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Opinión

4 de Septiembre de 2010

Una advertencia

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POR FELIPE GONZÁLEZ*
Estamos viviendo un momento interesante en que la desigualdad, la injusticia en las relaciones de intercambio ha pasado a un estadio completamente distinto. Ya no hay grandes mercados centrales que fijen el precio de las materias primas y de las manufacturas a su antojo. Eso es algo que pertenece a la antigua sociedad industrial. Por tanto, hay una ventaja en los productores de materias primas, porque éstas van a seguir valiendo dinero, con un crecimiento de la demanda con dientes de cierre, inevitable, sea cobre, petróleo o cualquier otro acomóditi.

Entonces, esas relaciones de intercambio han dejado de ser injustas para los productores de materias primas, para los países en desarrollo o emergentes. Y, en el caso de las manufacturas, hay procesos de desindustralización de los países centrales y de industrialización de manufacturas en países emergentes, hacia donde son trasladadas buscando, principalmente, mano de obra más barata. El mundo en ese sentido ha cambiado. Las reglas son otras. Eso no quiere decir que no haya que anticipar un nuevo tipo de relación de dependencia, que siempre vamos a intentar, porque son ambiciones que están en la esencia de los seres humanos. El que tiene gas o petróleo trata de tener una relación de dependencia para sacar alguna ventaja: “Para allá no pasa el petróleo, para allá no pasa el gas, ¿por qué?, porque subyace en mí una reivindicación política que no está satisfecha…”.

¿Por dónde creo yo que puede venir una nueva relación de dependencia? No está presente todavía, por eso no estoy haciendo más que una apuesta de riesgo, de la que estoy absolutamente convencido. En la administración de Obama hay una preocupación seria -que veo también en la administración de Sarkozy en Francia, y en Alemania-, por recuperar la base industrial de EEUU, la reindustrialización de EEUU, cuya sociedad se ha deslizado al puro servicio, con una balanza comercial muy desequilibrada, pues tienen que comprar todo afuera.

Creo que es un esfuerzo comprensible, pero también creo que no va a tener éxito. Entonces, ¿qué nuevas formas de ventaja competitiva o comparativa hay que tener? La disponibilidad de los núcleos tecnológicos necesarios para el desarrollo del siglo XXI. Y aún sobre esto no se ha reflexionado mucho. Nosotros accedemos a las nuevas tecnologías porque están en el mercado. Y, por cierto, a no mucho coste. Compramos tecnología disponible y no nos preocupamos de que nuestro capital humano, con inversión de riesgo, genere innovación tecnológica en serio. Por tanto, todos los grandes monstruos tecnológicos actuales en el mundo, o casi todos, están radicados en EEUU, donde hay mucha más investigación, desarrollo e innovación que en el resto del mundo. Nosotros, en Europa, no tenemos un Microsoft, un Google, etc., y si estos existen en Norteamérica es únicamente debido al ambiente cultural que allá fomenta su desarrollo.

Comprendiendo lo anterior -que las relaciones de intercambio dan ventajas que no habían en la sociedad industrial para los países emergentes o en desarrollo-, no hay que dormirse. Y hay que luchar en el nicho que le corresponda a cada uno por núcleos tecnológicos propios que limiten la dependencia que se viene.
De México a la Patagonia no tenemos cultura, como tampoco en Europa, para fomentar la innovación y la creatividad de las nuevas oleadas de jóvenes, dándole realmente oportunidades de que sus innovaciones sean relevantes, no sólo para su país, sino globalmente. La próxima batalla va por ahí. Ya nos estamos retrasando demasiado. Hay que cambiar las pautas culturales. Estoy cansado de decirlo en mi propio país, donde el discurso del gobierno es que hay que ir a la nueva economía -porque la economía del ladrillo y del cemento es la vieja economía-, pero donde a la vez no hay una estantería de nueva economía, en un gran almacén frente al que pueda decirse “esto ya no me sirve, esto es lo que yo compraba, pero ahora quiero esto”. No la hay. Hay que crearla. Hay que desarrollarla. Si tenemos una ventaja en energías alternativas, profundicemos y hagamos un núcleo tecnológico respecto a eso. Si tenemos alguna ventaja en tecnologías de la información, profundicemos. Démosle oportunidad a los jóvenes con apoyo de capital de riesgo público-privado, porque el talento no está en un lugar de la tierra, está en todo el mundo. Pero las condiciones para desarrollar el talento en términos de creatividad, sí están concentradas en un lugar de la tierra, y no nos estamos enterando de eso. La variable estratégica para el futuro no es la cantidad de materias primas que se tenga, sino la cantidad de inteligencia que haya para innovar y desarrollar.

Esa es la batalla del futuro, en la que hoy no están ni la izquierda ni la derecha. Es una advertencia. Si se mete la izquierda o la derecha, se lo agradeceré. No soy sectario.
____
*Este texto del ex presidente español corresponde a un extracto no publicado de la entrevista que en nuestro pasquín llevamos la semana pasada.

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