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Fotos: Francisco Paredes/The Clinic

Entrevistas

8 de Junio de 2025

Aisén Etcheverry, vocera: “Nunca había recibido agresividad en la calle y después de lo que pasó con la candidata Matthei, empezó a pasar”

La ministra y vocera subrogante, Aisén Etcheverry, analiza una semana que estuvo marcada por la última Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric y por los ataques que recibió por parte de la oposición luego de que la candidata Evelyn Matthei la mandara a callar. "Fue una reacción y una aproximación al diálogo político que al menos yo no comparto, que es desde la descalificación o un poco desde la agresividad", asegura. Además, hace un llamado a mantener el buen trato en la discusión política y dice que "no reviso críticas, no leo comentarios y en general no vuelvo a ver mis vocerías".

Por Rodrigo Córdova y Martín Browne
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Aisén Etcheverry dice que a finales de 2024, cuando el presidente Gabriel Boric la llamó a su oficina, pensó que era para hablar de la planificación del viaje al Polo Sur en su rol de ministra de Ciencias. Pero que minutos después se sorprendió con la propuesta del Mandatario: si ella, una abogada de 45 años, con poco más de un año de militancia en el Frente Amplio y la secretaria de Estado con menor conocimiento de todo el gabinete, con apenas un 15% (según la encuesta de noviembre de Plaza Pública, de Cadem), estaba dispuesta a subrogar a la vocera Camila Vallejo. Etcheverry dijo que sí.

“El mayor cuestionamiento que me hice cuando partí es cómo voy a llenar esos zapatos“, dice Aisén Etcheverry, sentada en su oficina en La Moneda, que tiene adornada con una figura de la arqueóloga Grete Mostny, exdirectora del Museo de Historia Natural. El desafío no era menor: venía la negociación de la reforma de pensiones y un clima político cada vez más tenso por las elecciones presidenciales.

Hoy, a casi seis meses de asumir el desafío de ser vocera de Gobierno, y a poco más de un mes para dejar su rol de biministra y concentrarse únicamente en Ciencias, Aisén Etcheverry hace un balance de un periodo que ha estado marcado por una buena evaluación del Ejecutivo, pero también que ha tenido diversas críticas desde el mundo político al ser un personaje de bajo perfil y sin tanta espalda política como quienes han ostentado el cargo.

De hecho, en la encuesta Plaza Pública de la última semana de mayo, Aisén tcheverry solo aumentó su conocimiento a un 21%, siendo la segunda ministra —pese a toda la exposición— con menor porcentaje y apenas superando a Aurora Williams, de Minería, quien tuvo un 19%.

Y es que, pese a todo, Etcheverry se había mantenido lejana a las controversias hasta el lunes de esta semana, tras la Cuenta Pública.

Ese día, en una reunión en La Moneda, la biministra recibió un video por WhatsApp en que la candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, la mandaba a callar en un punto de prensa en medio de la discusión del anuncio presidencial sobre el recinto penitenciario de Punta Peuco. Aisén Etcheverry había dicho que la postura de la candidata ponía en duda su compromiso con los derechos humanos. Entonces llegó la respuesta.

“Yo le pediría a la vocera que se quede callada alguna vez”, dijo Matthei, ante la mirada atónita de sus asesores. Y agregó: “Ojalá se dedique a la ciencia, porque como vocera, pucha que lo ha hecho mal“.

Desde ahí, para Etcheverry, su exposición cambió. Ministros, parlamentarios y candidatos hablaron de la ministra, lo que, según ella, trajo un impacto inmediato en la calle.

“La Segegob no tiene bots”

Para Aisén Etcheverry, al menos hasta finales del año pasado, había algo bueno en el 15% de conocimiento. Podía caminar tranquila por la calle, pasar tiempo con su familia (es madre de mellizos de 16 años), usar el transporte público, y si alguien la llegaba a reconocer -cosa que ocurría poco, dice- era para entregar comentarios positivos. Es más, incluso con la oposición tenía buena relación: trabajó en los dos gobiernos de Sebastián Piñera, siendo asesora de gabinete en el Ministerio de Economía en el segundo período.

Con la vocería, y tras el episodio con Matthei, eso cambió. “Fue una reacción y una aproximación al diálogo político que al menos yo no comparto, que es desde la descalificación o un poco desde la agresividad, que no tiene que ver con las ideas políticas, tiene que ver con la forma en cómo uno trata a otros. Eso no tiene que ver ni con transversalidad, ni con acuerdos, ni con nada, tiene que ver con formas de ser. Formas que, en mi caso en particular, son superimportantes. Hay pocas cosas que me importen más que el trato y particularmente el trato en política, porque creo que deslegitima y hace que perdamos la confianza en los políticos cuando nos ven tratándonos mal sin tener debate e ideas”, asegura Etcheverry.

—¿Intentó hablar con ella o alguien de su equipo se contactó con usted después de…?

—No. Y de hecho tampoco nos hemos referido más al punto. Creo que fue un momento, un episodio y no hay ninguna intención de generar polémica, pero sí creo que es importante reflexionar respecto del impacto o el efecto que genera. Y por eso vuelvo a la importancia de las formas y del trato en política también. En general, cuando me comentan respecto de la vocería, una de las cosas que me dicen es que hablo calmada, es como algo que me dicen recurrentemente. Pero tiene que ver con algo más profundo, que es que la política consiste en construir acuerdos, en tener debate de ideas, y por lo tanto si la comunicación de la política no se hace de manera respetuosa, la posibilidad de construir esos acuerdos se va minando, se va destruyendo de a poquitito.

—Y tener una presidenta que habla en ese lenguaje de mandar a callar, ¿cree que sería productivo para Chile?

—Creo firmemente que el respeto en política es importante, porque permite generar acuerdos y por una segunda razón, que se ha hecho más evidente en los últimos días para mí, que yo no lo tenía como en mi radar tan presente, que es que también si queremos que haya más personas en política, porque queremos que haya más personas interesadas en la política, tenemos que cuidar el espacio. 

En general ando en la calle, me subo al metro, hago vida ciudadana bien normal, como hasta antes de la vocería no era una figura política de alto conocimiento y ahora tengo más exposición, puedo hacer eso sin ningún problema. Y nunca había recibido mala onda o agresividad en la calle y después de lo que pasó con la candidata Matthei, empezó a pasar. No digo que sea causa y consecuencia, pero es cierto que cuando elevamos el nivel de agresividad en el diálogo, también habilitamos a que otros ocupen esos espacios.

—¿Qué le pasó en la calle?

—Puras tonteras, no quiero entrar en el detalle, creo que no vale la pena, solo creo que es importante y, se me hizo muy real a propósito de lo que ha ocurrido esta semana, que quienes quienes aparecemos en la tele hablando o en las radios y que somos escuchados por otros, para bien o para mal, tenemos también una responsabilidad en la forma en cómo nos tratamos. Y tiene impacto en muchos ámbitos, tiene impacto en la política, tiene impacto en lo que ven los niños en la tele, en la aproximación a la resolución de los conflictos.

—¿Qué tan agresivo es mandar a callar a alguien?

—Cada uno tendrá su evaluación. La verdad, para ser superfranca, vi el video y me pareció que era quizá un poco un poco mucho, un poco exagerado respecto de algo que era una conversación en torno a un tema de fondo que es Derechos Humanos, pero no le presté mucha más atención. Son cosas que pasan, digamos. 

Sí tuvo repercusiones y fue leído por muchos otros como un acto con bastantes características. Se habló de agresividad y otros. Y creo que ahí está lo relevante, cómo tomamos conciencia y discutimos respecto a esa materia. Yo, insisto, no es contra la candidata Matthei y a propósito de esto, sino que en términos generales, la forma en cómo nos relacionamos unos con otros tiene que ser desde el respeto, tiene que ser desde el cuidado de la forma, porque también muchos son referentes para otros y esos otros también ven y repiten comportamientos.

—¿A qué cree que se debe este tipo de emplazamiento? 

—Difícil saber. Esa es una calificación que tiene que hacer su equipo o ella en el análisis de las estrategias. Me imagino que hay estrategias comunicacionales también y eso, a propósito de la reflexión, también es cierto que hoy día los contenidos que son más polémicos o que están más cargados de agresividad, por ejemplo en redes sociales, tienen mayor circulación y eso no ocurre porque sí, ocurre porque hay algoritmos detrás que promueven cierto tipo de contenido y, por lo tanto, puede ser parte también de una estrategia y yo no tengo idea, eso es algo que tendrán que responder los otros.

—A propósito de eso, ¿cómo responde a quienes dicen que la Segegob tiene bots que difunden informaciones sobre candidatos, sobre la oposición?

No, la Segegob no tiene bots. La Segegob se comunica por canales oficiales, con cuentas oficiales, a través de la vocería, pero eso no es cierto, lo desmentimos tajantemente. No hay bots desde la Segegob, menos bots pagados.

—Y sobre esta acusación que hizo el jefe de campaña de Matthei, Diego Paulsen, de que un funcionario de gobierno habría dicho que su candidata padecía Alzheimer, ¿hay antecedentes de eso?

—Hemos intentado dar con el caso y hasta ahora no lo hemos hecho, no encontramos cuál es el caso. Ahora, si eso ocurriera, hay normativas superclaras. Aquí hay un instructivo de prescindencia de la Contraloría, una circular de prescindencia que es del propio Gobierno, donde los funcionarios públicos no pueden participar en campañas políticas durante el horario laboral y eso incluye la utilización de redes sociales. Por lo tanto, está normado y en caso de que esas cosas ocurran existen los mecanismos para corregirlo y para aplicar sanciones si es que fuera necesario, pero hasta ahora nosotros no tenemos algún antecedente concreto que vaya en esa dirección.

Aisén Etcheverry y el balance de su gestión: “No reviso críticas, no leo comentarios y en general no vuelvo a ver mis vocerías”

En lo personal, reconoce Aisén Etcheverry, el rol de biministra ha sido “cansador”. Dice que casi no tiene tiempo libre, y que gracias a la generosidad de su marido, y a que sus hijos ya están grandes, puede tener la carga laboral de administrar dos ministerios.

“Estoy un poco cansada, hay que decirlo, es harto trabajo, porque además hemos hecho un esfuerzo superimportante por mantener la agenda de los dos ministerios activos”, dice Aisén Etcheverry.

Para organizarse, y no abandonar el Ministerio de Ciencias, Aisén Etcheverry adoptó medidas. Una de ellas es que en la vocería de cada lunes habla de un tema vinculado a ciencias en su discurso de introducción, lo otro que tiene horas sagradas con los equipos para concentrarse exclusivamente en ciertos temas.

—¿Qué balance hace de estos seis meses como vocera? 

—He tenido poco tiempo para hacer balance y todavía me queda un mes, un mes y medio más antes de sqlir. Pero sí creo que hoy dos elementos. Uno, y lo dije el primer día, es que me siento muy orgullosa de poder contribuir en el Gobierno y en este espacio. Estoy muy agradecida del Presidente por haber confiado y del equipo por haber ayudado y de que esto haya funcionado y que la ministra Vallejo haya podido tener su posnatal, es pura buena cosa. 

Y Ciencias, a su vez, ha tenido una agenda con muchos resultados en el último tiempo, en inteligencia artificial, en proyectos de ley, en trabajo con la sociedad científica, que también ocupan tiempo. Entonces, han sido muchas, muchas horas de trabajo de lunes a domingo. Pero hasta ahora, y con el balance pendiente para cuando se acabe, el saldo es positivo.

—¿Hasta ahora cuál cree que ha sido el caso más complejo que le ha tocado en la vocería? Le ha tocado, por ejemplo, ProCultura…

—Es buena la pregunta porque uno podría pensar que los casos complejos de la vocería son como los asociados a mucha polémica, o los casos judiciales que han tenido como harto ruido y harta cobertura. Pero esos no son los más difíciles de vocerear, porque en eso la postura del Gobierno está muy clara. No hay ninguna duda respecto de cuál es la postura del Gobierno.

Diría que lo que fue más desafiante fue la época de la reforma de pensiones, donde estaba partiendo con la vocería, pero además se estaba construyendo un equilibrio que era muy delicado y por lo tanto la posibilidad de equivocarse y de que esa equivocación tuviera un impacto en la negociación de la reforma, eso fue lo más difícil. Tuvimos que prepararlo mucho, tener una coordinación así de segundos con la exministra Jara y el ministro Marcel, de que entrando a la entrevista era como ‘ya, entonces, ¿cuál es el énfasis?’. Eso fue más difícil.

—¿Es muy insegura? 

—¿Yo? No, para nada. Soy matea, eso sí. Me resulta muy estresante hablar de un tema respecto al cual no tengo antecedentes. De hecho, prefiero decir: “de esto no sé, les comentamos después”. Pero si logré estudiar y conversar con las personas y hacerme una idea de qué se tratan los temas, no me pongo insegura. 

—¿No revisa las críticas?

—No reviso críticas, no leo comentarios y en general no vuelvo a ver mis vocerías, sino que más bien le pido al equipo que me den feedback de qué salió, qué no, y voy ajustando.

—¿Y cómo ha sido el feedback, en general, que le han dado desde el comité político?

—En general ha sido positivo. Como decía, me llega mucho el comentario de que transmito calma, lo que al parecer es bueno en la vocería, o es un estilo de vocería. Porque también hay voceros anteriores que eran quizás más estridentes en su forma o más expresivos y lo hacían súper bien también. Mi estilo es más calmado. Lo otro en el ámbito de lo positivo es que explico cosas, pero creo que tiene que ver con la preparación que hago previo a la vocería, como trato de entender los temas, me gusta explicarlos. Los comentarios negativos yo creo que hasta ahora se los guardan, probablemente me van a llegar después de que salga de la vocería (se ríe). 

—Ya que mencionó el estilo, ¿cómo definiría el estilo de la ministra Vallejo?

—Creo que la ministra Vallejo lo hacía superbien de vocera. O sea, la ministra Vallejo lo hacía muy bien y por lo tanto la vara estaba muy alta. Y tuvimos una conversación con el equipo a propósito de eso y llegamos a una conclusión que, mirándola en retrospectiva era bastante obvia, que es que la ministra Vallejo y yo somos personas superdistintas. Tenemos distinta formación, distinta historia política y, por lo tanto, había que hacer el corte y buscar una vocería sin tratar de imitar o de diferenciarse o de nada, sino que más bien que fuera consistente con mi propia personalidad. Pero creo que la ministra Vallejo es una excelente vocera. 

—¿Se puede ser vocera y ministra de Ciencias al mismo tiempo?

—Se puede, de todas maneras se puede, se necesita estar disponible para sacrificar horas de tiempo libre, fines de semana hay que olvidarse de que existen y se necesitan muy buenos equipos en los dos lados que es algo que yo sí he logrado. Fue una preocupación al comienzo. Tengo un cariño gigantesco por ciencia y tecnología, el sector donde he trabajado toda mi vida, entonces tuve el temor de que la vocería absorbiera todo el tiempo y la atención y que no pudiera dedicarle tiempo a Ciencia y creo que se ha logrado. Con mucho trabajo y mucha presión para mí y para los equipos, que es la forma en cómo lo hemos llevado adelante.

—En gran parte de los casos la figura del vocero era una persona con trayectoria política muy reconocible, figuras con mucho reconocimiento en las encuestas. ¿No cree que el Gobierno quedó en una posición de fragilidad al pasar de Camila Vallejo a una ministra que muy poca gente conocía? 

—Me cuesta hacer esa evaluación. A ver, una de las cosas que ha sido para mí muy clara en este periodo es el trabajo coordinado y el apoyo con el comité político entero. Este proceso de subrogancia no es que llegué yo y reemplacé a la ministra Vallejo, sino que el equipo entero de Ciencias y de Segegob, pero también el comité político, ha estado apoyando en este proceso.

Diría que cualquier vacío o brecha en conocimiento y trayectoria política que yo podría haber tenido, se suplió en su minuto con el apoyo de la ministra Tohá, hoy día con el apoyo del ministro Elizalde y con los otros ministros del comité político que también son activos en la vocería. Es distinto que en otras ocasiones. Hablando como en el mundo de la ciencia, es como un experimento que vamos a tener que evaluar cuando se termine respecto a si fue exitoso o no fue exitoso. Hasta ahora el balance que yo tengo es positivo. De cerca la recomendación, pero creo que hemos hecho un buen trabajo (ríe). 

“No hay ningún gobierno que pueda resolver todos los problemas, pero sí se va instalando un camino y una ruta”

Fue en el despliegue de la última cuenta pública de Boric que la ministra Aisén Etcheverry enfrentó su primera gran controversia con la oposición. De todas formas, la vocera asegura que el despliegue del Gobierno fue efectivo y que se lograron transmitir los objetivos para el último tramo.

—Quedan nueve meses para que termine el Gobierno. ¿Cuáles vendrían a ser los proyectos prioritarios que les pretenden impulsar durante este periodo y cuál es su agenda particular prioritaria?

—El Gobierno tiene una hoja de ruta muy clara que marcó el Presidente en la Cuenta pública donde hay prioridades que tienen que ver con la gestión y con el terminar de implementar reformas importantes como la reforma a pensiones, pero además con una agenda en el Congreso donde el foco está puesto en el fin al Cae, el proyecto del FES, el de Sala Cuna, en continuar con la agenda de seguridad y en terminar la reforma de permisos que es fundamental. Con otros dos proyectos que han dado mucho de qué hablar, que es el proyecto de aborto y el de eutanasia, que esperamos que pueda avanzar ahora que ya está en el Senado.

 —¿Y con respecto al Ministerio de Ciencias?

—Respecto de la agenda mía, que es la agenda de Ciencias, en este caso, porque este ministerio voy a devolverlo a la ministra Vallejo prontamente, tenemos algunos desafíos todavía en curso, como es el fondo de investigación en universidades, que es un fondo basal para que las universidades hagan investigación, y dos proyectos de ley que son importantes, el de inteligencia artificial. Chile va a ser el primer país en Latinoamérica a contar con una ley marco de inteligencia artificial que es esencial porque la IA puede ser muy buena y muy positiva, como vemos con los municipios, pero puede ser nefasta en otros ámbitos y, por lo tanto, ponerle un contorno y un borde es importante.

El segundo es el proyecto de transferencia de tecnología. Algunos años atrás se nos ocurrió que era necesario poner una muralla china entre la academia y el sector privado, lo que hoy día es una idea absolutamente superada y equivocada, porque necesitamos que conversen unos con otros. Y estamos trabajando en un proyecto de ley que saca esta muralla china. 

—Tras la Cuenta Pública, el Gobierno ha tratado de instalar la idea de que se ha logrado avanzar con hechos concretos. ¿No cree que se ha dificultado instalar ese mensaje a propósito de las polémicas por el Caso Monsalve o el Caso ProCultura? 

—Respecto de los procesos judiciales que han existido generan muchas discusiones en los medios, mucha discusión política, de horas personas y de trabajo ocupan mucho tiempo mío, que tengo que salir a explicar y a coordinar unas cosas, pero no así del resto del Gobierno. El resto está enfocado en sus propias tareas, sobre todo porque en estos casos la verdad es que nosotros tenemos poco que hacer sobre lo ya hecho, que es contribuir, entregar información y otros. 

Ahora, sobre lo logrado por este Gobierno, yo he estado en varios gobiernos antes y me han tocado varios cambios de gobiernos también. Y cuesta mucho ver cuáles son los logros de ese gobierno mientras el gobierno está ocurriendo. En general es una evaluación que se hace después. Pero sí, y más allá de lo que uno pueda o no pueda instalar, lo concreto y lo que nos importa es si esos logros han ocurrido o no. Cuando uno mira las cifras, las cifras no mienten. La inflación está mejor que en el 2022. El número de homicidios que venía al alza rompió esa tendencia respecto del 2022. El crecimiento de la economía ha sido por sobre las espectativas año tras año, semestre tras semestre. En materia de migración irregular, hemos tenido una baja en los ingresos irregulares. En violencia en la Araucanía ha existido una disminución de violencia. 

—Pero todas esas cosas que dice fue porque tuvieron que contradecir lo que proponían.

Que es otro tema que también plantean y que creo es una falsa crítica. Los gobiernos tienen una visión política y un horizonte. Los gobiernos progresistas quieren fortalecer la democracia, quieren generar mayor justicia social, quieren crear mayor igualdad, mejores condiciones de vida para las personas, por simplificarlo. Para eso se presentan programas de gobierno, planes que permiten a la ciudadanía entender, bueno, qué es lo que propone esta gente que quiere gobernar. Pero el ejercicio de gobernar supone, sin perder el horizonte, estar permanentemente leyendo el contexto y entendiendo dónde están los desafíos, cuáles son las prioridades de las personas y tomando decisiones que, sin perder de vista el objetivo y el horizonte, permiten avanzar en resolver esos problemas. 

Entonces, esa falsa crítica de que este Gobierno tuvo que cambiar prioridades o de que tuvimos que dejar cosas de lado, yo más bien lo que veo en eso es una capacidad concreta y demostrada en la forma en cómo se ejecuta en la dirección del horizonte que se quiere lograr.

—¿Pero no se abandonó la idea de ser un gobierno transformador?

—Es que transformaciones han habido. La reforma de pensiones es una transformación. A partir de septiembre, las personas van a empezar a recibir más plata en su proceso de jubilación y eso es una transformación en la vida de 2,8 millones de personas. El Sistema Nacional de Cuidados, es otra. El darle gobernabilidad al país es poder resolver la crisis sin perder el horizonte y seguir avanzando con ladrillos. Por supuesto que quedan muchas cosas por hacer. No hay ningún gobierno que pueda resolver todos los problemas, pero sí se va instalando un camino y una ruta para el gobierno que siga para seguir avanzando en una dirección.

—¿Se proyecta en política o le gustaría más lo técnico?

—Esa es la pregunta más difícil. No he tenido un segundo para pensarlo, para ser superfranca. Estoy con mucho trabajo en enfocar la tarea y en general me cuesta pensar en el futuro cuando estoy tan atareada, pero es algo que voy a pensar de todas maneras una vez que baje un poco la carga. 

—¿Pero qué le dice la intuición? 

—De verdad, si soy superfranca, no lo sé, creo que es una evaluación que tengo que hacer, porque esto tiene cosas maravillosas, tiene costos también.

¿Se imaginó alguna vez en ese dilema?

—No me lo imaginé, porque tampoco me imaginé que iba a ser vocera, sin embargo, creo que he hecho un buen desempeño en la vocería, y, por lo tanto, tengo que ser honesta con eso y hacer la reflexión de si quiero seguir en política o no. Y darle tiempo a esa reflexión, por supuesto.

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