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Poder

12 de Mayo de 2015

Carlos Peña desmenuza al nuevo equipo político de La Moneda

"Si los cambios de gabinete poseen simbolismo, el nombramiento de Jorge Burgos es el más relevante de todos. Con su llegada a la Moneda la leve repulsión que se mostraba hacia el pasado reciente, desaparecerá", plantea el rector de la UDP.

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carlos peña A1

“Los nuevos inquilinos de La Moneda”, se titula la columna del rector de la UDP, Carlos Peña, quien analiza en El Mercurio la conformación del nuevo equipo político que tomó forma ayer tras la remoción de los ministros de Interior, Segegob y Segpres y el nombramiento de sus sustitutos.

“No es una mala mezcla la del nuevo equipo político. En él cada personalidad posee una significación política”, opina el habitual columnista de este medio, quien inicia su escrito desmenuzando al ministro más importante de todos, el nuevo jefe de gabinete Jorge Burgos, quien releva en el cargo a Rodrigo Peñailillo.

Para el abogado “Jorge Burgos es de esos políticos profesionales que ha acompañado la evolución política de Chile desde el retorno a la democracia, nada menos. De esas experiencias de política real, le ha quedado un cuidado por las formas que oculta un leve escepticismo, un cuidado relativismo acerca de la eficacia de la política y la convicción que las virtudes del político no son exactamente las mismas que enumera el catecismo. De ahí que habla como si nada importara demasiado. No tiene motivos para abjurar de lo que se hizo en las dos primeras décadas de la Concertación de Partidos por la Democracia (si lo hiciera negaría su propia biografía); aunque tiene plena conciencia que, como gusta decir el ex Presidente Lagos, justamente porque esas décadas fueron exitosas la Concertación, como tal, dejó de tener éxito. Su presencia acredita simbólicamente lo que en este tiempo se quiso empecinadamente negar: la Nueva Mayoría es la continuadora histórica de la Concertación”.

A juicio de Peña, “si los cambios de gabinete poseen simbolismo, el nombramiento de Jorge Burgos es el más relevante de todos. Con su llegada a la Moneda la leve repulsión que se mostraba hacia el pasado reciente, desaparecerá”.

El nuevo vocero, el ex embajador en Argentina Marcelo Díaz es para Carlos Peña “un político de fuste surgido al amparo también de la Concertación”.

“A diferencia de Burgos, la miró siempre con mayor distancia, con esa inevitable ironía con la que las nuevas generaciones miran a las más viejas (cuando Jorge Burgos era jefe de gabinete de E. Krauss, Marcelo Díaz comenzaba la universidad). De los nuevos Ministros él es quizá el más convencido bacheletista. En lo fundamental, él suscribe el diagnóstico que, al mirar hacia atrás, solía hacerse entre los cercanos a la presidenta Bachelet: que durante su primer mandato ella se habría visto impedida de impulsar los cambios que, sin embargo, anhelaba. Y para evitar que ello ocurra esta vez se requiere enfatizar que el programa es un verdadero contrato -esa es la expresión que el Ministro Díaz preferiría usar, contrato de mandato más que un programa- entre la ciudadanía y la presidenta que los partidos que la apoyan no deben relativizar sino sólo impulsar. Si las primeras declaraciones de un Ministro son significativas, valdría la pena subrayar que de los tres nuevos habitantes de la Moneda, Marcelo Díaz fue el único que puso el acento en el programa, en el mandato, como la guía del quehacer gubernamental. Esa convicción no es el fruto de ningún fetichismo, ni de ninguna superstición, sino del más riguroso pragmatismo político: erigir al programa como un contrato entre la ciudadanía y la presidenta”.

Finalmente, Peña se da tiempo para referirse al nuevo ministro de la Segpres, el ex diputado del PPD, Jorge Insunza.

“Posee el tono calmado y sin estridencias que poseían los cuadros del Partido Comunista. Y la misma persistente, inalterable voluntad. Es de esas personas que sabe que para avanzar en política hay que dar tres pasos adelante y, si es necesario, uno atrás (o, como enseñaba Lenin en los textos que sin duda conoce, la “ciencia de la estrategia consiste en saber retirarse acertadamente”). A pesar de su edad, más cercana a Díaz que a Burgos, también está animado por un cierto escepticismo casi florentino: sabe que en este mundo los buenos nunca son absolutamente buenos, y los malos nunca son absolutamente malos. Esa convicción lo provee de una gran capacidad negociadora”.

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