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Opinión

7 de Diciembre de 2018

COLUMNA | La autoexplotación de una madre común

"Yo añado que tener una madre que se autoexplota porque piensa que es su única vida, porque es la vida que ha creado, duele mucho más".

Lucía Aragón Luque
Lucía Aragón Luque
Por

*Imagen referencial 

Ser la hermana pequeña de una familia siempre me dijeron que está bien. Pero cuando no tienes del todo claro qué es ser hermana menor ya no lo es tanto. Cuando el que hayas nacido después no tiene relación con lo mayor que te sientas o con el rol que tienes diariamente porque tu hermana no es una hermana al uso provoca de todo excepto bienestar.

Yo siempre he aceptado tener una hermana con parálisis cerebral, aunque no siempre me han dejado aceptarlo. En realidad, nunca acepté nada, nací con ello y no conozco otra cosa. Mi mamá sí la conoció, la vivió y sin ser consciente fue ella quien creó esta nueva realidad. Se cambió su rol. Se definió su vida.

Desde entonces pide permiso para salir un sábado de cada mes con sus amigas del gimnasio, se plantea cada salida extraordinaria como un lujo y no como una necesidad propia de un ser humano y ya no piensa para sí misma porque piensa para dos. Porque para ella la realidad individual dejó de existir hace 23 años.

Mi mamá se acuesta pensando en que su hija por la noche no puede ir al baño sola, que puede que vaya a tener pesadillas mientras ella dormía sin darse cuenta o que puede tener otro ataque sin que ella haya podido ayudarla. Porque en eso se ha convertido su vida; en ayudar para comer, ayudar para andar, ayudar para vivir.

Decía Leila Guerriero que:

Tener una madre, en principio, no duele.

Tener una madre que se preocupa por tu familia -en teoría y en frío, que bien pueden ser lo mismo-, no duele.

Tener una madre que trabaja, puede o no puede doler.

Tener una madre que se autoexplota duele.

Tener una madre que se autoexplota en tu cara, duele más.

Yo añado que tener una madre que se autoexplota porque piensa que es su única vida, porque es la vida que ha creado, duele mucho más.

Mi hermana tiene algo de mí y yo de ella y es que fuimos creadas por la misma madre que estudió Historia del Arte para acurrucarnos cada noche antes de irse a dormir, que me acompaña a museos y hace de madre y de guía. Que es consciente de su realidad y saca de ello una sonrisa diaria, porque no le gusta la culpa y menos echársela a sí misma.

Mi mamá, como muchas mamás del mundo, no dudó en elegir qué hacer porque no se le dio la opción. Porque no se planteó que tenía opciones o que podía crearlas. Porque a las mujeres se las educó en la responsabilidad familiar, sin pensar en la responsabilidad que se debe tener con una misma. Por ello, yo, junto a mi hermana, me voy a crear una realidad en la que nos incluyamos las dos sin excluir a ninguna.

 

Lucía Aragón Luque, estudiante de periodismo en la Universidad de Sevilla, España. Actualmente cursando un año en la Universidad de Santiago de Chile. Poeta y fotógrafa a ratos. 

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