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Cultura

6 de Septiembre de 2014

Entre la tradición y la nueva escuela: El reconocimiento de los nuevos chinchineros a los cultores populares

15 familias de chinchineros y organilleros de Santiago y Valparaíso repletaron el patio central del GAM en una emotiva gala donde, por primera vez, se juntaba a cerca de una decena de familias tradicionales de estos oficios. Fue el lanzamiento oficial de Patrimonio Sonoro, proyecto que documentó la historia y actualidad de los cultores populares de esta poco explorada tradición chilena.

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gala del chin chin (chinchineros)
Foto: Gala del Chin Chin y el organillo en el Gam. Crédito: Patrimonio Sonoro.

Este miércoles en la noche, el GAM albergó una celebración nunca vista en la historia musical chilena: 15 de las familias más reconocidas de chinchineros y organilleros se dieron cita en el Centro Cultural Gabriela Mistral para lanzar el proyecto Patrimonio Sonoro, que documentó fotográfica, cinematográfica e historiográficamente, la herencia de más de una docena de familias de esta importante pero poco explorada tradición chilena, y la puso a disposición del público en una página web.

Después de la presentación del proyecto en una sala del Centro Cultural, que contó con la proyección de un teaser cinematográfico del material recolectado por Patrimonio Sonoro, y la actuación del cantautor y poeta Pavel Aguayo, que ha escrito canciones y poemas sobre este oficio, cerca de cuarenta chinchineros y organilleros, de 15 familias distintas, se dieron encuentro en el patio del GAM desatando la algarabía entre los asistentes.

Cerca de 300 personas pudieron presenciar cómo cada una de las familias se presentaban individualmente, mostrando sus distintos estilos de baile y toques del chin chin, instrumento creado en Chile, hace al menos un siglo, según cuentan los propios cultores. Hacia el final de la presentación y luego que todos los bombistas tocaran juntos –un acto inédito hasta ahora pues nunca se había reunido tal cantidad de familias- llegó la Banda Conmoción, haciendo bailar a los presentes acompañados del encendido ritmo de los bombistas. Un acto de “mestizaje” puro, entre la tradición popular y la música de las nuevas generaciones.

El legado de las familias chinchineras y organilleras de Chile nunca había sido registrado ni documentado de forma sistemática, hasta ahora. Pablo Vega, director de Patrimonio Sonoro, es un chinchinero no tradicional proveniente de una nueva camada de bombistas que sin ser de familia se acercaron a esta práctica cultivándola en nuevas agrupaciones, principalmente de estudiantes universitarios.

Vega, una vez que aprendió a tocar el chin chin, fundó la “Familia Bombo Trío”, junto a Gabriel Cárdenas, sociólogo e investigador, e Isabel Núñez, coordinadora del proyecto. Chinchineros de la nueva camada, junto a los de la Escuela Carnavalera Chin Chin Tirapié, forman parte de los grupos no tradicionales que cultivan este arte hoy por hoy. Años más tarde, descolgados ya de la mencionada escuela carnavalera emprendieron Patrimonio Sonoro, lanzado con bombos y platillos -literalmente- este miércoles el GAM.

La tradición y la nueva sabia

Pablo Vega y los integrantes de Bombo Trío aprendieron a tocar chin chin en la Escuela Carnavalera Chin Chin Tirapié. Este lugar, que se estableció en principio en el Galpón Victor Jara, a inicios de los 2000, dio inicio a la enseñanza del instrumento fuera del ámbito de las familias tradicionales. Teniendo como base percutiva el chin chin, más unos cuantos bronces y un cuerpo de baile, armaron una comparsa que se presentaría, hasta el día de hoy, en pasacalles y eventos culturales de Santiago y Valparaíso, mayoritariamente. A esta escuela llegaban –y llegan-, principalmente, jóvenes universitarios motivados por aprender y cultivar la cultura popular chilena y latinoamericana.

Su primer profesor de chin chin, Pavel Aguayo, fue uno de los primeros chinchineros que no era descendiente de una familia cultora. Tras aprender sólo lo “más básico, el rudimento” del oficio –como él mismo cuenta- con los Casanova, una de las familias más importantes de la tradición, enseñó a una nueva camada de chinchineros en los primeros años de la Escuela Carnavalera Chin Chin Tirapié. Allí aprendió Pablo Vega y sus compañeros de Bombo Trío, técnica que luego perfeccionarían con Patricio Toledo, el Pepa, mítico chinchinero de tradición que llegaría a tocar junto a Joe Vasconcellos en su canción “Chinchinero” y que ahora está radicado en Francia.

Pero para esta nueva escuela de chinchineros no tradicionales no resultó fácil el acercamiento a las familias. Por lo tanto, el proyecto de registrarlas en Patrimonio Sonoro no fue del todo expedito.

En un principio algunas familias tuvieron resquemores. “La tradición se cuida” y no es fácil aceptar a gente de afuera, dice María Toledo de la familia Saavedra Toledo. Organillera desde hace 16 años, con su loro en el hombro, el mismo que pone sobre el organillo, recuerda que en los inicios “había un poco de rechazo. No estábamos muy de acuerdo con lo que estaban haciendo, porque de repente llega gente y la tradición se puede perder. Pero después fuimos dándonos cuenta de la propuesta y nos pareció bien”.

Pablo Vega cuenta que “tenían recelo por vernos tocar en la calle, por vernos como competencia. Nos decían que si manejábamos tantas herramientas porque queríamos meternos en este oficio que es su forma de ganarse el pan. Pero después se dieron cuenta que había un trabajo bastante noble por parte de nosotros de querer compartir y generar estos espacios de reconocimiento”.

gala del chin chin y el organillo (chinchineros)
Foto: Gala del Chin Chin y el organillo en el Gam. Crédito: Patrimonio Sonoro.

Tras meses de investigación y conversaciones con las familias se logró montar Patrimonio Sonoro. Jesús Antonio Casanova (23), uno de los más talentosos bailarines de su generación e integrante de la centenaria familia de cultores, los Casanova, agradece y valora el gesto de los nuevos chinchineros. “Estoy muy agradecido de los chiquillos de Bombo Trío por organizar todo esto. Nosotros –las familias tradicionales- nunca nos habíamos juntado en masa. Se vio bonito y a la gente le gustó”, dijo al finalizar el acto que congregó a cientos de personas en el GAM.

Esta mezcla entre las familias cultoras y la nueva escuela de los chinchineros no tradicionales tiene una segunda patita. Patrimonio Sonoro, financiado por el Fondart en su totalidad, espera realizar una nueva investigación para dar con las agrupaciones de chinchineros y organilleros que faltan. Según estiman, serían ocho o diez familias más en la zona central, que no han sido registradas aún.

“Buscamos financiamiento porque necesitamos registrar completa esta manifestación. Faltan cerca de diez familias más y queremos seguir buscando esos recursos para generar estos espacios de encuentros”, contó Vega a The Clinic Online.

Familias participantes de la gala y del proyecto Patrimonio Sonoro:
Familia Aravena Huenchullán; Familia Aravena; Familia Bombo Trío; Familia Casanova; Familia Castillo; Familia Chávez; Familia Cifuentes Oyarzo; Comparsa Juan y Rosa; Familia Lizana; Familia Saavedra Toledo; Familia Sepúlveda; Familia Toledo Peralta; Claudio Cortés y el tío Yeyo; y Juan Loyola Aguilar.

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