Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

10 de Septiembre de 2014

Óscar Aguilera, académico entrevistado en reportaje de Canal 13: “Con ese trabajo yo repruebo a un estudiante en la universidad”

El antropólogo, periodista e investigador entrevistado para el polémico reportaje emitido el lunes por Teletrece, donde se vinculó a organizaciones del movimiento estudiantil con el bombazo de Escuela Militar y las agresiones a periodistas durante la marcha de DD.HH., señala que el resultado de la nota reproduce mitos e imágenes sesgadas de la realidad y considera preocupante que la UC no se refiera a esta situación, teniendo participación de la propiedad del canal. "Aquí hubo un interés por una ganancia corta por parte del editor general, sin duda", dice.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
Por

Óscar Aguilera pantallazo tele13

¿En qué consistió la petición de entrevista?

La solicitud de entrevista que a mi me hicieron estaba enmarcada básicamente en el contexto de los colectivos estudiantiles y la diversidad de agrupaciones que andan dando vuelta en el mundo universitario y secundario. Ese era el tema y esa fue la invitación. Y en ese contexto, en esa entrevista, fui consultado por el tema de la violencia y los encapuchados, pero fue en el contexto de los colectivos estudiantiles y un poco de las dinámicas universitarias. Y yo me referí a la cuestión de la violencia haciendo una demarcación bien tajante en la misma relación que estaban articulando, al menos el periodista, en sus preguntas. O sea, yo en varios momentos recuerdo que le hice la precisión: “No homologues colectivos estudiantiles con anarquistas”. Primera cuestión, porque él era como muy recurrente, como que la única posibilidad de colectivos estudiantiles eran de corte o corriente anarquista.

¿Eso era una confusión del periodista?
Yo creo que era una confusión de él, que yo intenté aclarar. La segunda confusión tenía que ver con que “anarquistas igual capuchas igual violencia”. Yo le decía que no todas las tradiciones anarquistas ni históricamente ni hoy están embarcadas en proyectos donde la violencia política sea la estrategia de visibilización, el repertorio de protesta que usan. De hecho, el propio ejemplo de eso lo constituye el FEL. Y eso no es casual. Entonces, cuidado con emparentar libertarios o anarquistas con otro tipo de expresiones. Y en tercer lugar, le dije que sí, los capuchas existen, no sólo aquí sino que en varios lugares del mundo, pero son grupos absolutamente minoritarios y que no forman parte de lo que pudiéramos entender como movimiento estudiantil, porque su campo de acción y su referente no se juega en el movimiento estudiantil. Operan muchas veces a contrapelo del movimiento estudiantil, a nivel nacional y a nivel de cada universidad. Porque no está en sus propósitos ir a disputar el espacio que disputan otros colectivos.Entonces, en esas tres precisiones yo fui bien tajante. Y en ese tono estuvo la entrevista que tuvimos con el equipo de Canal 13 que fue hasta allá, hasta el campus.

Tú opinión, de hecho, es distinta a la tesis central del reportaje.
Mi opinión ahí tiene que ver con la comparación y análisis de la investigación de 10 años del movimiento estudiantil en Chile. Desde antes de los pingüinos, te hablo del año 2003, 2004. Mi investigación ha estado acompañada de espacios más globales donde se está investigando situaciones como todo lo que se vivió el año 2011 en términos globales: en el mundo árabe, en América Latina, con respecto al mismo tema, que es ¿cómo se despierta un ciclo de movilización que tiene a los jóvenes como principales protagonistas en distintas sociedades? Y ahí, si hay algo que decir, un resultado que se puede avanzar, es que los medios de comunicación tienen serias dificultades para entender y para hablar, narrar lo que está ocurriendo en relación a movimientos juveniles.

Por eso estás en desacuerdo con lo que se expuso.
Si tú te das cuenta, no hay que tener estudios universitarios para darse cuenta que buena parte de los testimonios que están allí, al menos de dos o tres personas que estamos en ese reportaje, no tienen mucho que ver con el relato periodístico y con las imágenes que se muestran. O sea, estamos permanentemente haciendo distinciones, que no son sólo políticas de lo que existe de manera cotidiana en el movimiento estudiantil, sino que también son distinciones analíticas que al menos a mi, como académico e investigador de estos temas, me interesaba que quedaran resueltas. A mi no me interesa seguir reproduciendo mitos o representaciones distorsionadas de la realidad porque esa no es mi tarea. Y lamentablemente el resultado de este reportaje deja una sensación que es bastante cercana a un burdo análisis que podría hacer cualquier persona y no un profesional universitario. De hecho, a mi me parece bastante central la declaración que sacó el Instituto de la Comunicación y la Imagen de la Chile, donde hace notar estas cuestiones que tienen que ver con el plano ético de la profesión. Y que permite entender por qué los medios de comunicación tienen tanto descrédito aquí en Chile.

Da para estudio en las Escuelas de Periodismo.
Claro que sí.

Ayer Melissa Sepúlveda, quien aparece aludida en el reportaje, junto a su organización, explicó los lineamientos del FEL y la distancia que tiene con la línea insurreccionalista del anarquismo.
Eso efectivamente es así. O sea, uno como observador común, o si quieres hacer un trabajo más sistemático, seas o no seas académico, seas o no seas investigador social, te vas a dar cuenta que hay distinciones que marcan diferencias no menores en cuanto a las expresiones políticas que tienen hoy día distintos colectivos estudiantiles. En ese universo de colectivos, aquellos grupos que están más cercanos a la violencia y la utilización de ella como recursos de visibilización, expresivo o de protesta, son minoritarios dentro del movimiento estudiantil. Esa cuestión es súper necesario enfatizarla porque se pierde vista y se termina articulando una construcción, que es la que efectivamente se masifica, que lo que hace es reproducir mitos o representaciones súper sesgadas de la realidad. Y que en el fondo terminan usando cualquier tipo de argumento, declaración o entrevista que uno da, para sostener una tesis que incluso no va en la dirección de lo que uno mismo está diciendo. Es una cosa un poquito esquizofrénica que a mi en particular no me había pasado nunca. Ha habido otros momentos de reportajes, como para el caso Bombas, por ejemplo, donde hubo una lógica y un armado. Uno lo puede compartir o no, puede estar de acuerdo o no, pero habían testimonios, investigadores, analistas que de alguna manera hacían que sustentaran las tesis que los periodistas querían tener sobre el caso Bombas. Era un trabajo que al menos era coherente.

¿Acá no ocurre eso?
Este reportaje, a mi me da la impresión, que es un trabajo bastante incoherente, en que las fuentes no sustentan nada de lo que está diciendo e instalando como idea, como significado, el relato periodístico que acompaña los testimonios.

En todo caso, no es la primera vez. En 2011 hubo un reportaje repetido por Canal 13, también TVN fue sancionado por usar la imagen de un encapuchado en las notas del movimiento estudiantil y otras así.
O sea, uno puede entender y puede hacer un análisis en el que diga que todo lo que tiene que ver con la violencia de la capucha se inscribe en una economía política simbólica que tiene rendimientos múltiples, como toda economía. Y los medios de comunicación operan capturando uno de esos rendimientos, utilizando una de esas aristas, que es precisamente la que no por un lugar común deja de tener sentido. O sea, instalan y ocupan y utilizan aquellas dimensiones de la vida social más espectaculares, que generan mayor conmoción, que apelan mucho a cuestiones del ambiente, clima emocional, para precisamente instalar una idea, un producto o tratar de capturar una sensación térmica del momento. Eso es real. Entonces, acá lo que ocurrió es más o menos lo mismo, en el contexto de unos bombazos, en el de un incidente con los periodistas en la marcha del 11 de septiembre reutilizan un material, reutlizan una idea inicial y terminan haciendo un pastiche en el que a mi juicio, no se entiende ni lo que son los colectivos estudiantiles, ni qué papel o legitimidad tiene la violencia al interior en los colectivos estudiantiles, ni que tiene que ver el movimiento estudiantil con estos hechos de violencia, ni que tiene que ver todo esto con la bomba o con el intento de quemar un periodista el día anterior en el Cementerio General. Son como múltiples capas que no terminan por aclararse. Y eso no es nuevo, sin duda, pero acá me parece que hay un problema básicamente de la calidad del trabajo periodístico, que me sorprende. Como te decía, en otro momento tristemente hemos conocido operaciones comunicacionales que han acompañado situaciones sociopolíticas mucho más complejas que ésta, me atrevería a decir, en donde al menos ha sido coherente el relato periodístico con las fuentes que tienen. O sea, arman bien, hacen una buena pega. Acá creo que ni siquiera está bien hecha la pega. En ese sentido me llama la atención que el canal diga que el trabajo está bien hecho.

Sí, en la declaración que nos dieron dicen que les pareció oportuno mostrarlo en un día en el que el terrorismo enlutó al país. Porque el trabajo se venía preparando hace varias semanas.
Pero ese trabajo no está bien hecho. Con ese trabajo yo repruebo a un estudiante en la universidad. O sea, de eso estamos hablando, de la calidad de un trabajo bien hecho. Aquí primó, creo yo, una excesiva intencionalidad de ‘golpear’, de decir algo de manera súper irresponsable, antes que la profesionalidad, el apego a la ética. Aquí hubo un interés por una ganancia corta por parte del editor general, sin duda. Porque a fin de cuentas quien responde por estos trabajos no es el periodista. En estructuras tan jerarquizadas como los medios de comunicación, el problema no es del periodista, es del editor, y del editor periodístico particularmente, que le pide que construya un determinado reportaje y después le da la pasada, lo que permite que ese reportaje salga a la luz. En ningún caso quiero adjudicar aquí a intencionalidad de un periodista porque efectivamente en una estructura tan vertical como los medios, más uno como Canal 13, aquí el periodista es el último responsable de decisiones que lo trascienden.

Ese canal en particular tiene una estructura de propiedad en la que participa una universidad, la Universidad Católica. ¿Crees que es relevante que la UC no haya dicho algo sobre este tema?
A mí me parece necesario, no solo relevante, que si la UC como institución académica tiene algún nivel de participación en la propiedad de Canal 13, no emita pronunciamiento alguno con este tipo de situaciones o con cualquier otra que involucra directamente una de sus participaciones en la vida social. Hoy puede ser este tema y mañana otro, pero si la universidad mantiene un nivel de participación -que no lo conozco- me parece no solo urgente, sino que imprescindible que dije su postura y haga valer su opinión dentro de los espacios en los que estime conveniente. Pero no puede desentenderse de la tutela que le cabe como propietaria del canal de televisión. Eso pasa en distintas instituciones. Imagínate lo que pasa en la Universidad de Chile, a propósito de la cesión de terrenos a una concesionaria, todos los debates en los que la universidad se tiene que pronunciar públicamente porque está llegando a un acuerdo para la construcción de un estadio. Fíjate que tema más irrelevante, por decirlo así, por el cual la universidad tiene que estar fijando su postura. En cambio, ante algo que vulnera la confianza en la institución, que a mi me parece que es básica en la sociedad moderna, que es la institución de los medios, que la universidad si es que tiene propiedad no se pronuncie, me parece delicado.

Hace poco más de un año un profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. de Chile sufrió una agresión dentro del campus. ¿Eso se trató de una situación específica o un problema mayor en el campus Gómez Millas?
Mira, en la vida cotidiana en un campus es cotidiana, o sea, uno se vincula de manera cotidiana, conoce cómo más o menos operan las relaciones en este sistema, y por lo mismo sabe reconocer este tipo de situaciones como la que le ocurrió a Rodrigo, son absolutamente excepcionales. Ahora, eso no quiere decir que no nos preocupe. Pero ahí hay un matiz que es súper significativo, que hechos como eso no se han vuelto suscitar. Y con esto no estoy ni diciendo que son buenos niños ni nada, simplemente estoy diciendo que esto fue un hecho muy acotado el que ocurrió. Porque en el campus, incluso cuando ocurre la presencia de encapuchados, todo el mundo sabe más o menos cómo comportarse, hay ciertos códigos básicos. Y desde ese punto de vista efectivamente es una especie de momento ritual, que está muy acotado, incluso temporalmente, y que uno sabe que no va a pasar más allá. Y desde ese punto de vista lo que se vive es una vida cotidiana súper normal. Porque esto tiene más de un acto simbólico que otra cosa. Es tan significativa como la presencia permanente de la policía en los alrededores del campus. Ese es un dato de la causa: están ahí siempre y cada cierto tiempo aparecen los capuchas. Ahora, que eso sea todos los días, no. ¿Que eso altere la convivencia? No. ¿Que busca situaciones de enfrentamiento con estudiantes, académicos o quienes sean? No. Es una actividad de las múltiples que se realizan en la universidad. ¿No gustaría que no se realizara? Por supuesto. Mucha gente puede que no le gusten otras actividades dentro de la universidad. Entonces, desde ese punto de vista son situaciones específicas, no pasan a mayores.

Además de ser investigador, eres padre de un joven que participa en un colectivo estudiantil. ¿Desde esa perspectiva cómo ves la participación de tu hijo en un organización así?
Mira, te lo voy a responder de forma académica porque aquí la cuestión biográfica es menos relevante. Sergio Grez, tal vez el historiador chileno que más tiempo, pasión y años ha dedicado a estudiar al anarquismo parte afirmando en su libro que precisamente si hay una historia de fantasmas construidos en torno al movimiento social es la presencia del anarquismo. Es una presencia absolutamente histórica, que por distintas razones ha estado invisibilizada en la propia historia oficial, en la historia académica que se construye sobre el desarrollo del país. Sin embargo, si tú te vas y haces la investigación en la que estoy ahora, en 1920, 1930 o antes, te vas a dar cuenta que el pensamiento libertario tuvo una influencia en la vida social y estructuración de un movimiento obrero urbano que uno no puede tratar esto como si fuera una suerte de pecado. Es una tradición que como toda tradición ha persistido y se ha mantenido, y es tan respetable como pueden haber otras tradiciones, otras culturas políticas en Chile. Por eso, para mí, no constituye ninguna extrañeza que no pocos jóvenes, estudiantes en los últimos años hayan vuelto a recuperar experiencias históricas, de manera activa, que les ha permitido construir sus propias orgánicas políticas. Tiene que ver con la dinamicidad de la política, de los jóvenes. Sería raro que los jóvenes participan en la misma dinámica que tuvieron sus padres.

reportaje emitido el lunes por Teletrece

Notas relacionadas