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Opinión

27 de Marzo de 2016

Columna: Combatir el miedo con miedo

Lo que sí genera un control de identidad preventivo, es que en grupos importantes de la población se desarrolle un temor ante ese actuar estatal. En vez de generar una relación de colaboración entre las policías y la ciudadanía, y mayor sensación de seguridad, se combate el miedo a “los delincuentes” con el miedo a la autoridad. Y cuando actuamos por miedo y no por respeto ante la autoridad, se ha retrocedido en estos 200 años de desarrollo.

Carla Sepúlveda
Carla Sepúlveda
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En medio de la discusión por la agenda corta de seguridad, se han esgrimido argumentos de un lado y se han intentado instaurar mitos de otro; y aunque pueda resultar majadero, creemos que es imperativo explicar y exponer nuevamente, que el camino legislativo no es combatir el miedo con más miedo.

La delincuencia no va a disminuir o aumentar por más o menos controles de identidad, pues esta medida sólo tendría sentido cuando existen sospechas fundadas de que alguien ha cometido un delito o que se dispone a cometerlo. Es entonces necesario preguntarse ¿Se trata como algunos han dicho, de una pesca al azar, o realmente existe una razón para pensar que por suerte se podrá disminuir la delincuencia?

Supuestamente, lo que lleva a promover un control de identidad “preventivo” es evitar la peligrosidad de ciertos sujetos pero en honor a la realidad, ¿sirve gastar tiempo, recursos y esfuerzos, de una institución como Carabineros que ya está agobiada por su enorme carga laboral? ¿Acaso se pretende poder controlar a 17 millones de chilenos para encontrar a 66 mil? Claramente eso no es verdad. Y de ahí el temor de arbitrariedad y abuso.

Lo que sí genera un control de identidad preventivo, es que en grupos importantes de la población se desarrolle un temor ante ese actuar estatal. En vez de generar una relación de colaboración entre las policías y la ciudadanía, y mayor sensación de seguridad, se combate el miedo a “los delincuentes” con el miedo a la autoridad. Y cuando actuamos por miedo y no por respeto ante la autoridad, se ha retrocedido en estos 200 años de desarrollo.

Es lamentable que la redacción del proyecto que votó la sala del Senado, justifique y fomente el temor de la existencia de arbitrariedad y abuso. Esta nueva iniciativa autoriza a realizar control de identidad en cualquier caso que se tenga “algún antecedente” (sin detallar qué tipo de antecedente) que “les permita -a los policías- inferir que una persona tiene alguna orden de detención pendiente”.

Dado lo anterior, otra pregunta que surge es, ¿qué servirá de antecedente para saber si alguien tiene o no una orden de detención pendiente? Claramente a simple vista no podemos saber si respecto de un sujeto que nos encontramos en la calle se ha ordenado detenerlo. Lo único que podemos apreciar son las ropas que viste, el corte de cabello que usa, el color de su piel, si va tomado de la mano de un hombre o de una mujer. ¿Es que acaso serán estos los criterios que servirán de antecedentes para solicitar documentos y quizás conducir a una comisaría a un sujeto?

Nuestra sociedad tiene confianza en los funcionarios policiales y eso nos enorgullece. Sin embargo, quienes avalan esta agenda corta, están obligando a nuestros Carabineros a utilizar criterios discriminatorios y arbitrarios para el ejercicio de su función. Y desconfianza de la policía, imagino, es lo último que los defensores de este proyecto querrían lograr.

Propongamos medidas que superen el miedo con seguridad en serio, porque cuando una ley, genera más preguntas que certezas, es momento de volver a evaluarla.

*Carla Sepúlveda es asesora legislativa de Revolución Democrática

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