Martín Cárcamo cuenta aspectos de la personalidad de Rafael Garay que no se pueden creer

El comunicador de Canal 13, Martín Cárcamo, fue una de las últimas personas en entrevistar a Rafael Garay. Cuando el caso tomó ribetes inesperados, revela antecedentes insospechados de la personalidad del ingeniero comercial, prófugo de la justicia.

 

“La entrevista debe ser lo más luego posible, pronto no seré yo“, relata Cárcamo que fue uno de los mensajes recibidos por Garay antes de la conversación que finalmente se realizó el 2 de agosto.

Cárcamo dice además que “antes de la entrevista voy a su casa, cerca de las 6 y media, 7 de la tarde… y estaba borracho. Empezamos a conversar y de repente se toma la cabeza, me dice ‘los dolores son insoportables‘ y se tira al suelo, como una suerte de desmayo”.

Luego, el conductor del matinal de Canal 13, refiere otro mensaje recibido de parte de Garay.

“Confieso que he vivido a mi estilo, a mi manera, imperfecta pero auténtica. Confieso que he viajado y he visto este mundo hermoso pero desigual hasta el punto que duele. Confieso que me he esforzado sin pausa, sin tregua y que siempre defendí lo que creí justo, mis convicciones. ¿Entonces por qué la pena de muchos, por qué el miedo? Quien saboreó, vivió e hizo el amor a la vida no puede sino como yo ser un agradecido de todo, lo bueno y lo no tanto. Cada recuerdo, cada conversación, cada abrazo, cada té, han sido sin duda algo especial. A cada persona agradezco lo que me aportó y espero haber dejado mi grano de arena en esta tierra que amo, en mi país, mi Chile, que como tantas veces me puso nuestra bandera en el pecho y canté nuestro himno, no por obligación, sino por honor y reconocimiento a nuestra tierra (llámese antepasados). Confieso que he vivido y en mi estilo, vivo feliz. Gracias a la Vida”.

Además de estos mensajes, Cárcamo revela otra conversación que sostuvo con Garay en medio de la supuesta enfermedad.

“Me dijo que el domingo estuvo internado y que le dijo al doctor que no iba a morir en la clínica y que se estaba inyectando morfina todo los días, a lo que le dije que el riesgo era mucho y que le podía venir un paro, por ejemplo cuando estuviera manejando. A eso me dijo ‘Si me muero en mi auto me muero feliz, porque puta que me gusta mi auto’. Cuando me dijo eso quedé plop, pero cómo lo iba a cuestionar si se estaba ‘muriendo’”.