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Opinión

16 de Diciembre de 2010

Menéate Chile

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*Por José Raúl Montero.

Sin tanta sorpresa me he enterado del boicot que ha iniciado el grupo “Muévete Chile” en contra de vuestra revista. Digo sin tanta sorpresa porque la existencia de dicha asociación es ya en sí una ofensa al cristianismo.

Soy católico, apostólico y romano, estudié en un excelente colegio de la Congregación Barnabita y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, pero es en el colegio donde aprendí a vivir los valores de Cristo en verdad: la fe se vive en el corazón y se expresa en los actos. Lo que hace Muévete Chile no es distinto de lo que hacen los Talibanes, que deforman a su interés el dogma religioso y recurren a la violencia como forma de legitimar lo que ellos consideran “la verdadera fe”. Recurrir al boicot, al acusar al prójimo, a las listas negras -que viví en carne propia en la UC- es
propio de imbéciles inseguros al extremo que buscan refugio en grupúsculos de gente manipulable.

Santo Tomás de Aquino no recurría en la defensa de su Summa Theologiae a las faldas del papa, ni San Ignacio de Loyola indicaba en sus escritos la persecución como forma de evangelización. El papa San Calixto expresaba en sus actos de vida
el amor de Cristo por enseñar a seres humanos, porque entendía que las personas pueden tener distintas opiniones, pero no por ello se debe recurrir a la fuerza para uniformizar las conciencias. Claro, estas agrupaciones sectarias se refugian en santurrones de papel maché, como Escrivá de Balaguer o el ya mítico Karadima, quienes crearon una versión budista de las enseñanzas de Cristo para venderlas a ejecutivos con poco tiempo dedicado a sus propias existencias, para llenar los vacíos y culpas de sus almas. Es lo que sostiene al extremismo católico de nuestros días. “Lo que enseña el libro “Camino”, de Escrivá de Balaguer, es original y cristiano: lo que tiene de cristiano no es original, y lo que tiene de original no es
cristiano”, señalaba el gran teólogo Hans Urs von Balthasar.

El éxito impresionante que tuvo el cristianismo, y que lo diferenció de otras creencias, fue haber innovado en valorar al ser humano, en ser una comunidad acogedora en la diversidad. Esta diversidad, esta divergencia de opiniones, es lo que ha mantenido viva la fe que se nutre del entendimiento. Incluso aceptando la parodia, el humor, como fuerza de empuje en momentos de flojera clerical y secular. ¡No reconocer al humor como motor de cambio es no conocer la obra de Santa
Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia!

La lucha contra el aborto y, al mismo tiempo, la defensa de la pena de muerte por parte de muchos de sus miembros reflejan el real carácter de Muévete Chile. Créanme, no es un grupo de católicos reales. Son sólo niñitos y señores que no conocen de Cristo más allá de las prédicas deformes y sosas de Raúl Hasbún o Fernando Karadima, o el mismísimo Enrique Opazo, gestor del Mall-Parroquia de San Expedito, versiones pasteurizadas de la naturaleza humana y del profundo carácter social del Evangelio. Prefieren ante eso a un curita que se preocupa de tarjar las partes molestas de las Escrituras y escuchar sólo el lado amable a ellos, para cubrir con bálsamo pseudoespiritual los abusos laborales, las injusticias, las parafilias sexuales y otras aberraciones nacidas de sus mentes.

Desafío a estos “católicos” a que argumenten sus posturas en la fe y en el conocimiento de la historia de la Iglesia. Hasta el momento ninguno lo ha hecho.

Con estas acciones Muévete Chile no logra más que contaminar al Pueblo de Cristo con sus excrementos conceptuales. Y de paso, seguir hundiendo a la Iglesia en el pantano del que Su Santidad Benedicto XVI está tratando de sacar, después del espantoso papado de Juan Pablo II, hombre dominado por grupos como éste, que nublaron la visión e hicieron vista gorda a los abusos pederastas realizados en grupos, curiosamente, ultraconservadores, como los tristemente célebres
Legionarios de Cristo.

No sé qué tanto miedo al condón o al sexo anal consentido. No entiendo el temor a la sexualidad de esta gente. ¡Expliquen su terror a la felicidad!

Que Dios me proteja de sus fanáticos

*Lector de The Clinic

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