Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

15 de Abril de 2016

La hilarante crónica sobre los ecocuicos y ecoflaites de la comunidad ecológica de Peñalolén

En la comunidad no se permiten los ruidos molestos, no se hace ostentación de autos grandes ni lujosos y está muy mal visto el ruido. Ni hablar de fiestas con reggaetón de fondo. Está bien visto tener un huerto propio y reciclar. Está mal visto tener cable y modernidad.

Por

comunidad ecológica

El periodista Roka Valbuena escribió una particular crónica en el diario La Segunda a propósito de la idea de la alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao, de instalar viviendas sociales (una población de unas mil personas) en la llamada comunidad ecológica.

Valbuena inicia su relato contando que se encuentra con un chamán, Miguel Huenul Astorga, a quien le consulta por el futuro de esta iniciativa que al parecer tendría con ataque de histeria a más de alguno, a los ecocuicos, como dice el periodista.

Huenul dice que si bien no se percibe mala vibra, hay preocupación, pues en el lugar vive “gente un poquito mañosa, que quiere que se preserve la naturaleza”.

Recuerda Valbuena que en la comunidad, que ya cumplió más de 30 años, conviven distintas clases de ecologistas. Por ejemplo, actores con buen estatus, idealistas ocupados en la jardinería, jóvenes de pelo naranjo, incontables aficionados al yoga, utópicos, y alguno que otro snob con la barba del momento.

El lugar son 215 hectáreas donde se hallan 350 familias que gustan de la vida silenciosa y la poca luz.

“Está lleno de creadores, de outsiders”, cuenta el argentino, Alejandro Garros, quien creó el Museo de Arte Modesto.

Valbuena se encuentra con otra lugareña, llamada Alejandra, quien dice que “acá no hay agua potable”. Entonces, el comunicador le pregunta algo tan elemental como qué hacen si les da sed. “Compramos el agua… en el Lider”, es la respuesta.

En esas condiciones, otro habitante de la llamada comunidad ecológica revela que una vez le tuvo que parar los carros a una personas que quería adueñarse del agua.

Asegura que no hubo golpes, pero que le “cantó las cosas claritas”.

En la comunidad no se permiten los ruidos molestos, no se hace ostentación de autos grandes ni lujosos y está muy mal visto el ruido. Ni hablar de fiestas con reggaetón de fondo.

Está bien visto tener un huerto propio y reciclar. Está mal visto tener cable y modernidad.

Otro habitante del lugar, de nombre Fabián, le dice a Valbuena que hay hartos locos, así como de “está lleno de ecocuicos, ecolais, de farsantes. Ellos son los que no quieren que lleguen viviendas sociales”.

“Porque llegarían los ecoflaites”, es la respuesta que recibe el reportero.

En estos 35 años ha habido un solo cogoteo en el lugar.

Otra persona dice que lo que le preocupa con la llegada de otros vecinos es que “se pierda el estilo de vida”.

Una mujer bastante joven -sólo 15 años- es más tajante: “yo no quiero que lleguen las viviendas sociales (…) me da susto, ya no me sentiría tan segura”.

Pese a todo, y de vuelta al chamán, el hombre místico concluye que “aquí no habrá un conflicto”.

 

 

 

 

Notas relacionadas