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Opinión

25 de Octubre de 2012

Bachelet, quédate en casa

Pasan los días y Michelle Bachelet está sumida en el silencio, en el halo del misterio. Es casi seguro que se presentará en las próximas elecciones presidenciales de Chile. Es una carta segura para derrocar a cualquier contrincante de la derecha o a sus símiles ideológicos de la Concertación. Nadie puede discutir el nivel de […]

Sergio Pinto
Sergio Pinto
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Pasan los días y Michelle Bachelet está sumida en el silencio, en el halo del misterio. Es casi seguro que se presentará en las próximas elecciones presidenciales de Chile. Es una carta segura para derrocar a cualquier contrincante de la derecha o a sus símiles ideológicos de la Concertación. Nadie puede discutir el nivel de popularidad y lo bien que le haría al país tener nuevamente una Presidenta cercana, cálida.

Sin embargo, a pesar de todos los valores como persona, ella abrumaría por un tiempo considerable el bien posesionado sector de la centro-izquierda (o europeizada palabra de socialdemocracia), ya que invalidaría la palabra cambio. Palabra cambio por lo demás muy propia de la izquierda y mal utilizada por la derecha. Si de algo habría que proteger a la izquierda como base es de esa posibilidad de proyectar un futuro mejor, de reformar lo establecido, de que las utopías pueden ser realizables en la medida que las herramientas políticas, sociológicas y por que no decirlo, psicológicas, estén encaminadas en una misma subjetividad.

Si se presentase y ganase (lo más probable, a pesar de la rebuscada campaña en su contra post-terremoto), ella sabe y la gente que la acompaña también es consciente de que no podrá cambiar nada. Absolutamente nada. Las cosas quedarán iguales, sólo a diferencia de pequeños retoques de maquillaje en las políticas públicas. Le vendrán demandas duras como las educacionales, medio ambientales, políticas internas, constitucionales y no estará a la altura porque ella principalmente tiene los mismos ADN de la Concertación y sobre todo no tendrá lógicamente el apoyo ni la cohesión de su sector, y para qué decir de la recepción de los conservadores de la política chilena.

Si de algo vive el hombre es de creer en algo, de soñar, de anhelar la transformación del rutinario presente y en eso la izquierda, a pesar de los muchos errores históricos, es propia de llevar esa bandera. Mientras exista un poco de espacio, entra la luz, y ahora con una Concertación y derecha tan mimetizadas, es difícil encontrar un poco aire fresco.

Bachelet se dará contra la muralla y seremos testigos cómo la centro-izquierda fracasa y cómo ella pierde esa calidad de mito que la acompaña hasta el día de hoy. Al ver que no podrá cumplir las demandas, terminará por desanimar las ilusiones, la posibilidad de todo cambio y luego vendrá la absoluta resignación, la muerte de la ideología y el paso fácil de los tecnócratas disfrazados de apolíticos e independientes.

La Concertación y la derecha son herederos y guardianes del sistema neoliberal, de cuidar las parcelas de los conservadores sin importar la ideología que sean; de favorecer las mezquindades del sector empresarial y muchas veces desclasado que ahora está a gusto con ser invitado a la exclusiva mesa de los que siempre han tenido.

Michelle, ahora el escenario es distinto con las movilizaciones sociales que no tuviste en tu primer mandato, por lo que ¿eres capaz de reformular el sistema?. Estarán todos los ojos encima tuyo. No podrás decir que no tuviste tiempo para las ansiadas reformas. Pasarán los meses de fiesta, de júbilo de que volvió el Ave Fénix, pero luego serás nuevamente mortal y muchos irán por tu talón de Aquiles.

No participes en la fiesta de los codazos. Déjanos soñar aunque sea ingenuamente por un futuro mejor. Deja que la Concertación se aclare sola. Mal que mal un Velasco, Gómez, Parisi, Meo, Golborne, Allamand, entre otros, son del mismo color gris.

Michelle, que no te utilicen. Terminarás sola -políticamente hablando- y no te lo mereces. Pasa a la historia como la primera Presidenta de Chile más querida y no busques los reproches. Da un paso atrás, deja que nos caigamos solos y no vengas como esa madre sobreprotectora que recoge al niño antes que se caiga.

Sergio Pinto es periodista, radicado desde el 2005 en España. Ha sido corresponsal extranjero de Televisión Nacional de Chile (TVN) y colaborador en Chile para La Nación Domingo, The Clinic y revista Caras.

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