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Opinión

21 de Marzo de 2012

“No han existido grandes diferencias en la forma en que Pérez Yoma y Hinzpeter han enfrentado el conflicto Mapuche”

Uno de los mayores aciertos en la historia de la televisión chilena fue la aparición de un niño mapuche que le leía poemas a Don Francisco en Sábado Gigante en los ochenta. Emilio Antilef, hoy tiene más 30 años, una carrera como profesor y se está iniciando en el mundo del periodismo. Explotando está nueva […]

Daniel Belmar
Daniel Belmar
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Uno de los mayores aciertos en la historia de la televisión chilena fue la aparición de un niño mapuche que le leía poemas a Don Francisco en Sábado Gigante en los ochenta. Emilio Antilef, hoy tiene más 30 años, una carrera como profesor y se está iniciando en el mundo del periodismo. Explotando está nueva veta comunicacional, Antilef lanzará a principios del mes de abril un libro llamado “Visibles: Mapuches en la cabeza del león”.

-¿De qué se trata el libro Visibles?
-Es un libro periodístico. Se trata de 21 entrevistas hechas a personas mapuches que se han destacado en una serie de ámbitos. Pero son distintos a los ámbitos tradicionales, aquí no hay artesanos, ni chamanes, ni poetas. Los personajes que entrevisto son cantantes, periodistas, músicos, bailarines, modelos, un doctor y hasta un opinólogo. La tesis del libro es que los mapuches ya no tienen limitaciones para desarrollarse y por eso ahora están presentes en áreas que antes eran impensadas.

-¿Pero qué personajes concretos aparecen?
-Está Pedro Cayuqueo, que es un gran periodista. También el doctor Nahuelpan, el volcanólogo Cayupi, incluso Andrés Cañulef, que es un opinólogo mapuche. Ahora un mapuche puede opinar sin problemas de música, espectáculos y hasta de los cahuines de la televisión. El mapuche de hoy puede estar en la cabeza de un león…

-¿Y eso qué significa?
-Tiene que ver con esa metáfora tan mañida de que el Mapuche es la cola del león o peor aun, la cola del ratón. Es decir, que el mapuche está ubicado en la cola del sistema. Una especie de complejo de inferioridad, al estilo de “La senda del perdedor” de Charles Bukowski. Pero eso ha cambiado y lo muestro en el libro con estos personajes influyentes.

Terroristas, Hinzpeter y Pérez Yoma

-¿Existe el “terrorismo mapuche”?
-No, esa es una afirmación muy antojadiza y que no se sostiene en evidencia concreta. Para hablar de terrorismo propiamente tal se necesita de una organización compleja, grandes hechos de violencia y muertos provocados como consecuencias directas de los ataques. Ninguno de esos elementos se encuentra presentes en los conflictos de la Araucanía. Aquí no existe ningún símil de la ETA o el IRA.

-¿Entonces por qué se producen quemas de terreno en la Araucanía?
-Eso corresponde a una forma de interpretar las reivindicaciones mapuches. Pero no es algo que represente a lo mayoría y tampoco son acciones que se encuentren demasiado organizadas, al menos, por los propios mapuche. En ese tipo de actos, hay influencias externas que realmente no tienen mucho que ver con lo que piensa el pueblo Mapuche. Yo creo que las quemas de terreno son una vía equivocada. Pero en la forma, porque la lucha por terrenos que en su mayoría fueron adquiridos de manera sucia, es una causa justa.

-¿Cómo evalúa la gestión de Hinzpeter para controlar el conflicto?
-No han existido grandes diferencias en la forma en que Pérez Yoma y Hinzpeter han enfrentado el conflicto Mapuche. Lo que pasa hoy es la continuación de lo que hicieron los gobiernos de la Concertación.

-¿Pero no ha existido ningún cambio en la relación entre el pueblo mapuche y el Estado chileno?
-Creo que han habido cambios en los últimos 20 años, pero por parte de los propios mapuches. Hay mapuches que han accedido mayormente a la educación y se han insertado en todas las esferas de la sociedad, que eso es lo que trato de reflejar en mi libro. Por otro lado, la globalización le ha hecho muy bien a los mapuches.

-¿En qué sentido?
-Por el efecto que han tenido las redes sociales y la mayor facilidad para poner los temas en la mesa. Ya no es necesario el acceso a medios masivos centralizados para poder expresarse. Gracias a la globalización, las minorías pueden exponer sus problemáticas y sus visiones sin pasar por el control de las mayorías.

Sábados Gigantes

-¿Qué recuerdos tienes de Sábado Gigantes?
-Yo la pase muy bien en Sábado Gigante. Para mi fue muy grato conocer el funcionamiento de la televisión y a una serie de personajes. Pero la verdad es que me impresiona que todavía haya gente que se acuerde de eso. Es casi como una bendición. De repente te hacen un favor dándote el banco, te saludan en la calle o te dejen entrar gratis a una Discoteca.

-¿Qué opinión te merecen los casos de niños en la tele que han sido explotados como Christell de Rojo?
-Me dan pena todos los casos de niños que han sido explotados en el mundo del espectáculo. Desde Joselito hasta Macaulay Culkin. Eso pasa porque como les ponen mucha plata, los papas se vuelven ambiciosos y los explotan. Es feo que un cabro chico tenga que ir a un escenario para ganar plata. Así llegamos a casos horribles como Michael Jackson en que el papa lo amenazaba con una plancha caliente. Por suerte, eso a mí no me paso. Porque no gane mucha plata en la tele. Adquirí contactos y experiencia, pero nunca me pagaron ninguna cifra grande por ir a Sábado Gigante. Encuentro notable que un niño saque para afuera sus talentos, siempre y cuando la economía de la familia no depende del niño.

-¿Te imaginaste alguna vez que tus poemas iban a tener tanto impacto?
-Para mi la tele fue un incentivo a mi osadía de escribir a esa edad. También fue una plataforma para lo que estoy haciendo ahora, que es convertirme en periodista. Uno de mis maestros espirituales fue Guillermo Hidalgo, con los personajes que tenía como Chupete Aldunate, el maestro Titán y sus entrevistas en The Clinic. De hecho, uno de los referentes que tuve para hacer el libro “Visibles” fueron las entrevistas de Hidalgo.

-¿Sigues recitando poemas de una forma tan expresiva?
-No, para nada. Cuando recitaba los poemas en la tele, actuaba un poco. Me esforzaba y los recitaba de una manera casi siútica. Le daba un efecto especial leyendo las “erres” en la palabra “patria”, que recitaba como “patrria”.

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