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Urofill: los hombres que usan ácido hialurónico para engrosar su pene en un procedimiento que se realiza en Chile

Hace poco más de un año, un producto inyectable capaz de ampliar el diámetro del pene llegó al país. Se trata de Urofill, un ácido hialurónico que promete una durabilidad de seis años. The Clinic se contactó con Rodrigo Leyton, expresidente de la sociedad de Urología y uno de los cuatro doctores que aplica Urofill en Chile, quien explicó las motivaciones de cientos de hombres por incrementar el tamaño de sus penes.

Por
Ilustración: Camila Cruz
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La primera vez que me medí el pene tenía 14 años. Desde los 12 asistí a varios doctores por problemas de crecimiento, no de mi aparato reproductor, sino que de todo mi cuerpo y varios médicos le plantearon a mi madre la posibilidad de consumir hormonas para el crecimiento.

Era el año 2007 y si Lionel Messi, mi ídolo, lo había hecho, pensé que sería una buena opción para mí, a pesar de que nunca fui muy bueno para la pelota. Pese a mis deseos, la idea finalmente no se concretó. Una opinión clínica, en la que mi familia confió, decía que crecería luego de analizar una radiografía de mi mano, la que indicaba que la separación de los huesos de mis dedos implicaban que aún me quedaban varios centímetros por crecer.

Mi crecimiento retardado también se tradujo en otros aspectos. Me salió barba en la universidad -si es que la puedo llamar barba-, la voz me cambió -si es que se puede decir que me cambió- a los 17 años, y mi autoexperimentación sexual sucedió mucho más tarde que la de la mis amigos y compañeros de curso.

El retraso en mi pubertad también tuvo implicancias sociales: en octavo básico era el más pequeño del curso y como nos ordenaron por estatura para recibir el diploma de graduación, quedé sentado solo con compañeras mujeres. Mis amigos, naturalmente, se burlaron de ello.

No lo demostraba, pero en mi interior, el tamaño era algo que me importaba. Y con tamaño me refiero al de todas mis partes. Por lo mismo a los 14 años me medí el pene con una regla plástica de color amarillento y transparente.

Naturalmente me decepcioné, no se ajustaba -creí entonces- a las dimensiones de los que había visto en videos pornográficos, ni siquiera al que vi en el video de “Wena Naty”, el que casi todos mis compañeros se compartieron por infrarrojo.

Con el paso de los años, el pronóstico del doctor en el que confió mi familia se cumplió. Crecí varios centímetros. Pasé de ser el más bajo a estar sobre el promedio de mis compañeros. Tras mi alargamiento, no volví a medirme el pene, pero la idea de que era más pequeño que el del promedio rondó en mi mente por años.

Por lo mismo, nunca me desnudé en el camarín del colegio, no me ubicaba en el urinario continuo a otro hombre y tampoco podía hacerlo en la calle ante una urgencia, como lo hacen cientos de hombres.

La idea del tamaño siguió rondando en mis primeros encuentros sexuales. Siempre pensé en la incapacidad de darle placer a una mujer. Como buen adolescente, pensé que la sexualidad orbitaba únicamente en la penetración.

Con el paso de los años, y luego de tener más experiencias sexuales y conversaciones con mis parejas, ellas me manifestaron que no había nada anormal conmigo. “No es el más grande, pero tampoco el más chico”, me dijo una de ellas. Yo pensé que su respuesta solo respondió a un acto de cortesía.

A pesar de mis sospechas con su sinceridad, desde entonces no me importó de mayor manera el tamaño de mi pene. Mis relaciones afectivas y sexuales iban más allá de eso y centré mi confianza y seguridad en otros aspectos. Desnudarme frente a una mujer ya no resultó complicado.

¿El largo o el grueso?

Mis miedos volvieron un mes atrás, cuando mi editor me contó que vio en redes sociales un producto llamado Urofill, que promete ampliar la circunferencia del pene. Pensé que periodísticamente tendría más valor escribir la historia en primer persona. La inseguridad quinceañera volvió a aflorar.

Para hacerlo me puse en contacto con el urólogo de la Clínica Indisa Rodrigo Leyton, que presidió la sociedad chilena de urología y quien es uno de los pocos médicos en Chile que está capacitado para la aplicación de Urofill, un ácido hialurónico de alta duración que permite aumentar la circunferencia del pene sin intervención quirúrgica, mediante el uso de una técnica patentada. 

Leyton, junto a otros urólogos chilenos, se certificó en Estados Unidos, luego de recibir una capacitación en Urofill impartida por el doctor norteamericano Paul Perito, un urólogo de renombre mundial, conocido como el desarrollador de la técnica de engrosar el pene UroFill y también de una técnica de implante de pene mínimamente invasivo.

Según promete Perito, los resultados de su técnica son duraderos y atractivos tanto desde el punto de vista funcional como cosmético. El procedimiento se da a partir de una serie de inyecciones que proporcionan casi cualquier grosor del pene que un hombre pueda desear. Según el sitio web de la marca, “las inyecciones se realizan bajo anestesia local y el paciente puede volver a trabajar inmediatamente después del procedimiento”.

Leyton me indica que los procedimientos para ampliar el largo del pene no son nuevos. Que él mismo lo viene desarrollando procedimientos con cirugías las que, si bien son invasivas, logran resultados. También me habló de otros procedimientos que realiza; me explicó sobre prótesis para otorgar erecciones a pacientes con disfunción eréctil, las que se activan con un botón que se instala debajo de los testículos.

“El pene visual es la mitad del pene, el resto no lo ves porque está hacia adentro. En la operación, lo que se hace es soltarlo un poco, para sacar más pene hacía fuera y, además, echar hacía atrás la piel. Los hombres, en general, acumulamos grasa en la guata, entonces mientras más panzón más se contrae el pene. La técnica que hago logra alargar el pene unos cuatro centímetros”, cuenta.

El doctor también me dice que existieron otros procedimientos, además de Urofill, para engrosar el diámetro del pene, como inyectar grasa de liposucción en el aparato reproductor, pero que éstos no tenían los resultados esperados.

Yo hago técnicas de engrosamiento peneano hace mucho tiempo. Lo hacía con grasa de la liposucción, se hacía una crema de grasa y se inyectaba en distintas zonas. La grasa era de la misma persona, pero esta técnica tenía un problema, duraba muy poco. Las células se mueren y se reabsorben. La técnica tenía un éxito de corto plazo”, me cuenta.

Para el doctor Leyton, el uso de Urofill lo cambió todo. Al menos en parámetros de anchura. Me dice que la conoció hace diez años. “Este gringo, el doctor Périto, me lo presentó en un congreso en Estados Unidos”, relata. Explica también que el ácido hialurónico de Urofill dura entre cuatro y cinco años, es “mucho más estable desde el punto de vista de la forma”.

Hablemos de penes

En la entrevista con el doctor Leyton me explica que existen distintos datos estadísticos sobre el tamaño de los penes. Señala que estudios arrojan que en Europa y Estados Unidos la media de los penes en erección es de 16 centímetros y que en Chile lideró un estudio en donde “los penes más pequeños medían entre 12 y 13 centímetros en erección y los más grande hasta 20”.

Pese a que en Chile no hay una diferencia tan significativa del largo del pene en erección en la mayoría de los penes, el doctor me aclara una presuposición que ya tenía: “La mayoría de los hombres piensa que la tienen más pequeña de lo que realmente la tiene”.

“Hicimos un estudio en el Hospital de la Fach en el que les preguntamos a los pacientes si su pene era grande, regular o pequeño. Después lo medíamos y le mostrabamos el promedio y es raro. La gente, en general, siente que lo tiene más chico que el resto y, en general, tienen un tamaño normal”, me cuenta.

Pienso entonces que los centímetros de diferencia en el largo pueden abrumar a cualquiera, pero las inyecciones con Urofill, que coloca el doctor, solo amplían la circunferencia. El largo, me recalca, no es lo más importante en términos sexuales. A diferencia de lo que yo pensaba a los 14 años.

“La mayor sensibilidad, en el caso de las mujeres, está en la entrada, en el primer tercio. Para adentro hay poco detalle en la sensibilidad, entonces importa más el grosor que el largo”, redondea el doctor Leyton.

La llegada de Urofill a Chile

Nathalie Fried es directora de control de gestión de Frimed, y junto a su hermana Karen, lideran la compañía que representa a marcas internacionales de innovación para la medicina. Dentro de las distintas áreas de su portafolio se encuentran insumos para médicos: desde catéteres hasta productos para endoscopias y prótesis en el área de urología, los que se distribuyen en recintos públicos y privados a lo largo de Chile.

Parte del trabajo de Nathalie consiste en observar nuevos productos y tecnología clínicos alrededor del mundo y gestionar posibles importaciones. Fue en esa búsqueda cuando se topó con Urofill.

“En un punto nos metimos en el tema de las prótesis peneana, que se usan para problemas urinarios y de erección(…) hoy vendemos esas prótesis a distintas clínicas y hospitales de Chile. Producto de estas ventas conocimos a Urofill”, me explica.

En la empresa distribuyen Urofill desde 2023, me cuenta, que a partir de entonces hay cinco urólogos certificados en Chile para poder administrarlo y que cuatro ya realizan los procedimientos. Todos son de Santiago y ya han aplicado Urofill a cientos de hombres.

Fried señala que Urofill ofrece a sus usuarios la posibilidad de tener: “Un engrosamiento del pene. Y al engrosar eso va a generar más peso y eso lo va a alargar, pero lo que hace es engrosar el pene tanto en reposo como erecto”.

Sobre los costos del producto Fried indica: “Es caro, lo que se vende es un centímetro cúbico del producto. Entonces el costo final dependerá de cuántos cc se quiera poner el paciente. Hay un promedio que varía entre 4 y 8 cc pero se pueden poner hasta doce o aún más”.

Para la importadora del producto, el costo total de una ampliación de volumen notoria rondaría entre los dos millones solo en producto, y a eso se le deben sumar los honorarios de los médicos. Según el doctor Leyton, el costo de cada cc de Urofill es de US$250.

El perfil de los usuarios de Urofill

Miro la página web de Urofill y en ella se presentan distintos llamados comerciales. “La técnica de aumento del grosor del pene está diseñada para todos los hombres (y sus parejas) que buscan mayor satisfacción sexual. Un mayor grosor del pene puede aumentar la sensibilidad y la intensidad del placer para ti y tu pareja”, dice uno de ellos.

En el sitio se muestran fotos de parejas felices y un video del doctor Leyton junto Paul Perito. Veo un hipervínculo que dice nuestros resultados. Lo presiono y en una nueva ventana se desplegan fotos de distintos penes. Son los pacientes del doctor Perito con fotografías previas y posteriores a Urofill.

Todos los penes están en reposo. Le mando el vínculo por whatsApp a una amiga, le explico la nota en la que estoy trabajando y le pregunto si nota cambios entre el antes y el después de los penes que ve.

“Hay una diferencia importante en la estética, se nota más armonioso y más grande. Es más largo y ancho y eso lo hace ser más armonioso y se ven más atractivos”, me dice.

Rápidamente le contrapregunto si se ha topado con penes que se muestran en la columna de “antes de Urofill”, y me dice que sí, que al menos para ella no le resultan atractivos.

Pienso en las más de 50 intervenciones con Urofill que el doctor Leyton ha realizado, también en lo que me dijo sobre el perfil de sus pacientes: “Es muy parecido al perfil que publicó Perito en Estados Unidos. El 85% de los pacientes son heterosexuales con una edad promedio entre 35 y 55 años y con pareja estable”.

Yo tengo 29 años, fuera del rango promedio, aunque Leyton me habló de casos más extremos como el de un joven de 21 años, que decidió someterse a Urofill a temprana edad y que le decía que si las mujeres se arreglaban, se ponían botox o se operaban a temprana edad, él también podía hacerlo.

También me contó sobre otro hombre, un caso más extremo. La persona se acercó a el doctor y se sometió a una intervención quirúrgica de alargamiento peneano. Inconforme con esto, se instaló una prótesis hidráulica para mejorar sus erecciones. Aún inconforme con el resultado, el paciente nuevamente se acercó nuevamente a Leyton para inyectarse Urofill.

“Yo le dije: ‘¿a quién quieres matar?’. Él quería hacerlo, así que lo hicimos. Quedó una cosa grande. Monstruosa. No sé para qué quería más. Ahora viene para que le ponga un poco más. Pero está bien, mientras no le haga daño a nadie”, contó el doctor riendo.

Vuelvo a acercarme al doctor Leyton, le pregunto por sus pacientes buscando respuestas, me cuenta que solo ha atendido a dos personas solteras. Que en algunos casos los hombres lo hacen sin avisarles a sus parejas en modo de sorpresa y que en otro llegan “mandados” por sus esposas.

“Los mandan en buena onda, en temas de confianza. Los hombres se lo toman bien, no llegan disminuidos”, me cuenta.

El doctor Leyton agrega que cada semana realiza al menos una intervención con Urofill, y me menciona otra anécdota con un de sus pacientes: “Había uno que no tenía pareja estable, porque tenía miedo y vergüenza y enfrentarse a una mujer por el tamaño de su pene. Él tenía el pene de tamaño normal, por lo mismo lo mandé a terapia. Estuvo tres meses”, me cuenta.

Le pregunto si es que las sesiones con el psicoanalista tuvieron efecto y su diagnostico de un pene promedio le ayudaron a su paciente, pero me reconoció que él siguió intranquilo. “Me insistió, le sugerí que hiciéramos engrosamiento con Urofill, le puse un volumen considerable. Él quería un poco más, después un poco más. Luego de eso le cambió la actitud”.

–¿Puede el porte del pene cambiar la actitud de un hombre?, le pregunto a Leyton. El doctor me responde que en los casos que él ha visto sí ha pasado.

“Él era jóven, tenía unos 27 años. Cuando llegaba a la consulta lo hacía agachado, disminuido. Incluso tartamudeaba. Se notaba que tenía un problema y por eso lo derivé a terapia. Pero después el gallo entró como un actor de cine a la consulta, echado para atrás. Era otra persona, me dijo que había conocido a una chica”.

No creo coincidir con el súper poder de personalidad que el renovado pene le entregó al paciente del doctor Leyton. Le digo que mi impresión es que conquistó a esa mujer más por su actitud que por pene.

El doctor asiente ante mi pregunta y responde: “El tamaño claro que importa, los estudios dicen que sí. Las mujeres ante un pene muy pequeño reconocen que no les satisface y que la pasan mal, pero del tamaño normal para adelante importa más el volumen y más aún la actitud”.

Me quedo con la reflexión del doctor, pienso en el niño de 14 años midiéndose el pene con una regla y que, afortunadamente, ya no soy.

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