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LA CALLE

31 de Julio de 2012

Un barman no es tu amigo

Fuente: Vice Hay muchos cabrones afortunados allá afuera que tienen amigos que se ganan la vida en la barra. Cuando mis amigos cercanos me visitan en el bar en el que trabajo, su presencia es básicamente un pase para poder ignorar a todos esos bastardos inconscientes. Me ayuda a concentrarme, el hecho de saber que […]

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Fuente: Vice

Hay muchos cabrones afortunados allá afuera que tienen amigos que se ganan la vida en la barra. Cuando mis amigos cercanos me visitan en el bar en el que trabajo, su presencia es básicamente un pase para poder ignorar a todos esos bastardos inconscientes. Me ayuda a concentrarme, el hecho de saber que si necesito su apoyo para mantener esa barrera que existe entre mi persona y esos pendejos necesitados que me están jodiendo la noche, ahí está él o ella para ayudarme. Y por ello, yo les hago “descuentos”; ese es nuestro acuerdo implícito.

Si tú no tienes la fortuna de contar con un generoso amigo en la barra que alimente tus tendencias alcohólicas, aquí estoy yo para ayudarte. Con el sudor de mi frente he experimentado buenos y malos tiempos, y ahora estoy dispuesto a compartir lo que he aprendido para hacer que el bartender te trate con cariño en lugar de desprecio.

La lista de formas que hay para hacer que un bartender te quiera es corta y simple: ¡Deja propinas, IMBÉCIL! No estamos ahí para hacer amigos. Trabajamos porque queremos tu dinero. Entre más nos des, mejor nos caes. Si tienes dinero para emborracharte, entonces tienes dinero para el que te sirve. Si no tienes dinero para el bartender, entonces chupa en tu casa y ahórrate la lana. O deja de ser tan pinche güevón y encuentra otro trabajo que te pague más.

Cuando salgo a un bar, siempre me aseguro de dejar una buena propina. Me gusta pensar que tengo una reputación de dejar buenas propinas, y que por eso recibo tragos gratis y me prestan atención antes que al resto. No dejar propinas dice mucho sobre tu personalidad (i.e., eres un pinche tacaño de mierda).

Si el lugar está lleno, no salgas con tus bebidas complicadas, en especial si no sabes cómo hacerlas. Sí, sí, siempre está esa bola de pendejos que se sienten superiores siempre salen con su: “El trabajo del bartender es hacerme un dragón verde con crema batida, si eso es lo que quiero”.

¿Pues sabes qué? Sí, es mi trabajo. Pero también tengo el privilegio de decidir si quiero o no lidiar contigo. Si me pides una bebida que involucra ponerme a bailar mientras agito las manos para mezclar sabe Dios cuánta mamada, y hay diez personas esperando atrás de ti, entonces tendrás que conformarte con un agua mineral con un chorrito de Cállate cabrón, o un tarro helado de Hazte a un lado pendejo, o uno de mis famosos Olvidé tu trago especial. Me tocó trabajar un año nuevo, y justo a las 11:58, alguien me pidió cinco martinis secos. Mi respuesta natural fue reírme de él y decirle: “Claro, amigo. Tendrás que esperar hasta el próximo año”. Una simple cerveza, un vino o un whisky son suficiente para alcanzar esa peda que te quieres poner. Cuando quieras algo más y el lugar esté atiborrado, pretende que eres Ernest Hemmingway y ve a un bar de cocteles o, aún mejor, pretende que eres Jonathan Safran Foer y ve con el mixólogo.

Otra cosa que tienes que saber: siempre espera para hacer contacto visual con el bartender (ten paciencia y no hables con tus amigos ni juegues con tu celular), y prepárate para ordenar en cuanto esto suceda. Esa actitud pasiva/agresiva de “cuando tengas chance”, es bastante molesta. Tenía un segundo y lo acabas de desperdiciar. La mayoría de los bartenders están acostumbrados a que la gente intente hacerse sus amigos. Es una actitud transparente y excesivamente evidente. La impaciencia siempre es ignorada. Tronar los dedos y levantar la mano es la forma más sencilla de permanecer sobrio. Y si tienes el descaro de tratarme como a un perro y chiflarme, que no te sorprenda si cuando te des la vuelta me orino en tus jeans de diseñador.

Otra cosa: esto no es TGI Friday’s. A nadie le importa que sea tu cumpleaños. Siento mucho que no hayas planeado algo mejor para celebrar otro año de tu patética existencia. Los pendejos actúan como si su cumpleaños fuera un pase para ser cagante y recibir tragos gratis. No seas un pendejo. Además, los adultos no van por ahí diciéndole a extraños que es su cumpleaños. Si quisiera saber tu fecha de nacimiento, te habría pedido una identificación.

Ahora que quedó claro que no somos amigos, deja de contarme todas esas madres personales sobre tu vida. No me importa cómo fue que tu ex bla bla bla…. Si estás tan solo que tienes que hablar con el bartender sobre tus problemas emocionales, entonces es muy probable que no haya nadie en este mundo que pueda soportar el chillido de tu voz sin dinero de por medio. Ve a terapia y trabaja en tus problemas. O págame como si estuvieras en terapia, y quizá pueda pretender que me importa un poco.

Perdón por mi honestidad con todo esto, pero confía en mí: sigue estas simples reglas la próxima vez que vayas a un bar y todos la pasaremos mucho mejor. Gracias.

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