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19 de Julio de 2016

Enfermeras relatan las cosas más freaks que han presenciado en su pega

"Una vez, un paciente adulto no quiso utilizar el baño y prefirió sacar el culo por una orilla de la cama y cagarse en el piso como si fuera un perro. Después me llamó para que fuera a recogerlo", contó una de las profesionales.

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Un grupo de enfermeras reveló todas las cosas sorprendentes e increíbles que les ha tocado presenciar durante sus años de trabajo en salas de emergencia.

Según consigna una publicación del sitio Vice.com, entre las anécdotas más llamativas destacan un paciente al que le habían cortado el pene con machete o a un tipo al que le daba flojera ir al baño del hospital y prefería cagar en el piso junto a su camilla.

A continuación algunos relatos de enfermeras y enfermeros.

David: “Una vez llegó un paciente al que le cortaron el pene con un machete. Su pene se veía diminuto y perdido en la camilla junto a él. El corte había sido tan feo y abrupto que era imposible volvérselo a pegar. Eso te pasa cuando tratas de escapar del Cártel de los Zetas”.

Jenny: “Una vez, un paciente adulto no quiso utilizar el baño y prefirió sacar el culo por una orilla de la cama y cagarse en el piso como si fuera un perro. Después me llamó para que fuera a recogerlo.

Marty: “El hospital donde trabajaba era famoso por sus cirugías microvasculares, o sea, se especializaban en volver a pegar miembros o dedos amputados. Un día llegó un tipo al que le cayó un camión cuando estaba trabajando y le cortó las dos orejas. Se las volvieron a unir pero empezó a presentar congestión venosa, lo cual provoca pérdida de irrigación sanguínea en la zona reimplantada. al final usamos sanguijuelas como tratamiento porque estos animales sueltan una enzima que actúa como anticoagulante local. El paciente se paseaba por toda la unidad varias veces al día con una sanguijuela en cada oreja, como si fueran aretes. Y funcionó. Salió del hospital con sus dos orejas.

Braulio: “Tuve una paciente de 40 y tantos que se masturbaba constantemente. Siempre me tocaba entrar a su habitación cuando se estaba viniendo. Como ninguno de mis compañeros la encontró masturbándose, creyeron que lo hacía porque yo le gustaba. Se la pasaban diciendo que éramos novios y cosas por el estilo. Era ridículo. Ya quería que la dieran de alta”.

Alicia: “No sé qué le pasa a los ancianos en la noche. Son como gremlins… Es increíble lo fuerte que pueden llegar a ser o lo confundidos que pueden llegar a estar. Las dulces abuelitas me han pateado, pegado, mordido y escupido en la madrugada. Pero después, en la mañana, regresan a su forma tierna y amable”.

Ana: “He visto tantas cosas atoradas en las cavidades anales de la gente que ya no me sorprende. Una vez llegó un tipo con una infección en el culo y un absceso anorrectal porque hizo que sus mascotas le lamieran la herida abierta. Normalmente tengo un estómago de acero pero casi me vomito al ver eso. La imagen del perro lamiéndose su propio culo y luego lamiendo el culo de ese hombre me hizo sentir asqueada y muy, muy triste”.

Mauro: “Una vez, un indigente borracho, drogado y apenas consciente me susurró la letra de “Run to the Hills” de Iron Maiden. No podía dejar de reír. Si no fuera por la ética, la decencia y el juramento hipocrático, se lo hubiera mandado a todos mis amigos por Snapchat”.

Lucía: “Una vez, un tipo usó el cable del botón para llamar al equipo de enfermería como lazo y se lo aventó a mi compañera. Lo lanzó con tanta fuerza que le fracturó el pómulo”.

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