Dueño de uno de los imperios gastronómicos de Chile: “Nunca comería en el patio de comidas de un mall”

Llegó a Chile en 1997 y rápidamente instaló los restoranes que le significaron el éxito suficiente para hacerse camino en el mundo culinario chileno: Le Fournil y Cuerovaca fueron las primeras apuestas del francés de nombre Jérôme Reynes, a las que luego fue sumando y sumando para acumular un total de nueve comedores: Bocanariz, Uncle Fletch (2), La Fabbrica, Castillo Forestal, Chipe Libre, Kross Bar y su nuevo proyecto, La Misión.

Según una entrevista para La Segunda, Jérome detectó prontamente el gusto de los chilenos por el pan, por lo que su primera jugada fue Le Fournil. Luego vino Cuerovaca, concepto que sus amigos criticaron enérgicamente pero que el sibarita defendió hasta la muerte. “Ahora Cuerovaca es un restorán donde las mujeres van con sus mejores vestidos”.

“Estas empresas representan mi primera vida como empresario” menciona Reynes cuando rememora aquellos años. Luego, vino un traspié económico en 2003, cuando perdió el 40% de sus ventas. Vendió uno de sus restoranes y se recuperó rápido.

En cuanto a las ambiciones culinarias de los chilenos, dice que éstas no son las suficientes y que hay una importante carencia de originalidad: “en Chile no se castiga la copia” comenta mientras hace alusión al popular gusto por el sushi.

“Nunca jamás comería en el patio de comidas de un mall junto a palmeras plásticas. Me gustan los restoranes de calle, con alma parisina” dice cuando se le pregunta sobre el lugar que evitaría a toda costa a la hora de comer.