Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

21 de Diciembre de 2011

Papudo indignado al cubo

En Papudo estamos todos profundamente indignados, es verdad. El señor Felipe Assadi, Decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Finis Terrae en su carta en El Mercurio, no se equivoca al colgarnos ese nombre que últimamente ha dado varias vueltas al mundo y que ha agrupado a miles de personas, en […]

Por

En Papudo estamos todos profundamente indignados, es verdad. El señor Felipe Assadi, Decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Finis Terrae en su carta en El Mercurio, no se equivoca al colgarnos ese nombre que últimamente ha dado varias vueltas al mundo y que ha agrupado a miles de personas, en distintas ciudades del globo. En Papudo, no lo podemos negar, estamos indignados al cubo.

Estamos indignados porque un grupo de personas extremadamente elitistas, en confabulación con las autoridades del pueblo, han decidido, arbitrariamente, adueñarse de un pedazo del borde costero que es patrimonio del pueblo y de cada uno de los más de 15 mil visitantes que tiene Papudo en el año. El borde costero le ha sido dado en concesión al Club de Yates de Papudo—conformado eminentemente por personas de Zapallar y Cachagua—para construir una marina para 52 yates. Una marina es, a fin de cuentas, un estacionamiento para yates, nada más ni nada menos. Otra concesión le ha sido dada al municipio de Papudo para un remozamiento del terreno aledaño al borde costero.

Un estacionamiento para 52 yates va a significar la remoción, con cemento expansivo, de más de 18 mil toneladas de roca. Va a significar año y medio de trabajos, camiones (1,5 camiones por hora), polvo, tronaduras de roca y destrucción. El lugar que se destruirá constituye uno de los paseos más hermosos de Papudo. Cuenta, ese lugar, con una madriguera de chungungos, especie protegida por leyes chilenas e internacionales; cuenta también con delfines y toninas que saltan en invierno y cuenta, finalmente, con un fondo marino rico en flora y fauna. ¿Vale la pena arrasar con todo esto para que 52 personas estacionen sus yates? Yates que, por lo demás, tienen un motor que hay que lavar, con la consiguiente contaminación de las aguas. ¿Vale la pena la destrucción de un paseo que visitan 15 mil personas al año, para que 52 personas se estacionen? Creemos, de todo corazón, que no, no vale la pena.

El desarrollo que propone el Club de Yates, de la mano de la alcaldesa Rosa Prieto y su marido concejal, el señor Víctor Fazio, nos parece humillante y nos genera un rechazo que nos impulsa a ser, a mucha honra, los mayores indignados de todo el país. No estamos de acuerdo para nada con el concepto de desarrollo que el Club de Yates y las autoridades le ofrecen al pueblo. El desarrollo no se logra imponiendo las ideas y los proyectos con el terror. En Papudo, hace rato, quien se opone al proyecto recibe las más variopintas represalias orquestadas desde la Municipalidad. Los niños, hijos de opositores a la marina, son bajados de los buses municipales; las concesiones para puestos de ventas en el verano les son negadas a quienes dan a conocer su opinión; las personas que han participado en las marchas son hostigadas en la vía pública y así suma y sigue.

Estas represalias no hacen más que confirmarnos que el proyecto de la marina tiene muy poco sustento real en cuanto al progreso que ofrece. Si un proyecto debe ser defendido a punta de matonaje, poco se puede creer en sus bondades. Según socios del Club de Yates, el progreso para Papudo consiste en que los niños podrán aprender a limpiar yates desde pequeños y las mujeres podrán ser empleadas domésticas. Ambos trabajos son respetables, por supuesto, pero en Papudo creemos que la gente tiene derecho a optar a algo mejor.

El ingreso de Papudo se basa principalmente en el veraneante de clase media que compra en las picadas del lugar, que arrienda casas de clase media, que compra helados en la playa, que va durante el invierno a ver saltar los delfines en el muelle. El dinero no viene de la gente del Club de Yates. El dinero viene de la belleza de Papudo y de su capacidad para atraer visitantes. El dinero viene de la playa y del borde costero, de los bosques y de los servicios humildes que los papudanos ofrecen.

La marina no es el futuro de Papudo. Papudo en sí mismo tiene una personalidad propia y no necesita, como cree el señor Assadi, “resurgir”. Para resurgir hay que haber caído. Papudo, hasta el momento, no ha caído, muy por el contrario, está firme en contra de un concepto de progreso que, en realidad, es el progreso monetario de unos pocos. No es que el proyecto no nos guste, es que el proyecto es malo para el pueblo. Es malo para los chungungos de la zona, es malo para la playa. Las posibilidades de que la marina cambie el patrón del oleaje y la playa se transforme en un roquerío son enormes. Ya hemos visto un roquerío creciente gracias al paredón que agregó, ilegalmente, el Club de Yates como rompeolas. Un proyecto que requirió de la ayuda de un personero del gobierno de turno para ser aprobado y que requirió luego de la agilización del gobierno siguiente merece todas nuestras dudas, todas. Basta con leer la ley 19.300, artículo 11 de medioambiente, para darse cuenta de que no se les exigió el estudio de impacto ambiental que se les debería haber exigido. Basta con escuchar cómo el Club de Yates y las autoridades mienten, cuando dicen que tienen la aprobación del pueblo, cuando aseguran que en el concejo municipal están todos de acuerdo, cuando insisten en decir que el proyecto ha sido discutido. Un proyecto de una entidad privada, impulsado por una alcaldesa y un concejal socios de la entidad privada, da para dudar, dudar y dudar.

Que la costa de Papudo se ve hermosa desde el mar es cierto, señor Assadi. Pero que es mejor bañarse que ver yates, es una verdad incontestable. Que es mejor ver saltar delfines, que ver lavar motores por niños del pueblo, que es mejor tener chungungos que camiones sacando escombros es innegable. INNEGABLE.

PD: no es necesario tener una marina para disfrutar de Papudo.
PD2: ¡NO A LA MARINA!

Notas relacionadas