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Nacional

10 de Agosto de 2011

Carabineros entrega erróneo informe sobre uso de lacrimógenas

Cuatro días después del 21 de mayo, cuando volvieron en gloria y majestad tras pasar tres días prohibidas por el gobierno , el senador PPD solicitó la información sobre su composición, compra y plata invertida. Llegó dos meses con números que no calzan, un aumento considerable en el precio y con las mismas explicaciones dadas entonces por el ministro del Interior.

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Después del show de prohibir y volver a autorizar -luego de un estudio- en mayo pasado el uso de bombas lacrimógenas por parte del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, el presidente del Senado, Guido Girardi pidió un informe al ministerio de Defensa cuatro días después que volvieron a disolver las marchas el día de las glorias navales.

El oficio solicitó la información sobre la composición de las bombas utilizadas anualmente por la policía uniformada -no mimetizada-, la forma de adquisición de ellas y el costo anual para conseguirlas, información que llegó a la oficina del parlamentario PPD hace un par de semanas después de dos meses de espera, poco antes que los protestantes por la educación pública reclamaran un uso indiscriminado y se sintieran sus efectos en las calles hasta 24 o 36 horas después de haberlas lanzado.

El informe, que lleva la firma del propio titular de Defensa, Andrés Allamand, y del Secretario General (s) de Carabineros, coronel Rodney Weber Orellana, fue despachado con una explicación punto por punto, pero errónea.

El retrasado informe Tchernitchin

Según el oficio, Carabineros ocupa dos tipos de bombas: la CS en cartucho 31 milímetros y la CS en granada de mano triple acción. Ambas, dice el documento, tienen el mismo componente lacrimógeno pero corresponden sólo a su uso ideal.

“Eso es lo que debería ocurrir cuando explotan en un área determinada, pero por ejemplo, si lanzan varias o empieza a echar humo en un ambiente más cerrado la concentración de 0,4 milígramos por metro cúbico aumenta y todos sabemos que tiran varias. Obviamente eso es dañino para la salud”, explica el doctor Andrei Tchernitchin, profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Chile.

El elemento usado es el CS (ortoclorobencilidenmalononitrilo), el mismo que mencionó Hinzpeter -en la misma cantidad declarada en este oficio- para volver a autorizarlas el 20 de mayo pasado, un día antes que se ocuparán a diestra y siniestra en Valparaíso durante el discurso presidencial.

“El Gobierno ha llegado a la convicción de que los gases lacrimógenos que usa Carabineros, en la concentración empleada de 0,4 milígramos por metro cúbico, no tiene efecto abortivo, ni causa daños a la salud”, dijo entonces el jefe de gabinete, basándose en un informe flash entregado por el ministerio de Salud, basado en un estudio antiguo del doctor Tchernitchin.

Sin embargo, el facultativo dice que su estudio no buscaba saber esos resultados y peor aún, que él no envió su informe al gobierno sino hasta tres horas después que el titular de Interior hizo el anuncio. “Yo no sé si se lo mandó alguien más, pero alguien mintió sobre este tema antes que yo enviara el correo”, dice el científico del documento en el cual menciona la metodología desarrollada para estudiar la degranulación de los leucocitos eosinófilos en la sangre (referencias citadas en el informe del Ministerio del Interior en su página web) que sólo se refieren a las técnicas desarrolladas en el Laboratorio del Dr. Tchernitchin y no al problema de si las lacrimógenas son o no abortivas.

Dichas técnicas fueron posteriormente utilizadas en estudios de los efectos del CS en la degranulación de los eosinófilos en la sangre, la que si ocurre puede impedir teóricamente la implantación de un óvulo fecundado en el útero, o sea, un microaborto. Posteriormente científicos israelitas demostraron que el CS realmente es abortivo.

Cifras no calzan

En un cuadro comparativo que se refiere a las unidades de bombas utilizadas, en stock, adquiridas y el dinero que costaron cada año desde 2008 en adelante, las cifras entregadas por la autoridad no calzan. Eso sin contar que a pesar de estar recién a mitad de año, el costo subió exponencialmente superando este año a cualquier de los anteriores y dejando un manto de dudas en el ambiente.

Por ejemplo, en el tipo de cartuchos -usados también en el agua de los guanacos-, la cantidad en stock para el 2011 no cuadra: Así, este año aparecieron 56.670 cartuchos CS aunque el año pasado sólo se compraron 18.122 y el stock superaba apenas las 4 mil.

Y en el ámbito de las granadas, el año 2009 aparecen 25.917 unidades en stock aún cuando el año anterior se ocuparon 9.880 con un stock de 9.775 y comprando 3.489 más. Todo esto, sin mencionar que desde 2010 en adelante la cifra de pago por las lacrimógenas subió más del triple en la compra de cartuchos y casi el doble en las granadas. Así, por ejemplo, este año se pagaron 168 millones de pesos en cartuchos y 89 millones en granadas. Más de 250 millones de pesos.

Sobre este punto, el informe explica que debido a las “graves alteraciones del orden público ocurridas durante el año 2009, en que notoriamente se destaca el severo recrudecimiento del conflicto étnico, hechos todos de conocimiento público, implicaron que la institución hubo de considerar mayores cantidades de disuasivos químicos, tanto para su utilización como para su mantención en stock a fin de hacer frente, de forma conveniente, a los múltiples y complejos escenarios operativos que se han venido presentando hasta ahora”.

 

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