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Cultura

3 de Abril de 2018

Gepe: “Hablar de rock n’ roll me parece una huevá muy rasca”

A pocos días del concierto más ambicioso de su carrera, Daniel Riveros, Gepe, se reunió con The Clinic en un renombrado clandestino de cuecas de Santiago. Cerveza en mano, el músico habló sobre su desilusión tras la victoria de Piñera, recordó su paso por la selección nacional de hockey, y trazó una conexión entre la cueca y la escena del trap chileno. “En el canto de Gianluca y en el de la Margot Loyola está el pueblo”, sostiene el artista, cuyo mayor miedo es el de convertirse en una leyenda de sí mismo".

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De los 12 años en que jugó hockey patín, Daniel Riveros Sandoval, el nombre detrás de Gepe, recuerda dos cosas con claridad. La primera, dice, es que nada –pero nada- duele tanto como un chuecazo en las bolas. La segunda, más decorosa pero difícil de creer hasta para él, fue un episodio ocurrido en San Juan, Argentina.

— Una historia de resurrección—, dice, alargando el suspenso con un sorbo de cerveza. Y sonríe.

En algunas horas más, precisamente el domingo 8 de abril, Gepe se subirá al escenario del Movistar Arena, en el que espera sea el concierto en solitario más masivo de su carrera.

“Estoy un poco nervioso pero hasta ahora va todo bajo control”, reconoce.

Abrigado con una ceñida chaqueta de jeans, el músico está sentado frente a un plato lleno de sándwiches de tomate con queso. A su alrededor, un amplio salón aperado con mesas de vino, retratos envejecidos, y una batería improvisada sobre el escenario.

Diseñador de profesión y músico autodidacta, Riveros nació hace 36 años en la comuna de La Cisterna, aunque pasó toda su infancia y adolescencia en San Miguel. Hincha del Colo Colo, defensa con fama de hachero, como adolescente pasó varios fines de semana representando a Chile como seleccionado nacional de hockey patín.

Esa noche, en San Juan, el partido derivó -casi por costumbre- en una tole tole entre los jóvenes hockistas. Desde su posición de arquero, Daniel no pudo guardarse la pica. Apretó el mango de su chueca y fue directo a los tobillos de sus oponentes trasandinos. Pero antes de poder tumbar a alguno, reparó en que uno de sus compañeros yacía inconsciente en el suelo.

“El Felipe se había pegado en la cabeza, y no se levantaba, no se movía”, recuerda. “Desde las gradas cacharon que era grave y fueron a buscar a una bruja, una especie de machi argentina que vivía en la cuadra. Imagínate, había pasado caleta de rato, las viejas ya estaban llorando afuera y, de repente, entra la machi. Lo mira de arriba abajo y ¡pum! el hueón se levanta de golpe”.

El músico, con seis discos a cuestas, giras por todo el mundo y un par de presentaciones en Viña del Mar, vuelve a reírse. “Nada te puede preocupar tanto después de eso”.

El trap y Margot Loyola

Durante los últimos meses La Picá de la Yasna, el lugar elegido para esta entrevista, se ha transformado en uno de sus refugios más queridos del músico. Tanto así, que lo primero que hizo al volver a Chile tras dos semanas girando por Estados Unidos, fue tomarse un taxi hasta esta casona de Carlos Valdovinos, a las dos de la mañana.

Aquí, dice, se siente libre de ensayar ritmos de batería con las cucharas de palo de la cocina –de las que ya debe un par-, o simplemente echarse a comer y escuchar a músicos como Pepe Fuentes o el Tello Mena de Los Puntilleros, una de sus obsesiones más recientes.

¿Cómo llegaste aquí donde la Yasna?
Antes yo no tenía idea de este mundo. Era más de la música andina, de la tonada. A la cueca siempre le hice el quite. Pero un día vi cantar a María Esther Zamora en una fonda del Parque O’Higgins, y me dieron ganas de grabar algo con ella.

La canción que salió en el disco Ciencia Exacta, “Solo”
Sí, esa. Cuando fui a su casa a preguntarle, me miró y me dijo “¿Y quién es Gepe?”. Menos mal que un nieto que andaba por ahí le explicó, y ahí ella dijo “ya, démosle”. Luego de eso, me fui metiendo en este mundo: el Caballo de Palo, la Casa de la Cueca, toda esta linda cadena humana.

¿Tú no tocabas cueca antes?
Es que esa cosa media marketera de la cueca chora nunca me hizo gracia. El Pepe Fuentes –esposo de María Esther Zamora- siempre dice que la cueca no tiene apellido: no es chora, ni brava, es cueca simplemente. Y eso me parece mucho más sabio: decir que esta estructura, con esta métrica, estética y baile, se llama cueca. Pónganle chora, chorra, no sé, da lo mismo. Un minuto y medio de canción, se baila así; luego, dentro de eso, es un mundo muy grande.

Vienes llegando de Estados Unidos, ¿te trajiste algo de allá? ¿Una banda, un disco?
Nada, me traje unos zapatos nomás. Estados Unidos no me genera ninguna curiosidad, no me interesa.

¿Nada?
Lo que puedo descubrir allá lo puedo descubrir desde mi casa. San Francisco lo encuentro lindo, pero nada más.

¿Por qué?
Porque venimos de allá también po, ¿o no? En Chile, al menos como me criaron a mí, está eso de ser de una tierra de nadie, que busca parecerse más a EE.UU que a otra cosa. A mí me criaron así: los gringos son bacanes, la llevan. Y uno es poca cosa, y va a ser poca cosa siempre.

¿Qué estás escuchando estos días?
Gianluca me encanta. El trap es como el estilo oficial de ahora, ¿no? Pero él, haciendo una cosa súper oficial y ortodoxa, tiene una personalidad propia. Lo suyo está en las letras, en una cosa que también veo en sus fotos, él quiere ser él nomás. No busca ser el Conejo Malo, o no sé quién chucha. Es muy centrado y maduro, me parece bacán. “Siempre triste”, debe ser la mejor canción que se ha hecho en Chile últimamente.

¿Crees que existe una conexión entre lo que hacía la Margot, la Violeta, con lo que hacen personas como Gianluca, por ejemplo?
Sí po. O sea, es una especie de lenguaje común, una estructura similar. La Margot, más que crear, hizo que el pueblo chileno entrara en sus canciones. Era una antropóloga finísima. Y tanto en el canto de Gianluca como en el de ella, está el pueblo, diciendo cosas. Quizás suena estúpido decirlo, pero ambos tienen esa cosa chilena real, concreta. Mucho más allá que sea trap, que no es un estilo sorprendente ni nada, las letras de Gianluca vienen en un lenguaje que reconozco de una manera más esencial. Es el reflejo de un pueblo que alguna vez fui, que voy a ser, o que soy, no sé.

Algo que va más allá de la música
Sí, y pienso que eso pasa con la Margot, con las primeras canciones de la Javiera Mena, con Gianluca y con los Amarga Marga, por ejemplo. Te agarran, pero no por los instrumentos que están sonando, es una onda, una vibra.

— Si te fijas—, dice, mientras apunta a los afiches de la pared— Aquí gana la Margot Loyola. Ella es la madre de todo —.

“Mi mantra era que no saliera Piñera”

¿Votaste en la última elección?
En la primera vuelta sí, en la otra estábamos de viaje.

¿Por quién votaste?
Voté por Guillier, pero básicamente para que no saliera Piñera. Mi voto era para la Bea de todas maneras. Siendo que tampoco era una candidata que me resolviera todos los temas, me parecía la más viable. Mi mantra era que no saliera Piñera.

Piñera asumió hace súper poco y ya se han puesto trabas en la despenalización del aborto, y hoy el TC dio chipe libre al lucro…
A mí me produce una contradicción. ¿Cómo sale Piñera, si la marcha de las AFP fue tan grande y masiva? Yo entiendo que la problemática mapuche no sea transversal, porque en el colegio a ninguno de nosotros nos enseñaron a identificarnos con el pueblo mapuche. Pero ¿por qué la gente votaría por alguien que representa el lucro en la educación, las AFP, las Isapres? Eso no me cabe en la cabeza. ¿Será que hizo una campaña muy hábil o será que Chile es esencialmente individualista? El aborto es un tema más delicado, aunque por supuesto que estoy a favor. Pero ese sentido de la individualidad, del que tiene menos que se pudra, eso me parece muy duro de aceptar. Me sorprende y desilusiona que la gente haya votado por alguien como Piñera. Lo primero que sentí cuando ganó fue desilusión.

¿Te duele pensar que los votantes chilenos puedan ser personas individualistas?
Duele porque ese chileno medio es justamente la víctima de todo esto. El otro día me tocó una experiencia muy fuerte, fui a comprar al almacén de la esquina de mi casa y estaba hablando Evo Morales en la tele, decía que Chile tenía una lógica capitalista y un tipo que entró ahí dice “a ese hueón le metería un par de balazos”. Conchetumadre, no puede ser. Felizmente nadie le dio la razón. Toda esa campaña que están haciendo los medios, con ese nacionalismo oscuro, está generando este tipo de odio. Alguien no le puede desear la muerte a otro, métanle un balazo, me parece heavy.

Florcita Motuda habló de sus razones para darle mar a Bolivia, y luego de eso casi lo lincharon en una feria de Curicó…
Considero que ahí hay una culpa de los medios, por exacerbar el odio. Supongo que son los grupos económicos chilenos los que están operando. Al final, todo este nacionalismo se inventó para que esos gallos protejan su pedacito –o pedazote- de agua y de tierra. Pienso que en el mundo ideal, en el mundo de la música por ejemplo, asociarse con bolivianos, peruanos, mexicanos y lo que sea, es un plus. Onda, por favor compartamos el mar, seamos un continente. Eso es lo lindo de lugares como este —mira hacia las paredes de la Yasna— acá se tocan boleros, tangos, marineras. Aquí se celebra ser mestizo.

Algo natural que se da mejor en la música, quizás
Es que al final es natural. Somos un continente mestizo, culturalmente súper confuso. Somos africanos, somos indios, somos indígenas, somos europeos. Más encima cada país tiene una particularidad. La Margot Loyola dice “una cueca no compite en una marinera, si no que se complementan”. Letras de coplas chilenas se cantan en Argentina y al revés.

El año 2011 tocaste en varias tomas. Este año ya se anunciaron marchas por la educación, va a volver la calle ¿Cómo te planteas tú ahí?
La Margot Loyola decía que no era necesario amar la bandera para ser folclorista, “yo en la música, busco música, porque amo a mi pueblo”, decía. Como músico, uno ocupa una pequeña parte de la sociedad, pero hay que ocupar esa tribuna. Si hay una posibilidad de decir algo, habrá que decirlo. Si hay una necesidad de tocar en una toma o donde sea, hay que hacerlo. Gracias a la Margot, la Violeta y la Gabriela Pizarro, entendí que la sensibilidad de un artista tiene que estar para su pueblo.

“El rock n’ roll es muy rasca”

Últimamente se ha comenzado a problematizar la relación artista-fan. Periodistas como la Javiera Tapia, por ejemplo, han escrito mucho sobre abusos de poder de músicos chilenos sobre mujeres
Yo creo que este es un primer momento, una especie catarsis, donde las mujeres que en algún momento se han visto acosadas o víctimas de algún tipo de agresión hablan y lo hacen todas juntas. Haciendo un escaneo rápido de las mujeres cercanas que tengo, mi hermana, amigas, no hay ninguna que no haya sufrido algún tipo de agresión. La decisión de la Javiera Tapia y en general de las mujeres me parece súper válida, aunque espero que tras el primer momento de catarsis el asunto se ordene, y podamos decir “chuta este hombre que agredió a esta chica es muy grave, se merece un castigo de determinada manera, a diferencia de este otro que hizo una cosa más leve y no la sostuvo en el tiempo”.

¿El rubro musical es más susceptible de que ocurran estas cosas?
Lo que pasó con el Tea Time fue un caso, encima él se burló de ella constantemente, algo claramente grave. Pero creo que en el mundo musical es más la chapa que otra cosa; hay otros círculos donde la gente tiene más poder, o más plata para comprar mejores drogas, no sé.

Quizás era usual porque hace cinco o diez años la figura del músico era mucho más inalcanzable, ejercía una relación de poder más amplia digamos
De todas maneras. Era típico, ponte, que los mánagers fueran a buscar niñas o gente bonita para que estuviera en el camarín cuando los músicos llegaran, para subirle el pelo. Esa huevá era costumbre. La gente lo justificaba en la idea del rock n’ roll, huevadas importadas de los gringos.

¿Crees que existe una conexión entre esa conducta y la idea más hollywoodense del rock n’ roll? Esa idea que dice que hay que tener minas en los camarines, drogarse y salir de gira volado
Esa cuestión es muy rasca la verdad, no tiene sentido para mí ni para mi generación. Me parece foráneo, en cuanto a sonido y a forma de vida. Hablar de rock n’ roll me parece absolutamente innecesario, una huevá rasca. Ahora estamos en otra, y tiene que ser otro el sonido, otra la formación.

¿Por qué?
Es una cosa que no tiene mucho sentido. Lo de las drogas y el carrete lo dejo para instancias que no son la música por una cuestión práctica: no canto estando volao o curado. No me sale, lo hice una vez y fue terrible, una paranoia profunda. Quizás a otro le resulta, pero a mí no. Eso queda para otro día, cuando no haya que tocar.

¿Piensas que las denuncias vía Facebook son susceptibles de convertirse en caza de brujas?
Creo que la discusión va más allá de matar la figura pública, eso es secundario, después las cosas terminan de caer por su propio peso. La Natalia Valdebenito lo dijo en un show, ¿qué se quejan ahora los hombres de que las mujeres hablen ese tipo de cosas, cuando han ellas han estado calladas dos mil años’

Por último, hace un tiempo contabas que admirabas a Daddy Yankee, y que tenías pánico de transformarte en un Leonard Cohen
Creo que me fui un poco al chancho, pero estoy de acuerdo con esas cosas. Lo que más destaco de Daddy Yankee es su historia, el haber partido a mediados de los años noventa haciendo una cuestión que nadie pescaba mucho, el reggaetón, apoyado sólo con un DJ. A mí me encanta la idea de tocar y que no haya nadie detrás, ni un músico.

¿Y qué te daba lata de ser como Leonard Cohen?
No me gustaría perder la posibilidad de mutar. Me cargaría convertirme en el músico “legendario”, hacer un disco y deberme a él toda mi carrera.

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