Secciones

The Clinic
Buscar
Entender es todo
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
Fabrizio Copano

Tiempo Libre

18 de Abril de 2025

Fabrizio Copano y un posible regreso al Festival de Viña: “Si me invitan a fin de año y todo va bien, no tendría problema en presentarme de nuevo”

El comediante radicado en Nueva York vuelve a Chile en el marco de una gira que lo llevará por varias ciudades del país. Días antes de su show, le dice a The Clinic que está disponible para volver al Festival de Viña y que, hasta el momento, ningún candidato presidencial lo motiva a involucrarse en una campaña política.

Por
Compartir

Fabrizio Copano responde desde Nueva York. El comediante chileno se presentó recientemente en el West Side Comedy, un club de comedia cercano a su casa, donde dio inicio a la gira de Escápate, que lo traerá de vuelta a Chile y comenzará con una presentación en el Teatro Nescafé de las Artes el próximo 22 de abril.

La gira también lo llevará por Viña del Mar, Talcahuano, Osorno, entre otras ciudades. Un desgaste considerable, considerando que el comediante está radicado en Estados Unidos, pero que no le impide seguir desarrollando otros proyectos, como el espacio de conversación Escápate de Tu Casa, donde, junto a invitados, emula una sobremesa.

Tras su salida de Mega, donde presentó una temporada del programa de comedia El Antídoto, Copano ha centrado su carrera en Estados Unidos, lo que ya le ha valido varios logros, como su presentación en el Late Late Show de James Corden. Recientemente, fue confirmado como uno de los ocho participantes del CBS Showcase 2025, un prestigioso evento que busca impulsar a las nuevas estrellas de la comedia y la actuación en Estados Unidos.

—¿Cómo estuvo el primer show y desde cuándo se está probando este materia?

—Bueno, claro, el primer show fue aquí, a un par de cuadras de mi casa, en un club que se llama el West Side Comedy Club. La verdad es que estuvo muy bonito. O sea, además de que fue un lindo inicio de lo que viene, llegaron muchos chilenos que, cuando están en el extranjero, tienen esta cosa de transformar todo en un 18 de septiembre. Llegaron curados, con banderas, con la cara pintada… pero fue muy cariñoso, muy cariñoso. El material que diría que vengo puliendo desde que terminé Viña el año pasado. Le he sacado muchas cosas que tenía en el camino y, hasta el momento, creo que es mi material favorito de todo lo que he escrito, porque tiene un poco de todas las cosas que he hecho antes, pero en una mejor versión.

—¿Y lo que presentaste en Nueva York era el mismo show adaptado al inglés o al español?

—Tiene harto de lo que va a ser en Chile, pero fue un show en español. En general, acá los shows los hago en inglés, pero ese en particular dije: ya, para darle un tiraje a esta misma rutina antes de empezar en Chile, hagámoslo en español. Y tiene hartas cosas también, claro, porque creo que se acerca un poco más a mi historia de migración, que me doy cuenta de que es algo que todos comparten.

—¿Y por qué decidiste hacerla así, una gira más extensa?

—Sí, tiene eso. En realidad, el verdadero sacrificio en esta pega son los traslados, esa parte es muy asesina. Y claro, esta es una gira con muchos viajes, pero también es algo que no se hacía hace tiempo y que generaba muchas ganas: volver a recorrer un poco como se hace antes de un festival o de un show grande, pero esta vez sin un objetivo tan definido. La idea es mostrar bien esta rutina, y también probar otras cosas que quedan fuera del material más clásico, porque hay una hora de estándar duro y luego una parte más experimental. Este es el lugar donde se va a poner a prueba. Y nada, da muchas ganas de recorrer Chile en esta pasada, porque es algo que no se hace hace rato y que sirve también para refrescarse, sobre todo cuando el día a día allá consiste en sacar chistes en inglés, pelearla en bares chicos o en espacios más hostiles. Es muy distinto llegar a un lugar donde realmente te están esperando.

—¿Cómo lo estás haciendo ahora con las grabaciones de tu canal en YouTube?

—Vamos adelantándonos. Se armó un plan anual, entonces, como es uno al mes, se vuelve más manejable. Se grabaron tres capítulos y con eso se cubren los próximos tres meses. Luego, la idea es calzar las siguientes grabaciones con las giras que vienen y dejar listos dos o tres más. Así se va acumulando material que ha funcionado muy bien; la verdad es que ha sido súper exitoso. También está el gusto de hacer este proyecto desde acá, con otra perspectiva, y se ha recuperado un poco ese cariño por generar contenido en el canal de YouTube, por disfrutar del material audiovisual con la libertad que da hacerlo de manera independiente.

—¿Tienes pensado volver a la televisión abierta o prefieres quedarte con lo que estás haciendo ahora?

—Lo que se está haciendo ahora genera mucha comodidad y alegría. Además, es contenido propio. Estos seguidores, estos suscriptores que se van sumando no se están yendo a Mega o a TVN, sino que se quedan, y eso permite construir una audiencia propia. También están las libertades que da este formato: si un capítulo dura tres horas, dura tres horas; si dura quince minutos, también está bien. En televisión siempre hubo un cariño particular por el medio, especialmente porque gran parte de la carrera se desarrolló ahí. El Antídoto, por ejemplo, tenía esa mezcla entre lo nuevo y lo antiguo, un homenaje al pasado con un pie en lo moderno. Pero quizás no se entendió o no se hizo bien; pueden haber sido ambas cosas. El proyecto quedó a medio camino, y es muy difícil trabajar en esa máquina con la libertad que ahora se necesita. Tal vez antes, cuando se estaba buscando una oportunidad, era más fácil adaptarse, poner las horas. Pero en este caso fue muy complejo, porque además había que viajar constantemente. Se grababan dos, tres capítulos, se hacían dos en vivo y luego había que regresar. Y claro, los canales funcionan como máquinas gigantes. Intentar girar un transbordador es lento, requiere mucha energía. En cambio, hoy se siente como estar en un botecito eléctrico, donde si te aburrís o querís cambiar de dirección, simplemente lo haces. Esa burocracia, la verdad, no se extraña para nada.

Coverage of the Paramount CBS 2025 Showcase on Thursday, March 13, 2025 at Neuehouse Hollywood. — Pictured: Fabrizio Copano Photo: Matthew Taplinger/CBS © 2025 CBS Broadcasting, Inc. All Rights Reserved.

—¿Pero terminó mal evaluado el programa de manera interna?

—Mira, no, la verdad es que no. De hecho, se ofreció una segunda temporada, lo que claramente es una señal de interés por parte del canal. Incluso se avanzó bastante: se armó un equipo, se trabajó en un cambio de escenografía, se llegó lejos en esa planificación. Pero finalmente no se concretó porque simplemente no estaban las ganas ni la energía para seguir. Todo ese ritmo, ese ir y venir constante, era muy desgastante. Una semana acá, una semana allá. Y en este momento de la vida, eso no es sostenible. Hay tres hijos, dos de ellos bebés que en ese momento ni siquiera tenían un año. Entonces, claro, no daba para una segunda temporada. Pero el canal, por su parte, se mostró muy entusiasmado con la idea. Imagino que vieron algo positivo más allá de los números de rating, que evidentemente no fueron los que se esperaban.

—¿Te molestaba la crítica de que El Antídoto era un humor frenteamplista?

—Es curioso, porque ahí es donde uno se pregunta cuánto realmente se controla y cuánto simplemente responde al ambiente. El clima está muy polarizado, y parece que cualquier gesto se interpreta desde esa lógica. Pero desde el comienzo la intención fue mezclar mundos. El primer capítulo grabado —aunque terminó siendo el segundo al aire— fue con Lucho Slimming y Álvaro Salas haciendo una especie de duelo de chistes cortos. Antes de eso, incluso en la promo, estuvieron los Atletas de la Risa. Nunca se miró en menos esa cultura que algunos asocian a una bandera “woke”, todo lo contrario: hubo una búsqueda activa por integrar distintas generaciones y estilos. Quizás entrevistar al presidente en el primer capítulo fue algo que marcó esa percepción. Pero más allá de eso, al final no importa tanto. Todo se olvida rápido, tanto el público como uno mismo.

—¿Cuál ha sido el rol de los comediantes en Nueva York frente a la administración de Trump? ¿Se posicionan políticamente?

—No todos lo hacen, pero sin duda existe una tensión cultural evidente. Se vive un momento extraño en Estados Unidos, donde muchos recién comienzan a percibir la magnitud del giro que ha tomado el país, aunque lo hacen en cámara lenta. Las deportaciones y otras crisis no siempre aparecen como temas centrales en la comedia. Además, hay un grupo considerable de comediantes pro-Trump, vinculados a figuras como Joe Rogan, que han construido un ecosistema donde la desconfianza hacia el sistema es el eje común, más que una postura ideológica clara. Trump se volvió una figura útil para esa narrativa. A diferencia de otras regiones, en Estados Unidos cuesta aún aceptar que existe una crisis institucional profunda, quizás porque no hay referentes históricos similares para ellos. Todo eso se traduce en un ambiente donde la comedia reacciona más lentamente o desde lugares menos directos.

—¿Es necesario mantenerse políticamente independiente para ser un comediante transversal?

—Depende completamente de la persona y del momento. Ya no existen muchas reglas claras sobre eso. Hubo una época donde figuras públicas evitaban hablar de política, pero eso ya no es sostenible. Hoy se valora más la honestidad que la neutralidad. No se trata de que todos deban apoyar a un candidato o declararse apolíticos; lo importante es que lo que se diga o haga sea sincero, no una estrategia. El ideal sería poder convivir con distintas ideas sin enemistarse por ellas. Además, el concepto del comediante “para todos” parece algo propio de los años noventa. Ahora existen múltiples audiencias, más segmentadas, y cada una conecta con lo que considera genuino.

—¿Estarías dispuesto a participar en una campaña presidencial?

—Hoy no hay ninguna figura que motive lo suficiente como para involucrarse activamente. Y aunque los contextos cambian rápido, la idea de que el apoyo de artistas sume votos es cada vez más discutible. En muchos casos, puede incluso ser contraproducente. Basta ver lo que ocurrió con Kamala Harris, rodeada de estrellas como Beyoncé, lo que la asoció automáticamente al establishment para muchos votantes. Más que un aporte, ese tipo de respaldos puede generar rechazo.

—¿Entonces el apoyo de los famosos ya no tiene peso?

—Más que el apoyo explícito, lo que genera impacto es ofrecer una plataforma auténtica. Por eso entrevistas largas, como las de Joe Rogan, resultan tan influyentes: porque permiten ver a una persona bajar la guardia y mostrar cómo piensa realmente. La autenticidad es el valor más potente de esta época. Más que salir con un rostro famoso en campaña, lo que probablemente tendrá más efecto será un podcast largo, un live en Twitch, donde un candidato pueda hablar sin filtros. No será el respaldo de una figura pública lo que marque la diferencia, sino la posibilidad de hablar con libertad y profundidad

—¿El público chileno espera que el comediante haga chistes sobre la actualidad o la contingencia?

—Sí, el público suele premiar eso. Les gusta cuando un comediante toca temas del momento, incluso si no hace un chiste completo, solo mencionarlo genera una reacción instantánea. La gente disfruta sentir que lo que está sucediendo es inmediato, que no es algo preparado, como una obra de teatro. Aunque, en mi caso, me estoy retando a no seguir esa dinámica y explorar otros tipos de humor que no dependan de lo contingente.

—¿Estás trabajando en otros proyectos, como películas, guiones o programas?

—Sí, tengo varias cosas en marcha. Estoy trabajando en una especial en inglés, que estoy terminando de montar, y espero lanzarla en junio o julio. Además, tengo algunas ideas para televisión en Chile y quiero hacer un show grande a fin de año. Mi objetivo es seguir desarrollando este show y ver hasta dónde puedo llevarlo, innovando constantemente.

—Después de tu participación en Viña 2023, ¿cuánto tiempo debe pasar para considerar volver?

—Primero, debes sentir que la invitación es en el momento adecuado. Si me invitan a fin de año y todo va bien, no tendría problema en presentarme de nuevo. La clave es llevar algo que marque un nuevo estándar, no solo hacer lo mismo. Viña debe ser un lugar para innovar, así que siempre estoy abierto, pero la idea es tener un producto fresco, no algo reciclado. Se puede hacer de un año a otro, pero se necesita tiempo y certeza para hacerlo bien.

Temas relevantes

#Fabrizio Copano

Comentarios

Notas relacionadas