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Cultura

5 de Febrero de 2016

Palmenia Pizarro, cantante: “A los hombres les encantaba que yo los despreciara”

Palmenia Pizarro (74) es considerada la artista del pueblo. Sus boleros y valses, que hablan de amores perversos, despechos e infidelidades, son para cortarse las venas. Durante mucho tiempo se tejió la leyenda de que ella atraía la mala suerte y terminó autoexiliándose en México por 30 años. Palmenia, que se define como apolítica y futboleta, se pudo reencontrar con Chile y ahora celebra sus 50 años de carrera con una biografía ultra autorizada. En ella no se guarda nada y cuenta, entre otras, cosas la vez que se le pasó por la mente ser monja por culpa de un mal hombre.

Por

Palmenia-Pizarro-01

En el libro cuentas que tu historia ha sido más de tristezas que alegrías. ¿Por qué?
-Sí. Cuando tenía cuatro años un tipo me intentó raptar en el cumpleaños de mi tío Bayoco. Ese episodio lo tuve oculto durante mucho tiempo en mi cabeza. Y estando en México, una gran escritora me leyó la carta astral y me reflotó eso. Ahí recordé a mi mamá gritando: ¡Se lleva a mi hija! ¡A mi niña no se la van a violar! La palabra violación se me quedó en la cabeza, horrible esa palabra. El tipo, por suerte, no me hizo nada y salió arrancando. Así empieza mi infancia. Más grande empiezan los problemas con el amor. Tengo un poema que escribí cuando cumplí 50 años y vivía en México que dice así: “En la mitad de mi camino he sembrado mucho amor con mis canciones /sin embargo estoy consciente que mi canto ha llevado tristeza a muchos corazones/quisiera decirles tantas cosas…/ si pusiera en la balanza mis penas y alegrías serían más las penas”. En ese entonces, había recorrido el mundo entero cantando, en lugares maravillosos que jamás soñé conocer, como ver una hermosa puesta de sol en Sidney, Australia. Pero me sentía tan triste.

¿Qué te tenía triste?
-Había terminado con la pareja que tuve después de mi matrimonio. Él se había ido con otra y la había dejado embarazada.

Uf.

-Era un mal hombre. Un cariño malo. Eso me tenía mal anímicamente. Estando en Sidney vi tantos chilenos gritándome “Palmenia, te amo” que pensé que si tantos hombres me gritaban te amo, por qué tenía que estar mal por uno que me cambió por otra. Esa fue una de las cosas que me hizo reaccionar.

La canción “A mi esposo” dice: “El hombre que más quiero, el padre de mis hijos, a quien venero”. La solías cantar en tus conciertos, mientras que en la intimidad ese mismo hombre te maltrataba.
-Ese tema me lo escribió Leonel García, y yo se lo dedicaba a los matrimonios que iban a los conciertos. Ese tema no reflejaba mi vida. Y la verdad es que no se lo dedicaba al padre de mis hijos, porque fue muy malo conmigo. Era todo lo contrario a un buen esposo. Desde el principio no se portó bien.

¿Cómo era?
-Muy celoso, nadie me podía saludar ni con un beso en la cara siquiera. Si me daba un beso un hombre, me pegaba una cachetada. Era muy violento. Vivía asustada con él. Una vez me vi envuelta en una frazada en un baño. Porque no dormía en mi cama para no dormir con él. Y solía encerrarme en el baño con seguro. No era bueno dormir ahí para mi voz porque me ponía disfónica. Era un hombre muy machista, solo aceptó que yo me dedicara a la música porque el pago que yo recibía era mucho mejor que el suyo.

¿Por qué aguantaste tanto tiempo a un hombre que te trató mal?

-Pensaba que estaba enamorada, pero nunca lo estuve. Una como mujer piensa que el hombre puede cambiar. Y yo me casé con el padre de mis hijos a los quince años. Y lo hice de tonta. Quería a un hombre que me cuidara para cantar, porque a los diez años, cuando estaba desarrollada y tenía busto, un tipo quiso sobrepasarse conmigo.

Te han tocado hombres pasteles.
-Como lo dices, ja, ja, ja. Llega un momento en que no quieres saber más de los hombres. Primero te toca uno maltratador que está interesado en tu plata y luego otro que termina siendo un infiel de la peor calaña. Y me pasó que estando en México me cerré a los hombres.

¿Tan así?
-Un día llegué llorando a mi casa, luego de que mi pareja me había faltado al respeto siéndome infiel con otra, y a mi empleada que quería mucho le dije: ¡Sandra, me voy a meter de monja! “Señora, pero por qué se va a meter de monja, usted tiene que cantar”, me dijo. “No importa, no canto más y voy a ser monja”. Pensaba meterme en un convento, olvidar a los hombres y no cantar más. Mi vecina, Guadalupe, me vio llorando a gritos y me dice: “no llores tanto, tienes que seguir caminando, no hagas caso, ten fe en Dios y sigue con tu canto. Y no te metas a monja, porque tu vida es otra”.

¿Qué habría sido de ti como monja?
-Como soy mujer de mucha fe, lo habría hecho bien. En el convento iba a estar tranquilita y nadie me molestaría No me complicaba no tener nunca más pareja, sino que no cantar más. Pero mira tú que hace poco una monjita cantó en un concurso y ganó. Lo que es la vida.

¿Cuánto tiempo estuviste en mala con los hombres?
-Como tres años. Se me pasó cuando fui a cantar a Australia y vi esos hombres que me gritaban “Palmenia, te amo”. Y ahora estoy bien en pareja.

¿Qué piensas de los hombres hoy?
-El hombre chileno sigue siendo muy machista. Pero mucho menos que el hombre mexicano. Allá tienen la fama de ser recios y preocupados de su imagen personal muy masculina, de sus bigotes, pero le pegaban a sus mujeres, lo que es detestable en cualquier parte del mundo. Que yo cantara de desdichas amorosas por culpa de los hombres era mal visto por ellos, no les gustaban mis canciones porque hacían que las mujeres se rebelaran. Menos mal que cambiaron las cosas. La mujer se empezó a dar cuenta que no podía estar sometida toda la vida.

¿La reacción de los hombres chilenos al escuchar tus temas era la misma que en México?
-Ay, sí. Cuando grabé “Desprecio”, a comienzos de los años 60, mi director artístico me agarró y me dijo “no puedes cantar ese vals, porque los hombres te van a odiar”. Yo le dije, pero por favor, es un vals que dice la verdad sobre los hombres. Y la terminé grabando y “Desprecio” decía: “tan rastrero y poco hombre que fuiste/ qué otra cosa yo pude esperar/ me humillaste porque yo te amaba y ese desprecio me lo has de pagar”. Pero después no faltaba el hombre que me gritaba de la galería: “Palmenia, cántame Desprecio”. Ahora lo cuento como anécdota, pero me di cuenta que a los hombres les encantaba que yo los despreciara. A los hombres les gusta que las mujeres los pisoteen, ja, ja, ja.

¿Y las mujeres se abanderizan con ese tema?
-Totalmente. Después de los conciertos se me acercan para contarme problemas, sus historias de vida o me piden consejos. Les digo que se aferren a Dios y se retiren de esa relación mala, porque no vale la pena: Si el hombre ya no te quiere, tuvo un hijo con otra mujer, déjalo. Porque me pasó. Después de mi matrimonio, tuve esa pareja que me dejó por otra, tuvo un hijo con esa mujer y luego la engañó con otra y ¡más encima tuvo dos hijos! Si te pasa eso, quiere decir que no te quiere para nada. No seas tonta, déjalo.

¿Te gusta cuando se habla de tu música como cebollenta?
-Odio el concepto de cebolla, porque me recuerda cuando era chica y me hacían picar así unos potes de cebolla para hacer las prietas. Odio también el apodo de cebollera, porque es despectivo. Es una forma de descalificar a alguien que está teniendo éxito. A Lucho Gatica y a Los Ángeles Negros los tildaron de cebollas, pero por favor. Si los que hablaban eran los que copiaban éxitos del extranjero, con un inglés champurreado. En cambio, lo mío eran canciones inéditas hechas para Palmenia. En verdad, el amor es así: tiene de bonito, de sufrido, de despecho, de amores prohibidos. Y, por otro lado, qué tiene de malo que haga llorar. La labor del artista es conmover y entregar sentimientos a la gente.

Claro.
-¿Qué es lo que hacen hoy los realitys? Tratan de conmover a la gente y lo hacen llorando falsamente, que es peor. Por eso ya no me gusta llorar en televisión, porque ahora todo el mundo lo hace.

A los chilenos no les gusta mostrar sus sentimientos.
-Sí. Pero hasta los ricos lloran con la mal llamada música cebolla. Una cosa es que lo oculten y no lo muestren en público, pero lloran igual por amor. En cambio, el mexicano sea de clase alta o no, muestra su emoción igual. Los chilenos han ido cambiando desde que vino Juan Gabriel, porque antes la gente cuica no lo quería., pero ahora lo adoran con sus canciones todas sufridas. Menos mal que esa estrechez cultural ya no existe.

Palmenia-Pizarro-02

PATRIA MÍA

La letra de “Patria Mía” dice “Mi éxito fue mi castigo/ mi condena más brutal/ porque aquí, patria querida/ no lo pueden perdonar y me tuve que marchar”.
-Esa es una etapa mía que, bendito sea Dios, está superada.

¿Fue cuando te tildaron de yeta?
-Sí. Fueron muy malintencionados. Esa fue una de las razones para irme a México y quedarme 30 años allá. El ambiente artístico chileno era muy chaquetero. Al que triunfaba, lo bajaban. De hecho, fue una artista la que hizo correr el rumor. Después me pidió perdón, pero en privado. Durante años me causó enorme daño. Y Don Francisco tomó el rumor y lo hizo suyo. Se inventaron muchas tonteras. Muchos músicos me quitaron el saludo o me despreciaban porque creían que yo traía la mala suerte.

¿Cómo tan idiotas para creer tonteras?
-Desgraciadamente, el mundo artístico era muy ignorante. Pero no me gusta hablarlo porque me incomoda. Estoy tranquila y saqué eso de mi mente. Tampoco ha sido lo más relevante de mi carrera. Porque mientras acá se hablaba mal de mí, yo tenía éxito afuera.

Diste conciertos en Japón. Debe haber sido una experiencia muy rara. ¿Entendían algo de lo que cantabas?
-Sí. Cantaba mis canciones en español y los japoneses lloraban igual. Les lograba transmitir el sentimiento. Y a la entrada les pasábamos las canciones traducidas al japonés. Les canté Volver a los 17 y Gracias a la Vida de la Violeta, y quedaron fascinados. Como público eran muy respetuosos, calladitos. Solo cuando terminaba de cantar aplaudían, no tan fuerte, pero eran más buenos para gritar“¡Han- Ko, Han- ko”, que quiere decir “otra, otra”. Muchos japoneses eran seguidores de la música ranchera y pedían “Cielito Lindo”, “El Rey” o “Si nos dejan”. Una muy linda experiencia. Y estoy hablando de los años 70 cuando era difícil viajar para esos lados.

En el libro, cuentas que los japoneses querían que cantaras poniéndote en la postura del hombre.

-Sí. Les explicaba que no cantaba como hombre, pero insistían. Querían sentir la letra desde su perspectiva. Por cultura, ellos son los que expresan sus emociones. Y ganaron. Tuve que cambiar “soy sincera al confesar” por “soy sincero al confesar”, ja, ja, ja. Y a los japoneses les corrían hasta el suelo las lágrimas. Fueron muy lindos.

¿En qué otro lugar raro cantaste?
En Alemania, a fines de los 80. Me contrataron para promocionar la marca Aloe Vera y sus múltiples beneficios. Salía cantando en la tele mis canciones y rodeada de plantas aloe vera. Fue muy entretenido. Los alemanes gozaban con “Cielito lindo” sin entender el español, ja, ja, ja.

En uno de esos viajes, Camilo Sesto te tiró los churros.

-Sí, hace mil años, ja, ja, ja. Fue en Venezuela en un encuentro de los cantantes con más discos vendidos. Cuando voy bajando del escenario, me agarra del brazo y me dice: “Pero qué mujer más maja, con esta mujer yo tendría un hijo”. Y me abrazó. Era guapísimo. No tenía tantas operaciones como ahora -no debería haberse operado tanto- porque estaba bien jovencito. Yo decía pero cómo va a querer tener un hijo conmigo. Uno sabía que era un tipo medio raro, extraño.

LEMEBEL Y CANTINFLAS

Algunos te consideran un ícono para el mundo gay.
-Sí, bendito sea Dios que sea así. Y los apoyo en todo y les doy mi cariño de corazón. Nadie tiene el derecho de imponer ciertas reglas. Si Dios los pone en la tierra, es por algo. Estoy a favor de que se casen. Me parece muy bien.

Hay un sector conservador que no quiere que los gays se casen.
-Entiendo que cada persona tenga su manera de pensar y la respeto, pero también hay que ser realista: estamos viviendo en el siglo XXI, el mundo va cambiando, hay tantas cosas negativas que pienso que el tercer sexo no es negativo en el planeta. Son seres humanos igual que nosotros, lloran igual que nosotros, aman igual que nosotros. ¿Por qué tanta rabia contra ellos? Cuando mataron al niño Zamudio me vino una pena enorme. Y cada vez que paso por el lugar donde lo mataron, me persigno y digo que en paz descanse.

Pedro Lemebel te amaba.
-Eso me dijo la vez que nos conocimos en un concierto. Él me defendió en el tiempo que decían que traía mala suerte. Siempre habló bien de mí. Y lo triste fue que solo una vez nos vimos. Fue en un concierto que di en un local. Él estaba sentado en una mesa al fondo y pidió conocerme. Y lo fui a saludar. Me disculpé por no haber leído ninguna de sus obras. Conversamos un rato y me sacó a bailar. Fue tan breve el encuentro, pero muy lindo.

Se murió sin que le dieran el premio Nacional.
-Es así el país nuestro. No reconocen a su gente a tiempo. Espero que antes que se nos vaya don Vicente Bianchi, por favor escúchenme, ¡denle el premio nacional! Él ha dado tanto por nuestra música. Hay que valorar todo tipo de ritmos, no solo la música docta es merecedora de premios.

¿Te emocionas con la música docta?
-Sí. Mira, cuando viajé a Alemania tuve la posibilidad de conocer la casa de Mozart. Me emocioné y lloré. No entendía lo que decían ni en inglés ni en alemán, pero captaba un poco por las cosas que me iban mostrando, como el primer rizo que le habían cortado y su primer soneto que escribió a la edad de cinco años. Imagínate, ¡cinco años! Qué bruto, qué bárbaro, que haya escrito esa música siendo tan niño. Cada vez que escucho algo de Mozart me emociono. Estuve en su cocina, vi su mantelito donde ponía su café y donde desayunaba. ¿Cómo no me voy a emocionar?

Teniendo tanta cercanía con el pueblo, los políticos se te deben acercar para ayudarlos en campaña.

-Me han llamado todos los políticos. Lavín me ofreció mucha plata para participar de su campaña. Lagos también lo hizo. Me han llamado para ser diputada, senadora. Pero les digo que no. Siempre he sido coherente con mi historia. Yo le canto a todo el mundo. No importa su color político. No estoy al servicio de ninguna ideología más que a la ideología del amor.

¿Por qué?
-Detesto a los políticos, prometen cosas y no cumplen. Son muy mentirosos. Tuve una conversación muy linda con don Marío Moreno, Cantinflas, en México. Me contó que era pacifista, que sus películas eran un mensaje para los pobres y que con su dinero ayudaba a mucha gente necesitada. Y nos hicimos amigos. Un día alguien en Chile se enteró de nuestra amistad y me llamó para que lo invitara al Estadio Nacional en tiempos de Pinochet. Y Cantinflas me dice “pero cómo voy a ir a un lugar donde se torturó y mató a personas”. No se iba a prestar para eso. Pero no tenía color político y yo tampoco lo tengo.

¿Y qué pensabas de Allende?
-Una vez me tocó un vuelo con Allende cuando era presidente y me pidió que cantara “Cariño malo” a la gente que iba en el avión. Y fue muy lindo. Lo encontré un caballero simpático, muy agradable. Le gustaba mi música. Después cuando ocurrió el Golpe, yo estaba en México y me vino una angustia por mi familia. Durante cinco días no supe nada de ellos. Incluso, estando en el escenario me desmayé por el dolor que sentía y las cosas que decían que eran tan terribles. No podía ser que se estuvieran matando unos con otros.

¿Cómo ves el país?
-La colusión la encuentro terrible. Las farmacias coludidas, los pollos coludidos y hasta el papel de baño coludido es una vergüenza. Al final el que paga es el más pobre. Tiene que haber más vigilancia de Impuestos Internos sobre las grandes empresas. Por otro lado, encuentro maravilloso que haya educación gratis. Ojalá se concrete en todos los casos para que todos tengan igualdad de oportunidades.

Para terminar, el libro se lo dedicaste a los futbolistas chilenos.
-Uf, soy fanática del fútbol. Los domingo no dejo de ver los partidos de Alexis Sánchez. Y me gustan los futbolistas no porque sean guapos, sino por como juegan.

En tu dedicatoria nombraste uno a uno a tus favoritos. Pero no aparecen Bielsa ni Sampaoli.

-No, pues la verdad es que yo hablé solo de jugadores. Pero no quería que Sampaoli se fuera. Esperemos que mi selección tenga el mejor entrenador. Pero la verdad es que hubo arreglín de dineros. Jadue hizo unos arreglos muy raros. Y Sampaoli estuvo metido también. Ahora poco importa.

Palmenia-Pizarro-03

Qué lindo canta Palmenia!
Silvia León y Ricardo Henríquez
Editorial Catalonia y SCD

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