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Opinión

2 de Enero de 2014

Más de una razón para estar contentos

La primera vez que el Partido Comunista apoyó a un gobierno fue al de Pedro Aguirre Cerda. Pero no entró a ese gobierno, ni fue parte del mismo. Sin embargo, tras la muerte de ese gran estadista militante del Partido Radical, sí los comunistas tomaron la determinación de incorporarse al que encabezó González Videla, de […]

Juan Andres Lagos
Juan Andres Lagos
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La primera vez que el Partido Comunista apoyó a un gobierno fue al de Pedro Aguirre Cerda. Pero no entró a ese gobierno, ni fue parte del mismo. Sin embargo, tras la muerte de ese gran estadista militante del Partido Radical, sí los comunistas tomaron la determinación de incorporarse al que encabezó González Videla, de la misma militancia que Aguirre Cerda, pero muy distinto en sus definiciones y actuar político.

Al PC le fue mal con ese gobernante. Terminó fuera de la ley, perseguido y reprimido, bajo la todavía recordada “ley maldita”. Sin embargo, el proceso de acumulación de fuerzas y ascenso del movimiento popular continuó, y décadas después se llegó a la conquista del gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende. En esa fase, los comunistas fueron constructores; protagonistas y actores incidentes del programa de la UP, del triunfo de Allende y del camino de cómo se llegó a La Moneda. Nos referimos a décadas de construcción social, cultural y política.

Está cerca y todavía encima del imaginario social, lo que ocurrió en tiempos de dictadura. Los cuarenta años han evidenciado que la memoria colectiva se va haciendo lenta, pero inexorablemente, y tiene fuerte presencia en el presente referencial de la mayoría de los chilenos. Eso continuará su camino.

Cuando vino la transición, el PC respaldó el programa de gobierno del Presidente Aylwin, y trabajó duro para su elección. Pero tomó la determinación de no ser parte, y desde la independencia trabajar constructivamente para evitar un retroceso y estabilizar el camino de transición democrática. Pinochet se quedó con una buena parte del poder y del protagonismo. Siguió un tiempo siendo comandante en jefe del Ejército, y desde allí claro referente para todas las Fuerzas Armadas. Y después fue designado senador vitalicio. En ese período, el PC observó que la cosa se inclinaba al continuismo, a los consensos, y que se desdibujaba el programa de gobierno y sus objetivos. Entonces, pasó de la independencia a la oposición constructiva.

Desde fines de los ochenta, del siglo pasado, los comunistas han bregado por abrir paso a una nueva Constitución política para Chile. También para instalar un sistema electoral proporcional rectificado; cambiar el código laboral y por verdad y justicia para las violaciones a los derechos humanos. Esa carta de navegación, hizo que a mediados de 1996, Gladys Marín, en representación del PC, le propusiera a la concertación un acuerdo nacional por cambios democráticos, con esos contenidos, para detener el arrollador avance de la derecha, que se veía podía concluir con la elección de un Presidente de derecha, por primera vez en décadas. Sin embargo, hay que decirlo, el PC no sólo fue escuchado poco.También no tuvo la fuerza política para abrir paso a sus ideas, y sus alianzas fueron limitadas y un tanto rígidas. Algo sí es un dato de realidad, nunca se cansó el PC de luchar, de abrirle paso a las movilizaciones, de seguir bregando porque las demandas de los trabajadores fueran consideradas, de que las minorías tuvieran espacio y legitimación. Gladys fue la exponente clara y trascendente de ese período.

Entonces, empezó a gestarse un nuevo ciclo. La revolución pingüina; las huelgas de los trabajadores del subcontrato del cobre, forestales, del magisterio; las movilizaciones mapuches; los paros nacionales de la CUT, en fin, hubo un despertar creciente que tuvo una expresión mucho mayor el 2011, y Chile empezó a cambiar definitivamente. Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría han tenido el tremendo mérito de captar las nuevas señales y expresiones que genera la sociedad civil, en definitiva el pueblo. Y los comunistas estamos bien contentos con este proceso que despunta, que lo vivimos a concho y lo consideramos histórico de verdad. El PC no pretende imponer sus visiones y sus paradigmas. Pero sí compartirlos y que sean considerados. En este sentido, nuestra percepción es que en Chile comienza un nuevo ciclo, se dan los primeros pasos hacia una Revolución Democrática y Ciudadana; alegre, colectiva, llena de posibilidades y creaciones. Y así, tal vez sin tanta resonancia, pero con certezas, las grandes alamedas están más cerca, más abiertas, más llenas de flores y esperanzas.

*Encargado del secretariado del Comité Central del Partido Comunista.

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