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Opinión

20 de Julio de 2018

Entrevista a Neil Harbisson, artista, músico y ciborg: “En algunos años la sociedad aceptará que es ético diseñarnos a nosotros mismos”.

El año 2004, el artista británico Neil Harbisson se implantó una antena en el cerebro. ¿Su objetivo? Percibir las vibraciones del color y así corregir un defecto de nacimiento que sólo le permitía ver en una escala de grises. No exenta de prejuicios, la suya fue una cirugía clandestina: pocos doctores se atrevían –hasta hoy- el realizar una operación transespecie. Desde entonces, Harbisson se considera a sí mismo un ciborg (o cyborg), una mezcla entre humano y máquina. Ad portas de visitar Chile, Harbisson compartió con The Clinic algunas reflexiones sobre las dificultades de un ciborg: “Hay grupos que creen que convertirse en uno es antinatural, anti humano y anti dios”.

Jonás Romero Sánchez
Jonás Romero Sánchez
Por

En las innumerables entrevistas que da alrededor del mundo, el artista y músico conceptual Neil Harbisson (1984) se ve repetidamente obligado a responder acerca del funcionamiento de la enorme antena que emerge desde el centro de su cráneo.

El año 2004, este británico criado en Barcelona se sometió a una cirugía clandestina para implantarse un aparato –que él llama “órgano”- que le permitiese “escuchar” colores.

— Decir que “escucho colores” es una simplificación— explica por teléfono a The Clinic, a pocos días de aterrizar en Chile. —Lo que transmite mi antena son vibraciones hacia el hueso que se convierten en “sonido”. Sonido que tardé tres años en interpretar.

Protagonista de artículos y charlas TED, Harbisson –quien visitará nuestro país como uno de los invitados del Adexus Day 2018-, es también el fundador de la Cyber Foundation, una entidad que defiende el derecho a incorporar tecnología en tu organismo, y que ofrece ayuda para ponerte en contacto con especialistas en operaciones transespecie –como doctores o sicólogos- e incluso con otros ciborgs.

Uno de los lemas de la fundación brilla en enormes letras en su sitio web reza: “Diséñate a ti mismo”.

¿Cómo surgió la idea de implantarte una antena en la cabeza?
-Nací con un tipo de ceguera que me impedía ver en colores, y desde pequeño me interesó la relación entre el color y el sonido. Ya de adulto, y mientras estudiaba música en la escuela de Arte, nos pidieron trabajar en la aplicación de la tecnología en la música, y me propuse crear un sistema de sensores para escuchar el color, y resultó un prototipo de la antena.

Como me gustó, pensé en crear un sistema que fuera más permanente a mi cuerpo. Decidí crear una antena, un órgano para escuchar colores de forma más permanente.

Pero una cosa es tener la idea, y otra es que tener éxito…
-Tuve que encontrar a un doctor que quisiera implantarla. Pero fue difícil porque muchos médicos se negaron. En marzo de 2004 la instalaron con tornillos. Después fue implantada debajo de la piel y, actualmente, la antena se encuentra óseo integrada. Es oficialmente parte de mí.

Al estilo de las antiguas operaciones transgénero, ¿estas cirugías fueron realizadas de forma clandestina?
-Sí. Las operaciones transespecie -es decir, de órganos y sentidos que no son humanos- no son consideradas éticas ni legales, y por eso se hacen de forma clandestina.

Háblame de tu órgano, ¿qué es lo que percibes?
-La vibración del color, desde infrarrojos hasta ultravioletas.

Además recibes imágenes, ¿incluso transmisiones de internet?
-O sea, los colores de imágenes de video. Los cuales pueden llegar desde la antena o de internet con una app. Hay unas pocas personas autorizadas a enviarme información a través de su móvil desde el lugar en el que estén, directamente a mi cabeza.

Terminator y la Ciborgfobia
Tu órgano es, por así decirlo, llamativo. ¿Te ha traído complicaciones en la vida cotidiana?
-Siempre hay problemas. Hay reacciones sociales de todo tipo, y por lo general tengo problemas con los personales de seguridad.

¿Cuál es la situación más extraña que has enfrentado?
-En el aeropuerto de Viena me hicieron un test sicológico para ver si yo estaba mentalmente preparado para estar en un avión. No estaban tan preocupados por la tecnología como por el hecho de que yo me hubiese implantado una antena. Creyeron que yo no estaba mentalmente bien.

¿Estás acostumbrado a esas situaciones? ¿Ha vivido situaciones de ciborgfobia?
-Sí, la ciborgfobia existe. Hay grupos “anti ciborg” que creen que convertirse en uno es antinatural, anti humano y anti dios. Quieren detenerlo. Hubo una agrupación norteamericana, llamada Stop the ciborgs. Pero creo que esta fobia va a cambiar. En algunos años la sociedad aceptará que es ético el diseñarnos a nosotros mismos.

Pero imagino que te han increpado por lo que implica el “diseñarse a sí mismo”.
-Lo que nuestra especie ha hecho durante miles de años es diseñar y cambiar el planeta. Eso no es ético, no deberíamos cambiar el planeta para vivir mejor, deberíamos cambiarnos a nosotros mismos. Si todos tuviésemos visión nocturna, por ejemplo, no tendríamos que encender las luces en las noches, y el planeta podría respirar mucho mejor.

O la capacidad de regular nuestra temperatura, en vez de cambiar la de nuestro entorno cuando hace calor o frío.

¿Hasta dónde crees que pueden llegar estas mejoras? ¿Qué pasa si alguien quiere implantarse armas en los brazos, o cohetes para robar bancos?
-Es que si alguien quiere ser más fuerte, nadie debería impedírselo. Tener más sentidos, o más órganos, habilidades, no debería ser un delito. El delito es la forma en que los utilizas. Hoy todos tenemos derecho a tener un cuchillo, pero algunos lo usan para cortar pan y otros para matar gente.

Hay amplia literatura en torno a los ciborgs. La mayoría de ellas tratan de distopías, como Terminator.
-La realidad de la gente que se ha unido a la tecnología no tiene nada que ver con estas historias de ciencia ficción del siglo XX. Robocop y Terminator son miedos muy propios del siglo pasado.

Ser o no ser ciborg
Han dicho que tú fuiste el primer ciborg reconocido por un gobierno. ¿Cómo sucedió ese reconocimiento?
-Bueno, yo nunca dije eso. Eso fue algo inventado por periodistas. En 2004 el gobierno británico me permitió salir en la foto de mi pasaporte con mi órgano. Entonces, unos periodistas escribieron que era la primera vez que un gobierno aceptaba a un ciborg.

¿Dices que no es la primera vez?
-Hace décadas que la gente se implanta tecnología en el cuerpo. La mayoría de las veces por razones médicas. En mi caso se trata de una razón artística, pero ser ciborg o no serlo depende de cada persona. La palabra existe desde 1960, y desde entonces que existe gente que se siente ciborg, sin la necesidad de tener implantes. Ser, o no ser ciborg, no tiene que ver con el cuerpo, sino que con tu sentido de identidad.

No totalmente. Yo no me podría considerar un ciborg aunque quisiera.

Hay mucha gente que no tiene implantes y que sí se identifica como un ciborg. Ser ciborg no depende del cuerpo. De la misma forma que ser o no ser mujer u hombre, tiene más que ver con tu sentido de identidad que con tu cuerpo.

¿Cuánto te costó instalar tu antena?
-No podría decir un precio exacto. Hay mucha gente que ha colaborado gratuitamente para hacer esto, entre doctores y los desarrolladores del código de mi órgano.

Estuve leyendo que como tu antena es sueca, querías pedir la nacionalidad de ese país
-Así es. Muchos de los materiales que usé son suecos. Entonces, esos componentes suecos están dentro de mi cabeza. Creo que debería tener el derecho de ser sueco, porque parte de mi cuerpo es sueco desde hace más de una década. Debería tener derecho a esa nacionalidad.

¿Y cómo te ha ido con eso?
-Hasta ahora nada, se están haciendo los suecos. Creo que aún no se lo toman en serio.

Morir de la risa
¿Es cierto que pretendes realizarte otra operación en Barcelona?
-Sí. Y hace un mes me instalé una brújula en la pierna para notar el norte.

Pero ¿por qué no tener una brújula simplemente?
-Es un proyecto que hemos hecho con Moon Ribas y Manuel Muñoz [N. del A: ambos ciborgs reconocidos], donde los tres nos hemos implantado los componentes internos de una brújula en la pierna, para intentar despertar el sentido del “norte”. Muchos estudios dicen que el ser humano podía percibir el norte, pero que fuimos perdiendo ese sentido. El objetivo era despertar algo que estaba dormido.

¿Qué otra parte de tu cuerpo te gustaría mejorar?
-Mi objetivo nunca ha sido mejorar ni arreglar nada, es sólo explorar.

Bueno, si pudieras elegir ¿Qué otros sentidos te gustaría explorar?
-Para mí, intentar controlar el sentido del humor. Me gustaría encontrar o crear el órgano que nos da el sentido del humor.

¿Por qué?
-Si pudiésemos controlar qué nos hace reír y qué no, la humanidad sería mucho más feliz. Imagínatelo, si tuviésemos un órgano para controlar el sentido del humor, todos podríamos reírnos aunque estemos enfermos o muriendo, se acabarían las guerras y los conflictos. Es un sueño y un objetivo casi imposible: poder morir de risa.

*Neil Harbisson visitará Chile como invitado al Adexus Day 2018, cuyo tema es “Metamorfosis: El Desafío Digital”. El evento se realizará el 2 de agosto en el Hotel W de Santiago.

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