Desde la redacción
23 de Abril de 2020Sin manual de instrucciones
Lo dice la ensayista Adriana Valdés en la entrevista de este jueves en The Clinic, a propósito de nuestras reacciones frente a la pandemia: “Creo que la palabra que mejor nos describe ahora es que estamos estupefactos. Eso significa que estamos transformados en estúpidos también (se ríe a carcajadas). Tienen una etimología común… Y yo estoy estupefacta”. Estupefacto (del latín stupefactus) es, según la RAE, “atónito, pasmado”. Estúpido (del latín stupidus), en tanto, es definido como: “necio, falto de inteligencia”; incluso -en su tercera acepción- se consigna su uso como equivalente a estupefacto.
Claro, Adriana Valdés está en lo correcto. Experta en lenguaje, primera directora mujer de la Academia Chilena de la Lengua.
Frente a las crisis, que hoy es sanitaria provocada por un virus desconocido, no es difícil que ambos términos se mezclen y se conviertan en uno solo. Estar enfrentados a lo desconocido, a lo amenazante, a eso de lo que no hay precedente, no sólo nos deja atónitos, sino también nos convierte en necios. Torpes de respuestas, torpes de acciones. No hay previamente un manual de instrucciones de cómo moverse, de qué hacer. Campea el nerviosismo. Entonces sucumbimos. A veces por momentos, a veces de forma permanente. Siempre, eso sí, de manera transversal y democrática, desde ciudadanos comunes y corrientes que sin razones rompen cuarentenas hasta autoridades que se confunden al ponerse una mascarilla.