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Nacional

12 de Agosto de 2014

La clase de Cecilia Brito, la administradora provisional que reabrió tres escuelas en Cerro Navia

La primera administradora provisional nombrada por la Superintendencia de Educación, que reabrió tres escuelas a las tres semanas de asumir, valora el rescate comunitario que provocó el cierre de escuelas en esa comuna y proyecta el trabajo que viene para reencantar a la gente con la educación pública. Acá, las definiciones de Brito por reabrir escuelas públicas y sus aspiraciones tras un cuarto de siglo dedicado a las aulas.

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Cecilia Brito Cerro Navia

Fue la mañana del 28 de julio, en la Escuela Santo Domingo de Guzmán, cuando Cecilia Brito (47) vio el impacto que provocó su llegada a Cerro Navia. Específicamente cuando una profesora con más de 40 años ejerciendo en la comuna, Juanita, no pudo contener el llanto al comenzar a dirigir la entonación del himno nacional, en su primer día de año escolar.

Al final, Juanita no tuvo que hacerlo: entre apoderados, profesores, estudiantes, trabajadores y la propia Cecilia, el himno empezó a ser coreado por cientos de personas que asistieron a la reapertura de una de las cuatro escuelas cerradas el 30 de diciembre pasado, sin previo aviso a la comunidad.

Fue una de las escenas que confirmaron la buena decisión de reabrir en apenas tres semanas tres de los cuatro establecimientos que le encomendaron, tras convertirse en la primera administradora provisional de todo Chile. La primera profesional en reabrir escuelas cerradas entre gallos y medianoche, que permanecieron siete meses custodiadas por sus apoderados.

La educación de Cecilia

Hace casi un cuarto de siglo Cecilia Brito comenzó su vida profesional ligada a la educación. Aunque dos años antes ya alternaba en algunos colegios, fue en 1990 cuando egresó como Educadora de Párvulos de la Universidad Cardenal Raúl Silva Henríquez y comenzó a dedicarle su vida a las aulas.

Primero como profesora, más tarde como directiva, luego creando una escuela comunitaria -en la Villa O’Higgins, donde vivía junto a su familia- y ahora en una figura que nunca había sido invocada, muy parecida al proyecto de Interventor Provisional que impulsa el Gobierno para no repetir el desastre del cierre de la Universidad del Mar.

“Yo he tenido muchos primeros días, pero ver la emoción de los niños, ver la cara de ellos al reencontrarse con sus compañeras y compañeros, no… ese día fue, en verdad, muy comparable a lo que yo personalmente conocí en las escuelas y comunidades la primera vez, hace 24 años. Y se lo merecen. Eran profesores con 30 años de servicio emocionadísimos, madres que vi limpiando vidrios para reabrir rápido el colegio, niños corriendo a abrazarse en el reencuentro con sus profesores. Eso es indescriptible. Eso hace que el cansancio se me pase, me llena de energía”, cuenta Cecilia.

Sus jornadas comienzan a las 05:45 de la mañana, en su casa en Puente Alto. De ahí micro, metro y micro de nuevo para llegar a las escuelas que reabrió antes de las 8 de la mañana. “Puede haber cansancio, miles de situaciones dificultosas pero la motivación y estar en terreno me hace todos los días tener ganas y motivación”, dice.

Reapertura escuelas Cerro Navia

A punto de dar su examen de Magíster en Educación en el Pedagógico, aunque ya goza con varios postítulos en gestión educativa, Brito dice que no dudó en aceptar el cargo cuando le fue encomendado. Fueron sus credenciales y los 24 años en aulas los que la llevaron a postular, en abril pasado al llamado de la Superintendencia de Educación, para luego quedar en el primer lugar del registro.

Por eso, cuando la Superintendencia la notificó en su casa del cargo que pretendían para ella, lo aceptó sin titubeos. Había visto por las noticias lo que ocurría en las cuatro escuelas de Cerro Navia (Sargento Candelaria, Trevisio Girardi, Santo Domingo de Guzmán y la Santander de España, que aún permanece cerrada); sobretodo la dedicación que las apoderadas le dieron a los establecimientos durante los siete meses de toma, para mantenerlas vivas.

“Yo creo en al educación pública y creo en cómo a través de los procesos educativos las personas pueden desarrollarse, y en un visión comunitaria más amplia, como no sólo se forma a los estudiantes sino que es un espacio donde todas las personas aprenden. En ese sentido, mi vida entera gira a través de la decisión y la convicción de que en la escuela pública y municipal ‘se puede’. Entonces, que hay que recuperar el sentido de lo que se hacía, incentivar y motivar, porque cuando uno le pone ciertos apoyos a los profesores, y eso lo he podido vivir en experiencia laborales anteriores, les transmite el mensaje que se puede, se evidencian los resultados en los estudiantes. En este momento, también permite acortar las brechas y que los estudiantes de sectores de alta vulnerabilidad también tengan oportunidad de que les cambie la vida. Yo lo he vivido profesionalmente y mi decisión fue ¿por qué no? Y por ahora lo he podido gestionar”, cuenta.

Escuela y comunidad

El primer día que vio las escuelas, Cecilia quedó impactada. Se emocionó. Dice que no fue sólo levantar un acta y organizar la reapertura. Las escuelas que recibió tuvieron vida desde el 31 de diciembre pasado de manos de los apoderados. Fueron ellos quienes le entregaron los establecimientos, no la municipalidad.

Lo hicieron además, según cuenta Cecilia, con una propuesta de los profesores a contratar y con equipos de trabajo. Ella abrió mesas de trabajo, se sentó a conversar con la Seremi de Educación Metropolitana, el Mineduc, la Superintendencia y en menos de tres semanas pudo dar inicio al segundo semestre en las tres escuelas.

“Acá hay un proceso de dignificación de las comunidades, creo yo. Eso fue súper emocionante para mí el primer día, al recorrer las escuelas. No sé, ver al director de una de ellas impecable de blanco recibiendo a sus estudiantes. Lo de la ‘profe Juanita’, que te conté antes. Entonces, aquí yo creo que se conjugan varios elementos, pero los profesionales, quienes trabajaban en la escuela, tanto como los estudiantes y los apoderados te demuestran lo importante recuperar esos espacios”, dice.

Desde la reapertura, noticia que fue propagada por apoderados y profesores en los barrios donde se ubican las escuelas, se ha recuperado casi el 70% de la matrícula que tenían antes del cierre. En la escuela Sargento Candelaria ya van 124 niños inscritos. El año pasado, al momento del cierre, eran 220.

“Yo rescato todo lo que ha ocurrido acá. Que se transformen estos espacios de escuela. Que la comunidad haga suyo, no tan solo con una toma. Se le pueda poner un valor agregado. Estamos hablando de una oportunidad de no sólo hacer un proyecto con estudiantes. La lógica es que la escuela te enseña, te acompaña y te protege. Yo no me quedaría con lo negativo de esos meses de escuela cerrada, me quedaría con que los niños, a partir de esta experiencia, pueden valorar mucho más su espacio, su escuela, sus profesores. El buen trato, identificar lo que quieren. Elegir”, señala.

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