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Nacional

12 de Septiembre de 2017

La historia de la chilena que pagó $1.290.334 por una hallulla con salame y una lonja de queso

Al alertarse por el aviso del banco, Cecilia decide entonces meter la mano al bolsillo y revisar la boleta. Casi le da un infarto. Figuraba un cobro de $1.431.900, aunque gracias a un descuento, $1.290.334. Todo por una hallulla con salame y queso.

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A partir del caso de Cecilia Anabalón estaría bueno que cada vez que usted va a comprar desayuno o una merienda revise el voucher que arrojan las típicas máquinas de Transbank con que le cobran al usar las tarjetas, o de frentón pague con sencillo.

Sí, porque Cecilia Anabalón, chilena, se hizo famosa durante las últimas horas por haber pagado el sánguche más caro de su vida. Varias veces, pero varias veces, el sueldo mínimo de Chile.

El hecho tiene lugar el viernes de la semana anterior cuando, con ese rugido típico del hambre que se siente en el estómago, Cecilia se dirige a una panadería Castaño ubicada cerca de su trabajo. En el lugar pide una hallulla, una lonja de queso y otra de salame.

Luego Cecilia paga, con su tarjeta de débito, y parte rauda para zamparse esa delicia.

A los pocos minutos, en su teléfono advierte un mensaje del banco que le avisa sobre un eventual fraude. Esto por una movida inusual de dinero desde su cuenta corriente (hay que tenerla, pensará usted. Sí, hay que tenerla, pero sigamos).

Al alertarse por el aviso del banco, Cecilia decide entonces meter la mano al bolsillo y revisar la boleta. Casi le da un infarto. Figuraba un cobro de $1.431.900, aunque gracias a un descuento,  $1.290.334. Todo por una hallulla con salame y queso.

Reclamó por todos lados, cuenta una crónica de LUN, pero al hacerlo le responden que recién el lunes -era viernes- la podían ayudar. “Me llamó el gerente de operaciones de la panadería, me dijo que admitían que el error había sido de ellos y que me depositarían la plata. Pasado el mediodía la plata estaba de vuelta”, dice con alivio.

Más allá de las bromas que cuenta debió soportar, del tipo “¿Qué tal el sanguchito más caro de la historia, valió la pena?” “¿De dónde sacaron el salame, de Marte?”“¿Y para almorzar cómo lo hiciste, tuviste que vender la casa?”, el caso es bastante peculiar. En la misma crónica de LUN, el profesor de Enseñanza Clínica del Derecho de la Universidad de Chile, Edmundo von Pottstock, advierte que esta salida rápida parece una excepción. “En la legislación chilena no existe un mecanismo de mediación rápido para estos casos”, dice. “Aquí se dio la suerte de que la panadería admitió su error y restituyó la plata, pero ¿y si se ponen pesados? Este caso perfectamente pudo haberse judicializado y eso es mucho, mucho tiempo, y plata”.

 

 

 

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