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Opinión

12 de Junio de 2014

Natalia Sánchez, 25 años, periodista que abortó: “Es doloroso, es triste, pero no es algo por lo que te culpas el resto de tu vida”

Y cuando la gente dice "no hay un día que no te arrepientas de abortar", yo digo "no hay un día que no te arrepientas de haberte embarazado", de haber sido irresponsable. Creo que es distinto. No me arrepiento en ningún minuto de la decisión que yo tomé con ese problema, porque siento que fue la correcta, que me permitió madurar.

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Natalia Sánchez

“Soy periodista de la Universidad de Chile. Publiqué un libro hace poco que es “27F: los otros damnificados” con editorial Ceibo. Y me practiqué un aborto a los 14 años, siendo estudiante del Liceo 1, estando en primero medio. Yo tuve la suerte de contar con una familia que me permitió bajo todo punto de vista, elegir.

Él era mi primer noviecito, por lo tanto, estaba muy entusiasmada descubriendo la sexualidad y probablemente por eso también fui muy irresponsable, como cualquier joven lo es emborrachándose en una fiesta, o en cualquier tipo de circunstancia. Pero en el fondo tampoco es que yo hubiese querido constituir una familia con él ni tener un hijo.

Mi familia en ese minuto fue fundamental porque cuando supimos de esta situación ellos me permitieron decidir lo que yo quisiera y me ofrecieron su apoyo, su respaldo en cualquiera de las dos decisiones. Decidí desde el minuto uno interrumpir el embarazo, para mí nunca fue una discusión porque, lo digo muy seriamente: embarazarme fue una irresponsabilidad.

No puedo decir que no sabía lo que pasaba, o que no tuve educación sexual. No puedo argüir ninguna de esas cosas. Pero era joven, fui irresponsable y me embaracé. Y es lo que le pasa a muchísima gente. Es decir, no solamente las chicas pobres son las que abortan, no solamente las chicas ricas son las que abortan, son todas. Son las que no sabían y desconocían y las que se equivocaron. Y uno se equivoca como se equivoca en todo orden de cosas en la vida, como un matrimonio se interrumpe porque no funcionó y la gente se separa. Y no es un proceso divertido, nadie lo pasa bien separándose, pero fue una discusión en su minuto el que la gente pudiera elegir separarse.

Y es oportuno hacer el símil porque es muy parecido en que hoy en día la gente que se dice “pro-vida” no es pro vida, sino pro nacimiento. Porque no les importan las condiciones de vida de ese niño o niña que va a nacer. O sea, no les importa si esos papás o mamás van a poder hacerse cargo del financiamiento de su educación, de su salud, de una calidad de vida, de una vivienda, de condiciones mínimas. Eso no les importa. A ellos les importa si nace o no nace. Por lo tanto es muy similar a esa gente que en ese momento era “pro-familia”, a favor de no disolver la familia bajo ningún punto de vista, pero tampoco les importaban las condiciones en que esa familia estaba viviendo. Si había ya un desencanto, si los niños veían que sus papás no se querían, que se trataban mal.

Entonces yo tuve en ese momento, a los 14 años, la suerte de que mi familia me permitió tomar una decisión libre y responsable. Ellos son los que lo pasaron peor. Hay todo un tema de decepcionar a tu círculo porque reconozco haber tenido una educación y una formación familiar. Hay ahí una desilusión y probablemente es lo más duro. Eso es lo más triste y lo más fuerte. Yo como adolescente pensaba: “puta, la cagué y mis papás lo están pasando pésimo”. Entonces esas cosas son las que te hacen doler, las que te hacen pasarlo mal. Pero yo entiendo que la gente se equivoca en la vida y no por eso se va a juzgar por siempre. O sea, uno como persona tiene la capacidad de perdonarse y salir adelante como se hace en la separación de una familia, en un divorcio.

En mi caso, hubo alguien que me consiguió Misotrol, que en ese momento se conocía como Citotex. Y para esa persona fue también algo difícil. Meterse en los círculos de la gente que contrabandea esto. Porque hay un contrabando, y no tienes ninguna certeza de que sea efectivo. Y yo solamente recibí las instrucciones de lo que tenía que hacer. Como me sentía mal y culpable, no quería molestar a mis papás. Entonces físicamente sentí el dolor de las contracciones que provocan esas pastillas para la úlcera cuando uno las pone intravaginal y las va tomando. Producen unas contracciones súper dolorosas y uno no entiende mucho lo que le está pasando a su cuerpo. Yo traté de estar en mi pieza sin hacer bulla y tratar de hacerlo lo más tranquila posible, pensando que si yo estaba asustada, mis padres estaban triplemente más asustados, por lo tanto tratando de no incomodar más.

Uno trata de ser fuerte solamente. Ahí es cuando es sólo la mujer quien lo vive y, aunque tenga una red de apoyo, no hay nadie que pueda intervenir en ese proceso. Pero aunque el proceso en sí sea difícil y complejo, y emocionalmente sea muy duro y doloroso, me gustaría desmitificar la idea de que es un trauma para tu vida. Porque hoy en día, y es algo que a mí me da mucha rabia escuchar, cada vez que el aborto sale al debate público, sale este montón de expertos diciendo “pero ¿por qué le vas a sumar un trauma adicional a esa mujer que fue violada?” O sea, para. ¿La mujer que se divorcia tiene un trauma de por vida? Yo creo que se perdona y lo supera. Y en el aborto es una situación similar.

Nadie lo pasa bien en el aborto, nadie lo disfruta ni se mata de la risa ni lo va a querer hacer dos, tres, cuatro veces. Es doloroso, es triste, pero no es algo por lo que te culpas el resto de tu vida. Bajo ningún punto de vista. Tal vez hay casos, pero es importante decir que depende siempre del caso. La idea de que sea algo traumático y que no hay un sólo día en tu vida que no recuerdes cuando mataste a ese bebé, es falso. La gente sale adelante, sigue con su vida y se perdona. Y se perdona por una equivocación y eso no constituye un trauma de por vida.

En mi caso nunca fue del todo secreto. Nunca dejé de hablar de esto y de hecho mi círculo cercano sabe que yo aborté, porque pienso que hay que empezar a aclarar que no tengo de qué arrepentirme ni de qué esconderme. Y si no tengo de qué esconderme, no tengo problema en decirlo. Siempre se lo cuento a la gente cuando uno le sale este tema. Digo: “mira, yo me embaracé y yo aborté. No estaba ni ahí con ser mamá a los 14 años, porque no quería asumir esa responsabilidad a esa edad, porque pensaba que tenía un futuro muy largo por delante, me iba bien en el colegio, era de la gente que probablemente le iba a ir bien para adelante y efectivamente me fue bien”. Llegué a la Universidad de Chile, soy periodista, tengo un libro, estoy súper contenta, he viajado, he conocido gente, he estado en organización social, que tal vez y relativizo porque no es blanco o negro, pero tal vez no hubiese podido realizar las cosas que he hecho hoy en día.

Y cuando la gente dice “no hay un día que no te arrepientas de abortar”, yo digo “no hay un día que no te arrepientas de haberte embarazado”, de haber sido irresponsable. Creo que es distinto. No me arrepiento en ningún minuto de la decisión que yo tomé con ese problema, porque siento que fue la correcta, que me permitió madurar. Si hoy en día yo me embarazara por accidente, no tomaría la misma decisión. Yo no volvería a pasar por eso, pero por una opción personal, tampoco cuestionaría a la gente de decir: “oye, tú ya eres profesional, cómo se te ocurre abortar”. Porque hay tantas condicionantes sociales que te impiden una maternidad, que nadie puede sentirse con el derecho de cuestionar a una mujer por su decisión. Yo siento que fue la decisión correcta y jamás me arrepiento. Sí me arrepiento de haber sido irresponsable, de haberme embarazado”.

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