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Mundo

10 de Agosto de 2013

Estados Unidos es la nueva zona de guerra

  Vía Elpuercoespin.com.ar El 30 de Julio de 1778, el Congreso Continental creó la primera ley de protección al whistleblower (NdT: literalmente, “el que sopla el silbato”; se utiliza para miembros de una organización que revelan o denuncian información secreta de interés público que esa organización oculta), en la que establece “que es el deber […]

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Vía Elpuercoespin.com.ar

El 30 de Julio de 1778, el Congreso Continental creó la primera ley de protección al whistleblower (NdT: literalmente, “el que sopla el silbato”; se utiliza para miembros de una organización que revelan o denuncian información secreta de interés público que esa organización oculta), en la que establece “que es el deber de todas las personas que están en el servicio de los Estados Unidos dar la más temprana información al Congreso u otras autoridades competentes sobre cualquier inconducta, fraude o delito cometido por cualquier funcionario o persona al servicio de esos estados”.

Doscientos treinta y cinco años más tarde, el 30 de julio de 2013, Bradley Manning fue hallado culpable en 20 de los 22 cargos por los cuales fue procesado: específicamente por “espionaje” y por los videos de las atrocidades de guerra que difundió, pero no por “ayudar al enemigo”.
Días después del veredicto, con las audiencias para sentencia en las que Manning podría recibir 136 años de prisión en marcha, los comentaristas han tenido su oportunidad de hablar. El problema es que han olvidado el aspecto más aterrador del caso Manning: el modo en que nos conduce, casi inadvertidos, hacia una Norteamérica Posconstitucional.

Incluso antes de que comenzara el juicio contra Manning, el aspecto de esa nueva Norteamérica estaba asomando. En años recientes, armas, tácticas y técnicas desarrolladas en Irak y Afganistán, así como en la guerra contra el terror, han comenzado a llegar a “la patria”.
Consideren, por ejemplo, el surgimiento del policía guerrero, departamentos de policía crecientemente artillados a lo largo del país, a menudo llenos de ex personal militar alentado a utilizar toda clase de tácticas duras como las que alguna vez implementaron en zonas de combate. Para apoyaron hay toda clase de armas que alguna vez hubiera sido inconcebibles en departamentos de policía, incluyendo vehículos blindados –típicamente comprados con fondos del Departamento de Seguridad Interior. Recientemente, el director del FBI informó a un comité del Senado que el Bureau estaba desplegando sus primeros drones sobre los Estados Unidos. Mientras tantos, Customs and Border Protection (Aduanas y Protección de Fronteras), parte del Departamento de Seguridad Interior y con ya una expansiva flota de drones Predator en el aire, exactamente los mismos que se utilizan en zonas de guerra, está ansioso por armarlos con armamento “no letal” para “inmovilizar objetivos de interés”.
Sobre todo, la tecnología de vigilancia ha llegado a casa desde nuestras lejanas zonas de guerra. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA), por ejemplo, fue pionera en el uso de teléfonos celulares para rastrear los movimientos de potenciales enemigos en Irak y Afganistán. La NSA hizo esto de varios modos. Con el objetivo de encender los celulares en forma remota como monitores de audio o como aparatos GPS, se podían enviar señales clandestinas a través de una red ya existente o se podía implantar un programa de la NSA bajo el disfraz de una descarga de porno o de juegos.

Utilizando falsas torres de señal de celular que en verdad las interceptaban en su ruta hacia las torres reales, los Estados Unidos podían cosechar información dura en Irak y Afganistán que etiquetarían por siempre un teléfono y permitirían a la NSA identificarlo en forma distintiva por siempre, incluso si se cambiarse la SIM card. Las falsas torres de señales también permitían a la NSA recolectar información sobre la ubicación precisa del teléfono, aspirar los metadatos y monitorear lo que se decía.

En cierto momento, más de 100 equipos de la NSA barrían Irak en busca de trocitos de información electrónica que pudiera ser útil a los planificadores militares. El director de la agencia, General Keith Alexander, cambió todo eso: ideó una estrategia llamada Real Time Regional Gateway para capturar todo mensaje de texto, llamada de teléfono, mensaje de correo e interacción en redes sociales en Irak. “En lugar de buscar una sola aguja en el pajar, su enfoque fue: ‘Juntemos todo el pajar’”, contó un ex alto oficial de inteligencia norteamericana. “Recolecten todo, etiquétenlo, almacénenlo y, lo que sea que quieran, búsquenlo”. ¿Suena familiar, Mr. Snowden?

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