Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

5 de Mayo de 2024

Columna de Marco Moreno: Agenda pública y comunicación política de la derecha

Fotos: Agencia Uno.

"La derecha ha sorprendido en muchas ocasiones con su habilidad para vincular agendas. No intenta explicar los hechos de la contingencia utilizando tecnicismos o pruebas empíricas, sino que opta por una narrativa dominada por las noticias falsas" escribe Marco Moreno, analista político de The Clinic. "La narrativa de la derecha no solo se enfoca en seguir la agenda con atención, sino que también en crearla. Para esto abre el debate con giros temáticos bruscos (plot twists) que buscan generar giros argumentales sobre una cuestión desde una perspectiva polémica", agrega.

Por Marco Moreno

La agenda pública parece “lavarse” cada vez más rápido. Esta expresión se refiere a cómo los temas y problemas que capturan la atención del público y de los medios de comunicación pueden cambiar rápidamente en la era moderna, especialmente debido a la velocidad de la información y la comunicación en plataformas digitales y redes sociales. Cada vez nos encontramos más inmersos en un sistema comunicativo continuo que dificulta las pausas, el análisis y el descanso. 

La comunicación política y la formación de la agenda pública están estrechamente interconectadas, ya que cada una influye en la otra en un proceso continuo de interacción y retroalimentación. La forma en que se comunican los mensajes políticos puede influir en qué temas llegan a la agenda pública y cómo se perciben, mientras que la atención pública y la percepción de ciertos temas pueden dar forma a las estrategias de comunicación de los actores políticos.

Estamos asistiendo a una fuerte disputa comunicacional con relación a la formación de la agenda pública en el país y sus efectos en la comunicación política y electoral. El presidente ha llamado la atención acerca de que “es impresionante el afán por preferir las malas (noticias)”. Esta disputa permite identificar algunas características comunicacionales que parecen estar consolidándose en el bloque opositor y que muestran hasta ahora una cierta superioridad de la derecha en este campo. Lo anterior se expresa en a lo menos cuatro atributos en la construcción de narrativas: i) velocidad; ii) contrarelatos; iii) emociones y, iv) estética disruptiva.

La derecha ha sorprendido en muchas ocasiones con su habilidad para vincular agendas. No intenta explicar los hechos de la contingencia utilizando tecnicismos o pruebas empíricas, sino que opta por una narrativa dominada por las noticias falsas. En el lamentable caso de los tres carabineros asesinados y donde la justicia esta investigando el hecho, rápidamente desde la derecha salieron a instalar tres ejes para sus vocerías: que el crimen era un acto terrorista, que habían sido quemados vivos y que la llamada telefónica era para emboscarlos. Conforme pasan los días algunas de estas hipótesis han ido quedando relativizadas cuando no descartadas.

La narrativa de la derecha no solo se enfoca en seguir la agenda con atención, sino que también en crearla. Para esto abre el debate con giros temáticos bruscos (plot twists) que buscan generar giros argumentales sobre una cuestión desde una perspectiva polémica.

La foto de la celebración del cumpleaños de la ministra vocera de Gobierno Camila Vallejo se instaló en redes sociales como un ejemplo inequívoco de la desconexión emocional de las autoridades durante las primeras horas de la crisis. A pesar de que la foto era efectiva correspondía al año 2022.

De este modo microrrelatos, golpes de efectos sin articulación ni argumentaciones y con una estudiada economía de la atención, son los medios para provocar reacción, rabia enfado y protesta en el ecosistema digital más que reflexión social. Pareciera ser que mientras buena parte de los actores políticos siguen operando con 2G, la derecha funciona con 5G.

Los expertos en gimnasia digital de la derecha también buscan simplificar la realidad utilizando un relato dicotómico del tipo ellos contra nosotros. Estas narrativas opuestas tienen como objetivo profundizar el conflicto. El uso de un discurso binario (buenos vs. malos, los de arriba vs. los de abajo, locales vs. inmigrantes) dificulta comprender lo que está sucediendo a través de los atajos cognitivos. 

También la derecha construye relatos poniendo foco de las dificultades del país en un rival. Javier Milei considera que su oponente a vencer es “La Casta”, para la derecha chilena, estos son llamados “woke” o “progres”. José Antonio Kast afirmaba hace unos días que “estamos gobernados por un presidente ‘woke’”. 

En lugar de centrarnos en nuestro sistema de esfuerzos (razones), el otro eje discursivo de la derecha se centra en nuestro sistema automático (emociones). Las emociones son lo principal; las razones serian secundarias. La gestión de una emoción básica como el miedo ha sido utilizada como una herramienta efectiva para influir en las opiniones y acciones de las personas.

En Chile, el miedo ha sido históricamente utilizado como una estrategia política por parte de la derecha en ciertos contextos, particularmente en temas relacionados con la seguridad, el orden público y la estabilidad económica. Esto puede manifestarse en discursos que resalten la necesidad de mano dura en materia de seguridad, la importancia de la inversión privada para el crecimiento económico y la advertencia sobre los supuestos riesgos asociados con cambios en el statu quo.

Por último, observamos una estética disruptiva en la comunicación política de la derecha. Estamos inmerso en lo que Jeffrey Green llama una “democracia ocular”. En la era de la imagen y la comunicación visual, la política se vuelve cada vez más influenciada por imágenes, símbolos, iconos y representaciones visuales.

La derecha ha tenido un mejor rendimiento electoral comprendiendo la receta de los algoritmos. Entrega lo que la gente quiere ver: imágenes de alta calidad, incorporación de contenidos creados por los prosumidores, cromática llamativa y emociones. La campaña del “Rechazo” en el plebiscito de salida de 2022 es un buen ejemplo en términos de estética disruptiva.

Por ahora el bloque opositor (bajo el control de la derecha) parece estar corriendo con ventaja en materia de comunicación política y electoral de cara a los comicios de octubre próximo. Los atributos de velocidad, contrarrelatos, emociones y estética disruptiva parecen estar funcionando a juzgar por la opinión pública encuestada. 

El problema es que pasará cuando finalmente se convierta en gobierno y tenga que proponer soluciones, no conflictos. Allí mas que discursos negativos tendrá que tejer para gestionar y dotar de sostenibilidad las decisiones de política pública que impulse. Bien saben las actuales autoridades que el paso de la lógica electoral a la gubernamental no resulta fácil.

Notas relacionadas

Deja tu comentario