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Entrevistas

7 de Mayo de 2020

Ricardo Baeza-Yates: “Es un error político ocultar datos en general, pero en Chile es más grave por el estallido social”

Edición imagen: Marcelo Calquín

El científico experto en datos dice que la pandemia podría ser una oportunidad para el gobierno para recuperar la confianza de los ciudadanos que se perdió desde octubre. “Pero eso no se ha hecho”, critica. En las mejores democracias del mundo, agrega, los datos son públicos y la transparencia es total.

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Su universo son los datos. Con ellos hace análisis, busca leer a la sociedad, cruza información, explora tendencias. Lo suyo es ciencia pura y, en estos tiempos de pandemia, los datos son herramientas esenciales para entender el comportamiento del Covid-19 que es tan extraño como letal. 

Ricardo Baeza-Yates es un científico chileno de altísimo nivel. Vive en Estados Unidos, pero tiene un pie en Chile como investigador sénior del Instituto Milenio de Fundamentos de los Datos (IMFD) y como profesor titular part time del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile. 

Lleva 30 años de experiencia en trabajo con datos, de los cuales diez fueron en Yahoo! Labs. Actualmente es el director tecnológico de NTENT, una empresa de búsqueda semántica de datos en el sur de California. También es director de programas de posgrado en ciencia de datos en la Northeastern University -en la sede de Silicon Valley-  y ejerce como catedrático en la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona. 

Como miembro estelar del mundo científico, ha estudiado el comportamiento del virus en el mundo, pero ha estado especialmente atento a la situación chilena. Le preocupa -y mucho- la resistencia que hasta ahora ha tenido el gobierno para entregar datos a la comunidad científica para investigar e ir dando luces de cómo se comporta el coronavirus en nuestro país. “Con los datos que está dando el ministerio de Salud, uno puede verificar algunas cosas, pero no todas”, dice Baeza en conversación con The Clinic. 

Sostiene que una regla básica de la teoría de la información es que “mientras menos información tengas, más posibilidades tienes de equivocarte”. Aunque valora lo que hizo el país en la primera etapa porque, dice, mantuvo a raya el virus por un tiempo bastante largo y lo hizo mejor que otros países, ahora cree que no se han tomado medidas estrictas para evitar un peak. “Con los datos de los últimos días, yo estaría preocupadísimo. Hay que tomar medidas más fuertes”, afirma.

“Con los datos que está dando el ministerio de Salud, uno puede verificar algunas cosas, pero no todas”.

¿Estamos a ciegas respecto a cómo se está comportando el virus?

-No completamente a ciegas. Pero es como ir en un auto con el parabrisas con barro. Ves algo, pero no ves muy bien. 

Hay como una batalla por los datos. ¿Por qué? Imagino que esto pone en juego la relación de la ciudadanía con el poder político, ¿o no?

-Hay muchos factores en tu pregunta. Voy a ir respondiendo por separado. Lo primero, es que claramente hay gente que está usando los datos para beneficios políticos, pero no es asunto en el que quiera entrar. Sólo decir que eso no debiera ocurrir y que es un factor que influye, sin duda, y que está sucediendo en el mundo entero. 

“Hay gente que está usando los datos para beneficios políticos, pero no es asunto en el que quiera entrar. Sólo decir que eso no debiera ocurrir y que está sucediendo en el mundo entero”

¿Y qué pasa con la transparencia?

-Ese es un segundo tema. La transparencia de los datos es clave para la confianza. Si la gente pide información y no te la dan, entonces naturalmente piensa que algo raro pasa. 

¿Y se instala la sospecha? 

-Claro, queda la impresión de que se está ocultando algo, aunque no sea cierto. Y ese es el problema: se pierde la confianza mutua entre el gobierno y la sociedad. Por eso, en democracia es sumamente importante que los datos sean públicos. Los mejores gobiernos del mundo son aquellos que son completamente transparentes. 

En el caso de Chile, ¿diría que está en juego esa relación de confianza entre la gente y el gobierno?

-Yo creo que esa relación de confianza se perdió en el estallido social. Desde un punto de vista político, aquí había una oportunidad de redimirse y mostrar que sí se puede confiar en el gobierno. Pero eso no se ha hecho.

En general, ¿es un error político ocultar datos o a veces es necesario?

-Es un error político ocultar datos en general, pero en el caso de Chile es más grave por lo que pasó con el estallido social. 

¿Por qué?

-Porque al final, en vez de calmar los ánimos, las cosas se polarizan más. Por eso digo que el gobierno tiene una oportunidad de ganarse la confianza de los ciudadanos si es completamente transparente. Y hay otro aspecto en juego también. Si uno tuviera los micro datos, hay un montón de científicos que hacemos análisis de datos y que podríamos hacer cálculos muy interesantes, pero no los estamos pudiendo hacer.

“El gobierno tiene una oportunidad de ganarse la confianza ciudadanos si es completamente transparente”

¿Qué tipo de cálculos?

-Por ejemplo, cuánto dura la enfermedad en promedio; cuánto tiempo pasa entre que una persona que hace el test y fallece; o en qué comuna hay más incidencia de casos y por qué. Ya vemos que en los últimos días, el virus  está creciendo en los barrios más pobres de Santiago. Yo temo que pueda pasar lo mismo de Nueva York. Ahí el problema central fue cuando el virus llegó a los barrios más pobres. 

“El virus está creciendo en los barrios más pobres de Santiago. Yo temo que pueda pasar lo mismo de Nueva York. Ahí el problema central fue cuando el virus llegó a los barrios más pobres”

¿La transparencia siempre es buena? ¿Qué pasa si se usa como herramienta de manipulación o de control de los gobiernos?

-Muy buen punto, pero el tema es al revés. Lo que estamos pidiendo aquí es la transparencia de los datos del gobierno y el tema que tú planteas es cuánto sabe el gobierno de cada uno de nosotros. Son temas distintos. Lo que se necesita ahora en Chile es tener más datos de la epidemia para poder entender mejor lo que pasa.  Y más que la gente, los que necesitan saber son los médicos, los alcaldes. Es grave que un alcalde no tenga los datos de su comuna. 

Pero hay un tema con la privacidad también. ¿Cómo se resguarda?

-La transparencia de datos siempre es importante, pero aquí planteas un aspecto central. Porque si un gobierno tiene muchos datos es peligroso también, y mucho más peligroso aún si no hay confianza. Es un círculo vicioso. Se ha discutido mucho si en esta epidemia hay que dar más datos o no. Y la pregunta es cómo hacerlo sin perder privacidad.  

¿Y hay que dar más datos o no?

– No tiene que ver con la pandemia. Lo que pasa cuando tienes una pandemia es todavía más relevante. Los países más transparentes son los que tienen las mejores democracias y donde la gente confía plenamente. 

¿Cuál es el límite de los datos hoy en el mundo? 

-Yo creo que el límite es la privacidad de la gente. Si uno pudiera identificar, en el caso del coronavirus, la identidad de las personas, eso ya es un límite. Tenemos la ética de la transparencia y también la ética de la privacidad. Y hay una frontera entre ellos. Es decir, cuando un dato permite identificar a una persona, ya no se puede entregar. Esa sería la regla. Pero hay muchas maneras de aislar ese caso y dejar fuera los datos. 

“Tenemos la ética de la transparencia y también la ética de la privacidad. Y hay una frontera entre ellos. Es decir, cuando un dato permite identificar a una persona, ya no se puede entregar. Esa sería la regla”

“El ser humano aprende a palos”

¿Es posible visualizar cómo nos cambia este virus?

-Cada vez que hay eventos muy trágicos en la humanidad, se generan cambios. El ser humano aprende a palos. Quizá desde ahora todos los gobiernos debieran tener planes de contingencia y saber qué hacer frente a una pandemia. Hay que estar atentos y tener cuidado con los virus en el futuro. También van a haber cambios sociales. Por ejemplo, en las culturas orientales hace ya mucho tiempo que la gente no se saluda de besos ni con la mano. Hay sociedades que internalizaron el peligro de los virus y actúan acorde. 

¡Qué difícil! ¿Qué hacemos los latinos o los árabes que nos encanta el contacto más físico?

– Seguramente veremos algunos cambios en el comportamiento social. Tal vez nunca más nos vamos a saludar de beso porque será peligroso. Vamos a tener que adaptarnos a una cultura que estará más consciente de la cercanía física.

¿Qué otros cambios se están gatillando con este virus?

-Yo creo que el teletrabajo será un cambio que llegó para instalarse. Funciona y ojalá que se convierta en una norma más que en la excepción. Incluso podría tener ventajas económicas. Ya hay compañías en el mundo que no tienen oficina y eso reduce costos significativamente. 

“Tal vez nunca más nos vamos a saludar de beso porque será peligroso. Vamos a tener que adaptarnos a una cultura que estará más consciente de la cercanía física”

No sé si para los trabajadores sea la panacea. Hay mucha gente agotada y ve el teletrabajo casi como una esclavitud moderna, sin horarios, sin límites…

-Es una cosa de costumbre. La gente se adapta. Creo que para las mujeres el teletrabajo puede ser muy positivo, sobre todo en Chile que aún es un país machista. Puedes estar con tus hijos, decidir tu horario, tus rutinas. Yo creo que el tema de horario no se ha revisado. ¿Quién dice que el trabajo tiene que ser de ocho horas corridas? En Silicon Valley, yo puedo trabajar tres horas en la mañana, me tomo unas horas libre y las horas restantes las trabajo en la noche. El teletrabajo puedes hacerlo sin rutina. 

“Creo que para las mujeres el teletrabajo puede ser muy positivo, sobre todo en Chile que aún es un país machista. Puedes estar con tus hijos, decidir tu horario, tus rutinas”

El tema también es quién va a salir ganando en esta crisis y quiénes serán los perdedores. ¿Tiene alguna idea?

-Lamentablemente, el problema de estos cambios es que tienen un sesgo económico. No toda la gente puede hacer teletrabajo. Y normalmente los empleos más físicos son los peor remunerados. Por lo tanto, es verdad que algunos trabajos no se verán favorecidos. 

¿Y se abrirá la grieta de inequidad?

-Desgraciadamente podríamos estar aumentado las brechas de desigualdad que hay en el mundo. Porque si este virus se convierte en una gripe -que es lo más probable, aunque será tres veces más mortal- esa gente va a estar más expuesta, y no es justo. Lo mismo va a pasar con los sistemas de salud. Habrá enormes diferencias entre quienes tengan acceso a salud privada o pública. Eso se va a acentuar. Y lo mismo pasa con la brecha digital.

Pero cada vez es menos la gente sin acceso a internet, ¿o no?

-En Chile hay un 20% de la gente que no tiene acceso a internet. Con el Colegio de Ingenieros investigamos quienes son los desconectados del país. Y los desconectados están en el sector rural, también en sectores pobres de Santiago. Entones, ahí hay un tema. Reitero: los virus tienen un sesgo de clase, lamentablemente.

Que, además, podría profundizar las distancias…

-Ahí creo que hay un error semántico. Estamos viviendo una distancia física, pero no social. Al contrario, yo veo que la distancia social ha disminuido. Estamos encerrados en nuestras casas, pero más cerca y más en contacto con la gente. 

Con todo lo que sabes, con todo lo que ves, ¿eres de los optimistas o de los apocalípticos?

-Por naturaleza soy optimista, pero como entiendo mucho de esto debiera ser apocalíptico. Así que yo me defino como realista. 

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