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Opinión

8 de Noviembre de 2016

Justo Pastor Mellado: El ocaso del gran traidor

Arturo Duclos
Arturo Duclos
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La trayectoria de Justo Pastor Mellado parece llegar a su fin. Como las polillas atraídas por el fuego terminará incendiado en la hoguera que el mismo avivó, con el único afán de proseguir una carrera política que comenzó en el gobierno de Sebastián Piñera. Fue entonces cuando abiertamente ofreció sus servicios al recientemente electo presidente de Chile, en una carta abierta publicada en El Mercurio. Sus alianzas hoy en día con la derecha, le han granjeado excelentes tribunas en sus diarios y revistas para socavar y denostar la institucionalidad cultural de nuestro país.

Su programa incluye ocupar el puesto de ministro de cultura o en el peor de los casos el de director del Museo Nacional de Bellas Artes en el futuro gobierno de derecha que él piensa se instalará. Pero como mal político que es, midió mal su tiro y como en toda su errática trayectoria, está fallando al dejar en evidencia su precandidatura en el momento en que nadie se interesa en ello. Ha utilizado como excusa la creación del Centro Nacional de Arte contemporáneo Cerrillos para atacar directamente y con sus secuaces improvisados al ministro y a su equipo de trabajo a través de un artero y despiadado vapuleo, con sus típicas prácticas de matonaje discursivo como ha venido haciendo en el medio del arte desde los años ochenta cuando apareció en escena.

Su contradictorio ámbito de argumentación apunta al territorio de los formalismos burocráticos para desautorizar la actual gestión ministerial, para esconder una propuesta deficiente que no puede sostener al escrutinio público. Tal es su monomanía, en que da por conocimiento sabido, un estilizado documento de trabajo que él llama Escritura Funcionaria, el cual aparentemente elaboró en el gobierno de Piñera, así como sus incendiarios posteos en su blog Escenas Locales, donde sus obtusas propuestas plantean un manual edulcorado de términos mecanicistas para el manejo de un proyecto de cultura, pero no una política cultural en sí. Por eso en la prensa ha desarrollado una extensa campaña de descalificaciones en vez de propuestas, porque efectivamente no sabe. Piensa que su fracasado paso como asesor de Piñera le da espaldas para plantear políticas reales en un ámbito teórico donde desconoce a los artistas como ha hecho siempre. El arte y los artistas para Mellado son un pretexto para fundar su lectura fracturada de una novela del arte que no tiene ningún eco en nuestro medio. Bien por él que lleve esa ficción al delirio de su sociopatía, pero para historias prefiero leer a Bolaño.

Mellado, ha sabido levantar una polémica en los medios y las redes sociales para criticar la creación del nuevo Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos, disparando hacia los errores comunicacionales que se generaron en torno a su apresurada inauguración. Lo  que dejó flancos abiertos y desprolijidades, que envalentonaron a la leva hambrienta, quienes como él han buscado la oportunidad para criticar con mezquinos propósitos, la marcha blanca de un proyecto icónico en la historia del arte chileno.

Si observamos cuán pertinente es la creación de este centro, es quizás el hito más relevante desde 1967 cuando se público la ley de artes visuales. Es decir es el evento más importante en la historia de las artes visuales en Chile desde hace cincuenta años.

En si este CNAC Cerrillos viene a instalar y a visibilizar el contexto histórico del arte contemporáneo chileno que no ha tenido lugar en el resto de las instituciones del estado. Si consideramos como tales a las reparticiones de la Dibam, como el Museo Nacional de Bellas Artes, o el rol que debería tener el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile.

El programa aun en definición de este nuevo centro, y con esto quiero decir que aún no se han perfilado sus diversas funciones y que por lo tanto corresponde ahora, bajo la tutela de un director y un equipo de trabajo, instalar sus prioridades programáticas y definiciones comunicacionales con la sociedad. El CNAC Cerrillos deberá transformarse  en  una figura paradigmática como institución del estado, para señalar los recientes años de historia del arte contemporáneo chileno, jerarquizar dicha historia y poner en valor el patrimonio que el estado tiene repartido en sus diversas colecciones, que se han formado de manera espontánea y desarticulada.

Recapitulando hasta ahora, durante la postdictadura, el estado se dedicó solo a crear centros de arte bajo  el esquema de fundaciones con aportes directos del estado, Centro Cultural Palacio de la Moneda, Matucana 100,  Gam, Parque Cultural de Valparaíso y muchos otros a veces con escaso financiamiento, que vinieron a paliar el déficit estructural de las instituciones que debían haber asumido un rol más protagónico y programático en el arte chileno contemporáneo. Sin embargo ninguna de estas instituciones, salvo Matucana 100, ha asumido un liderazgo que venga a guiar y trazar políticas culturales a largo plazo en su vocación y programación. El CNAC Cerrillos, es un organismo con financiamiento directo del Estado que vendrá a poner en valor y en estructura una alicaída escena del arte contemporáneo manejada por los avatares del mercado.

En los ataques de Mellado al CNAC Cerrillos, desconoce los diagnósticos que el mismo y otras figuras del medio han hecho, criticando  de paso la apertura de este  nuevo centro.  Basta recordar como la prensa cultural durante el año 2015, refirió en varios reportajes sobre la ausencia de oferta cultural, el estado de los museos y como se compara Chile en la región con la oferta programática internacional. “En nuestros museos no hay buenos equipos. Lo mismo pasa con los equipos de fútbol chicos de provincia que ganan el campeonato, luego van a la Copa Libertadores, pero no alcanzan a pasar la primera vuelta. Nuestras autoridades museales no tienen roce internacional. Los que tienen el poder de decisión, no tienen prestigio ni reconocimiento en los circuitos eminentes donde se deciden las itinerancias significativas” nos dice  Justo Pastor Mellado. Por otra parte Roberto Farriol director del Museo Nacional de Bellas Artes afirma el 28 de agosto de este año en El Mercurio, que el edificio está a tope. “Por eso, entre 2010 y 2014, habilitamos más espacios. Transformamos bodegas, que usábamos para herramientas y elementos de museografía, en salas para guardar obras, siguiendo requerimientos de humedad, temperatura y seguridad”  En el mismo reportaje Pablo Chiuminatto nos dice “necesitamos un diseño que privilegie instituciones especializadas, con una mirada nacional e internacional. Lamentablemente se ha fosilizado la idea que para que exista un arte de vanguardia, tiene que estar financiado por el Estado, y la política de fondos concursables ha privilegiado este modelo. El que Chile pueda atraer grandes muestras tiene que ser parte de un plan estratégico país, por cierto de privados también, pero el Estado da el ejemplo. No se trata de un museo u otro, es un ecosistema”. Nuevamente Mellado nos dice en el mismo reportaje  “No podemos seguir con los museos que tenemos. Pensemos en el MAC, que depende de la rectoría de la Universidad de Chile y es una inutilidad. Es grave lo que está pasando con él, porque rectoría debería darle el rango que le pertenece: es decir, ser un centro de arte contemporáneo, no un museo”.

Las principales críticas del sector, lideradas por Mellado en su campaña, apuntan a desmantelar las soluciones que pretende implementar este paradigmático nuevo Centro Nacional de Arte Contemporáneo  CNAC. Estas soluciones están exclusivamente orientadas a visibilizar, establecer vínculos internacionales, dotar de bodegas, generar contenidos y poner en valor las obras que posee el estado. ¿No es eso lo que están pidiendo los Mellado, Farriol, Brugnoli en estos reportajes?

Como ocurre generalmente con las destempladas reacciones de Mellado,  él viene a criticar lo que fue incapaz de hacer en su cargo de asesor del ex Ministro Cruz-Coke y luego como director del Parque cultural de Valparaíso.  Su tono reaccionario, recuerda las encarnizadas diatribas de los discursos de derecha en la época de la unidad popular, es decir de un  momio recalcitrante. Lo que Mellado ve y teme es el  desplazamiento de su discurso cortesano que puso en práctica en el gobierno de Piñera para cooptar miserablemente un cargo, luego que cerrara tras el todas las puertas de sus fracasadas participaciones en el ámbito de gestión e investigación. Basta enumerar los frecuentes enfrentamientos y  rencillas, recordar a la prensa y a la opinión pública como ha sido desvinculado o desplazado por malas prácticas laborales, en todos los ámbitos de trabajo desde los setentas por  Nemesio Antúnez del Museo Nacional de Bellas Artes. Despedido por ineficiente, desde el archivo más grande de arte Latinoamericano creado en Houston por Mari Carmen Ramírez, de  la Escuela de Arte, Universidad UNIACC, desvinculado de la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile de la Trienal de Chile, del Centro Cultural Parque de Valparaiso, del Diario la Nación. Para la exposición Chile 100 años del Museo Nacional de Bellas Artes, Diaz y Dittborn no participaron en la exposición, por la presencia de Mellado como curador. Es decir nadie quiere trabajar con él. Por eso alguien comentaba en las redes sociales “nunca sabe uno si Mellado está en una crítica de arte o en una agencia de empleos”

Revisando su currículum, o más bien su prontuario, es incomprensible como los medios pueden avalar todavía a un personaje que solo vocifera y divide. Difícilmente alguien como él podría ocupar un cargo público de responsabilidad, menos aún trazar políticas públicas en el área de cultura o artes visuales. En una entrevista del 4 de marzo de 2009 en El Mercurio – Cultura titula,  Justo Pastor Mellado: “Me decepcioné de la escena plástica chilena”. El año 2011 cuando fue asesor de Cruz-Coke, promueve el cierre de la Galería Gabriela Mistral. También declara en revista Capital en abril de 2015 “como el arte chileno no existe, ahora ni siquiera se puede instalar una expectativa”, desprecio que ha transmitido en numerosas ocasiones hacia los artistas y hacia el mundo del arte.

No resta más que ver con ojos críticos esta encubierta operación de desprestigio que hace Mellado y preguntarse para quien está trabajando, o mejor para quien busca trabajar, porque lo más lamentable de esta situación es que queda al descubierto el destino que les toca vivir a los intelectuales que no están bajo el amparo del estado o la academia y que deben desesperadamente sobrevivir en la precariedad de sus discursos levantando polémicas que buscan polarizar el medio en el momento que requiere de mayor unidad para encarar el advenimiento del futuro Ministerio de Cultura.

Entonces preguntémonos para quien realmente trabaja Mellado, ya que nunca fue capaz de integrar ninguna mesa de discusión, porque siempre ha trabajado solo para sí mismo. Lo mejor sería entregarle una jubilación, para que pueda dejar sus horas como profe de filosofía de secundaria y deje a los expertos debatir sobre políticas públicas. Como el dijo una vez sobre Gerardo Mosquera, ahora digo, Mellado ha hecho mucho daño en el arte chileno.

 

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