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Mundo

12 de Septiembre de 2016

Atleta paralímpica belga: Soy un ejemplo de que la eutanasia no es un asesinato”

Marieke Vervoot, declaró que después de su participación en Río de Janeiro dejará el deporte pero no para hacer efectivos, por ahora, los papeles de solicitud de la eutanasia que firmó en 2008 para cuando decidiera poner fin a su vida debido al dolor que sufre en su cuerpo. Desde los veinte años, Marieke está en silla de ruedas debido a una enfermedad degenerativa que le causó parálisis en las piernas y un dolor crónico que con el paso de los años ha ido a más. "Llevo años con mucho, mucho dolor, y cada vez es más difícil. Por ejemplo, el día de la ceremonia de inauguración solo dormí una hora", confiesa la deportista. Y es que el incesante dolor que le genera la Distrofia Refleja Simpática que padece hace que sienta dolores casi equivalentes a una quemadura que se agranda a medida que el dolor crece.

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Marieke Vervoot, atleta belga en silla de ruedas, declaró que después de su participación en Río de Janeiro dejará el deporte pero no para hacer efectivos, por ahora, los papeles de solicitud de la eutanasia que firmó en 2008 para cuando decidiera poner fin a su vida debido al dolor que sufre en su cuerpo.

Desde los veinte años, Marieke está en silla de ruedas debido a una enfermedad degenerativa que le causó parálisis en las piernas y un dolor crónico que con el paso de los años ha ido a más.

“Llevo años con mucho, mucho dolor, y cada vez es más difícil. Por ejemplo, el día de la ceremonia de inauguración solo dormí una hora”, confiesa la deportista. Y es que el incesante dolor que le genera la Distrofia Refleja Simpática que padece hace que sienta dolores casi equivalentes a una quemadura que se agranda a medida que el dolor crece.

En esa línea la deportista planteó que “soy un ejemplo de que la eutanasia no es un asesinato. Espero que pueda inspirar a mucha gente. Quiero inspirar al mundo y explicar que la muerte asistida me da tranquilidad. Sin la eutanasia, ya me habría suicidado. No quiero terminar como una planta”.

Agregó que “veo muy mal, tengo veinte por ciento de visión, sufro de ataques epilépticos (durante uno de ellos se quemó las piernas con agua hirviendo que tenía en una olla) y tengo miedo de lo que vendrá. Me veo bien hoy, pero si supieran lo que sufro, entenderían mi decisión. Una amiga que es enfermera se desmayó al verme con un ataque”.

Al ser consultada por su última competencia a realizarse el 17 de septiembre, contó que “dejaré el deporte, no porque no me guste, sino porque mi cuerpo ya no resiste. Creo que ese día lloraré, porque será la última vez, pero cuando uno deja algo de lado, lo ocupa con otra cosa y lo compensa. Quiero que me recuerden como la mujer que siempre sonreía y que nunca se quejaba”.

“Mi mejor medicina es que me abracen cuando sufro, que me digan que va a pasar, que están conmigo. Yo grito, lloro, quiero morir, pero después de cuatro días malos, un día bueno vale la pena vivirlo”, dijo.

Hace unos meses, Marieke declaró públicamente que pensaba recurrir en un futuro, pero no inmediatamente después de Río, a la muerte asistida que en Bélgica está regulada gracias a una ley que entró en vigor el 20 de septiembre de 2008. Esa ley fue aprobada por 86 votos a favor, 51 en contra y 10 abstenciones.

Aprovechando la aprobación de esa ley, Marieke Vervoort se acogió a ese derecho y firmó los papeles de la eutanasia para hacerlos efectivos en un momento futuro que ella considerara.

“Estoy a favor de la eutanasia. Yo firmé los papeles en 2008 porque tengo mucho dolor y no quiero vivir con dolor. Quiero vivir, pero bien. Después de Río no voy a pedir la eutanasia, vivo día a día, y cuando lo tenga claro lo haré”, confiesa.

“Cada año es más difícil soportar esta situación porque tengo mucho dolor”, dice Vervoort, que se muestra animada por las instalaciones que albergan los Juegos de Río.

“Después de Río quiero estar con mi familia y mis amigos y dar charlas de motivación, no solicitar la eutanasia como se escribió en un periódico de Bélgica. Yo firmé esos papeles y cuando no quiera vivir los usaré, pero no sé cuando será”, manifiesta esta deportista belga que también ha competido en triatlón y pasa temporadas en Lanzarote preparándose para sus competiciones.

“Lanzarote está muy bien y es muy bonito para entrenar. Me gusta mucho y las personas del hotel donde vivo son como una familia”, comenta Marieke, que viaja hasta en cuatro ocasiones al año a la isla canaria para entrenar y disfrutar de su clima.

En los Juegos Paralímpicos de Londres, Marieke ganó la medalla de oro en los 200 metros y la plata en los 100 metros en su silla de ruedas. En Río compite en los 400 metros de la clase T51-52 y posteriormente lo hará en los 100 metros, donde defenderá su título de hace cuatro años.

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