Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

2 de Agosto de 2013

Jorge González: “Los hijos de los millonarios también están tristes”

El ex prisionero estuvo presentando su último disco, Libro, en Chile hace tres semanas. Patricia Rivadeneira, actriz y amiga del cantante, estuvo en su show. Esto fue lo que conversaron.

Patricia Rivadeneira
Patricia Rivadeneira
Por

Con Jorge nos conocemos hace como 28 años, en la época que compuso algunos temas para las Cleopatras y actuamos juntos en una Antígona dirigida por Vicente Ruiz.

El año pasado, cuando Jorge se trasladó a vivir a Berlín y yo estaba en Roma, empezamos un intercambio epistolar de poesías y vivencias. Leíamos a Parra y él me enviaba los primeros registros de su último disco, Libro, hoy un súper ventas: Disco de oro. Estaba componiéndolo sólo en su nuevo hogar de Berlín.
Fui a ver su show días atrás y encontré que estaba cantando mejor que nunca. Nos emocionamos, bailamos, cantamos. Tocó hasta un par de temas disco, algunos de sus clásicos y su último trabajo, Libro. Después de años de dedicarse a la música electrónica, este disco lo devuelve a su primer amor, la música romántica, letras desgarradoras y personales.

A la hora del té comentamos sus viajes a pueblos perdidos en Perú, Bolivia y otros países donde lo esperan a brazos abiertos. Me sorprende la integridad de su vocación juglaresca. Para Jorge, parece que todos los escenarios y públicos valen igual, desde el más pequeño hasta los grandes estadios que le hemos visto llenar.
La vocación inapelable de quien tiene un don, un regalo de los dioses. Lo mejor de la entrevista siempre es el off y eso queda como alimento para volver a vernos.

¿Por qué te fuiste de Chile?
-Hay varias razones. Pensaba que si me quedaba iba a terminar preso. No encajaba dentro de lo que se supone que uno tiene que hacer para que te acepte la elite gobernante, que son los mismos que gobernaron con Pinochet. Los dueños de Chile son un lote de familias súper militarizadas, gente terrible, huevones malos. Si seguía acá y se me seguía cayendo el casete, como se me cae con mis opiniones, que ni siquiera eran apoyadas por la Concertación, al contrario, iba a terminar preso, me iban a inventar algún cahuín. A lo mejor estaba exagerando, a lo mejor no, pero no quería correr el riesgo, porque ya había visto pasarle cosas raras a la gente. En Chile les gusta tomar un artista y meterlo preso para dar un ejemplo.

A mí también me metieron presa.
-Sí, claro. Yo no quería que me pasara eso. Por otro lado, tampoco veía que podía expresarme mucho creativamente porque ya había tenido un montón de éxito y también, después que se reunieron Los Prisioneros y se volvieron a separar, no estaba en un muy bien pie para hacer promoción de mis discos porque a la mayoría de los medios de comunicación no les quería dar una entrevista.

¿Por qué?
-Por como me habían tratado, pero principalmente porque sabía que detrás de estos consorcios estaba gente que estaba creando las peores condiciones mentales para nuestra sociedad. O sea, la mitad de los diarios son de Copesa y la otra mitad del Grupo Edwards, que lo único que les interesa es imponer el libre mercado y sacar adelante las ideas de Jaime Guzmán, de Pinochet, de Longueira y toda esa gente. Entonces, si a toda esa gente ya no le iba a dar entrevistas, ¿cómo iba a hacer música? ¿Cómo iba a promocionar? ¿Cómo iba a darme a conocer?


Pero al inicio, Los Prisioneros tampoco tenían el apoyo de la prensa, ni de nadie.
-Cuando Los Prisioneros partieron en los 80 yo no cachaba tanto. Entonces, si venía La Tercera o El Mercurio, igual les daba una entrevista. No sabía cómo funcionaba todo.

¿Cuál fue la otra razón por la que te fuiste?
-Porque su suponía que Los Prisioneros, que éramos Miguel y yo en ese momento, habíamos hecho unos shows en México y Estados Unidos y nos estaba yendo bien. Pero cuando me marché y arrendé una casa grande para ensayar, el resto de la banda no se quiso ir. Se quedaron acá porque fue medio no sé, “yo estoy acá seguro, tengo unos departamentos para arrendar”. El resto de la banda no lo vio como una alternativa económica muy segura, y probablemente tenían razón, porque no es tan sencillo.

No sientes que también es un ejercicio querer empezar de nuevo, protegido por el anonimato, y ser uno más del montón…
-Lo que tiene de bueno es que creativamente puedes ir para cualquier lado, porque nadie está esperando nada de ti. Nadie está esperando que repitas algo que hiciste antes y eso es súper bueno.

Y eso es liberador…
-Claro, súper. De todas maneras es maravilloso. Yo ya había vivido afuera tres años, pero cuando me devolví a Chile, con los proyectos que tenía y porque mi hijo mayor vive acá, lo pasábamos súper bien juntos pero después me arrepentí. El ambiente santiaguino es muy difícil para un hombre. Los hombres terminan pronto conversando entre puros hombres toda la noche en un lugar encerrado, tomando y pegándose en la… Ahora me parece que es diferente, cuando vengo veo que la gente está mucho más enfocada en hacer música.

No están jalando.
-No, están trabajando. Huevean y todo, pero trabajan mucho más que esa generación de los años 90…

¿Y por qué crees que pasó esto?
-No sé por qué, la verdad. Creo que cuando llegué en los noventa era un poco complicado, había un achatamiento cultural porque había llegado, entre comillas, la democracia, entonces, lo que antes era una movida que nadie le daba bola que era la música de Emociones Clandestinas, de Banda 69, de Aparato Raro, de Los Prisioneros, los comienzos de La Ley, nadie la tomaba muy en serio. De repente pegaban con un par de temas y era como simpático, en los noventa ya se volvió como una institución más seria, porque existía el conglomerado de la Rock and Pop, y ellos eran como los dueños de la cultura juvenil. Yo no estaba en la onda que ellos manejaban y tampoco tenía mucho interés en tratar de hacer una cosa de promoción, no tenía ganas de estar hablando pelotudeces toda la noche en algún bar.

¿Crees que el paso de la dictadura a la democracia influyó en que nos drogáramos? A veces pienso que también tenía que ver con eso, ¿o no?
-¿Con qué?

Con todo lo que pasó en nuestros años de juventud, que vivimos en una dictadura, ¿no crees que tiene una relación? ¿Que hay algo generacional?
-No sé, porque la primera vez que me fumé un porro o me tomé una cerveza tenía como 25 años. No me siento tan parte de un súper reviente de mi generación. Cuando volví de estudiar en Nueva York, ahí me metí más en el carrete, cuando paso a proyectos musicales como Gonzalo Martínez… pero pronto caché que estaba fea la cosa y que el carrete no me llevaba para ninguna parte, que no estaba ganando nada, encontré la manera de ir a Cuba y me hice una rehabilitación. A la vuelta ya quedé con el título de drogadicto. A veces me mandan un link de un show mío y abajo, inmediatamente, dice “este drogadicto que se está gastando todo en cocaína”. Y yo no estoy en eso hace siglos. Es como injusto porque tú sabes que hay gente… que el hermano del Presidente de la República es un drogadicto, no sé si tú puedes poner eso. Todos lo saben, pero no se puede decir porque es de una familia muy importante y está muy protegido.

¿Qué es ser adicto?
-No sé, la verdad es que irme por el lado de la adicción y de las drogas no es algo que me interesa mucho conversarte ahora, lo considero un recurso barato del rockero que no tiene mucho más de qué hablar. No me gusta hablarlo porque cuando traté de conversarlo públicamente me di cuenta que no servía para nada bueno, que no ayuda porque los medios de comunicación están todos dominados por una energía tan negra que no hay manera que salga algo positivo, a menos que se trate de un libro, por ejemplo, que es un objeto más noble, pero a través de un diarucho…

He pensado mucho en esos temas porque los hijos te vienen con las preguntas y una cosa es la experimentación… A veces se hace insoportable esta realidad ordinaria, así, sin nada.
-Lo que pasa es que esta realidad es una especie de droga y de adicción…


Uno lo que quiere es buscar otros estados de conciencia que te conecten con algo más sensible, más sutil. Las drogas y el alcohol nacen como sustancias para convocar al grupo humano, a la tribu desde la época de los griegos….
-Pero los griegos eran unos pelotudos.

Pero espera, hay una manera que es autodestructiva, que no sólo evade la realidad ordinaria, si no tampoco te conecta con nada.
-De hecho te conecta más con la realidad ordinaria, claro. Creo que no hay nada más capitalista que jalar, porque la energía que tiene es súper materialista y violenta, de querer más, de la ambición, del ego y esa es la huevá más capitalista que hay, así como de efecto.

LIBRO, MACHISMO Y BACHELET

¿Por qué decidiste quedarte en Berlín?
-Casualidades de la vida, no más. En realidad he ido de país en país un poco de malentendido. Fui a México por el malentendido de que se iban todos Los Prisioneros. Después, me fui a España para trabajar en música electrónica. Hay unas razones más mágicas y poderosas que te llevan para otros lados. Y esas razones me han empujado para buenos lugares. Me fui a hacer un disco de house y terminé haciendo un disco de piano y de guitarra de una manera bien sorprendente. En un momento no tenía planeado hacer este tipo de música y al otro mes, empezando el 2012 en el invierno, me encerré, hice como 15 o 20 canciones, algunas en inglés y otras en castellano… Como en dos meses ya estaba todo listo.

¿Cómo se inspiró Libro, tu último disco?
-Una de las claves de ese álbum es la primera canción, Ámate. De alguna manera yo fui criado y muchos nos criamos con la literatura, con las películas. Entonces, existe la idea de que el amor se encuentra en una pareja, en completarse con otra persona y pasa algo maravilloso, que crea una energía muy linda. Pero pensar que esa energía tan linda te va a dar felicidad para siempre, parece que no funciona tan así.

Hay un momento que uno empieza a ver las sombras del otro, y el otro empieza a ver tus sombras.
-Creo que son las formas de la relación, que lo que pasa con la otra persona es que uno nunca la ve, uno ve la relación, uno se enamora de la relación que tiene con la otra persona. Creo que uno ni siquiera llega a conocer a la otra persona, que lo que hay entre uno y otro es una producción. Como un puente, o un mundo que se crea a través de dos mundos.

Te ves en el otro…
-No sé si te ves en el otro. Cuando la gente se enamora, se crea un mundo entre los dos muy fuerte, pero que no es ni del uno ni del otro, es un mundo que se crea cuando esas dos personas están juntas. Pero piensa que ese mundo, ese ángel que cae ahí, esa ánima, no se queda para siempre, en algún momento se va. En algún momento dice, bueno esto era y se va. Se retira, para siempre. Y cuando se retira no sé cómo se puede hacer para que esas dos personas puedan seguir siendo una pareja y que esté todo bien. Creo que no se puede, pero seguro que estoy equivocado, se debe poder. Por lo menos ahora, no creo que se pueda.

No crees, pero no te resignas.
-No es que no me resigne, claro que me resigno a que no se puede, pero no me importa. O sea, en realidad quizá la clave está en no mirar al futuro, sino que mirar el presente no más, como dicen los libros de autoayuda, tratar de incorporarlo de verdad.

Las mujeres te han inspirado.
-He establecido relaciones donde me he tomado en serio la relación. Me importa. Empecé a tocar la guitarra y a hacer canciones para conseguir el ideal romántico del enamoramiento. Eso me significaba mucho más gancho que la idea, en realidad mi idea principal con la música era viajar, pero después de eso, era la idea romántica de tener algo lindo con alguien.

Y de cantarlo…
-Claro. Y el hecho de convertirme en músico me hacía sentirme más yo.

Pero me imagino que en todos estos años tu relación con las mujeres ha cambiado harto.
-Es que a las mujeres no las veo como un género; las personas son todas distintas. No veo a las mujeres y a los hombres como clubes tan separados. Mis relaciones con las personas se han endulzado porque a lo mejor he tenido más suerte y las olas de la vida me han traído gente que a lo mejor está más contenta consigo misma, también. Como los músicos con los que toco ahora, que son gente que siento están bien contentos con ellos mismos. Me ha tocado gente más serena con el tiempo.

¿Más madura?
-No sé si esa es la palabra.

Pero tú has madurado, Jorge…
-He cambiado montón. Hay cosas claves que me han pasado en la vida que pienso que me las he tomado para convertirlas en algo dulce, más que en algo amargo. Nací en un entorno, no digo de mis padres, sino en un mundo con mucha amargura. Y con el tiempo he podido acercarme más a la dulzura, porque la he podido reconocer. La hay, sólo que está más escondida.

Cuando yo te conocí, además, eras machista…
-Evidentemente cuando tenía 20 años, que fue cuando me conociste, yo tenía mucho más miedo.

¿El machismo está relacionado con el miedo?
-El machismo está relacionado con el miedo. La violencia masculina. Aparte que también he vivido en otros países, lo que me ha relajado un poco porque el entorno santiaguino es muy machista. Imagínate, tuvimos Gobierno Militar, qué más machista que eso. México se supone que podría ser un país más machista y es bastante menos. El poder y el lugar que ocupa la mamá en México es muy importante, porque acá muchos muchachos se refieren a la mamá como mi vieja. Allá en México se refieren a la mamá como la jefa. En México está esa figura grande que es la Virgen de Guadalupe, que es una virgen a la que mucha gente le reza… Es como una diosa que manda todo.

¿No te parece que Bachelet juega ese rol en este momento en Chile?
-No me parece que ningún político pueda jugar ese rol…

Es que cuando llegó la Bachelet era como que fuera llegando la Virgen del Carmen.
-No, para nada me parece que la Bachelet sea una cosa positiva. Al contrario, me parece que es un títere de los poderes económicos y militares chilenos y chao. Y es muy triste, porque es una persona que fue torturada y que a su papá lo mataron de mala manera. Es muy triste que ahora esté defendiendo los poderes económicos y defendiendo a los milicos pero, por otro lado, es su trabajo. Ser Presidente significa eso, ser candidato significa aceptar eso: acatar la ley y sentarte en un sillón con el escudo patrio atrás. Tener el escudo patrio detrás es muy mala suerte.

¿Y qué crees que se podría hacer?
-La democracia nunca fue. Y, aparte, es mentira.

No, pero te digo en el mundo.
-Los países como organización son nefastos, se deberían abolir.

¿Y qué opinas de tener en Chile y Alemania dos rubias: Bachelet y la Merkel?
-¿Es rubia Bachelet?

Es rubia.
-Es que yo ni las miro, no me importan nada, o sea no existen para mí. Toda esa gente, todos los políticos de cualquier país para mí son nada.

Pero convengamos en que en algún momento creímos…
-Yo apoyé la candidatura de Gladys Marín, eso sí me acuerdo. Y me impresionó ella, la encontré una persona muy especial porque la apoyé y me dio las gracias cortésmente pero no me sobó el lomo para nada, no se trató de tomar la foto ni nada. Una persona con una dignidad de otra generación. Pero todos los demás son unos payasos: el Lagos, el Aylwin, el Frei… Todos son unos payasos.

Pero cuando volvió la democracia, ¿creíamos o no creíamos?
-No, ¿quién creía? Nadie creía.

¿Tú no creíste? ¿No fuiste a votar en el plebiscito?
-Sí, claro, porque queríamos que se fuera Pinochet y no mataran a la gente por cualquier cosa en la calle, pero yo no creía en Aylwin. ¿Cómo iba a creer en un señor de apellido inglés en Chile?

Pero, así como llegaron los españoles, llegaron los ingleses.
-Es que lamentablemente en Chile los políticos de apellido inglés son más conservadores que los políticos de apellido castellano. Ya ser político es muy conservador. Pero si eres un señor así, tipo Walker, o de esas familias muy conservadoras significa: “nosotros somos blancos y el resto un montón de indios que hay que decirles lo que hagan”. Esa es un poco la actitud y no se la pueden quitar porque son así. Y eso a lo mejor puede ser un problema también de Bachelet, que es una señora de apellido francés. Entonces, para ella, aunque no lo quiera, el resto es un montón de indios que no tiene idea. Su familia viene de un país de verdad, entre comillas, y ahora que yo he vivido en esos “países de verdad” veo que son igual de estúpidos, igual de corruptos, de ladrones e igual de chantas que acá, sólo que son blancos. Y tienen todas esas riquezas, no porque han inventado más cosas geniales. Es porque han hecho guerra a todo el mundo y han ganado todas las guerras.

-O sea, un día van a cruzar todos de África y de Asia y se los van a comer…
-Yo no tengo una visión positiva de los países, no tengo una visión positiva de cómo se organizan estas cosas. Creo que todos son como una estafa y es una frescura no más. Todos los países están dominados por un par de familias que están aliadas con los militares y con los bancos y estrujan a los demás.

CHILE

¿Qué te parecen los músicos chilenos de ahora?
-Buenos.

¿Con quién estás trabajando?
-Estoy trabajando con Pedro Piedra, con Jorge de la Selva y con Gonzalo Yáñez.

De ellos me hablaste, pero no los había escuchado. Estoy más perdida que el Teniente Bello.
-Hay un montón. Está la gente de Saturno, están los Astro, es que no me acuerdo muy bien de los nombres porque hay muchos, yo tengo súper mala memoria para eso.

En el fondo un montón de gente.
-Jiminelson… no he escuchado nada que no sea de buen nivel, todo lo que he escuchado de las grabaciones chilenas tienen un nivel alto, puede que no sea tu estilo o puede ser que la canción no sea la que tú habrías hecho en su lugar pero, en general, considero que el nivel de la música popular chilena ahora es muy alto. El progreso musical ha sido muy bueno.

El cine también…
-Sí, el cine también está en pie muy bueno.

El teatro igual.
-Claro. Es que estas tierras se dan para la cosa creativa fuerte.

¿Por qué será?
-No sé, es una vibración que está en la Tierra, porque no es la raza o la cultura o la patria. Los lugares geográficos tienen como una vibración. Si viene un alemán pa’ acá se convierte en chileno igual, pero en un chileno que manda a los otros porque es blanco, y todos le abren la puerta y los hombres le ofrecen a sus hijas para que tenga hijos con ellas.

Para mejorar la raza, pues Jorge.
-Pienso que los países tienen ciertas vibraciones… Por esa vibración que hay acá y esa conexión que hay con lo abstracto, pero también esa conexión que se da acá con el desear que el mundo sea más justo, porque es un tema muy chileno el desear que el mundo sea más justo. La temática de la cuestión social es una cosa muy chilena, en otros lugares no se da tan fuerte. Creo que por la presencia de eso es que los poderes mundiales imperialistas que ahora representarían Israel, Inglaterra y Estados Unidos mandaron el Golpe Militar.

Volvamos a tu disco…
-¿Qué te pareció a ti el otro día cuando cantamos las canciones? ¿Fuiste o no al Liguria?

Estaba la raja…
-Estuvo lindo, ¿o no?

Maravilloso…
-Eso es muy curioso con este disco, porque cantamos todo el disco y la gente se lo sabe. Eso es como un milagro porque, generalmente, los artistas tienen como una edad de oro en la que hacen 2 ó 3 discos que son muy importantes y el resto de su carrera sacan discos nuevos que no le importan a nadie.
Sacar un disco nuevo que todo el mundo lo cante y que ya sea disco de oro es muy raro que pase.

¿Estás feliz?
-Estoy súper contento, estoy asombrado.

¿Qué se conjugó?
-Yo creo que es un misterio.

También quizá el público maduró contigo. Porque hubo mucha estigmatización por la separación de Los Prisioneros. Como que la gallá te quiso castigar, no sé…
-Puede ser eso, sí claro. En cambio la gente que ha escuchado este disco eran muy chicos pa’ la época de Los Prisioneros.

Es como una nueva generación
-Pa ellos es música, no se lo toman tan personal. No sienten que Los Prisioneros sean de ellos, ahora como que son canciones no más. Puede que tengas razón en lo que estás diciendo. Porque el público que me va a ver acá en Chile es muy joven, tienen menos de 20. La gente de mi edad no va mucho.

No es que no quiera ir, es que estamos todos durmiendo porque estamos más viejos.
-No, los de mi generación van a recitales pero a ver a otros artistas de esa misma generación. Van a ver a Fito, a “Los Tres”.

Aaaay, na que ver…
-Pero si yo he estado. Esa generación conmigo no tiene una relación tan cercana, en cambio son los hijos de ellos los que me van a ver a mí, por algún motivo.

También coincide con una reconciliación que yo veo desde lejos, porque no vivo acá, que has tenido con Chile.
-Creo que pasa que insistí en mantener mi individualidad como músico y, a lo mejor, de alguna manera la saqué por cansancio que al final dijeron “ya en realidad este hueón es así, no va a volver a ser Los Prisioneros y cada disco que va a sacar va a ser quizá qué pelá de cable distinta a la anterior así que ya, es así”. Y me aceptaron.

Igual te gusta el Chile de hoy, más que el de la época cuando éramos jóvenes…
-Según en qué. Musicalmente me gusta más, pero pienso que el nivel en que se discutía y en el que se conversaban las cosas cuando nosotros teníamos 20, evidentemente era más alto, mucho más alto. Si alguien te paraba en la calle, si alguien te decía algo, la manera en la que hablaban era mucho más educada, eso evidentemente ha decaído mal, pero mal. O sea, la cantidad de gente que se ve ahora en la calle que pareciera que hubieran estado rompiendo un auto a la salida del estadio, es cada vez más grande, porque en todo el mundo se ha producido una glorificación del lumpen.

Se lo ha promovido…
-Está promovido por los poderes.Y en Chile pasó exactamente lo mismo, se promovió el lumpenaje desde la ideología pero heavy. Desde que en los 90 las radios se abrieron y para ser locutor no era necesario hablar bien, ahí la cagaron.

Uno puede mandarse una buena chuchá, pero no denigrar la palabra al punto de la sordidez…
-La televisión también se denigró mucho, porque se veía a la gente que aparecía en la televisión un poco para arriba porque se pensaba que tenía que tener una clase de mérito para llegar ahí. Y los personajes que empezaron a ser populares sobre todo del 2000 en adelante en Chile, eran las estrellas de los reality show, que eran gente terrible y que empujaban a ser cada vez más terribles. Además, el peor ejemplo de portarse de la peor manera, era una manera de adoctrinar a la gente y rebajarla.

¿Y el dinero en Chile?
-Chile es un caso extremo de angustia por los efectos de la plata, de la falta y el exceso. En Chile, si no tenís nada, eris un pelotudo. Pero si también tenís, también erís un pelotudo. Todo lo que está relacionado con la cuestión de la plata es malo. Porque si ves saliendo a una señora del Parque Arauco en un coche caro, le miras la cara y la señora tiene una cara de angustia terrible, no está feliz. No se ve relajada y contenta, es como que con este sistema en Chile nadie está contento. Los hijos de los millonarios también están tristes.

Notas relacionadas