Pero el tema de los alcantarillados no es algo que tengamos que resolver nosotros como ciudadanos, por algo hay una empresa sanitaria que debe velar porque la gente esté conectada a las redes que corresponden”, dice Sandra Hernáez, dirigenta de los vecinos de Valparaíso que colindan con la planta sanitaria de Esval, respecto a la responsabilidad que tendrían las descargas ilegales de aguas contaminadas proveniente de las tomas de terrenos.

En Cartagena las descargas ilegales de aguas servidas también son un problema.

Durante el verano en la Playa Chica se instalan juegos mecánicos infantiles, y se disponen sacos de arena para evitar que el riachuelo que baja de las quebradas inunde la zona donde operan. Eso genera, denuncia el Comité Ambiental de la comuna, que se forme una pequeña laguna donde se bañan los niños. “Se bañan ahí porque es agua que está tibia”, dice María Ester Moreno. Lo preocupante es que se trata de agua contaminada que baja con todo tipo de desechos.

Ella también apunta al emisario submarino de Esval que está frente al otro balneario emblemático de Cartagena: la Playa Grande. “Ese emisario está al lado del santuario de la naturaleza, que es el humedal de Cartagena, y cada ciertos días vienen a sacar los residuos sólidos, y ahí el sector se llena de mal olor. Sobre todo en la Población Arellano. Ahí nosotros visualizamos que existen aguas contaminadas”. 

María Ester Moreno, dirigenta del Comité Ambiental de Cartagena.

Desde la Municipalidad de Cartagena no estuvieron disponibles para responder preguntas para este reportaje.

Pocos kilómetros al norte, en Algarrobo, los vecinos denuncian la contaminación de la bahía sur de la comuna desde hace al menos una década. Ahí, frente al condominio San Alfonso del Mar, está apostado el respectivo emisario submarino de Esval, a tan solo veinte metros de profundidad. Hay vecinos que atribuyen la contaminación de la zona —que incluye, por ejemplo, la llegada de algas foráneas conocidas como “marea verde”— a la presencia del punto de descarga de la empresa sanitaria. 

Ernesto Ortiz es vecino y asesor de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos. El también experto y consultor ambiental aseguró a The Clinic que “el emisario submarino genera dos tipos de problemas: uno de salud humana y otro que tiene que ver con el medio ambiente”. Asegura, por ejemplo, que “aquí había grandes bancos de almejas que se habían explotado históricamente y hace más de quince años que no se pueden explotar por la contaminación”.

Playa Internacional de Algarrobo, donde está instalado el emisario submarino. Foto: Francisco Paredes/ The Clinic.

Otra de las dirigentas, Isidora Cuevas, de Proplaya, una ONG que agrupa a los surfistas, dice que “nos afecta mucho porque estamos inmersos en aguas contaminadas, y cuesta ver cómo esto impacta todo el medio ambiente, las algas en la playa, la falta de arena. Nos parece irresponsable que estando en 2025 sepamos que todo está contaminado y que nadie se haga cargo”.

Desde la Municipalidad de Algarrobo, el profesional del Departamento de Medio Ambiente, Sebastián Espinoza, dijo que “la Municipalidad no se ha involucrado en este tema, porque el actual decreto no otorga las facultades para ejercer algún tipo de acción”. Cuando enviamos preguntas específicas, no hubo respuestas. 

Un decreto antiguo

En Chile, la normativa que establece los límites y las regulaciones para las descargas de residuos líquidos en aguas marinas y continentales es el Decreto Supremo N°90, vigente desde 2001. Este documento fija los estándares específicos que las empresas y otras entidades deben cumplir al tratar los desechos antes de descargarlos. Esto incluye límites para diversos contaminantes, como metales pesados y compuestos orgánicos, que podrían dañar la vida acuática y los ecosistemas si se liberan en grandes cantidades. 

Entre los expertos hay coincidencia de que el decreto está desactualizado. Ponen el acento en que no incluye una norma secundaria que establezca límites para la presencia de otros componentes, que también vienen en las aguas servidas que se depositan en el mar, como restos de medicamentos y compuestos químicos. 

“La mayor dificultad es que Chile no tiene normativa de calidad secundarias de aguas marinas, es decir, la zona costera está completamente desprotegida”, dice Laura Farías, del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción.

Según la académica Gladys Vidal, también de la UDEC y directora del Centro ANID Chriam que presentó el estudio sobre la alta presencia de coliformes fecales en el mar, a nivel nacional no existen estudios que evidencien a rajatabla el impacto de otros contaminantes en el agua, justamente los que no están incluidos en el decreto de 2001.

“Si hay presencia de coliformes fecales en el agua, podrían existir otros tipos de contaminantes que existen en el agua servida, entre ellos microcontaminantes, bacterias resistentes y otros componentes microbiológicos tales como parásitos y virus. Existen estudios preliminares en algunas bahías donde conviven descargas de aguas servidas y áreas de cultivo de bivalvos (mariscos), donde se han encontrado cholgas contaminadas. Muchos de estos productos son consumidos crudos por la población y su ingesta puede producir problemas de dolores abdominales y diarreas”, afirma Vidal.

Ernesto Ortíz, asesor ambiental de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Algarrobo.

Desde hace varios años que hay intentos por actualizar el Decreto 90, pero aún no hay resultados. En una respuesta a un oficio enviado por la diputada Camila Rojas (FA), la Subsecretaría de Medio Ambiente aseguró que el decreto “se encuentra en proceso de revisión en la última etapa de elaboración del proyecto definitivo, específicamente, terminando los ajustes mediante una mesa de trabajo en la cual participa el Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio de Obras Públicas y la Superintendencia de Servicios Sanitarios”.

Hay un debate en curso respecto de qué hacer con las aguas servidas. En medio de un contexto de cambio climático y sequía, existen algunos proyectos pilotos, como en Antofagasta donde se reutilizan esas aguas en la minería. 

Verónica Molina y Marisol Belmonte, del Hub Ambiental de la UPLA, son de la idea de darle un nuevo uso a las aguas residuales. 

“A pesar de cumplir con la normativa vigente en Chile, las aguas servidas que son descargadas mediante emisario tienen solo tratamiento primario, lo que podría resultar insuficiente. Por lo cual sería aconsejable dar un tratamiento más avanzado para reutilizar esas aguas y evitar impactos negativos en los ecosistemas marinos. Por lo que evaluar otras alternativas más sostenibles como la reutilización puede ser una opción viable, principalmente en zonas costeras”.

Laura Farías, académica de la UDEC, cuenta que en el mundo existen proyectos pioneros: “París cuenta con una de las plantas de tratamiento más avanzadas del mundo, esta trata aguas residuales mediante procesos avanzados de filtración, ozonización, y membranas de ultra filtración, sin embargo, en Francia no se reutilizan las aguas residuales tratadas directamente para el consumo humano, sino que se destinan al riego, limpieza urbana y procesos industriales”.

Fuentes de las empresas sanitarias plantean el freno ante esas propuestas: el costo. Actualmente todos los ciudadanos pagamos un monto en las cuentas mensuales para financiar el tratamiento de las aguas sanitarias. La reutilización implica procesos más avanzados, y por tanto, más caros ¿Quién pagaría ese aumento? Las empresas no parecen dispuestas, y la discusión no ha sido prioritaria para los gobiernos ni el Congreso. 

*Nota de la redacción: este reportaje fue actualizado a las 13:13 del lunes 10 de marzo de 2025. Se incluyó el nombre completo del Centro ANID Chriam —autor del estudio que detectó que en 2.308 ocasiones se superó la norma de coliformes fecales en el mar— en el que, además de la Universidad de Concepción, también participan las universidades De La Frontera y Del Desarrollo.

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