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Poder

22 de Diciembre de 2015

Caso Caval: Esta es la declaración completa de Dávalos en la que dispara con todo contra Peñailillo y el G90

El hijo de la Presidenta Michelle Bachelet y ex director sociocultural de la Presidencia acusó al ex ministro del Interior y ex mano derecha de su mamá, de tener una "reacción adversa" cuando llegó a trabajar al Gobierno, y de paso arremetió contra el G90 -grupo de cercanos a Peñailillo del PPD- de "utilizar este caso y su cobertura mediática para bajar el perfil al caso Soquimich".

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davalos A1

Pasadas las 10 de la mañana de este lunes, llegó hasta la Fiscalía de Rancagua el hijo de la Presidenta Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos para declarar por tercera vez en el bullado caso Caval.

Sin embargo a diferencia de las otras oportunidades, donde tuvo que abordar lo que sabía del negocio y la famosa reunión en la que participó junto a Natalia Compagnon para gestionar un préstamo de 6.500 palos con el vicepresidente y dueño del Banco de Chile, Andrónico Luksic, en esta ocasión lo hizo para referirse al formateo del PC que usó en La Moneda mientras se desempeñaba en el cargo de Director Sociocultural de la Presidencia.

En esa entrega de su testimonio fue que aprovechó para hablar del ex ministro del Interior y ex mano derecha de su mamá, Rodrigo Peñailillo, a quien acusó de tener una “reacción adversa” cuando llegó a trabajar al Gobierno, y de paso disparó contra el G90 -grupo de cercanos a Peñailillo del PPD- de “utilizar este caso y su cobertura mediática para bajar el perfil al caso Soquimich”.

Pues bien, este martes el diario El Mercurio recoge la declaración de Sebastián Dávalos de manera íntegra. A continuación revisa todos sus dichos ante la fiscalía:

“Me desempeñé como Director Sociocultural del Palacio de La Moneda desde, aproximadamente, el 17 de marzo del 2014 hasta el día en que renuncié, el día viernes 13 de febrero del año 2015. Yo utilizaba un computador marca Acer color negro, y ese computador estaba funcionando el último día en que estuve en el cargo. Yo, al momento de dejar mi cargo decidí pedir a funcionarios de informática del Palacio de La Moneda que borraran mi perfil de usuario y password, porque no quise exponerme a que fuera manipulado, introduciendo información en el computador en el cual yo trabajaba, pues tenía el temor fundado de que así podía ocurrir.

A su pregunta, puedo dar razón de mis dichos en cuanto al temor o preocupación expuesta en el punto anterior. Al momento en que yo fui designado Director Sociocultural del Palacio de La Moneda, cuestión que no se le consultó a nadie, lo que generó una fuerte reacción adversa de parte del entonces Ministro del Interior Rodrigo Peñailillo, pues tanto él como cercanos suyos, los denominados Grupo G90, que es una especie de colectivo al interior del PPD que, según ellos, estaban llamados a ser la generación de recambio en la política. Peñailillo y su gente tenían todos los cargos más importantes como Directores Regionales o Provinciales dependientes de la Dirección Sociocultural del Palacio de La Moneda absolutamente repartidos con los dirigentes de los partidos políticos en las diversas siete fundaciones que dependen de ella Integra, Prodemu, Tiempos Nuevos, Artesanías de Chile, Las Orquestas Juveniles e Infantiles, Chile Enter y la fundación de Las Familias. Para dimensionar la envergadura de estos cargos puedo señalar que sólo Integra tiene más de 17.000 funcionarios a nivel nacional, por ello el interés en hacer la distribución. Como yo aparezco nombrado, les vine a mover el piso y dejar sin efecto esa distribución, pues al comenzar a revisar los antecedentes personales de algunos de ellos me di cuenta que no eran personas idóneas o aptas para dichas funciones, razón por lo cual parte de esos nombramientos fueron desechados. Todo esto vino a agravar aún más la conflictiva y distante relación que yo tenía con el ex ministro del interior Peñailillo, dado que yo no seguía sus líneas políticas, introducir en cargos a personas idóneas y sus ansias de manejo de poder, que, según mi parecer, se orientan a llegar ser Presidente algún día.

Es por ello que yo trabajé, en mi cargo como Director Sociocultural, de forma muy complicada pues me asignaron un presupuesto de ocho millones de pesos y muy pocas personas, no obstante que la persona que prestó servicios en ese cargo anteriormente, la señora Cecilia Morel , contaba con 25 personas, incluso con una pequeña unidad de comunicaciones. En mi caso, como vine a servir un cargo que al parecer estaba destinado a otra persona, quien yo pienso era Estela Ortiz y con las distribuciones hechas, se me fue presionando de manera muy discreta para anularme, con permanentes dificultades, faltas de apoyo y cooperación.

En todo este ambiente surge la información durante enero 2015 de la bomba que se venía por el caso Penta Soquimich, que involucraban entre otros, al ex ministro Peñailillo, pues hasta esa fecha todas las investigaciones que vinculaban al financiamiento de privados con la política estaban concentradas en un sector político, la UDI, a través del caso Penta. Sin embargo, con el caso Soquimich ya en esa fecha comenzó a hacerse un rumor permanente que esta forma de financiamiento iba a involucrar directamente a la Nueva Mayoría y afectar especialmente al G90 y estas investigaciones, cuyo máximo representante era el ex ministro Peñailillo. De este modo, siendo claro que la información de la adquisición de los predios en Machalí por parte de Caval ya estaba en poder de personas cercanas a ese colectivo político G90, me refiero especialmente al ex ministro Sergio Bitar , Guido Girardi , Fernando Ayala , de lo que me enteré por la lectura de algunos antecedentes que me fueron contrastados en mis declaraciones anteriores, resulta claro que la información del negocio de Caval fue conservada y utilizada por parte del G90 o un sector del PPD para utilizar este caso y su cobertura mediática para bajar el perfil al caso Soquimich, que los involucraba, y terminar de desplazarme en mis funciones e intervención en el Gobierno. Sin embargo quienes utilizaron la información nunca imaginaron las enormes consecuencias de su decisión que finalmente terminó por costarle el cargo también al ministro del Interior Peñailillo.

Cuando estalla comunicacionalmente el caso Caval, yo me dirigía al sur, al lago Caburgua, de vacaciones y me enteré por la prensa que se había publicado el reportaje. Llegue a Caburgua y se me informó que el Vicepresidente de la República se haría cargo del manejo de dicha crisis, cuestión que no cuestioné porque no me correspondía en mi calidad de funcionario. Como en el sector donde está la cabaña en Caburgua hay una pésima señal de teléfono celular, yo recibía intermitentemente información desde Santiago de lo complejo de la situación pero Peñailillo no enfrentaba el tema con la suficiente fuerza, por lo que estimo que él dejó que el tema se descontrolara. Es así, como ante la inactividad que ocurría yo decido regresar a mi casa en Santiago el miércoles 11 de febrero y renunciar. Me comuniqué con Peñailillo y le informé de mi decisión. Me dijo que me mantuviera encerrado en mi casa hasta el viernes 13, día en que nos reunimos a mediodía mostrándole mi discurso de renuncia el cual él aprobó, y me sugirió que renunciara en la puerta de mi casa, lugar en donde ya estaban desplegados todos los medios de prensa, a lo que me negué rotundamente.

Luego de comunicada públicamente mi renuncia en el Palacio de La Moneda, a eso de las seis de la tarde comencé a preparar mis cosas para dejar la oficina y en esas gestiones es que pido al funcionario informático que borrara mi usuario y password , porque me preocupaba que estas personas, por la forma en que habían obrado durante los últimos once meses, pudiesen manipular la información contenida en el computador, ya sea introduciendo archivos o mandando mails a mi nombre. El trámite fue muy rápido y respecto del respaldo de la información no me preocupé pues existen protocolos permanentes de respaldo en los servidores de La Moneda por lo que no se pudo haber perdido nada al respecto. Además, yo no tenía información personal ninguna en ese computador, pues toda la información que manejaba allí era pública.

No me cabe la menor duda que el tema Caval es, en parte, toda una operación política para ir rebajando el perfil a otros casos de mayor connotación política relacionados con el financiamiento de la política, entre ellos Soquimich, y para perjudicar al actual gobierno.

Respecto del teléfono celular que se me entregó en el cargo, fue un iPhone. La primera semana que tuve el teléfono surgió un desperfecto en uno de sus botones, pues no escuchaba bien. En ese momento me lo cambiaron. El número lo mantuve. Respecto del reseteo del teléfono, que no tenía información, puedo señalar que yo lo reseteé mediante una herramienta de Apple llamada “master reset” porque en ese teléfono estaban abiertas mis cuentas Apple, entre ellas cuentas de tarjetas de crédito y otras privadas que no podía dejar abiertas.

Se me ha acusado de tráfico de influencias, negociación incompatible, fraude informático, fraudes tributarios y otras imputaciones. De cada una de ellas no tengo participación alguna, no he cometido ninguna falta ni delito.

Entregué acceso a mails, cuentas corrientes, equipamiento tecnológico e incluso se registró mi casa, por lo que he puesto a disposición de la Fiscalía, ya sea directa o indirectamente, toda la información que se me ha pedido. Incluso en esta oportunidad yo he pedido declarar por tercera vez para aclarar todo lo que sea necesario”.

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