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Opinión

11 de Septiembre de 2018

Jon Lee Anderson: La izquierda en América Latina tiene que evolucionar

“Yo entiendo la resistencia, pero no ayuda a nadie. La izquierda en América Latina tiene que evolucionar, se tiene que aceptar y cuanto antes, mejor; por algo ha perdido terreno, por algo está eclipsado por los populismos nuevos y si no se pone bien los pantalones, va a ser reemplazado por las fuerzas de reacción, por las fuerzas de ley y orden”.

Lorena Penjean
Lorena Penjean
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Vino a Chile a presentar “Cuba. Viaje al fin de la revolución”, el libro de Patricio Fernández. En esta entrevista, el destacado periodista norteamericano, se suma a la reflexión sobre el final de la fe en la Revolución que postula Fernández en su libro; manifiesta su preocupación por la figura de Trump y el resurgimiento del fascismo; analiza la situación de Nicaragua y Venezuela y apoya a Gabriel Boric en cuanto a su condena a las violaciones a los derechos humanos que realizó y que le valieron la crítica de muchos. Al final del diálogo, lo que aprendió investigando las guerrillas en todo el mundo. No es un final alentador.

Vienes de Nicaragua, ¿es su situación tu principal preocupación política hoy?

Acabo de estar ahí y es de lo que he escrito últimamente, pero no es lo que más me preocupa. Nicaragua es un punto más en un mundo en jaque, en un tablero de ajedrez estratégico que está en movimiento y no pinta nada bien.

¿Por qué?

De momento no hay una guerra mundial, pero las fichas están en movimiento. Tenemos a Trump en Estados Unidos, lo que representa la mayor crisis para occidente y para el porvenir de la democracia como sistema político. Sobre Putin, podríamos decir que siempre han existido regímenes autoritarios y no tengo mayores pretensiones con los países que nunca han conocido la democracia, pero para los que sí lo han hecho, para el sistema occidental, el avenimiento de Trump y una suerte de mini Trumps alrededor suyo, es muy preocupante.

¿Es el mayor riesgo?

Trump es el mayor riesgo del sistema mundial desde la Segunda Guerra Mundial, por eso es mi mayor preocupación y hasta que no esté en un calabozo, no voy a estar tranquilo. Todo lo demás es bordado, todo lo demás es la cobertura de la torta, no es sustancioso. Yo he escrito sobre Nicaragua, porque mientras el elefante está en el salón, todo lo demás se olvida, y yo considero que no se puede olvidar lo que está en el potrero sur. Nicaragua es uno de esos, Brasil es uno próximo. Si el señor Bolsonaro llegara a tomar el poder -un hombre que pregona la esterilización de los pobres-, estamos muy jodidos. Todos los días estoy leyendo las hojas de té en una taza, no me puedo desligar de lo que está pasando en el mundo, porque siento que el mundo está en un equilibrio muy precario. Trump simboliza una precariedad esencial en la democracia como modelo político para el mundo. Estamos realmente jodidos.

Dijiste que no estarías tranquilo hasta verlo en un calabozo, ¿Es eso posible? 

Trump es un criminal, un delincuente, un malandro… No sé si lo van a sustituir estando en el cargo o le van a enjuiciar después de que salga de la Casa Blanca, pero a este hombre hay que echarle esposas y meterle tras rejas, donde les corresponde. 

¿Es eso es viable? 

Es viable pero no sé si es factible, no sé si se va a dar; ha demostrado mucha resistencia, pero hay muchos juicios emprendidos y muchas investigaciones en su contra, vamos a ver…

¿Y si eso no sucediera?
¿Y volviera a ganar las elecciones? Seguirá la crisis de la democracia, todos los días que él está en la Casa Blanca la esencia de la democracia en el mundo -el modelo que nos ha dado cierta paz hace 70 años-, se pone en juego. Él es anti OTAN, pro Putin, anti Unión Europea, le llega al pincho América Latina, ha emprendido una guerra comercial con China, es anti inmigrantes, es xenófobo, es racista, manda por Twitter amenazas nucleares a Kim Jong-un… ¡Qué más quieres! O sea, ¿acaso el presidente de Estados Unidos es sólo un payaso, es un showman o es un showman con su dedo muy cerca del botón nuclear? Es eso lo que me preocupa. Con todo, empieza a cambiar el ADN político del país; su hinchada -una minoría que digamos bordea el 30% de la población-, se siente avalada con él en el poder y eso hace que ellos tomen fuerza dando por resultado una polarización mayor. Hay que recordar que mi país tuvo su guerra civil hace 150 años y que el hecho de que ya tuvo una no quiere decir que no pueda tener otra.

¿Así de pesimista?

No soy pesimista, soy realista; con presidentes ecuánimes y con raciocinio, uno puede llegar a tener conversaciones y debates, incluso estar de acuerdo con los desacuerdos que se dan entre adversarios políticos, pero con alguien como Trump en el poder uno empieza a ver los adversarios cómo enemigos. Y Estados Unidos es un país bélico y belicista, tanto externa como internamente. No es por nada que sólo en este año ha habido más de 250 asesinatos masivos. Nunca antes de Trump estos hechos habían adquirido dimensiones políticas; uno pensaba en estos hechos como una secuela de un Estados Unidos enajenado, propio de individuos locos, pero Trump ha avalado al National Rifle Association.

Cuando hablas de mini Trumps ¿a quiénes te refieres?

Duterte, Orbán, Erdoğan, Bolsonaro si llegara al poder en Brasil, en fin, hay un Trump por todos lados, cada país tiene su Trump.

¿Obedece a un fenómeno mundial?

Parece que sí, parece que hay un fenómeno mundial. Si solo fuera Duterte y Putin y Erdoğan, estaríamos quizás viéndolo como un fenómeno del tercer mundo, pero el hecho de que en el país más poderoso de la tierra esté gobernando un tipo así, demuestra, primero, la flaqueza de la democracia como sistema político resistente al cambio y resistente al populismo tóxico. Porque hay populismos que no son tóxicos, como por ejemplo el de López Obrador de México. Obviamente no es nacido de la misma madre que Trump, pienso yo, no es un hombre narcisista y sin empatía. Es un tipo carismático y bondadoso. Además, tiene que ver con muchas cosas; el desenlace eventual de la Guerra Fría, las torpezas de Bush en invadir Irak y Afganistán; la falta de cohesión en Europa; la xenofobia y la migración y muchas otras cosas… También la llegada de Trump, la vuelta al escenario de un ruso ultra nacionalista que quiere competir de nuevo en el ruedo, de una China expansionista… Todas estas cosas demuestran que las placas tectónicas están en movimiento y eso ha hecho enflaquecer y no fortalecer la democracia como modelo político.

Autoritarismos y democracia

Hablas de autoritarismo y democracia…

Y no hablo de ideas de derecha ni de izquierdas, es autoritarismo versus democracia, intolerancia versus tolerancia; estamos viendo el resquebrajamiento de los sistemas multilaterales que aseguraron, por bien o mal, el sistema pos guerra, desde el Fondo Monetario hasta las Naciones Unidas, o sea, con todas sus virtudes y sus defectos. Hoy en día ¿Quién habla de la ONU?, ¿Qué es la ONU? ¿Quién es su Secretario General? Se llama Antonio Guterres y no fue ni portada cuando lo nombraron. Eso te dice que el sistema multilateral, es decir, de las alianzas entre naciones, está muy envejecido, deteriorado y haciendo aguas frente a las nuevas envestidas de líderes que han sabido hacerse fuerte en sus naciones y adquirir una buena cuota del poder global, económico y mediático. 

¿Este fenómeno tiene que ver con un descontento global?

Sí, hay un descontento, vivimos un periodo reaccionario, de descontrol y una pérdida de rumbo propio. Hay una vertiente de la población que busca un pasado idealizado, un pasado utópico que quizás nunca existió. Es como el fascismo en el mundo post monárquico, después de la Primera Guerra Mundial, en donde se quebrantó el sistema monárquico, no todavía el imperialista que tiene que ver con el mundo colonial y que terminó de quebrantarse con la Segunda Guerra Mundial, que solo distanciaba de la primera en 23 años. Bueno, en ese contexto nació Adolf Hitler y no estaba solo; había un Hitler pequeño en todos los países; hasta los ingleses tenían uno, los japoneses y los italianos, los españoles e incluso Estados Unidos con el famoso aviador Lindbergh.

Patricio Fernández, al referirse al caso cubano en “Cuba. Viaje al fin de la revolución”, manifiesta que se trata de un modelo, de un sueño que murió y que ahí se resisten a enterrarlo…

Sí. La izquierda logró seguir con Chávez y Fidel todavía vivos con el trillón de dólares que le entró a Venezuela en el decenio pasado y que le ayudó a solventar y financiar el reflote de izquierda rainbow coalition, que tenía desde la Bachelet acá, pasando por Mujica en Uruguay, hasta Chávez en Venezuela. Rocambolesco se ve el socialismo del trópico que no ha perdurado, mientras que en Brasil Lula está en la cárcel. Venezuela, ya se sabe, se está yendo por el desagüe y ante eso es obvio que la izquierda está contra la soga. El poder siempre invade cualquier espacio. Si tú dejas tu casa abierta seguro se te va a meter un homeless, o si no, el del lado se va a dar cuenta y va a ocupar tu jardín… Quiero decir que la manera en que está concebido el mundo político, el mapamundi -con naciones y estados fuertes más un comercio global y el mundo armamentístico-, obliga a los estados naciones a competir en ese juego; hasta Suecia vende armas… Quiero decir que los súper poderes y los poderes en pugna por llegar a ser más grandes poderes, están poniendo sus fichas en batallas ya hechas, como apostando al boxeador de turno, y ésa es una realidad que no se puede obviar. Hay pugnas frontales, de comercio, inmigración, bélicas y también otras más peligrosas como las sectarias y nacionalistas.
Se ha reflotado la xenofobia como una manera de organizar y agitar a las poblaciones, eso no lo había visto en vida y ahora lo veo con Trump, quien está barriendo con todos los logros que habíamos obtenido desde los derechos civiles hasta haber tenido un presidente negro.

¿En qué falló la izquierda?

La izquierda falló en no educarse, en no pasar de la consigna. Es todo tan pueril, tan primitivo, tan infantil, que el consignismo ha quedado reducido a nada. El pancartismo ha prevalecido en vez de crear izquierdas de verdad, en lugar de crear políticas de rigor e instaurar la autocrítica y la transparencia como elementos propios. Se han quedado con el triunfalismo; en Venezuela basta con que te pongas una polera roja y grites unas cuantas cosas para ser bolivariano; si sales con las muchedumbres de Ortega en Nicaragua y gritas unas cuantas vainas anti imperialista eres revolucionario. Bullshit, eso no es la revolución y quizás sería bueno quitar el término “Revolución” del debate. Total ¿qué cosa es, qué cosa buscan los izquierdistas? ¿Acaso no es una especie de social democracia como lo que tiene Suecia o, incluso, Inglaterra? ¿No es acaso educación y medicina gratis y, ojalá, viviendas dignas? ¿Acaso no es lo mismo que buscan todos? En mi país, Estados Unidos, no lo conocen, es como el estado de la barbarie junto con una propiedad espeluznante. Es ahí donde han vendido a los pobres el sueño de que tú puedes ser un millonario y son ellos los que más pelean en contra de la medicina socializada, porque creen que la libertad es tener un pick up, un rifle y un six pack de cervezas.

La resistencia de la izquierda

¿Por qué le cuesta a la izquierda reconocer lo que pasa en Venezuela o Nicaragua?

Yo entiendo la resistencia, pero no ayuda a nadie. La izquierda en América Latina tiene que evolucionar, se tiene que aceptar y cuanto antes, mejor. Por algo ha perdido terreno, por algo está eclipsada por los populismos nuevos y si no se pone bien los pantalones, va a ser reemplazado por las fuerzas de reacción, por las fuerzas de ley y orden. La izquierda debe aceptar de que una de sus flaquezas en el poder de América Latina ha sido la corrupción. Hay tres presidentes en El Salvador que están encarcelados y prófugos, uno de ellos es de izquierda, dos de derecha y así podemos seguir hasta Lula y lo que pasa en Venezuela… La izquierda ha sido corrupta desde hace un buen tiempo ya. No se ayudan en nada avalando un sistema que está podrido. Si la izquierda quiere evolucionar tiene que aceptar sus defectos y construir nuevos sistemas más sólidos a partir de la verdad. Las consignas y el silencio no le sirven. A estas alturas, ¿a quién vas a defender? ¿A Ortega o a Maduro? Son indefendibles.

Gabriel Boric, del Frente Amplio, hizo pública esa condena…

Y me han dicho que lo han atacado mucho… Se trata de comentarios muy sencillistas, como de dibujo animado.

No se puede tapar el sol con un dedo, dices…

Estamos hablando de gente tan “cartonizada”, tan puestos en su gaveta, tan metidos en su cueva como así también hemos conocidos a mucha gente de derecha. Los mayores no han evolucionado con el tiempo y eso no ayuda a nadie a estas alturas; tienen que renacer. Hay que reconocer los matices de problemas futuros próximos, hay que enfrentar estas situaciones y humanizarlas cuanto antes para que no se conviertan en leña para fogatas de la derecha. La izquierda tiene una visión más humanista, ese es su terreno propio y lo deberían asumir, pero con los ojos abiertos.

¿Hay algo más para la izquierda? ¿Hay vida después de ese fin? 

La derecha está experimentando un autoritarismo 2.0, ¿por qué no la izquierda? (ríe). ¿Qué pasó con el chavismo, con esa efervescencia que duró 12 años, sustentada con un trillón de dólares que vino y se fue? Qué curioso que tan pronto Venezuela empieza en picada económica todos sus amigos lo abandonan quedándose sólo con sus consignas. ¿Dónde están los izquierdistas de América Latina ahora? Estoy haciendo una provocación a propósito porque ¿Acaso es el modelo cubano un ejemplo a seguir para los jóvenes izquierdistas de hoy? El hecho de que ha sobrevivido es algo, pero ¿acaso no está intentando transitar a un modelo de capitalismo del estado? ¿Cuál es el modelo que hay que seguir? ¿El de Venezuela, el del PT en Brasil, el de Ortega?

¿Hay una promesa por ahí todavía?

Hay muchos que critican la democracia, pero nos permite vivir en sociedades donde la crítica es aceptada y podemos participar como ciudadanos y mejorar lo que tenemos. La democracia necesita el oxígeno del debate y el intercambio de ideas. Yo creo que si la gente humanista o gente de izquierda queremos incidir y ver un mundo mejor, en una sociedad segura para nuestros hijos, con vidas dignas para todos… ¿acaso no hay algunos países que lo tienen más o menos? Los países escandinavos, por ejemplo, y algunos europeos lo han logrado bastante bien… ¿Acaso tuvieron que ir a la ultra derecha o declararse comunistas para hacerlo? China es un país comunista y, paradójicamente, es el más brutalmente capitalista. Si eres viejo en China, jódete. Donde yo veo más justicia social es en los países escandinavos y claro, tienes que pagar 75% de tus ingresos en impuestos.

¿Por qué hablas de humanismo versus autoritarismo?

Yo asocio a la democracia con el humanismo, por supuesto, porque es la democracia humanista quizás el antídoto contra el autoritarismo reaccionario, sectario, xenófobo, intolerante, racista y mercantilista. Podemos vivir en el capitalismo, pero un capitalismo sujeto a nuestros deseos. Nos hemos entregado a vivir en sociedades donde los que tienen más determinan todo y yo creo que se puede incidir con activismo ciudadano.

¿Dónde está la esperanza hoy?

La esperanza siempre está en los hombros de la juventud, siempre. Yo no tengo razones por estar pesimista, o sea, yo puedo criticar a los jóvenes por no estar suficientemente activos, pero yo creo que están poniéndose al tanto del mudo que han heredado y están inconformes porque están heredando un mundo del carajo, con un porvenir muy feo, con cambio climático, con el mar lleno de plástico, con guerras en el horizonte, con nuevos autoritarismos… Por favor, un mundo lleno de refugiados y de guerras nuevas, horrible. Entonces naturalmente espero que entre ellos haya jóvenes, por ejemplo Boric acá, que por más izquierdosos que sean, puedan romper el cable que los une con lo que es mal dentro del izquierdismo o supuesto izquierdismo. Está muy bien que eso suceda y que otros empiecen a elevar sus voces y crear otras propias, nuevas, también nuevos activismo políticos. Debemos tener una juventud que deje de hacer click en Tinder y, ¡Coño! ¡Que salgan a la calle!

Guerrillas

Publicaste hace poco el libro “Guerrillas”. ¿Pudiste descifrar qué motiva a una persona a tomar la decisión de matar o morir por una idea?

Sí, porque aunque quizás no lo dije en el libro, lo que en el fondo me motivó fue que yo sentía lo mismo, aunque nunca lo hice; siempre sentí indignación social, rabia y la capacidad de empuñar un arma no estaba fuera de mi cabeza. Por eso me atrajeron estos individuos de ideas muy distantes a las mías y por eso hice un recorrido para entender qué es lo que los unía a todos. Mi conclusión es que si tú marginalizas un sector de la población y no les das una voz ciudadana de manera pacífica, eventualmente van a optar por la violencia para corregir las cosas, no les queda otra. Por eso es tan importante la democracia: porque es el único sistema que ofrece un abanico amplio de libertades que incluye a todos. Las sociedades que empiezan a experimentar la xenofobia, el racismo o machismo, están condenando a una parte de la población a la penuria y a la represión. Es horrible, o se tienen que ir o se tienen que callar.

¿Y las armas cómo entran en esa reflexión?

Entonces las armas aparecen para hacerle frente a tus represores en busca de un ideal, la sociedad nueva más justa, que a lo mejor nunca la vas a ver, pero es una manera de vivir tu sueño; te cristaliza, es el idealismo puro. El momento en que empuñas esa arma es el momento de máxima liberalización, porque has entregado la vida… No importa si ganas o no; mientras estás en la lucha estás viviendo la cristalización de tu ideal.

Y en el peor de los casos mueres y eres un mártir…

Sí, entonces es muy atractivo para una suerte de individuo. Yo creo que éste camino es una regla humana y todos los gobiernos deberían saberlo.

Está el caso de las FARC y otros en los que ex guerrilleros hoy se están asimilando al poder, han dejado las armas y se han acomodado en este nuevo orden…

Todavía son días tempranos para los que pregonan su lucha sin armas. Uno puede ser escéptico y decir que es una forma de salvarse… Puede ser, como también lo puede ser que algunos son personas que quizás en otras circunstancias hubieran sido monjas o misioneros. Se trata de gente con una convicción religiosa de la justicia social. Otros son sólo oportunistas.

¿Que te enseñó tu paso por todas estas guerrillas?

A no juzgar, aunque quizás yo sí soy bastante juicioso y eso sea un defecto. Yo sí juzgo, pero a la gente que ha optado por esa vida yo la escucho. Al cabo de tantos entendía las causas de la violencia política, las comprendo lo que no necesariamente quiera decir que estoy de acuerdo. Mira, las mayorías de nuestras sociedades están construidas a base de una violencia que luego vestimos de corbata. Mira cualquier historial o mito de creación de cualquier estado latinoamericano, ¿no comenzó, acaso, en la mayoría de los casos, con una masacre? Algunos nunca se han librado de sus baños de sangre, como por ejemplo, Colombia. Otro aprendizaje de este libro es que casi todas las culturas en el mundo sacralizan la violencia, todas, hasta llegué a pensar si la religión no era un invento para legitimar el derramamiento de sangre. Todos los hombres por toda la tierra se organizaron en grupos defensivos desde que eran tribus nómades y cuando se asentaron para cultivar tuvieron que proteger sus mujeres de las violaciones y el exterminio de otras tribus. Esa es la historia de la humanidad y de la construcción de la civilización, luego viene el arte y lo demás, pero en su esencia eso es lo que somos. Todos han sacralizado la violencia creando la idea de héroes y mártires, la sangre derramada que abona la tierra para la generación futura. La violencia sigue ahí, por lo que es importante pensar en lo frágil que es nuestra civilización. No soy pesimista, no soy cínico y sé que esto suena muy duro, pero yo reconozco la violencia y la vida violenta cómo una norma, quisiera vivir sin pensarlo así, y no se trata de legitimar la idea, pero reconozco que así es. He visto varias sociedades ir de la paz a la ruina total en donde matar es como comer el pan. Lo sé porque también soy de esa misma carne; si en mi sociedad se vuelve una situación tan crítica que lo único que me queda es matar para vivir, yo mismo lo hago y lo hago con todas mis ganas y mi gusto para sobrevivir, no me es ajeno, me es muy íntimo y lo haría con gusto, con tristeza, pero finalmente con gusto, porque estaría intentando preservar lo único de bueno que yo conozco: que es lo mío, así son las sociedades, así somos.

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