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Opinión

7 de Agosto de 2019

[Columna] Uso de celulares en las salas: ¿damos el salto al siglo XXI?

"Creemos que la irrupción tecnológica es una oportunidad para repensar la educación actual e impulsar nuevas metodologías innovadoras que pongan la tecnología al servicio de la educación. Sin duda, sería interesante aprovechar esta coyuntura para decidir, en conjunto y también considerando la voz de los estudiantes, cómo hacer del teléfono móvil o la tablet un aliado del aprendizaje y no volver a pensar que el problema se acaba porque eliminamos su manifestación más evidente". Escriben Loreto Jara y Cristian Miquel de Educación 2020.

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Desde su irrupción, el uso de teléfonos móviles en el contexto escolar es materia de debate, tanto por ser fuente de distracción, como por su uso para ejercer el ciberacoso. Es por eso que el Ministerio de Educación realizó una consulta a profesores y apoderados para discernir si se debe prohibir el uso de esta tecnología en la escuela.

Si bien esta es una materia educativa puntual, consideramos que también es una interesante oportunidad para hablar sobre el presente y los desafíos del futuro de la educación. En este sentido, nos parece adecuado que el Mineduc haya presentado el plan “Formando Ciudadanos Digitales”, que apunta a mejorar la educación en torno al uso de las tecnologías, en vez de prohibirlas. Se trata de una medida formativa y no punitiva, consigna que hemos defendido con fuerza desde Educación 2020.

Querámoslo o no, los teléfonos móviles son, a estas alturas del milenio, una extensión de nuestras propias capacidades cognitivas y comunicativas: a un click de distancia tenemos disponible el saber de la humanidad. Podemos comunicarnos con amistades que están en otros continentes o publicar un mensaje que puede ser visto por miles de personas. Su uso cambió definitivamente la forma en que nos relacionamos, porque el teléfono móvil hoy sirve mucho más que para hablar con alguien que no tenemos cerca.

Es evidente que si el celular es parte de nuestra vida, también lo sea en el ámbito escolar. Y en este sentido es comprensible que muchos de los contenidos que se pasan en clases resulten menos atractivos que el último meme, ese viral que todos comentan o las fotos de la fiesta que circulan en las historias de Instagram. Esto sobre todo si las clases son poco interactivas y desafiantes.

¿Conseguirán los profesores mayor atención de sus estudiantes prohibiendo estas tecnologías? ¿Dejarán los estudiantes de hacer matonaje cibernético si no tienen acceso a su móvil en las horas de clase? Creemos que para encontrar una respuesta debemos tener una mentalidad abierta, adaptativa y dinámica, que utilice la creatividad en vez de la sanción, los acuerdos por sobre las restricciones.

Para ello, sugerimos considerar los siguientes factores: en primer lugar, las herramientas tecnológicas irán ganando cada vez mayor terreno y en esto no hay camino de retorno. Por lo mismo, en lugar de resistirse a las nuevas expresiones humanas, la educación debe favorecer la autonomía y sentido ético. En un mundo bombardeado por información imprecisa o tendenciosa, muchas veces destinada a determinar nuestra conducta política o hábitos de consumo, es fundamental que desde las aulas se forme una ciudadanía digital responsable, consciente y con pensamiento crítico. Y claro está, estas habilidades no se desarrollan por arte de magia, menos en contextos de vulnerabilidad social, donde la brecha digital acrecentará la desventaja socioeconómica.

En segundo lugar, considerando que el teléfono móvil ya es parte de la vida cotidiana de niños y niñas, prohibirlo sería una muestra más de cómo lo educativo le da vuelta la espalda a lo significativo. Ya lo hemos dicho: mientras el mundo avanza, en la mayoría de las salas de clases se continúa enseñando como en el siglo XX. Negarnos a la tecnología sería otra señal de que el sistema educativo sigue escindido de lo que ocurre de la vida real, de aquello que acontece fuera de la escuela y no durante las ocho o más horas que los niños, niñas y jóvenes pasan allí.

Creemos que la irrupción tecnológica es una oportunidad para repensar la educación actual e impulsar nuevas metodologías innovadoras que pongan la tecnología al servicio de la educación. Sin duda, sería interesante aprovechar esta coyuntura para decidir, en conjunto y también considerando la voz de los estudiantes, cómo hacer del teléfono móvil o la tablet un aliado del aprendizaje y no volver a pensar que el problema se acaba porque eliminamos su manifestación más evidente. ¿La invitación? Hagamos un click para conectar la escuela con la vida e intereses de los y las estudiantes.

Por Loreto Jara, profesora e investigadora de Política Educativa de Educación 2020, y Cristian Miquel, observador legislativo de Educación 2020.

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