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Opinión

16 de Agosto de 2015

Nanas filipinas, ¿moda de cuicos?

Sólo hay que pagar un par de millones para traerlas y listo, después el sueldo es parecido al de cualquier otra nana. Y uno escucha historias maravillosas de amigas de amigas que tienen una nana filipina. Listo. Es la solución. Nunca más preocuparse de que la nana es mala para el aseo. Ni siquiera preocuparse del copucheo en la plaza, porque ellas no hablan español ni les interesa aprenderlo.

Josefina Reutter
Josefina Reutter
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Cuando uno lee que existe una tendencia “en alza” de traerse nanas filipinas, automáticamente las asocia con el cuiquerío. Y también automáticamente uno mueve sus ojos en círculos y emite un pequeño resoplido en son de desaprobación profunda a una conducta tan tercermundista y próxima a la esclavitud. Piensa que estos cuicos son espantosos, explotadores, y un cuánto hay de epítetos irreproducibles.

Pero ojo. De partida esta “tendencia” es en realidad muy incipiente, no son más de 500 filipinas trabajando de “nanas” en Chile. Pero lo más interesante es conocer el perfil de personas que se traen nanas filipinas. No es el cuiquerío estándar. De hecho, el cuiquerío estándar se está aburriendo de depender de la nana, de tener terror a que se le vaya, de tanta exigencia que pone la nueva ley. Se quiere liberar. Necesita ayuda, sí, porque si no qué hace con los niños. Pero ya no quiere depender y tampoco quiere que sus hijos sean unos inútiles que no sepan ni hacer su cama. Así que se está adaptando. Y tímidamente por ahora, hay alguna que otra cuica “early adopter” que resolvió no tener más nana (sólo una persona que va a hacer aseo y planchar un par de veces a la semana). Pero probablemente esto va a ser cada vez más habitual, y el gran porcentaje de la población que actualmente tiene nana llegue a una situación como esta.

Es por eso que los “nana filipina lovers”, como decía, no son el cuiquerío estándar. Son lo que he llamado los “cuicos brit”, o incluso podrían ser “caco (casi-cuicos) brit”. Esos que tienen una afición por los autos negros de ruedas grandes y escapes ruidosos, esos que van a la nieve (pero a Valle Nevado, no a La Parva), que tienen casa en Miami, que tienen harto producto Tous (joyas) y Louis Vouitton (carteras). Esos que el normal de la gente cree que son los cuicos, pero los cuicos no los consideran parte de su tribu. Los cuicos son al revés, les carga ostentar, y estos caco brit tienden a ostentar. Creen que la plata está hecha para disfrutarla, y no ven por qué haya que esconderla. Por eso mismo, no tienen problema con contratar a una nana filipina. Que solo hablan inglés (así los miembros de la casa aprenden inglés también). Que son educadas (profesionales algunas). Que tienen una disposición “de oro”. Que no maltratan a los niños. Que son discretas. Que siempre sonríen. Que no tienen problema con trabajar largas jornadas. Que más encima hay una agencia que hace todo el trámite de “importación”. Que sólo hay que pagar un par de millones para traerlas y listo, después el sueldo es parecido al de cualquier otra nana. Y uno escucha historias maravillosas de amigas de amigas que tienen una nana filipina. Listo. Es la solución. Nunca más preocuparse de que la nana es mala para el aseo. Ni siquiera preocuparse del copucheo en la plaza, porque ellas no hablan español ni les interesa aprenderlo. Que sea una siutiquería, no importa. Lo importante es tener “staff” permanente. Mal que mal, para el cuiquerío tradicional, ellos ya son siúticos, qué diferencia hace una siutiquería más si eso implica tener una nana “educada” y que sepa cumplir con sus exigentes estándares de trabajo.

Y la verdad es que, en el fondo de su corazón, ese cuiquerío posmoderno prescindidor-de-nana quisiera ser un poco más siútico y volver a sus tiempos dorados donde había staff por doquier. Pero ya no puede. Ya no se ve bien. Y vuelven a su casa a lavar los platos, pensando que tal vez no sería tan mala idea tener una nana filipina… pero se arrepienten. Si es una tendencia que partió en el seudo-cuiquerío-brit-ostentoso, ellos ya no pueden adoptar esa tendencia: ya quedó establecida como siutiquería. Y qué horror ser siútico. Eso lo saben bien los cuicos.

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