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Opinión

27 de Septiembre de 2019

Análisis contingente del Himno Nacional

Agencia Uno

"Pero hace no mucho se homenajeó al criminal Krassnoff en la Escuela Militar, hace no tanto habían condecoraciones relacionadas con la dictadura y no fue hace muchos años, que un ex comandante del Ejército, Juan Emilio Cheyre, fue condenado por encubrir 15 homicidios calificados cometidos en el denominado caso Caravana de la Muerte, de la dictadura cívico militar", escribe Alejandro Basulto.

Alejandro Basulto
Alejandro Basulto
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Pasan las fiestas patrias y junto con ella, todo lo comido y lo bailado. Las ricas empanadas, los folklóricos bailes de cueca, la bandera nacional flameando y el Himno Nacional siendo entonado a todo pulmón, quedarán por muchas semanas más, presentes en nuestra memoria más fresca. Pero tras pasarlo bien y celebrar un nuevo aniversario del país, es momento de volver a poner los pies en la tierra y hacer frente a la realidad nacional.

Que lamentablemente no se corresponde con uno de nuestros más queridos símbolos patrios: el Himno Nacional. Escrito por el poeta chileno Eusebio Lillo, con el aporte del estribillo del poeta argentino-chileno Bernardo de Vera y Pintado, y compuesto por el maestro español Ramón Carnicer, esta obra musical y patriótica, tristemente no representa fielmente nuestro presente nacional. Lo que comprobaremos a continuación, analizando varias de sus estrofas en base a la contingencia del país.

V

Puro, Chile, es tu cielo azulado,

puras brisas te cruzan también,

y tu campo de flores bordado

es la copia feliz del Edén.

Majestuosa es la blanca montaña

que te dio por baluarte el Señor,

y ese mar que tranquilo te baña

te promete futuro esplendor.

Sería bonito decir que todo lo que dice la quinta estrofa es cierto, pero lamentablemente, a pesar de que nuestros ancestros recibieron un país en tan bellas condiciones, las generaciones posteriores no hemos sabido cuidarlo. Por lo que tenemos cielos tendientes a lo oscuro y a lo contaminado, producto de empresas e industrias carentes de responsabilidad medioambiental (solo preguntenle a los habitantes de Concón, Quintero y Puchuncaví), sin olvidar el masivo uso de automóviles, que todavía sigue tal cual y hasta en aumento, por la ausencia de medidas para frenarlo, como desincentivar su uso mejorando el transporte público y promoviendo el uso de otros medios de transporte más ecológicos.

La montaña está cada vez menos blanca que de costumbre, en parte por culpa del calentamiento global, ante la cual el gobierno de Sebastián Piñera ha hecho poco y nada, negándose anteriormente a firmar el Acuerdo de Escazú, que nos brindaría de protocolos y herramientas para proteger el medio ambiente.

Y en vez de hablar del mar, que también ha sido afectado por diversas contaminaciones producto de la gestión de nuestros gobiernos, o que ha visto su fauna gravemente dañada, por permitir existir por ejemplo la pesca de arrastre de la jibia, o que está en manos de unos pocos empresarios, unas 8 familias, a costa de los pescadores artesanales. En vez de hablar del mar, hablemos de una crisis tal vez aún más contingente, como la hídrica, siendo hoy 6 regiones las que están con emergencia agrícola, y esto producto, además de las pocas lluvias como efecto del calentamiento global, también del resultado de una pésima política hídrica, que data del Código de Aguas de la dictadura, que ha permitido a unos pocos empresarios tener grandes cantidades de este importante líquido, sin responder positiva y conscientemente a aquella responsabilidad.

Coro

Dulce Patria, recibe los votos

con que Chile en tus aras juró

que o la tumba serás de los libres

o el asilo contra la opresión.

Primero hablemos de la “dulce patria”, definiendo en un principio qué es la patria. ¿Es las tradiciones impuestas desde una élite al pueblo, como es el caso del cruel rodeo, la costosa Parada Militar y el anti-laico Te Deum? ¿Es tener estatuas y hacer homenajes para personas como Portales, de carácter corrupto, antidemocrático y de dudosa ética en sus relaciones interpersonales? ¿Es el chovinismo de creer que por nacer en Chile somos mejores al resto? ¿Es el odio al extranjero? Pues no sería mejor definir como patria el amor a lo que virtuosamente nos une (lengua, símbolos, fauna y flora, etcétera) y no a lo que nos separa con su ética reprochable (figuras e instituciones generalmente impuestas por la oligarquía), además de que ser patriota debe ser tener un  compromiso con la comunidad, con el otro. Y que su dulzura esté en eso, en la solidaridad con el otro y no, como sucede actualmente en este modelo neoliberal, en que prima el arreglarse cada uno por su cuenta y si es necesario, hacerlo a costa del otro.

Y no se puede hablar de ser asilo contra la opresión, cuando se le niega un trato digno o ingreso por la vía legal, a quienes huyen como refugiados de las peores crisis democráticas y de Derechos Humanos en la región. Ser un asilo contra la opresión, no es devolver a cientos de haitianos al golpeado Haití (que además tiene un gobierno corrupto de derecha) en vez de ayudarles a integrarse a nuestro ni país. Ni dejar sin ingresar y en condiciones críticamente precarias a migrantes venezolanos que están en Tacna escapando de un gobierno autoritario que el mismo presidente Piñera condenó, ofreciendo ayuda y refugio a los afectados.

I

Ha cesado, la lucha sangrienta

ya es hermano, el que ayer opresor;

del vasallo borramos la afrenta,

combatiendo en el campo de honor.

El que ayer doblegábase esclavo,

hoy ya libre y triunfante se ve;

Libertad es la herencia del bravo;

la victoria se humilla a su pié.

La gran pregunta que uno se hará es, ¿somos realmente un país de personas libres? Un país en que hasta hace poco, no se le dejaba a las personas trans identificarse con su género y nombre (y que todavía son atacadas y hasta asesinadas por ser lo que son), una nación donde las parejas del mismo género no pueden adoptar ni casarse por culpa de prejuicios y dogmas, un Estado que no te garantiza que todas las personas puedan elegir atenderse dentro de un sistema de salud digno y donde el gobierno actual constantemente ha buscado privar a los estudiantes y apoderados de poder elegir sus colegios para beneficiar así a las “industrias de la educación” (como dijo el presidente Piñera). Todo eso no inspira mucha libertad.

Un país también donde el empleado no elige su trabajo, sino que se ve obligado a aceptarlo, por culpa un sistema social y económico precarizante que genera oligopolios, empresas oligárquicas y muchas de ellas que se han coludido, a costa de negarle derechos y una protección laboral que le entregue seguridad al trabajador, y sin olvidar que a los emprendedores, solo se les utiliza como rehenes para beneficiar al gran empresariado, como ocurre con la regresiva modificación que propone el actual gobierno a la reforma tributaria que se hizo en la presidencia anterior. Ni hablar de la cantidad de niños, niñas y adolescentes en Sename, encerrados en situaciones precarias, por culpa de un modelo de atención a la niñez postergado, que prioriza los intereses de organismos colaboradores de entes privados y figuras políticas, como ex líderes políticos y la misma Iglesia, en vez del interés superior del niño. Ni hablar del sistema penal, donde se encarcela a mujeres por el porte de marihuana (negándose el legalizarla, para así acabar con este flagelo sin reprimir y romper familias), donde se encierra al pobre, pero el rico con suerte debe  pagar multas, donde 3.153 personas estuvieron presas siendo inocentes en el 2018, porque claro, para encarcelar innecesariamente y hacinar las cárceles siempre se puede, pero para invertir en programas de prevención y reinserción cuesta un montón.

Definitivamente, en este país tu índice de libertad aumenta proporcionalmente según seas rico, blanco, cisgénero y/o heterosexual.

III

Vuestros nombres, valientes soldados,

que habéis sido de Chile el sostén,

nuestros pechos los llevan grabados;

los sabrán nuestros hijos también.

Sean ellos el grito de muerte

que lancemos marchando a lidiar,

y sonando en la boca del fuerte

hagan siempre al tirano temblar.

Había que agregar esta estrofa dentro de las elegidas, porque por cierto sector minoritario del país, que según la encuesta CERC-Mori en el 2015, no superaría el 15% de toda la población, sigue siendo entonado cada 18 de septiembre. Y a pesar de que siempre ha pertenecido al himno nacional realizado por Eusebio Lillo, su uso frecuente y en espacios públicos e institucionales, solo se hizo bajo mandato y promoción del sanguinario régimen cívico militar que lideró el dictador Augusto Pinochet. Siendo para el común de los chilenos, tal vez no necesario decir que tras entonarse esta estrofa, sigue sonando de manera irónica. Debido a que un Ejército que no solo tiene más de una intentona de Golpe de Estado y dictaduras a su haber (el Golpe de Estado y posterior dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, el Ariostazo contra Pedro Aguirre Cerda y también, el Golpe contra Salvador Allende y la posterior dictadura), sino que además es conocido por haber atentado contra su propio pueblo en más de una ocasión

De hecho, el Ejército chileno ha atentado más de 10 veces contra la ciudadanía chilena. Y las víctimas de siempre, han sido los representantes y todos aquellos pertenecientes a los sectores más vulnerables y oprimidos del país. Como fue el caso de la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”, genocidio que costó aproximadamente entre 50 y 70 mil vidas mapuche, y todo esto transgrediendo el Tratado de Tapihue acordado por ambas naciones (chilena y mapuche). También está la matanza en la Escuela de Santa María de Iquique, donde hubo más de 2.000 muertos, entre ellos niños. Y ni hablar de la dictadura cívico militar, donde se torturó a 28 mil personas, se ejecutó a 2.279 y se desaparecieron a más de 1.200.

Y uno podrá decir que estas son cifras del pasado, que esto ya no ocurre, que estamos en una democracia sólida. Pero hace no mucho se homenajeó al criminal Krassnoff en la Escuela Militar, hace no tanto habían condecoraciones relacionadas con la dictadura y no fue hace muchos años, que un ex comandante del Ejército, Juan Emilio Cheyre, fue condenado por encubrir 15 homicidios calificados cometidos en el denominado caso Caravana de la Muerte, de la dictadura cívico militar. Y ni hablar de lo robado a través del milicogate, ascendiendo a 5.483 millones de pesos la cifra. Sin duda la democratización y una mayor transparencia en esta institución es una necesidad imperativa.

UN HIMNO QUE SE NOS HACE IRÓNICO

El himno que escribió Eusebio Lillo, tiene una épica y una fuerza indudable, que sin duda en cuanto a entonación y mensaje, no tiene nada que envidiar a otros. Pero que lamentablemente, si lo comparamos con la realidad del país, duele y genera decepción. Pero también esperanza, debido a que nos muestra una ruta, de lo que tal vez fuimos y aún podemos ser. Ese criollo/a, ese campesino/a, obrero/a, hijo/a de trabajadores, bien patriota y que no teme en amistar y solidarizar con otras naciones, y que es leal a su patria, a lo que ella significa: su prójimo, su cultura virtuosa y sincera (no impuesta) como también el mar, los bosques y las montañas que debe cuidar (sin poseerlas egoístamente), esa persona comprometida realmente con su país, nos brinda esperanza de un Chile que algún día corresponderá con su himno.

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