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Opinión

30 de Junio de 2025
Evelyn Matthei y José Antonio Kast
Evelyn Matthei y José Antonio Kast
Evelyn Matthei y José Antonio Kast. Foto: The Clinic

El día después: Kast y Matthei frente al reordenamiento de la izquierda

Foto autor Marco Moreno Por Marco Moreno

"Para ambos liderazgos opositores, el “día después” del triunfo de Jara plantea una urgencia: cómo articular una estrategia capaz de representar al votante moderado que no fue a la primaria, pero que será clave en noviembre. Ese votante quiere certezas, orden, gobernabilidad y propuestas realistas. No le basta con el anticomunismo ni con el relato de la épica de la izquierda", esa es la tesis que expone Marco Moreno su columna semanal con The Clinic, en la que proyecta los desafíos de la oposición tras el triunfo de Jeannette Jara en las primarias.

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El triunfo de Jeannette Jara en las primarias del oficialismo despejó el panorama al interior del bloque oficialista, pero abrió un nuevo frente de desafíos para la oposición. La candidatura de la exministra comunista no solo ordena a las fuerzas progresistas en torno a una propuesta de izquierda nítida, sino que obliga a José Antonio Kast y Evelyn Matthei a reformular sus estrategias si quieren disputar con posibilidades reales el centro político y acceder al balotaje.

La participación fue baja, lo que confirma que la primaria oficialista fue capturada por los militantes y sectores más ideologizados. Esa es, al mismo tiempo, una fortaleza y una debilidad para Jara: parte con el respaldo de las bases, pero aún debe construir mayoría social. Y en esa franja —la del votante moderado, independiente y pragmático que no se sintió interpelado por el proceso— es donde se abre una oportunidad para la oposición. La pregunta es si Kast o Matthei podrán capitalizarla.

El triunfo de Jara instala una polarización evidente en la competencia presidencial. José Antonio Kast ya ha comenzado a perfilar su narrativa contra Jara. Su discurso tradicional contra el comunismo, el intervencionismo estatal y la inseguridad encuentra una adversaria perfecta para reforzar el eje de la polarización. Pero lo que puede parecer una ventaja estratégica encierra un peligro: el riesgo de sobreactuar.

Si Kast convierte la campaña en una cruzada ideológica sin matices, refuerza su base, pero bloquea su capacidad de crecimiento. El votante de centro no quiere trincheras, quiere certezas. Y si percibe a Kast como un candidato radicalizado o monotemático, puede migrar hacia otras opciones.

El gran desafío para el líder del Partido Republicano es añadir una segunda capa a su estrategia. Mantener su identidad, sí, pero complejizar su relato. Presentarse como un candidato que no solo se opone a la izquierda, sino que puede gobernar el país: con equipos técnicos sólidos, propuestas viables y capacidad de gestión. La profesionalización de su campaña y el tono con el que enfrente a Jara serán determinantes para saber si puede disputar la presidencia o quedar atrapado en su techo.

Evelyn Matthei, se enfrenta a una disyuntiva: qué tipo de candidatura quiere (re)construir. Con Jara posicionada como opción de izquierda y Kast como referente de la derecha dura, Matthei debe decidir si intentará competir con Kast en su mismo terreno —el de la seguridad, el orden y la desconfianza en el Estado— o si apostará por rearmar un centro liberal, institucionalista, capaz de ofrecer gobernabilidad sin estridencias.

La presión por el “atajo trumpista” existe. Algunos sectores de la derecha tradicional observan con simpatía los resultados de Milei o Bukele, y ven en Kast una figura con arrastre emocional. Matthei podría, en ese marco, endurecer su discurso para no perder terreno entre los votantes más conservadores. Pero esa estrategia podría desdibujar su perfil y alejarla del elector moderado, especialmente de mujeres, clase media urbana y adultos mayores, donde tiene mejor evaluación que Kast.

La otra opción es más difícil, pero también más estratégica: construir un relato de centro-derecha moderno, democrático, reformista y con foco en las capacidades de gestión, no en las promesas incendiarias. Si Matthei logra representar esa alternativa con convicción, puede convertirse en la única candidata capaz de interpelar a los chilenos que quieren cambios moderados pero también al electorado obligado, despolitizado, volátil que constituye hoy en práctica la mitad del actual padrón electoral.

Matthei necesita tomar posición: o compite con Kast en el campo de la derecha dura, o busca diferenciarse como la única opción de centro capaz de enfrentar a Jara sin alimentar la polarización. Porque si la derecha no ordena su oferta, la fragmentación del voto opositor podría dejar fuera del balotaje a cualquiera de los dos.

Para ambos liderazgos opositores, el “día después” del triunfo de Jara plantea una urgencia: cómo articular una estrategia capaz de representar al votante moderado que no fue a la primaria, pero que será clave en noviembre. Ese votante quiere certezas, orden, gobernabilidad y propuestas realistas. No le basta con el anticomunismo ni con el relato de la épica de la izquierda. Quiere saber quién será capaz de liderar sin arrastrar al país a un nuevo ciclo de inestabilidad.

El triunfo de Jeanette Jara obliga a reconfigurar el mapa. La izquierda se alineó —al menos por ahora— detrás de una figura que sintetiza identidad, relato y coalición. Kast y Matthei, en cambio, enfrentan el “día después” con una pregunta urgente: ¿cómo disputarán el voto moderado? La respuesta definirá no solo quién compite, sino quién tiene chances reales de gobernar.

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