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Opinión

20 de Mayo de 2015

Cambio de vocería en la Confech: El último grumete de la democracia

La decisión del Zonal Metropolitano de la Confech de modificar sus vocerías causó revuelo esta jornada. La histórica decisión de incluir una Federación de Universidad privada posterior al año 80 -la Federación de la Universidad Diego Portales- pasó a un segundo plano tras la escandalosa maniobra de victimización de Ricardo Sande, presidente de la FEUC, […]

Sebastián Aylwin
Sebastián Aylwin
Por

Ricardo Sande Confech A1

La decisión del Zonal Metropolitano de la Confech de modificar sus vocerías causó revuelo esta jornada. La histórica decisión de incluir una Federación de Universidad privada posterior al año 80 -la Federación de la Universidad Diego Portales- pasó a un segundo plano tras la escandalosa maniobra de victimización de Ricardo Sande, presidente de la FEUC, al ser traspasado su rol de vocero a la Federación de la Universidad de Santiago. Sin embargo, es legítimo que el Movimiento Gremial y su principal dirigente, Ricardo Sande, quieran sacar provecho político de las decisiones que toma la Confech, la pregunta es si más allá de la retórica y la puesta en escena hay algo reprochable en la actitud del Zonal Metropolitano. Obviamente esta pregunta, en atención a la relevancia del movimiento estudiantil, no es sólo desde el punto de vista interno de la Confederación, sino que cualquier ciudadano tiene derecho a hacérsela y a juzgar. Esta es mi opinión, como ex dirigente estudiantil, pero principalmente como ciudadano.

Todo gremio tiene derecho a organizarse como le parezca que es más conveniente para sus intereses, respetando las garantías fundamentales que para ello establece la ley y la Constitución (con cuestionables restricciones democráticas, obviemos aquello). Así la Confech se organiza en cuatro zonales (norte, centro, quinta región y sur) y cada zonal tiene derecho a elegir sus voceros autónomamente. El procedimiento para aquello es que sea en una votación por las federaciones que componen el zonal, las que además deben haber sido elegidas democráticamente por los estudiantes de su institución, lo que debe ser certificado por un TRICEL imparcial. Por supuesto, más allá de este procedimiento, habrán consideraciones sustantivas para elegir a los voceros: su liderazgo, el peso de sus federaciones y las ideas que defienden ¿o acaso se espera una neutralidad estoica? Les aseguro que ninguna Federación ganaría su elección interna con un programa que dijera “lo que yo creo no importa”. El propio Ricardo planteó una campaña que conjugaba la necesidad de una ciudadanía participativa con su crítica a la gratuidad universal (y, según él mismo afirma, esas ideas le dieron la victoria). Pareciera que Ricardo está dispuesto a que los estudiantes de la Universidad Católica puedan juzgar sus ideas con un voto, pero que los estudiantes del resto de las Universidades metropolitanas no tienen derecho a lo mismo, cuando él pretende representarlos como vocero.

De acuerdo al acta del zonal en que se decidió el cambio de vocerías, Federaciones como la Diego Portales, la Santo Tomás, la Tecnológica Metropolitana de Ciencias de la Educación (o Pedagógico, como nunca debió dejar de llamarse) votaron por cambiar la FEUC por la FEUSACh para el rol de vocero. Esas federaciones lo consultaron con sus bases, sus centros de estudiantes y demás mecanismos de participación. Al parecer Ricardo cree que la obligación de esos estudiantes era decir “no tengo qué opinar de lo que mi vocero debiese o no decir o creer”.

Nadie duda que él ganó la elección de la Universidad Católica y eso lo legitima como representante de esos estudiantes, pero la lógica indica que si quiere representar a todos los estudiantes metropolitanos debe someterse al escrutinio del resto de las Universidades. Las palabras de Ricardo cuando en la conferencia expresa “yo me pregunto si hubiese existido este proceso de reevaluación si nosotros hubiésemos sido una Universidad con ideas de izquierda” deja ver una contradicción de la que tal vez no se da cuenta.

Él puede creer a) el problema es la UC (dice “Universidad con ideas de izquierda”), lo que no tiene sentido porque la Feuc lleva décadas siendo vocera; o b) el problemas son sus ideas, que a su vez han sido apoyadas en la UC por una mayoría “circunstancial” (como la que él alega del resto de las Federaciones). ¿Se deriva del hecho que la UC haya apoyado sus ideas que el resto de las Universidades también deba hacerlo? Por supuesto que no. ¿Tiene la UC un estatus especial por el cual sus ideas deban estar siempre representadas? Yo al menos creo que no, tal vez él siga creyendo en el Derecho Divino con el que se justificaban dichas arbitrariedades (ambos somos estudiantes de derecho).

Lamentablemente creo que en su maniobra comunicacional a Ricardo se le escapó cierto elitismo que le hizo creer que lo lógico y natural era que él siguiera siendo vocero Confech. Pero no, lo lógico en un proceso de reevaluación (al que también se sometió la Fech) es que los argumentos vuelvan a ser sopesados y las decisiones puedan cambiar.

Sin embargo, a medios como El Mercurio les gusta instalar la idea de que esto ocurre porque el Confech es un lugar donde priman las ideologías por sobre los intereses de los estudiantes (ojo, la idea de que intereses e ideologías sean cosas distintas no sólo está pasado de moda, sino que además es profundamente ideológica) .

¿Pero es la Confech el único lugar donde se elige a los voceros por sus ideas? No. El 29 de abril pasado se realizaron las elecciones en la gremial Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) que reúne a los empresarios industriales. Dos eran los principales candidatos: Hermann von Mühlenbrock y Andrés Navarro. El mismo El Mercurio describía la elección como una en que se jugaba el liderazgo clásico contrario a la intervención del Estado, representada en von Mülhenbrock, y la de una figura de renovación, más vinculada al centro político con referentes como Sebastián Piñera o la DC, por Andrés Navarro. Los industriales votaron y optaron por el primero. ¿Alegó Andrés Navarro o El Mercurio que esta era una decisión basada en ideologías? No. ¿Lo era? Probablemente, en uno de los gremios más activos políticamente, sí. Y así podríamos seguir. A mi personalmente, como ciudadano, me llama mucho la atención cuánto se escucha a la jerarquía de la Iglesia Católica, cuyo estándar democrático para elegir a sus representantes está por debajo de la SOFOFA y la CONFECh.

La política hoy existente y los medios de comunicación presentan un debate público en donde esperan que hombres y mujeres no se formen sus propios juicios, sino que diriman entre los que se presentan -las encuestas son una oda a aquello-. Se busca evitar el rol del ciudadano y reemplazarlo por el del consumidor. Terminamos así en una política individualista, sin proyectos colectivos, donde hablar en el espacio público no genera ningún compromiso. No obstante, en la sociedad civil aún habitan organizaciones que practican una democracia deliberativa, con compromiso entre representante y representados. El gobierno y los medios de comunicación en vez de vilipendiarlos y tratarlos de “grupos de presión”, “corporativos” o “ideologizados”, podrían escucharlos. Quien sabe hasta les podrían enseñar algo sobre democracia.

*Sebastián Aylwin Correa fue Vicepresidente de la Fech durante el período 2014.

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