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Nacional

6 de Marzo de 2016

Carlos Peña, rector de la UDP: “Cuando una mujer es violada se la reduce a la condición de cosa”

A pocos días de que se vote el proyecto que despenaliza el aborto por inviabilidad del feto, riesgo de la vida de la madre y violación, el columnista insiste en su postura, sobre todo respecto de esta última causal. "La dramática experiencia, que solo puede ser femenina, de anidar una vida que es resultado de un acto de fuerza no debe originar la obligación de sostener el embarazo bajo la amenaza de coacción estatal", advierte.

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carlos peña A1

Cuando quedan 48 horas para que se vote el proyecto que despenaliza el aborto por inviabilidad del feto, riesgo de la vida de la madre, y violación, el rector de la UDP, Carlos Peña, reitera su postura al respecto, sobre todo en los concerniente a esta última causal, hecho por lo que ya mantuvo un extenso intercambio epistolar con algunos miembros de la Iglesia.

“Cuando una mujer es violada se la reduce a la condición de cosa. Es la vejación más extrema que puede sufrir una mujer. Y la huella de esa vejación se extiende en el tiempo cuando de ella resulta un embarazo. Se trata de una experiencia exclusiva de una mujer: anidar una vida humana que es resultado de un acto de fuerza que la cosificó. Lo más parecido a eso que podría ocurrir a un hombre, según el experimento mental de Thomson ( Philosophy & Public Affairs , Vol. 1, N° 1, Fall, 1971), es que mientras duerme se conectara, sin él consentirlo, un riñón suyo a un enfermo hasta encontrar, para este último, un donante que permita trasplantarlo. La mujer violada y el hombre conectado estarían en la misma situación: una vida extraña dependería de ellos. La pregunta entonces que cabe formular es si acaso resulta correcto coaccionar a la mujer para que mantenga ese embarazo y soporte sus costes o coaccionar a ese hombre para que no desconecte al enfermo que profita de su riñón. A poco que se reflexione, se advierte que esa coacción resulta excesiva. ¿Qué razón habría para justificarla?”, se pregunta.

Dice Peña que los argumentos que se vienen esgrimiendo es el derecho a la vida del nasciturus . El derecho a la vida, se dice, es sagrado y nada justifica amagarlo. Pero ese argumento -repetido una y otra vez como si fuera una oración- no soporta el examen racional. Confunde el derecho a la vida de cada individuo con la obligación de los demás de sostenerla”.

“Así también, de la circunstancia que el nasciturus concebido a la fuerza sea una vida humana, no se sigue que la mujer agredida deba ser obligada a sostenerla. Del derecho a la vida no se sigue el deber o la obligación, ni moral ni jurídica, de sostener cualquier existencia ajena”, agrega.

Para cerrar su análisis, Peña insiste que “la dramática experiencia, que solo puede ser femenina, de anidar una vida que es resultado de un acto de fuerza no debe originar la obligación de sostener el embarazo bajo la amenaza de coacción estatal. Algo así -deberán recordarlo los legisladores en el Día Internacional de la Mujer- impone a las mujeres una obligación coactiva que ningún hombre aceptaría”.

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