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Cultura

23 de Septiembre de 2014

Parra come locos, su gorrión cazuela

Hace un tiempo fuimos a ver a Nicanor a Las Cruces y terminamos almorzando en El Kaleuche, su picada habitual. El poeta come locos y después caldillo de congrio bien regado con vino tinto, sin ortodoxia. Antes le había servido en su balcón sobre el mar un platito de cazuela a su gorrión vagabundo.

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Bachelet Parra 01

Parra come locos con papas mayo, tres locos bonitos, más bien grandecitos que medianos y va como haciendo apetito para rematar con un suculento caldillo de congrio colorado que disfruta hasta la última cucharada. Ni se inmuta y come lento pero seguro, diríase que embelesado si su expresión no fuese, como la describió una vez él, de ídolo maya.

El promedio de lo que bebió de vino (tinto con los locos y el caldillo) debe haber sido cómodamente una buena botella, sin arrugarse.

Después de una sobremesa sumaria, da las gracias, camina a paso seguro hasta su Volkswagen escarabajo y maneja solito y derechito hasta su casa.

Esto no fue ahora que está en los cien años, pero tampoco hace mucho. Fue hace como dos años y cómo nos gustaría poder invitarlo a almorzar de nuevo para poderlo contar. Porque para cualquier viejo que no sea Parra, locos, caldillo y botella de vino serían si no un exceso, una hazaña. Pero él tan tranquilo y así nos gustaría verlo.

El encuentro fue en su casa en Las Cruces, desde donde descendimos al restaurante playero El Kaleuche, cuando vino la hora de almorzar.

No sabemos quién es el dueño del restaurante que se ha hecho famoso porque allí almuerza Parra. Ni quién le puso Kaleuche con “K”, pero cerca del anti poeta debe andar. Eso porque la expresión “Kaleuche con K” le sale tan rápido como la respuesta que le dio a un borrachín que en el restaurante le dio por pedirle cuentas acerca de su militancia política.

Sospechando el borrachín que Parra lo estaba tomando sutilmente para el tandeo creyó apurarlo y de repente le lanzó:

-Bueno, pero defínase: ¿usted es comunista?
Y Parra lo dejó clavado:
-¡Sí, pero con K!

Allí nos terminó de fascinar, aunque ya veníamos fascinados desde el balcón de su casa en donde, otra nota gastronómica (locos, caldillo de congrio y previamente cazuela de pollo), le había dado de almorzar a un gorrión que ya tenía amaestrado en la baranda.

-Espérenme un poquito, que voy a darle el almuerzo al gorrión, dijo Nicanor, y depositó en el canto de la baranda que da hacia el mar, un platito celeste, de plástico, con cazuela.

Carne no tenía, pero el caldo, la papita, el arroz, las briznas de zanahoria, estaban tal cual una cazuela que hubiera quedado sobrante en una olla de la familia más chilena.

Nicanor apenas alcanzó a volverse hacia nosotros y el gorrioncillo ya estaba introduciendo el piquito en el plato, almorzando su cazuela.

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