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Opinión

21 de Abril de 2014

Escaparate sónico

ST. VINCENT El anterior trabajo discográfico de Annie Clark (St. Vincent) fue “Love This Giant”, un trabajo que contó con la colaboración activa de David Byrne, con quien además St. Vincent compartió escenarios, conciertos y nuevas versiones de las canciones no solo propias sino también de las últimas que Byrne compuso junto a Brian Eno […]

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ST. VINCENT

El anterior trabajo discográfico de Annie Clark (St. Vincent) fue “Love This Giant”, un trabajo que contó con la colaboración activa de David Byrne, con quien además St. Vincent compartió escenarios, conciertos y nuevas versiones de las canciones no solo propias sino también de las últimas que Byrne compuso junto a Brian Eno (particularmente atractiva resulta la versión que hicieron St. Vincent y Byrne de “Strange Overtones”).

Esta relación musical de alguna u otra forma tuvo implicancias en la música que hace hoy Annie Clark y esto se hace notar con nitidez en el último trabajo de esta artista que lleva su propio nombre artístico: “St. Vincent”.

Con letras que indagan asuntos más bien de tipo existencial, el disco fue producido por John Congleton, arreglado y compuesto por la mismísima Annie Clark y en él, encontramos interesantes colaboraciones como las de los bateristas Homer Steinweiss y McKenzia Smith, lo que pone de manifiesto el especial interés de St. Vincent por el ritmo, por la percusión, por los golpes (asunto por lo demás presente también en sus tres discos anteriores, “Marry Me”, “Actor” y “Love This Giant”, en los que destaca el especial uso que St. Vincent da a los ritmos).

Marcado, esta vez por una sonoridad homogénea que hacen de “St Vincent” un trabajo más estridente, eléctrico y duro que el anterior (con la excepción esta vez de las exquisitas y románticas canciones “Prince Johnny” y “I Prefer your love”), los once cortes de esta reciente entrega, consolidan la original y magnética personalidad de una artista de la que será bueno estar pendientes, muy pendientes.

BECK

Si algo puede decirse de manera rápida y sin titubeos al respecto del último trabajo del músico y compositor norteamericano Beck Hansen (Beck), es lo siguiente: “Modern Phase” es un disco en el que no hay ansiedades ni cosas gratuitas, más bien, sus melodías, armonías, su voz, sus letras que miran de adentro para afuera y de afuera para dentro y sus sonidos transitan por aguas calmas y estas aguas, muy probablemente, dejen al auditor, al final de la escucha de este introspectivo viaje que es “Modern Phase”, en un estado de tranquilidad, de serenidad, de paz interior.

Dado más bien a las guitarras acústicas y electroacústicas, a ritmos de carácter lento, a una suerte de contemplación instrumental en la que la suavidad vocal queda priorizada y destacada, “Modern Phase” (álbum que corresponde a su duodécimo en estudio y que esta vez fue publicado a través de un nuevo sello, Capitol Records), nos pone de frente a un Beck que, ya con casi cuarenta y cuatro años de edad, parece haberse tomado muy en serio el paso del tiempo, de los años, de la experiencia, todo lo necesario para alcanzar eso que algunos llaman atinadamente, una segunda madurez musical. Si aún se regalaran palomitas blancas, habría que darle todas a “Modern Phase”.

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