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Opinión

9 de Marzo de 2014

Carlos Peña: Don Francisco intenta crear “la ilusión mentirosa de que el poder no existe”

El abogado Carlos Peña comentó la participación de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet en el progrma Las Caras de La Moneda de Canal 13, planteando que podría ser una muestra del desplazamiento de la esfera pública “desde el poder fáctico al poder del simulacro y de la entretención”. En su habitual columna dominguera de El […]

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El abogado Carlos Peña comentó la participación de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet en el progrma Las Caras de La Moneda de Canal 13, planteando que podría ser una muestra del desplazamiento de la esfera pública “desde el poder fáctico al poder del simulacro y de la entretención”.

En su habitual columna dominguera de El Mercurio, el rector de la Universidad Diego Portales recuerda el que no hace mucho presidentes y ministros se esmeraban en ser invitados al Centro de Estudios Públicos, donde en un espacio sobrio exponían la forma en que pensaban había de ser conducido el país.

“Se trataba de un acto, por supuesto, que reconocía la indesmentible realidad de lo que alguna vez se llamó poderes fácticos: grupos de personas que, al margen de toda deliberación, incidían en la fisonomía del poder público. El acto -sea por la presencia del poder desnudo o por la mala conciencia con que a veces se le ejecutaba- poseía una cierta contención emocional”, señala Peña.

Sin embargo, expone, ahora Piñera y Bachelet visitaron a Don Francisco, un “experto en entretención y hábil manipulador de la levedad emocional de las masas”.

“A diferencia de lo que ocurría en el CEP, donde era la facticidad del dinero y el prestigio lo que ordenaba la escena, aquí es la banalidad superficial, y a veces morbosa, de las emociones y de la intimidad, lo que manda y llena la pantalla”, expresa el columnista.

Para Peña, el veterano animador despoja a sus invitados “de toda distancia”, intentando así crear “la ilusión mentirosa de que el poder no existe y que quienes lo ejercen, él mismo y aquellos que él interroga, son como los millones de personas que los miran”.

“Alguien dirá que el espacio público chileno se acercó un poco al ideal democrático; que, al sustituirse al CEP por el show de Don Francisco, la facticidad del poder fue desplazada por la sencillez de la entretención al alcance de las masas; que Mario Kreutzberger es mejor que Eleodoro Matte; que un baile de la Presidenta es mejor y más cercano que un discurso ante una asamblea empresarial”, destaca el jurista, para luego señalar que dicha sustitución en realidad no fue tal.

“El programa solo reeditó en un nuevo formato la vieja publicidad representativa con que se ejercía el poder (lo que Habermas llama la refeudalización del espacio público), esa forma con que los señores y los reyes mostraban ante la corte que, después de todo, comían, dormían, se vestían, desvestían y despertaban de la misma forma que sus súbditos”, asegura en su columna.

En definitiva, Peña concluye que sería una exageración decir que el poder “del simulacro y de la entretención” reemplazó al “poder fáctico”, pero que “el peligro está ahí”.

“Cuando la clonación se basta para la reproducción de la especie, el sexo, observa Baudrillard, se hace inútil. Cuando, mediante las artimañas de Don Francisco, quienes ejercen el poder logran identificarse con los millones que los miran a través de la televisión, a las masas y a la calle les podría ocurrir lo mismo”, sentencia.

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