Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

23 de Marzo de 2019

Columna de Fundación Animal Chile: La ética asilvestrada del Estado

Los perros están en el lugar en que están y en el estado en que están SIEMPRE como consecuencia de acciones humanas.

Daniela Echeverría
Daniela Echeverría
Por

Por Daniela Echeverría, directora Fundación Animal Chile

Instagram @fundacionanimalchile

www.fundacionanimal.cl

Descansar en que la ley 21.020 de Tenencia Responsable logre que no se vulneren los derechos de los animales es una utopía en la que hoy dejamos de creer.

Desde que se modificó la Ley de Caza incluyendo en el listado de animales dañinos a “Perros salvajes o bravíos”, y por lo tanto permitiendo su caza, hemos tenido que marchar cada marzo frente a las oficinas del SAG para que deroguen ese decreto y así proteger a estos animales.

Este 2019, al fin, los perros estarían protegidos por la ley 21.020 que tanto costó sacar adelante. Sin embargo, el lobby de productores de carne, lácteos y otros productos de origen animal lograron que el Diputado Iván Flores (DC), conocido por su voto conservador y elegido estos días Presidente de la Cámara con apoyo del Frente Amplio, presente el Proyecto de Resolución nº 328 solicitándole al Presidente de la República establecer “medidas preventivas y paliativas para hacer frente a la problemática de perros asilvestrados que efectúan ataques a ovinos, en los sectores rurales de nuestro país” .

Esto suena, a todas luces, como una maniobra irresponsable de diputados y autoridades tratando de conseguir aplausos, algunos votos y mucho dinero para sus campañas. Una maniobra que representa dos tradiciones de la política chilena: 1) la desidia hacia los animales y 2) solucionar problemas sensibles por el camino más corto y fácil: el exterminio.

Que haya perros fuera de control con comportamiento salvaje representa un problema. Ya sea cerca o lejos de esas faenas de productos animales (o de parques nacionales y reservas). Estos animales peyorativamente llamados “asilvestrados” son siempre animales que han sido abandonados por personas negligentes. Daniel Boroschek, veterinario e investigador de fauna silvestre, tiene la certeza de que “los perros pasan a ser asilvestrados porque la gente va a las carreteras a botarlos” .

Los animales son víctimas de una sociedad que históricamente no se ha preocupado de darles un trato digno y de un Estado que nunca exigió nada a quienes tenían animales de compañía y que recién ahora está comenzando a darles el respeto y la dignidad que merecen. Los perros que amenazan a productores de carne y lácteos o a los equilibrios de un Parque Nacional muy probablemente provienen de lugares muy cercanos a los que ahora amenazan y que fueron mal cuidados por personas que cometieron actos que hoy incumplirían la Ley 21.020 como tener a sus animales sueltos, mal alimentados, sin esterilizar y sin protocolo veterinario. No existen perros domésticos (Canis Lupus Familiaris) que en su estado natural habiten en la Naturaleza ni perros que decidan coludirse con sus pares para huir y actuar salvajemente infringiendo la ley. Los perros están en el lugar en que están y en el estado en que están SIEMPRE como consecuencia de acciones humanas.

En Chile, si bien el problema de los animales abandonados es inmenso y brutal, algunos avances ha habido en materia de marcos regulatorios y sobre todo en la conciencia que los ciudadanos hemos tomado sobre los animales en general y sobre los perros y gatos en particular. Hace pocos años esta idea barbárica de permitir que unos particulares armados fueran quienes implementarían la solución a un problema de salud pública no pareció tan descabellada para el ciudadano común. Tuvimos que alzar la voz los grupos que defendemos los derechos de los animales para que se tomara conciencia, se pusiera en duda la medida y en definitiva nunca llegara a implementarse. Hoy, esta idea que renace desde la oscuridad de un diputado DC y que recibe el apoyo de la derecha y de un sorprendente diputado Gabriel Boric, nos parece una aberración que demuestra el estado de subdesarrollo en el que nos encontramos como país.

Esta autorización que se pretende dar con la modificación de la ley es francamente una brutalidad. En muchos sentidos. Primero, porque se quiere dar pie atrás en una lucha de años por proteger a los demás seres sintientes traicionando un punto importantísimo de la Ley 21.020: la prohibición de la eutanasia o, en este caso, del asesinato de animales de compañía como control de población; segundo, porque pretende que unos ganaderos u otros productores tengan y usen armas a su criterio en contra de seres sintientes cuando estos amenacen su actividad económica; y tercero, porque muchos animales nativos quedan más amenazados de lo que están al poder ser confundidos (voluntaria o involuntariamente) por estos nuevos Sheriff que fácilmente podrán emprenderlas a escopetazos contra zorros, gatos andinos o pumas en venganza por sus animales muertos.

Este es un problema nacional, ocasionado por miles de ciudadanos irresponsables e insensibles con la complicidad de un Estado negligente que malgasta los recursos para la implementación de la flamante nueva Ley 21.020 en festivales ridículos (PetPalusa) donde en vez de educación te entregan un sucedáneo de Chocman para perros para que te olvides que hay más de 2 millones de animales abandonados en las calles y que muchos de ellos tienen altas posibilidades de terminar asilvestrándose.

Desde el Parlamento quieren hacernos creer que este problema es inabarcable si no es mediante esta Modificación, pero no es así. En nuestra experiencia con animales asilvestrados (hemos rescatado bastantes) estos grupos de perros abandonados pueden ser capturados con dardos somníferos, rehabilitados y con el adiestramiento necesario pueden seguir sus vidas de forma tranquila hasta que mueran dignamente, porque sí, para una importante cifra de nuestra población estos animales son igual de importantes que los seres humanos y este problema  tiene una solución quizás más costosa pero mucho más eficiente que lo que propone el Gobierno y sobre todo que no traiciona los avances de la ética y la evolución humana.

Si el Estado no es capaz de hacer cumplir sus leyes, no capacita a sus policías para fiscalizar, no dispone de recursos para informar y educar a sus ciudadanos, es un Estado fallido. No cuenten con nosotros para permitir una solución llena de maltrato y sangre.

Notas relacionadas